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montar la cavallería, la qual quedaria muy aruynada de las dos precedentes campañas, la de Rocroy y la de Grauelingas, no bastante en ninguna manera para opponerla á la copiosa cavallería de los enemigos françeses y holandeses, encomendando la dispussiçion para la dicha remonta al Marqués de Caragena, General de la cavallería, el qual Marqués, con sus Thenientes generales don Juan de Borja y don Pedro de Villamor, emplearon tanta diligencia y usaron de tanto celo á hacer este servicio, que en poco tiempo fueron remontados cerca de cinco mill soldados, sin que fuesse comprado ó admitido un cauallo que no hubiesse passado por delante de los hojos del dicho General ó de sus Thenientes generales.

Dieron orden y dineros para hacer recrutas de infantería, la qual quedaua muy deshecha tambien desde la batalla de Recroy, encargando á los maestres de campo y capitanes de walones, y á los coroneles y capitanes de los regimientos de alemanes, que cada uno procurase tener sus tercios y regimientos llenos y sus compañías llenas para el principio del mes de Mayo, no obstante la gran dificultad que auia en hallar soldados nuevos para seruir en la infantería.

Estando esto así dispuesto, el señor Marqués mandó cantar el Te Deum laudamus en la iglesia de Santa Gudula, por la insigne victoria que el Serenisimo Ducque de Lorena con su exército, y el del Serenisimo Ducque de Bauiera, auia tenido contra el exército françes weymares junto á Mariental, asistiendo en él el señor Marqués y el señor Ducque de Amalfi con todos los caualleros de la Corte. Con esta nueua, sus excelencias el señor Marqués y el señor Ducque, estando muy animados, embiaron, en nombre de su Magestad, el Theniente de maestre de campo general don Grauiel de Toledo, al Serenísimo señor Ducque de Lorena, fuesse seruido venir otra vez con su armada á asistir y ayudar á las armas de su Magestad contra sus enemigos, así françeses como holandeses, á lo qual su Alteza seguia su acostumbrada affiçion à su Magestad Cathólica y casa de Austria: consintió luégo con mucho çelo, prometiendo de hazer marchar su Armada á la parte que

el seruicio de su Magestad la llamaria, y de pelear contra sus enemigos donde la ocasion lo requiriese.

Y no bastando esta armada auxiliar del Serenísimo Duque de Lorena para juntarla con el exército de su Magestad y resistir á los dos copiosos exércitos enemigos, el de los franceses y el de sus reueldes vasallos holandeses.

Sus excelencias, por órden y en nombre de su Magestad, hicieron concierto y acuerdo con el Baron de Lamboy, General de la artillería de los exércitos de su Magestad cesarea, para hacer leuas de ocho mill hombres con patente de su dicha Magestad, las quales leuas consistieron en diez regimientos de cauallería y cinco de infantería, con dos de dragones; el qual Baron, por su ordinario zelo al seruicio de su Magestad Cathólica, desbolsó parte del dinero para hacer las dichas leuas.

Estando esto así dispuesto por su excelencia para reforçar y restaurar con infantería y caualleria el exército de su Magestad, y con los dos exércitos auxiliares el del Serenísimo Ducque de Lorena y el del Baron de Lamboy.

El señor Ducque de Amalfi se metió á meter mejor órden en la milizia: mandó venir á Brusselas los Gouernadores y Comandantes de las plaças fronteras, para que cada gouernador le diesse cuenta del estado en que estaua la plaça que tenía á su cargo; fué en persona en el rigor del imbierno á ver y visitar las que estauan más á peligro de ser sitiadas, ó sobre las quales se sospechaua que el enemigo tenía disinio, y particularmente las fortificaciones nueuas de Moerspuy y Moerbecque, lleuando consigo al Quartel maestre general Rodolfo Glauarra, al Chef de finanzas y super intendiente de las fortificaciones Pedro Roherti, y los ingenieros Concq y Jausseur.

Y hauiendo buelto á Brusselas despues de hauer comunicádolo todo al señor Marqués de Castel Rodrigo, hizo proueer cada plaza con municiones y viures, y todo lo demas que necesitaua para su defensa; mandó restaurar sus fortificaciones, y á algunas ordenó hacer fortificaciones nueuas, ocupándose en ello cada dia desde el amaneçer hasta las ocho oras con el suTOMO LXVII.

