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no se apagó con las grandes fatigas que ya havia experimentado, y es necesario sufrir en el examen de una infinita multitud de escrituras an⚫tiguas; antes avivandose, y encendiendose mas, me animó à emprender segundo viage à Leon con mi compañero el P. Presentado Fr. Antolin Merind, con el fin de reconocer los Instrumentos del Archivo de la Catedral, y otros relativos à los tiempos que siguieron al siglo X. cuyo fin fue el del Tomo precedente por la notable época que me ofreció la desgraciada suerte de aquella Iglesia, y Ciudad, destruida por Almanzor, y su hijo. Esta diligencia es, como saben todos los erudítos, no menos importante que penosa; porque si la Historia de nuestro Reyno vá perfeccionandose, y enriqueciendose, este beneficio se debe en la mayor parte à los que registran los Instrumentos públicos, y autorizan con ellos sus narraciones; la qual costumbre no es tan remota de nuestros tiempos, que sea anterior al siglo XV. en. que floreció el Doctor Lorenzo Galindez de Caravajal, à quien Ambrosio de Morales, y D. Nicolás Antonio honran con el dictado de primer Autor de esta industria tan necesaria. Por lo qual tengo la confianza de que el público hará tanto may or aprecio de la Historia Legionense, que le ofrez

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sonales, que se han tolerado para la averigua cion, y certeza de los asuntos que en ella se tra◄ tan. Espero tambien que en vista de tan proli→ ja, y exquisita diligencia como la que precede à la formacion de mis escritos, ninguno extrañará que en su publicacion haya alguna demora, la que no se verificará siempre que se reconozcan, y se me remitan con fidelidad, y exactitud copias de los documentos necesarios, como se ha practicado para los tratados de otras Iglesias.

Por lo que toca al copioso fruto que resulta del trabajo referido no puedo ofrecer prueba mas fiel, y constante, que el cotejo de esta Obra con las que se publicaron antes de ella so→ bre el mismo asunto, pues se hallará con eviden→ cia que en su comparacion todas andan muy es easas, y con muchas equivocaciones en las pocas memorias que trahen de la Iglesia de Leon. No solo he descubierto con mi diligencia un gran numero de noticias concernientes à los Obispos que se conocian, sino tambien he desenterrado muchos de estos que estaban tan sepultados en las tinieblas del olvido, que hasta su existencia, y nombre se ignoraba.

Acerca de otros sucesos historicos se corri gen, è esclarecen muchos con la autoridad de ex

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hasta hoy no se ha tenido conocimiento por otra parte, y finalmente se fija, y establece el orden , y tiempo de todos ellos con arreglo à la mas fundada cronología, que como todos saben, es el alma de la Historia. Entre los descubrimientos, que se hallan en el Tomo presente, se ofrecen algunos, que sirven al esplendor de otras Ciudades, è Iglesias, en cuyos Archivos no se encontrará por ventura memoria de lo que puede ennoblecerlas, y glorificarlas. Pongamos un egemplo en una Iglesia tan principal como la de Toledo. Los mas ilustres Escritores que tratan de esta Ciudad, y de su miserable estado en tiempo de los Sarracenos, afirmaron que los Christianos, que en ella vivian, carecieron de Obispo desde principios del siglo X. hasta su conquista por D. Alonso VI. y que entonces no tuvieron otro Pastor que el Cura de Santa Justa. El M. Florez deseando rebatir este dictamen, y vindicar la prerogativa de la referida Iglesia en la continuada sucesion de sus Prelados, reprodujo en el Tomo V. pag. 356. la nota que se lee al fin del Codice Gothico, en que el Arcipreste de Toledo Salomon copió la Obra de S. Ildefonso, De Virginitate S Mariæ, advirtiendo que acabó de escribirla en Viernes 14. de Septiembre de la Era 1105. año

siendo D. Pasqual Arzobispo de aquella Sede Metropolitana. Esta noticia pues tan gloriosa tiene ya en su comprobacion otro testimonio anterior, y mas autentico que yo he descubierto en el Archivo de la Santa Iglesia de Leon. Contienese este en el Testamentó que Doña Fronilde, hija del Duque D. Pelayo, hizo en la Era de io96. año de 1058. el qual es digno de particular aprecio, asi por nombrarse Testamentario S. Alvito, Obispo Legionense, como por leerse la firma del expresado D. Pasqual, anotando que la dicha Era fue el año, en que fue consagrado para la Silla de Toledo..

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Es tan copioso el numero de Escrituras que he recogido para esta Obra, y sirven de prueba à las noticias que en ella publíco, que no es posible poner toda su coleccion al fin del Tomo presente. Por esta razon he determinado dar aqui solamente los Concilios Legionenses celebrados en los Siglos de que trato, y los documentos principales concernientes à los fueros, y costumbres de la Ciudad, è Iglesia de Leon dados, ò confirmados por los Sumos Pontifices, Obispos, y Reyes en los años que se comprehenden en los mismos siglos. Sin embargo, por el conocimiento que tengo de la utilidad que resulta de los Instrumentos

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antiguos, no solo para cotejar las memorias que se apoyan con ellos, sino para perpetuar la insigne piedad, y devocion de nuestros Reyes, y otros personages, para conocer los Prelados de varias Sedes, los Señores mas visibles del Reyno, los pueblos, Iglesias, Monasterios, familias, &c. y para otros muchos fines que no ignoran los amantes de la antiguedad, me ofrezco à comunicar al público este beneficio, de manera que lo disfrute con mayor comodidad, y satisfaccion suya. Y la coleccion de estas piezas, que se dará luego à luz con el favor de Dios, es lo que significa el nombre de Apendice, que se cita en muchos lu como proprio del Tomo presente.

gares,

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