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VI

Llegamos á uno de los hechos más brillantes de su historia militar. Al frente de una columna de operaciones salió en 8 de Septiembre á conducir un convoy á Guaimaio, regresando el 16; el 20 volvió á salir con su fuerza á recorrer la línea telegráfica de las Tunas á Holguín; el 24 salió con 450 hombres á recorrer los términos de Ojo de Agua y Arenas.

En estas funciones guerreras se encontraba, cuando recibió el telegrama en que se le manifestaba la triste derrota sufrida por la columna del teniente coronel Gómez Diéguez, y el macheteo ejecutado sobre nuestros in felices compatriotas por las partidas insurrectas de Modesto Díaz y Vicente García. Sin perder momento salió en busca del enemigo, envalentonado por su triunfo. Marchando de noche y forzando las jornadas, logró alcanzar á los separatistas en los montes de la Chaparra, hecho glorioso é importante, de que da idea cabal el parte dado por Esponda, y que á la letra dice así:

«El enemigo ha sido completamente batido, diseminado y perseguido hasta cerca del anochecer de este día, después de haber tenido tres horas y veinte minutos de fuego constante, siendo las dos primeras horas en extremo nutrido.

> En la misma mañana de éste (2 de Octubre) salí de Calderón con mi columna, compuesta de 600 hombres, de ellos 170 procedentes de los voluntarios de las partidas, que se me incorporaron en bastante mal estado la noche anterior; al emprender la marcha tuve que deshacerme de 62, la mayor parte voluntarios y de Chiclana; reuní en la madrugada á todos los oficiales que mandaban guerrillas, al capitán que debía mandar la retaguardia, oficial encargado de las acémilas y á todos los que tenían algún encargo especial; habíamos de batir á un enemigo numeroso, bien armado y municionado, en escogida posición y envalentonado por un hecho sangriento y deplorable; á todos Ꭹ á cada uno les detallé minuciosamente cuanto debían hacer después de

roto el fuego, y les exigí con energía el cumplimiento de su deber. Concluídas estas prevenciones, emprendí la marcha á las seis de la mañana para Chaparra; pasado el río de este nombre, cuatro leguas distante del punto de partida, pensé acampar para hacer el primer rancho; pero mi deseo de atacar, la convicción que tenía de la proximidad del enemigo y la creencia de que éste pudiera lanzarse sobre mi columna cuando hacía los ranchos, y que no podría perseguirlos en aquel caso, ni abandonar las acémilas y sus cargas, creí conveniente continuar la marcha, porque presentía lo que sucedió. A los quince minutos de rebasar el río y estando yo dando instrucciones á cuatro exploradores de vanguardia, sentí distintamente un ¿quién vive? y contestando ¡España! mandé alargar el paso, después de oirse la descarga de la avanzada enemiga. Todo el mundo se colocó en sus puestos, y como ya las fuerzas envolventes, la vanguardia y toda la columlumna tenían instrucciones terminantes para aquellos momentos, sólo tuve que recomendar enérgicamente el cumplimiento y lanzarme sobre el enemigo.

Este, con fuerzas numerosas, ocupaba el lado opuesto de una barranca y prolongaba sus fuerzas en ángulo recto sobre mi flanco derecho, y rompiendo un fuego muy nutrido en toda su línea contuvo mi ataque, por más que fuese vigoroso; avancé, sin embargo, reforzando el centro con 100 hombres de Matanzas y rebasé las fuerzas de Urquiza y las guerrillas de España que marchaban al centro, estimulando con la voz y la corneta á la guerrilla de Fajardo, que marchaba envolviendo la derecha enemiga, y la guerrilla de Camejo, que de bía envolver la izquierda, pero que no entró en fuego turbados por creer que el que hacía el enemigo de mi flanco derecho, á muy corta distancia, no era fuego enemigo, sino nuestro, tirándoles por equivocación.

>Queda dicho que la izquierda al principio no entró en fuego; la derecha de Fajardo fué débil en su ataque; el centro vió caer á Urquiza y dos de sus oficiales; vió con siete balazos al bravo teniente Cibes, que mandaba la guerrilla del 1.o de España; vió morir al valiente teniente Casas, comandante de la guerrilla del 2.o de España, y todas las citadas fuerzas se retiraron en confuso tropel, y el enemigo avanzó, nutrió su fuego y aumentó sus fuerzas con los mismos que antes empezaron á huir; pero en este momento supremo, dos gigantes,

dos oficiales valerosos, dos oficiales distinguidos me ayudaron á contener á punta de sable á mucha parte de aquellos desgraciados, cargando sobre el audaz enemigo con 10 bravos guerrilleros á caballo, y este ejemplo grandioso rehizo la fuerza, pero costó una grave herida á uno de los citados oficiales y tres heridas al otro; de los 10 guerrilleros cayeron tres muertos y cuatro heridos.

>>Este hecho salvó indudablemente la situación; este brillante hecho se debe al incomparable comandante graduado capitán D. Lumberto Franco, mi ayudante de órdenes, y al joven y como nadie bizarro don Luis Martí (1), teniente que mandaba la guerrilla referida de Matanzas; ambos oficiales cayeron á mi inmediación heridos, pero los dos volvieron á montar, y sin atender á sus graves heridas siguieron la carga de la vanguardia, rehecha, y el enemigo volvió á ocupar su posición primitiva, que defendía con tenacidad, rechazando el segundo ataque y cediendo sólo al tercero que, con desesperación, se dió, con los pocos que quedaban de pie de las guerrillas y 100 hombres de Matanzas, que animados por la voz y el ejemplo de los dos citados oficiales y de otros que los imitaban, vencieron la tenaz resistencia del enemigo y lo hicieron pronunciarse en retirada. Entonces se hizo más recio el incesante fuego del flanco derecho, que resistió con valor los 120 hombres de España que formaban el centro; á pesar de este fuego, el ataque siguió y la persecución se hizo activa, aunque con prudencia y cuidando mucho de no dejar atrás la retaguardia, ni la inmensa impedimenta, tan aumentada con los muchos heridos.

