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Cap. VII. Est. de la Igl. de Tar. desde la ir. de los Ar. hasta su rec. 119

Toledanos del siglo XVII, que, en sus fingidos Cronicones de Máximo y de Hauberto, regalaron á esta Iglesia los Obispos Cixilano, Sancho, Deovoto y demas que se citaron al fin del capítulo pasado, todos ellos apócrifos, pues no constan mas que en aquellos escritos, ya hoy condenados unánimemente por apócrifos.

Por lo demas, puede conjeturarse que la Iglesia de Tarazona tuvo algunos Obispos mozárabes, aunque sus nombres no hayan llegado hasta nosotros. Y ¿qué extraño es que la pérdida de documentos antiguos de esta catedral haga ignorar los Obispos de los siglos VIII, IX y X, si mas adelante se hallan dificultades para averiguar algunos del siglo XIV? Por lo demas, consta que en aquellos tres siglos hubo Prelados mozárabes en las Iglesias de Nájera, Pamplona, Sigüenza y Zaragoza: San Eulogio, en su carta á Welesindo, Obispo de Pamplona, da noticias de algunos mozárabes de estas tres últimas Iglesias: ¿cómo no los habria en Tarazona, situada en medio de estas cuatro, sabiendo que la ciudad estaba poblada y era muy importante por aquel tiempo?

Pero en cambio, si ignoramos los nombres de los Obispos mozárabes de Tarazona, la historia nos ha conservado los de Santos mozárabes de gran nombradia, como San Atilano de Tarazona y San Iñigo de Calatayud, ciudad árabe edificada á media legua de las ruinas de la antigua Bilbilis, y á quien legó su nombre el conquistador Ayub, llamándola Calal-Ayub, (castillo de Job ó Ayub). La existencia de estos Santos mozárabes dentro de la diócesis, acredita que existian en ellas iglesias mozárabes.

Supuesta la existencia de Iglesia mozárabe en Tarazona, no será inoportuno conjeturar dónde estuviera el templo, en que entonces se daba culto al verdadero Dios. Si es lícito suplir con probables conjeturas el vacio que deja la historia, anunciando estas como conjeturas y no como hechos, puede aventurarse la idea de que la Iglesia mozárabe de Tarazona tuvo su templo en el mismo paraje donde hoy se halla la catedral; y que por este motivo, al tiempo de la reconquista, no se fijó la sede en ninguna iglesia de las que habian sido mezquitas, sino que continuó la cátedra episco

pal en el mismo paraje, donde los Obispos mozárabes habian dado culto al verdadero Dios, durante la época que estuvieron bajo la dominacion agarena. Solo asi se explica que cligieran para catedral un sitio bajo, húmedo é insalubre, rodeado de aguas por todas partes, fuera de la poblacion y en paraje distante de ella, despreciando la hermosa planicie en que pudiera haberse fundado á la parte de Navarra ó de Castilla, donde estan los conventos de la Concepcion ó del Cármen, sitios mas anchurosos y oreados, que dominan la poblacion, y en que pudiera campear la catedral, señoreando gran parte de la diócesis, hasta los términos de ella por los confines de Alfaro y de Tudela.

Los Musulmanes no permitian á los Mozárabes tener templos sólidos y fuertes, desde donde pudieran estos hostilizarles en casos de rebelion: las sublevaciones de Toledo y otros puntos les obligaban á ser cautos. Las iglesias, que la tradicion designa con algun fundamento, como mozárabes estan, por lo comun, en parajes bajos y humildes, fuera de las murallas, dominadas por los

castillos sarracenos, y á veces al otro lado de los rios que bañan las poblaciones, cual solia separarse en la edad media á los leprosos. Estas circunstancias. concurren todas en el sitio que actualmente ocupa la catedral de Tarazona. Desde la Zuda, que despues se llamó alcázar de Hércules (hoy palacio episcopal), los Musulmanes verian sin recelo, y aun con menosprecio, la humilde basilica mozárabe, situada al otro lado del Queiles, que podian aplastar fácilmente desde el recinto fortificado de la ciudad, adonde apenas se atreveria el cristiano á levantar los ojos. No era posible que una gente belicosa, como los Musulmanes, que en sus poblaciones cuidaba ante todo de las condiciones estratégicas, permitiera á los Mozárabes morar dentro del Cinto, y mucho menos tener allí edificios sólidos, destinados para el culto, en puntos como los que ocupan hoy dia las parroquias de San Miguel y la Magdalena, desde donde pudiera comprometerse la seguridad de una plaza tan fuerte é importante como lo era Tarazona en aquellos tiempos. Quizá por ese motivo Don Alfonso el Batallador, encontrando en la

huerta de Tarazona aquella pobre basilica mozárabe, y bajo la advocacion de la Virgen, respetó el sitio ya consagrado por las preces de los perseguidos mozárabes, durante los siglos de su infortunio, y en vez de fundar catedral, amplió ó restauró la pequeña basílica, fijando en ella la sede, y haciendo dependientes de esta iglesia (como lo han sido hasta la época del Concordato) aquellas dos parroquias citadas de San Miguel y la Magdalena, que quizá entonces fueran mezquitas musulmanas. Ambas han sido hasta nuestros dias filiales de la catedral: hoy ya son parroquias independientes. La donacion de las mezquitas por Don Alfonso el Batallador es indudable, como veremos luego (1).

Como los canónigos de Tarazona en su origen, y despues de la reconquista, eran regula res, vivian en comun, segun la disciplina mas usual de aquellos tiempos: por ese motivo poco les importaria que la catedral se hallase extraviada de la poblacion, antes bien esto mismo favoreceria no poco á su silen

(1) Se hizo el año 1121. Véase en el apénd.

