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idioma latino, sino tambien sus modos musicales, cuando no los hubiesen de antemano recibido de los griegos. El modo Dório, era el mas grave de todos ellos: esta gravedad no consistia tanto en el sonido de su cuerda fundamental (como han creido no pocos intérpretes de los escritores de música griegos y latinos), cuanto en la progresion de los intervalos de 4., 5. y 8. tanto subiendo como bajando, y tal vez algun intérvalo de tono desde el 4.o al 5.° sonido de su diapasón. Mas claramente dicho; en todas las combinaciones que se pueden hacer sobre los cuatro sonidos que contenia la Lira de Orfeo; Re, Sol, La, Re, octava alta este último Re, del primero; cuyos conocimientos son propios todos, combinense como quieran, de un bajo fundamental, escepto el de tono bajando.

Los cantores de Roma, desde la época de Metello y Ciceron en adelante, cantaban modulando sus voces suavemente, gorgeaban y trinaban con dulzura, y se producian con todos los requisitos á que hoy llamamos, buen método de canto. Pero este método de cantar y tocar, no era general en todos los cantores segun Lucino, porque hablando de los cantores de teatro, asegura que gritaban hasta mas no poder. ¿Quiénes eran pues, los trágicos y cómicos que admiraba Roma en aquellos tiempos? Segun los escritores contemporáneos, fueron los griegos; mas no practicando estos las bellezas arriba dichas, no cabe la menor duda, de que eran los españoles solos los que cantaban con arte.

Juvenal, Estacio, Plinio el jóven, Marcial y otros muchos escritores de aquellos tiempos, dicen, que los músi– cos españoles eran los que cantaban en los festines de la nobleza romana: sus coros se componian de voces é instrumentos concertados, no á la octava los unos de los otros y sobre una tónica fija, sino en armonía simultánea com

puesta de consonancias y disonancias, y adornando sus cántos con varias y suaves inflexiones de voz. Estos coros, siempre ó las mas veces, eran acompañados de baile, particularmente los ejecutados por las gaditanas.

Los bailarines, segun las leyes establecidas por los griegos para la danza, debia arreglar los movimientos del cuerpo, brazos y piernas, á las modulaciones de la música. Las gaditanas fueron las mas diestras no solo en el canto y manejo de toda clase de instrumentos músicos, sino tambien en el baile, donde hacian ver al espectador todas las gracias y adornos que oian á los cantores é instrumentistas, con sus movimientos y ademanes, como lo manifiesta Marcial en sus versos :

Canticos quæ Nili Gaditana sussurat
Quæ movet varios brachia voha modos.

Mas por querer espresar las gaditanas con los movimientos del cuerpo, hasta los mas batidos trinos, sacrificaron las leyes mas sagradas de la decencia, como notó el mismo Marcial en estos versos:

Nec de Gadibus improbis puellac
Vibrant sine fine prurentis

Lascibo docile tremore lumbos. (1)

Sin embargo, no toda la música española, ni todos los bailes que la acompañaban eran de esta especie, puesto que el mismo autor que detesta lo inmodesto de aque

(1) Marcial, lib. 5.° ad taranium.

Con algun fundamento debe creerse que el baile de las gaditanas antiguas, fué el mismo que á mediados del siglo xvi, reprodujo una célebre. andaluza llamada Zarabanda.

Hos bailes, en otra parte elogia con estremo las canciones, bailes y música teatral de Rixama y Riga, dos ciudades de España.

Llegaron á cautivar de tal manera los atractivos de la música española á los romanos, que viéndose estos precisados por motivos de una gran carestía, á echar de Roma á todos los estrangeros sin escepcion de personas, filósofos, retóricos, eruditos, gramáticos, poetas, y músicos; estos últimos y las bailarinas españolas, que eran en número de tres mil, no salieron de la capital del mundo, por un particular empeño de la nobleza. (1)

Aulo Gelio en sus Noches Aticas, dice: que en un festin al cual asistieron sugetos de todas las naciones que subyugó la soberbia Roma, se presentó la Cítara á todos los convidados, y despues de haber cantado algunos de ellos, fué presentada á un español, el que no pudiendo escusarse sin faltar al ceremonial Ático, se cubrió el rostro con su manto, y cantó con tanta gracia, suavidad, arte y armonía, que dejó en estremo absortos á todos los convidados. (2)

Habiendo observado, que Didimo, no tan solo calculó el tetracordo de los españoles, sino tambien otro antiguo de los griegos, al que llamó Ecuabile; nos hace creer que los latinos en tiempo de Neron, cantaron con el mismo sistema de los españoles. El haber leido que este emperador, fué á Nápoles ciudad griega, para ensayarse en las representaciones teatrales, como tambien que su mú¬ sica era enteramente desagradable á la nobleza romana; (3) nos asegura, que el sistema de los españoles fué

(1) Amiano, pág. 108.