»Según se avanzaba, el enemigo se iba quedando á retaguardia, y á la media hora de avance se empezó á hacer serio el ataque en ella, por lo que la reforcé, y ya con frecuentes emboscadas, ya con ataques decisivos, se rechazó al enemigo por aquella parte y se continuó la persecución sobre su rastro hasta llegar á Santo Domingo á las cinco y media de la tarde, y allí se vieron varias veredas que llevaban rastros; pero lo avanzado de la hora, la escasez de municiones y la impedimenta de más de 80 heridos y los muertos, que también se conducían, me obligaron á venir sobre San Pedro de Maniabon para municionarme y atender á aquéllos.

>> Los 170 voluntarios de las partidas no entraron en fuego, si bien

(1) Hoy coronel, teniente coronel del arma.

conservaron su puesto en orden; la retaguardia, al mando del capitán D. Antonio Torse, se portó bizarramente; la fuerza del 2.o batallón de España, al mando de su bizarro y distinguido teniente coronel D. José Sánchez Gómez (1), resistió los ataques del flanco, contribuyó á los ataques de vanguardia, reforzó con su jefe la retaguardia.

>Del comportamiento de todos estoy altamente satisfecho, teniendo en cuenta que esta acción no ha sido de las en que el enemigo vuelve la espalda á los primeros ataques, sino casi triple en número, bien armados y municionados, quiso defender tenazmente el sangriento y mal llamado laurel que obtuvo hace pocos días y que le hacía considerarse invencible; pero preciso es repetirlo, fué batido, diseminado y perseguido hasta el anochecer; los prisioneros de la acción de Diéguez se escapaban de entre sus filas, y el enemigo ensañaba su rabia fusilando, como lo verificó, á desgraciados heridos y prisioneros de aquella procedencia.

>Todo esto ha costado sangre, mucha sangre, y para ello se ha empleado mucho valor; pero V. S. con su alta penetración, con su conocimiento de esta guerra y con el que tiene de las actuales circunstancias, comprenderá, no lo dudo, lo que hubiera sucedido si rechazados los dos ataques primeros nos hubiésemos dejado arrollar en el tercero. Entonces, el cuadro me espanta, y éste y las consecuencias las comprenderá V. S. teniendo en cuenta que en mi columna venían 300 hombres entre voluntarios de las Tunas y de las guerrillas. Las bajas que hemos tenido en tan ruda jornada han sido: tres oficiales muertos, cinco heridos y cinco contusos; 15 individuos de tropa muertos, 68 heridos y 16 contusos, ó sea un total de 112 bajas. Del enemigo se vieron 10 muertos en su primera posición, y todos negros; un poco más adelante un blanco joven y bien vestido; á la retaguardia también se vieron tres muertos; en el flanco se les oyó gritar: «coger al capitán, que ha muerto», y como éste deben haber quedado otros en la espesura, sin que se pueda calcular el número de heridos, que deben ser muchos, á juzgar por evidentes señales.

> Réstame sólo manifestar á V. S. una incidencia que pudo influir mucho en el resultado de la acción; y es, que un individuo herido ligeramente en el primer ataque de vanguardia, corrió hacia la reta

(1) Hoy general gobernador de Madrid.

guardia, gritando: ¡que nos machetean á todos; doble derecha! Este infame grito, salido del pecho de un cobarde, lo oyeron muchos, pero no yo, que estaba en la vanguardia, en cuyo caso, tanto á éste como á un oficial y algunos voluntarios de las partidas que huyeron á los primeros disparos, los hubiera fusilado en el acto.

>Un oficial de los dos que me acompañaban disparó un pistoletazo de mi orden sobre un individuo de las guerrillas que contribuyó á la primera confusión, y el capitán Franco, á mi lado, rehizo á cuchilladas la vanguardia.

>>He sido difuso en mi detallado parte, porque lo es de una acción de grande importancia, á mi parecer, y no he hecho mención de las operaciones de los días anteriores, porque V. S. tiene conocimiento de lo más esencial, y sobre todo, que esta columna, á marchas forzadas, fué con escasos 400 hombres en busca del enemigo para no dejarlo saborear el placer de su infame victoria, atravesando el campo de la acción del teniente coronel Diéguez, salvando aún varios heridos y dispersos de aquéllos.

> Todo lo que digo á V. S., acompañando relación nominal de los muertos, heridos y contusos en el combate.-Federico Esponda. »Sr..... >

Más de una vez hemos oído de labios del propio general el relato de algunos episodios de la jornada.

Con su lenguaje pintoresco y gráfico y el entusiasmo de su corazón juvenil, pintaba el coraje y la rabia que se apoderó de él al saber la matanza de la columna Diéguez, y el deseo que comenzó á picarle de hacer pagar caro á los insurrectos su osadía y su triunfo.

-Figúrese usted-me decía-que el último día de Septiembre llegamos al campo donde días antes machetearon al heróico Diéguez, quien herido y amilanado por el infortunio, murió fusilado, gritando con valentía: ¡viva España! En el bosque, cubierto por un negro toldo de auras carniceras, yacían 150 cadáveres, en cueros, putrefactos, medio comidos por aquellas aves de rapiña.....

-Me impresionó é impresionó tristemente á todos el siguiente cuadro: un cadáver, con la caja de los ojos vacía, pero intacto en su totalidad, tenía á su lado un perrillo que ladraba quejumbrosamente y que al vernos meneaba el jopo con alegría... Nos acercamos; era, al

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