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mento la donacion que el mismo hizo al año siguiente, diciendo: «Ego Sanctius Dei gra»tia Rex jussi fieri hanc cartu»lam..... Deniqne placuit mihi >>ut concederem donum aliquod »illo cenobio Sancti Prudentii in >>loco qui vocatur Laturce, eo » quod ibi requiescit corpus Bea»lissimi viri Prudentii Pontifi>>cis. Et concedo sibi decimas de >> Valle Arnedo.....»

Este documento, lo mismo que el anterior, nada prueba: si es de Don Garcia Sanchez el Trémulo, no puede ser la fecha que se dice: si es de Don Sancho V, siendo este hijo de Don Garcia, probaria la falsedad de la traslacion á Najera. Pero sobre las sospechas generales que ofrecen todos estos documentos de Monte Laturce, tiene este contra sí otra muy grave de ser apócrifo, y es la donacion de diezmos en aquella fecha. La donacion de las iglesias conquistadas se hizo por el Papa San Gregorio VII á este mismo Don Sancho V, en 1075, y la mas expresa de los diezmos y primicias de las iglesias conquistadas se hizo por Urbano II á Don Pedro I de Aragon en 1095 (1).

(1) Véase el tomo 43 de la España Sagrada.

Pero tampoco el privilegio del Papa Gregorio en 1073 hace al propósito, pues la citada aqui es de ocho años antes, cuando aun Don Sancho no tenia facultad para disponer de los diezmos de las iglesias que conquistara, y mucho menos de las ya fundadas y que él no habia conquistado. Por ese motivo parece este documento muy dudoso, si no enteramente apócrifo.

Tiénese ademas de esto otro poderoso motivo para dudar de la autenticidad de estos y de otros documentos, que se citan como donaciones á este monasterio, y es que desde mediados del siglo X el monasterio de San Prudencio de Monte Laturce estaba casi abandonado, y habia pasado á poder de patronos legos, que lo tenian despoblado. Preciso es detenerse un poco en esta observacion, que, por no haberla hecho antes, no se ha dado quizá á esta cuestion la claridad debida.

En el año 950 eran tan escasos los monjes que habia en Monte Laturce, que el Abad Adica, y los otros seis monjes súbditos suyos, se someticron al Abad Dulquito, que lo cra del monasterio de Albelda,

donde habia á la sazon 200 monjes, y estaba á cuatro leguas de Monte Laturce. En la sumision ofrecen al Abad de Albelda su monasterio y sus personas y bienes: «Nos supranominati Eccle»>siam Sancti Vincentii, et Domi»ni Prudentii Basilicam, ubi re»>quiescit corpus eyus venerabile, »quæ sila est ad radicem montis »>Laturci, etc.>>

Trae Yepes aqueste docu-. mento, que parece genuino (1). Observa este sabio Benedictino que á San Prudencio se le da el tratamiento de Domini, en vez de Sancti, como dió á San Vicente, titular de la iglesia. Infiere de aqui que aun no se le tenia por Santo, á lo cual replica Bivar que tampoco á San Martin le da otro tratamiento que el de Dominus. Lo que yo advierto, por mi parte, es que la advocacion de la iglesia no fuera de San Prudencio, y que se distinga la iglesia de la basilica ó cripta antigua, en que San Prudencio estaba enterrado, suponiéndola distinta de la iglesia, como en efecto parece que lo fuera.

(1) Yepes, Coron. de S. Benito, tomo 5, apénd., escritura 10. Véase la España Sagrada, tomo 33, pág. 201.

Ello es que, desde mediados del siglo X, el monasterio de Laturce quedó abandonado, y como por aquel tiempo reinaba allí Don Garcia Sanchez de Navarra, es muy posible que entonces trasladara á San Prudencio á Nájera, su córte, y sede episcopal á la sazon, donde residia el Obispo Teodomiro, que autorizó la donacion del Abad Adica (1). Si el monasterio quedaba casi abandonado no es posible que allí se dejara el cuerpo de San Prudencio, sino que parece mas natural se trasladase á Nájera, aunque se dejaran algunas reliquias en Laturce.

Tan abandonado fué quedando el monasterio de Monte Laturce por sus monjes, que al siglo siguiente (Era 1096, año 1058) lo traspasó el Abad de Albelda Don Gomez à un tal Don Jimeno Fortun, con todos sus bienes, derechos y pertenencias, quedando este por patron del monasterio de Laturce, y lo mismo sus hermanos y descendientes, por el trueque hecho al efecto con el Abad Don Gomez y el monasterio de Albelda (2): «Concedimus vobis

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»fratribus, sororibus.

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quoddam monasterium »quod vocitatur Sancti Pruden»tii de Illapena (forsan illa pen»na) quæ vocitatur Laturce, cum »suis adjacentibus terris, etc.»

Esto indica que el monasterio de San Prudencio, despues de su anexion ó sumision á Albelda, no era tenido en gran estima, puesto que se daba á un lego en trucque, y esto parece que da lugar á presumir que se habia sacado de allí el cuerpo del Santo.