(2) Sin duda se cubriria el rostro, para disimular con este artificio aquel sonido pingüe y peregrino que Ciceron le notó, propio de todos aquellos que ha blan un idioma estraño.

(3) Teixidor. Discurso sobre la Hist. Univ. de la mús.

desterrado de los teatros de Roma durante este tiránico imperio. Mas al verle restaurado por Tolomeo, en tiempo del emperador Adriano, hace indudable que se recibió entre los latinos, y que, si la música española no se hizo universal en esta época por todos los dominios del imperio, consistió tan solo en la anotacion enteramente diversa de la griega, que era entonces la comunmente recibida.

Los españoles, así como es sabido que tenian dos diversos alfabetos, uno llamado por nuestros sábios, Ibero, y otro Celta, tuvieron asimismo dos diversas maneras de notas musicales. Como estos caractéres eran desconocidos casi del comun de las naciones sujetas á los romanos de aquellos tiempos, no era fácil que el gusto de la música española se hiciese enteramente comun, aunque no tuviese por contrarios á los griegos, hombres que no sufrian con facilidad que los conocimientos de los estrangeros se adoptasen con preferencia á los suyos. Sin embargo, los Focences se establecieron en Ampurias, Rosas, y otras partes de la costa de Cataluña, Valencia, Murcia y otros pueblos de la Jonia, y en las de Granada, 545 años antes de J. C.; y esto nos da fundamento para creer, que los griegos de la Jónia llevaron la música española no solo al Asia, sino á Atenas, y que las revoluciones acaecidas entre los griegos europeos en asuntos músicos, se originaron por querer los atenienses no solo apropiarse las graciosas y alegres canciones del Turdetano y Celtivero, sino todo su sistema musical.

En tiempo de Platon, floreció el célebre músico jónio Timoteo de Mileto, el cual, no solamente llevó á Atenas el sistema de música inspirado por la naturaleza, sino tambien unas sonatas instrumentales que al oirse por primera vez en el teatro, fueron silvadas por el público: mas despues que éste acostumbró el oido á tan delicadas melo

dias, se aficionó de tal modo á ellas, que desechó y aborreció sus antiguos modos musicales, hasta los decantados Dório y Cário, propios de los antiguos jónios. (1)

Una música tan agradable á casi todos los habitantes de la Grecia, tan diversa de la comunmente oida hasta entonces entre los griegos, asi asiáticos como europeos, no es posible fuese inventada sin haber oido con anterioridad algunas obras que sirviesen de norma tanto á Polimnester, como á Timotéo, tenidos por los escritores griegos como inventores de las revoluciones musicales de la Grecia. Estas obras armónicas, no fueron ciertamente produccion de los Frigios y Carios, porque los atenienses ya estaban poco menos que cansados de oir sus producciones armónicas á los mejores músicos de estas dos naciones, no solo en los funerales de los Aticos, sino en sus mas solemnes sacrificios, para cuyo fin habia en Atenas un gran número de músicos de las dichas naciones. (2) Tampoco lo fueron de los Asirios, Medos y Persas, porque estos nacionales, tanto cuanto tenian de amigos para deleitarse con la música, tenian de enemigos para dedicarse á su es— tudio. De los fenicios y hebreos no es creible, porque los primeros en estos tiempos, no eran grandes cultivadores de las ciencias; y los segundos, despues de su largo cautiverio en Babilonia, se deben considerar mas ocupados en recordar sus antiguas melodías, que en invenciones de nuevos modos musicales. Es pues de creer, que los españoles fueron los únicos que pudieron prestar á los jónios ideas nuevas en asuntos músicos en la referida época, porque de estos se sabe que la cultivaron con gran éxito, y ademas consta, que los jónios tenian comunicacion con ellos desde tiempos mucho mas antiguos á estos.

(1) Aristid. Quintil. lib. 1.
(2) Plat. de Republic. lib. 1.

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