TOMO XLIX.

cio y devolo recogimiento. De este modo la catedral, formando al otro lado del Queiles un barrio levitico, solamente ha logrado atraer hácia sí algunos conventos mendicantes ó de pobres religiosas, las viviendas de los canónigos ó de algunos opulentos magnates, á quienes aquel paraje ofrecia los desaho. gos de una quinta, con las comodidades de la ciudad.

Por lo demas, estas conjeturas acerca de la iglesia mozárabe de Tarazona solo sirven para llenar imperfectamente el vacio que se halla de sus Obispos durante la dominacion sarracena. Por lo que hace á los dos Santos mozárabes San Atilano y San Iñigo, pueden verse sus vidas, la del primero en el tomo 14 de esta obra, y la del segundo en el siguiente.

Si fuera cierta la donacion del Rey Don Garcia Sanchez Y su madre Doña Thoda al monasterio de San Millan, que copia el libro Chantre y cita el senor Sandoval (1), vendria á resultar que aquel Rey se apoderó de todo el territorio de Tarazona hasta el Duero, pues hizo

(1) En el libro de las fundaciones de la órden de San Benito.

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donacion al Abad Don Gomez (Gomesano) y á los clérigos de San Millan, de la iglesia de Santa Cruz de Rabate, en el barrio de este nombre de Tarazona, y de la de San Julian en la ciudad de Agreda, donde estaban las sepulturas de los difuntos. Lleva esta donacion la fecha del año 922, segun la cita del P. Argaez (1).

Pero como las escrituras del monasterio de San Millan relativas á esta época, y especialmente las de donaciones de aquel tiempo, ofrecen algunas sospechas acerca de su autenticidad, y mas esta que va conexionada con la de los votos á San Millan por el Conde Fernan Gonzalez, la cual es notoriamente apócrifa, como luego se verá, puede sospecharse que tambien esta se fingiera con el mismo objeto, y se incluyera en el tumbo galicano, donde estan las apócrifas, las cuales no se hallan en el tumbo gótico, mas antiguo y puro de estos fraudes.

De ser cierta la escritura citada, apareceria que la iglesia

(1) Argaez, fól. 673, al hablar de las iglesias de Agreda. Muchas escrituras del monasterio de San Millan tienen equivocada la fecha de la Era.

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mozárabe de Tarazona estaba, no en la catedral, sino en el paraje donde hoy está la iglesia de la Merced, que era el barrio de Rabate. El barrio llamado asi estaba fuera del Cinto, y puede conjeturarse que con este nombre de Rabatins y Morabatins (del que parece una contraccion la palabra Rabat) designaran por allí á los mozárabes (1). Tambien pudiera ser que tuviesen estos cristianos dos iglesias, pero la de Santa Cruz de Rabate estaba en tal caso muy próxima á la muralla, que pasaba entonces por lo que ahora es el mercado y las casas consistoriales, y es muy dudoso que los musulmanes consintieran á los mozárabes construir iglesia tan cerca de sus

muros.

Por lo que hace al otro privilegio de Don Garcia Sanchez y su mujer Doña Teresa, sujetando todo el territorio de Tarazona al pago de los llamados votos á San Millan, no habrá ya mediano crítico lo dé por que auténtico. La cláusula, segun Sandoval y Argaez, decia: «Čor»nago, Cervera, Titigon, Agre

(1) Villanueva, Viaje literario; t. i.° habla de los morabatins de Valencia.

»da, Finistrella, Cintronica, »Borja, Tarazona, Cascanto, »Tutela, islæ prædicla per om»nes domos de ferro acero, sin»gulas libras, medium ferro, »medium pimienta.»

En el tomo 1.° de documentos de los monasterios y conventos de España, publicado por la Real Academia de la Historia (1), se impugna como apócrifo el documento relativo á la batalla de Simancas y el voto de Fernan Gonzalez; por consiguiente lo es tambien este otro de Garci Sanchez de Navarra, que supone el de los votos de Fernan Gonzalez. Con razon notó Garibay, entre los muchos indicios de falsedad de este documento, que los nombres de los pueblos se consignaban en él, no como se pronunciaban y escribian en tiempo de Fernan Gonzalez, sino como se decian vulgarmente en el siglo XIII, época de los embustes galicanos, como ya vimos al hablar de San Prudencio.

En todos los documentos auténticos, que se van á citar o van ya citados, Tarazona recibe

(1) Véase el apéndice 2.o, tomo 1.o del Indice de los documentos procedentes de los monasterios y conventos suprimidos, publicado el año 1861, pág. 410.

constantemente el nombre latino de Turiaso, ó mas bien el visigodo y mozárabe de Tyrassona, y no el de Tarazona, hasta entrado el siglo XII, segun se ha dicho, haciendo quizá esta variacion los Limosines, cuya pronunciacion era muy dura. Con todo, en estos documentos se le da el nombre moderno de Tarazona.

Finalmente, reconocidos los tumbos gótico y galicano del monasterio de San Millan en la Academia de la Historia, se ha visto que el privilegio de los votos, que no se halla en el gótico, se encuentra en el galicano, que es de la época citada, como se infiere por su misma letra, que es la que llaman los paleógrafos galicana.

El hallarse en el libro Chantre de Tarazona, poco ó nada puede probar: escribióse aquel libro en 1582, muchos años despues de la aciaga quema de los archivos eclesiásticos de Tarazona. El Chantre Mungueta copió allí los documentos, cuyos traslados hubo á la mano, y por tanto ninguna fé pueden hacer, cuando se halla que son apócrifos los originales de donde se tomaron estas copias.

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