Corroboran esta conjetura las palabras que usan los patronos legos, cuando un siglo despues dieron la abadia á los monjes Cistercienses ó blancos (los Bernardos), renunciando su patronato, al cual llaman impedimento servil (et ab omni servili remoto impedimento). Al hacer esta donacion Don Diego Jimenez, Señor de los Cameros, el año 1181 (123 años despues del trueque), no se atreve à decir expresamente que está allí el cuerpo de San Prudencio, sino solamente que se cree esté allí. «De cætero volumus quod »Abbatia el conventus constitua»tur, ubi corpus Sti. Prudentii >>Confessoris QUIESCERE CREDI>>TUR.» El monasterio estaba

desde su cambio desierto ó casi desierto: aun al someterse Adica al monasterio de Albelda vemos que solo tenia seis monjes, lo cual prueba su gran decadencia. ¿Qué habia de suceder despues trocándolo y dándolo á un patrono lego con todas sus tierras y derechos? Naturalmente se puede inferir que ni aun quedaron monjes en él; y por eso al venir los Cistercienses, en la segunda mitad del siglo XII, el Señor de los Cameros les regaló aquel monasterio desierto, donde se creia (pero él no lo aseguraba) que yacian las reliquias de San Prudencio.

A vista de estos hechos históricos ciertos (porque tanto la sumision de Adica (950) como el cambio del monasterio por el Abad Don Gomez (1058), y su cesion á los Cistercienses (1181) parecen ciertos) ¿qué podemos pensar de las donaciones de Don Sancho el Trémulo, ó si se quiere Don Sancho el V, en 1064 al abandonado monasterio de Laturce? ¿Es probable que los Reyes de Navarra fueran á hacer donaciones de diezmos á monasterios de patronato particular, cuyos bienes, rentas Y derechos se habian cedido pocos años antes por el Abad de

Albelda á un señor lego? Por mi parte no les doy fé, y como los monjes blancos de San Prudencio de Monte Laturce tuvieron fábrica de escrituras falsas, como lo prueba la desatinadísima é inmoral leyenda de San Prudencio de Garray, no creo se pueda dar mucho crédito á estas otras.

Con respecto á las reliquias de San Prudencio de Monte Laturce, aunque sus partidarios dicen que estan allí todas, en un arca vieja conservada en la antigna cripta, es lo cierto que solo tienen en pública veneracion la cabeza, colocada en un hermoso relicario de plata, y un dedo en otro relicario de lo mismo. Esto parece indicar la solucion de todas las dificultades, pues los de Nájera confiesan que en los reconocimientos de reliquias practicados allí, practicados allí, echaron siempre de menos la cabeza y algunos otros huesos, que sin duda dejó el Rey Don Garcia en la iglesia de San Vicente, y despues de San Prudencio, en Monte Laturce; y como la cabeza es la parte principal del cuerpo, y aun segun las leyes romanas se reputaba como sepulcro principal el paraje donde se enterraba la ca

beza, por eso pudieron decir los de aquel monasterio que alli estaba enterrado San Prudencio, puesto que el cuerpo estuvo alli-integro muchos años, y despues, al trasladarlo á Nájera, habian quedado en él, no solamente la cabeza, sino tambien algunos otros huesos menores. Caso de ser ciertas las donaciones de los Reyes arriba citados, Don Garcia el Trémulo y Don Sancho V, pudieran explicarse tambien de esta manera, aunque, á la verdad, no inspiran confianza.

En el citado monasterio de Monte Laturce dice Yepes que se guardaban todavia en el siglo XVII una mitra y algunos otros objetos que fueron de San Prudencio. Ignoro su actual paradero.

En resumen, parece que pueden aventurarse acerca de este Santo, objeto de tantas controversias, las afirmaciones siguientes:

1. Que solo ha existido un San Prudencio verdadero.

2. Que son apócrifos el San Prudencio que se dice enterró á Santa Engracia, el San Prudencio poeta, confundido con el poeta Aurelio Prudente, el San Prudencio inventado en las

terio disputaran sobre la posesion de ellas.

actas falsas del llamado Pelagio, su sobrino, el San Prudencio de Garray y el citado por Dextro.

3. Que acerca de él nada se puede asegurar fuera de lo que dicen las lecciones del Breviario de Tarazona, y aun asi es preciso descartar de ellas la parte en que se le confunde con el poeta Aurelio, lo cual desvirtua en algo aun el valor mismo de aquellas lecciones.

4. Que nada se sabe de cierto acerca de su cronologia, pues unos le ponen como Obispo á fines del siglo III, otros del IV, otros del VI, y aun Yepes le conjetura de la época mozárabe, y quizá no vaya en esto muy desacertado. No habiendo, como no hay, ningun documento cierto acerca de su vida, ni dato cronológico, por el cual pueda fijarse, no es posible reducirle á una época determinada, y solo se puede asegurar, como dicen los Bolandos, que floreció antes del año 950.

5. Que sus reliquias fueron trasladadas de Monte Laturce á Nájera hacia aquella fecha, pero quedando la cabeza y algunos otros huesos en su primitivo sepulcro, lo cual dió lugar á que uno y otro monas

TOMO XLIX.

6. Que para proporcionar una solucion á esta controversia se falsificaron hacia el siglo XIII las actas de San Prudencio de Garray, probablemente en el mismo monasterio de Monte Laturce, donde habia un ejemplar de ellas, siendo de notar que el otro citado por Bivar estaba en el monasterio vecino de Herrera, tambien Cisterciense. Que los documentos de Monte Laturce son muy sospechosos, pues sobre la descabellada fábula de San Prudencio de Garray está comprometido aquel monasterio en las fábulas de la batalla de Clavijo y del falso diploma de Ramiro I.

7. Que los falsos Cronicones vinieron en esto, como en todo, á patrocinar con embustes del siglo XVII los antiguos embustes del siglo XIII, de modo que hicieran ratificar aquellos.

ESTEBAN.

589.

Este prelado ocupaba la silla de Tarazona cuando el piadoso Recaredo abjuró el arrianismo.

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