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Asistió al Concilio III de Toledo y firmó poco despues de los Metropolitanos, en el XV lugar, lo cual indica que era ya antiguo en su consagracion. La suscricion dice: «Stephanus Ty»rassonensis Ecclesiæ Episcopus » subscripsi.» (1)

Dos años despues asistió al Concilio provincial de Zaragoza y suscribió en tercer lugar, aunque en él no se nombraban las sillas, pues como era Concilio provincial y los Prelados muy conocidos, no expresaron sus respectivas diócesis.

El P. Argaez le hizo monje Benedictino; pero ¡qué extraño es, si el falso Hauberto declaró monjes Benedictinos á todos los Obispos que asistieron al Concilio provincial de Zaragoza del

año 592!

En la coleccion de Cánones de la Iglesia Española, publicada de Real órden por el señor Gonzalez, queriendo enmendar la suscricion de este Prelado en el Concilio Toledano III, se le hizo Obispo de Tarragona, leyendo Tarraconensis en vez de Ty

(1) Dos yerros cometió Argaez en esta suscricion, ademas de otro tipográfico, pues imprimió: «Stephanus Turiasonensis Ecclesiæ suscripsit»: suscerisit, puso el impresor.

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Ni en el Concilio de Toledo del año 597, ni en el de Barcelona de 599, en que se reunieron los Obispos de la provincia Tarraconense, aparecen suscriciones de ningun Prelado de Tarazona. Es por tanto apócrifo el monje Juan, supuesto hermano de San Prudencio, que el falso Hauberto regaló á Tarazona, y supone Argaez que asistió á este Concilio, diciendo que faltan en él muchas firmas. Para que no fueran solamente en este punto los delirios del patrañero que fingió el Cronicon de Hauberto, Argaez le hizo monje y Abad de San Millan de la Cogolla, sucesor de

San Citonato. Falta probar que entonces existiera tal monasterio, y como San Millan no fué monje, como se probará en el tomo siguiente, ni San Citonato Abad, menos se pueden admitir el monacato y abadiado de este supuesto Obispo Juan, que solo ha existido en la cabeza del P. Roman de la Higuera, ó quien quien fingiera aquel Cronicon publicado por él.

En cambio se halla al pie del célebre decreto de Gundemaro, erigiendo á Toledo en Metropolitana de la provincia Cartaginense, la firma de un Obispo de Tarazona llamado Floridio. En el décimo lugar, entre los 26 Obispos que firman, se lee la

suscricion

Fluridius Ecclesiæ Tyrasonensis Episcopus subscripsi.

De sus hechos nada se sabe: estas suscriciones solamente sirven para probar la existencia de un Prelado.

y

Obispos apócrifos Esteban II Gaudioso II, falsamente atribuidos á la Iglesia de Tarazona en el seudo-cronicon titulado de Marco Máximo, se encuentra entre las suscriciones al Concilio IV de Toledo la de otro Obispo cierto de Tarazona, llamado Elpidio, que firmó en el lugar 52 entre los 69 Obispos, que concurrieron á tan célebre como importante reunion, bajo la presidencia del gran San Isidoro.

Ilpidius Tyrassonæ Ecclesiæ Episcopus subscripsi.

Igualmente asistió al Concilio VI de Toledo, en el cual firmó en el lugar 18; pero alli escribe Elpidio y no Ilpidio.

Ego Elpidius Ecclesiæ Tyrassonensis Episcopus subscripsi, debiendo ser el nombre propio Elpidio, debe atribuirse á los copiantes el yerro de llamarle Ilpidio en la primera suscricion.

Su inscripcion en la sala de retratos del palacio episcopal

ESTEBAN II Y GAUDIOSO II. dice: Vir constans, animo po

Apócrifos.

ELPIDIO.

633-638.

llens, ingenio et animi puritate refulgens. Aunque el elogio es harto vago y general, no constando su existencia mas que por las suscriciones de los Concilios, no se concibe en qué

Dejando á un lado los dos pudieran fundarse sus autores

para dar este elogio al Obispo Elpidio.

ANTERIO.

683.

Entre las numerosas suscriciones de los 62 Obispos que asistieron al Concilio VIII de Toledo, no se halla la del Obispo de Tarazona: falta igualmente en los siguientes Concilios, aunque esto no es de extrañar, pues se ve por ellas que eran pocos los Obispos de la Tarraconense que concurrieron. Por fin en el Toledano XIII vuelve á encontrarse noticia de otro Obispo de Tarazona, llamado Anterio. No pudiendo este asistir á él, envió allá un Diácono, que suscribe en su nombre.

Baroncellus Diaconus, agens vicem Antherii Episcopi Tyrassonensis.

El señor Loaisa leyó Asterio por Anterio, pero en la edicion del señor Gonzalez, mucho mas correcta, se lee Antherii.

El P. Argaez, siguiendo á Loaisa, creyó que el Obispo Anterio habia tenido en este Concilio dos representantes, pues á la suscricion del Diácono Baroncelo precede la de un

Abad llamado Stabilio, que tambien se dice agente del Obispo de Tarazona.-Stabilius Abbas agens vicem Austerii Episcopi Tyrassonensis; pero fué errata del códice por el cual se rigió el señor Loaisa, pues en la edicion mas correcta del señor Gonzalez se lee:

Stabilius Abbas agens vicem Jacobi Episcopi Gerundensis. Véase el tomo 43 de la España Sagrada.

NEPOCIANO.

688-693.

Asistió este Obispo á los Concilios XV y XVI de Toledo, ocupando su firma en el primero el número 30, entre los 61 Obispos que suscribieron, y en el segundo el 55, entre los 59. En la primera dice:

Nepotianus Tyrassonensis Episcopus subscripsi. En la segunda:

Nepotianus Tyrassonensis Ecclesia Episcopus subscripsi.

Nada mas sabemos acerca de este Prelado, último de la Iglesia de Tarazona, durante la dominacion de los Visigodos.

.

OBISPOS APOCRIFOS.

El Obispo Pedro, monje de San Trudon y mártir, á quien hizo Obispo el fingido Hauberto de Tarazona al tiempo de la irrupcion de los Moros, es enteramente fabuloso, como igualmente todo lo que sobre tan falso supuesto amontona su secuaz el P. Argaez.

De la misma estofa son los demas Obispos que intercaló como de la época mozárabe, á saber, Cixilano, Sancho, Deovoto, Obdulio, Sesuldo, Anserico, y aun algun otro innominado, ninguno de los cuales existió sino en la mente del au

tor de las patrañas amontonadas en el fingido Cronicon de Hauberto.

Sobre aquellas patrañas aumentó Argaez sus exóticas conjeturas. Valga por ejemplo una de ellas. Habiendo encontrado un pergamino del monasterio de Valbanera, lleno de inexactitudes y desatinos, en que decia que estaban enterrados allí los Obispos Deodato y Obdulio, sin decir de dónde habian sido Obispos, el P. Argaez los adjudicó á Tarazona, fundado en el falso supuesto de que el monasterio de Valbanera estaba dentro de los límites del Obispado de Tara

zona.

CAPITULO SÉTIMO.

Estado de la Iglesia de Tarazona desde la irrupcion de los
Arabes en España, hasta su reconquista.

Despues de la aciaga batalla de Guadalete, la ciudad de Tarazona siguió la suerte de los demas pueblos de Aragon, cayendo en poder de los Musulmanes. Su posicion fuerte y enriscada, su situacion estratégica, entre el Ebro y el Duero y próxima al Moncayo, no podian menos de convenir á una raza

esencialmente belicosa, como la de aquellos, asi como habia servido á los Celtiberos y Romanos, tambien guerreros: es de suponer que la utilizaron y fortificaron aun mas, y los hechos posteriores de la reconquista acreditan que los Musulmanes la tenian poblada y como ciudad importante.

Cual si no fueran suficientes las ficciones que mancharon nuestra historia en los siglos XIII y XVII, á fines del siglo pasado, y cuando ya se habia castigado á los embusteros que inventaban antigüedades en la Alcazaba de Granada, un converso, que tomó el nombre de Faustino de Borbon, publicó unas cartas críticas sobre la España Arabe de Masdeu, fingiendo á su antojo varias noticias, que suponia tomadas de manuscritos árabes del Escorial. En ellas se hablaba de varios levantamientos de los Cristianos de Zaragoza y otros puntos contiguos.

En otro de ellos se suponia un levantamiento de los Cristianos de Tortosa, Gerona, Bilbilis, Pamplona y otros de los franceses (frang), nombre con que los Arabes solian designar á los insurgentes de la parte del Pirineo (1).

Aquel embuste hizo fortuna: el mismo P. Fr. Ramon de Huesca, excelente crítico, en su Teatro de las iglesias de Aragon, les dió completa fé. Y en ver

(1) Faustino Borbon, Cartas críticas sobre la España Arabe de Masdeu. Cartas 12 y 13. Los supuestos autores á quienes se refiere son el Ardi Ꭹ el Lugai.

dad ¿por qué no habia de creerlo, no teniendo aun motivo racional para dudar? Descubierta ya esta supercheria, ninguna necesidad hay de rebuscar datos en aquel monton de mentiras, pero sí conviene advertirlo, á fin de que nadie extrañe la omision, y antes bien queden prevenidos todos contra las noticias de ese moderno basurero histórico, sirviendo de correctivo para que se abstengan otros en adelante de engañar al público, cuando se sientan tentatos á cometer tales fraudes. ¡Nada de indulgencia con semejantes malvados, monederos fal

sos de la historia! Toda censura, por acre y terrible que sea, es pequeña contra tales embaidores.

Los embusteros de Oviedo, en los falsos documentos publicados por el fabulista Don Pelayo, á pesar de que hicieron ir allá á los Obispos de Zaragoza, Calahorra y otros puntos inmediatos, diatos, y les regalaron iglesias Y territorios en la diócesis Ovetense, no tuvieron esa atencion con los Obispos mozárabes de Tarazona, lo cual es de agradecer, bien lejos de sentirlo.

Mas pródigos fueron con la Iglesia de Tarazona los falsarios

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