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per intendiente de fortificaciones y los dichos ingenieros, y otras dos horas con el dicho Quartel maestre general á ajustar y ordenar la guarniçion de cauallería y infantería que cada plaza requiria para su defensa.

Mientras, el señor Marqués, Gouernador y Theniente general de su Magestad, se ocupaua en gouernar y moderar las cosas de Estado del pays, dando á los Diputados de las prouinçias y villas mucha satisfaçion y contento con su fácil audiencia, su afabilidad y benignidad, y su prompto despachar, conociendo que no tenía otra mira ni otro interes que al seruicio de Dios y de su Magestad, y al bien del pays; y el señor Ducque le venia cada dia á comunicar lo que iba disponiendo en las cosas de la milizia, tomando juntos las resuluciones que les parecia ser al mayor seruiçio de su Magestad.

En esto llegó á Brusselas el señor Ducque de Lorena; el señor Marqués y el señor Ducque, despues de hauer embiado al Baron de Tramble á encontrar á su Alteza algunas leguas en su camino, fueron á recibirle fuera de la villa, donde declarándole como estaua deseado y vien venido, lleuaron á su Alteza á palacio, donde estaua aparejado su quarto, con órden de tratarle y regalarle conforme la voluntad de su Magestad; y hauiéndole dejado descansar algunos dias, sus excelencias empeçaron á ajustar con su Alteza las condiciones y acuerdos con los quales auia de ayudar y assistir á las armas de su Magestad con su armada, contra sus enemigos, empleando en ello con mucha confianza al Conde de Bucqoy, y tambien al dicho Baron de Tramble.

Pocos dias despues llegó el correo de España, el qual trujo las mercedes que su Magestad auia hecho, y los puestos que auia proueido en las personas que siguen:

Al señor Conde de Isenbur, que por los grandes seruicios que ha hecho hauiendo dejado sus Condados, Señoríos y Castillos con calidad de Conde soberano en el Santo Imperio para seruir á su Magestad en sus Estados Bajos, y en ellos seruido tantos años con tanto çelo, y mandado sus armas en tantas

partes, considerando su Magestad que auia derramado arta sangre y tenido artas heridas en su seruicio, queriéndole aliuiar y hacer descansar de sus trauajos de la guerra, le auia hecho merced de primer Chef de sus finanças.

Al Baron de Becg, por sus seruiçios, hecho merced del puesto de Maestre de campo general.

Al Conde de Fuensaldaña, por merced de sus seruicios, del puesto de Maestre de campo general del exército contra Francia.

Al Conde Bucqoy, por sus seruicios de General de la artillería en propiedad, y por los grandísimos seruicios del Conde de Bucqoy, de alta memoria, su padre, con la retençion del gobierno de la prouincia de Ilainan y de su regimiento de cauallería.

El Príncipe de Ligne, continuando en el cargo de los hombres de armas; y como parecia á muchos no le estar bien de seruir tantos años este puesto que los otros Príncipes y Señores que lo siruieron ántes dél, como el viejo Ducque de Arischot, el Príncipe de Barbanzon y el Conde de Bucqoy, hauiéndolo seruido dos ó tres campañas aspiraron á mayor puesto, hauiéndolo dicho Príncipe, no sólo seruido ya tres campañas, pero siendo ya doze campañas que ha hecho en calidad de Capitan de cauallos, de Maestre de campo de infantería y de General de hombres de armas, el dicho Prínçipe, por su natural inclinaçion á la guerra y al seruicio de su Rey, con mucha voluntad se offreció á servir dicho puesto áun esta campaña, y le añadieron el mando del regimiento de cauallería del Conde Bucqoy, empeçando luégo á disponer de sus hombres de armas, y á procurar meterlas en buen estado.

Al Marqués Sfondrats, por sus largos y fieles seruicios, su Magestad hauia hecho merçed de la super intendiencia de la gente de guerra de la provincia de Flandes, con patente de General de la artillería.

Y al Conde de Santamour, continuando á seruir el cargo de General de la artillería en el exército de contra Holanda, debajo el mando del dicho Baron de Becg.

Estando ya remontada la cauallería, y los maestres de campos y coroneles y capitanes de infantería hauiendo ya reforzado sus regimientos y sus compañías con recrutas, como con su pusibilidad hauian podido hacer el Príncipe de Chimay, particularmente tomado tanto trabajo á hacer su tercio luizido y copiosso de soldados.

El Baron de Lamboy pidió poder representar á sus excelencias sus leuas y tropas; lo que conçediéndole, las juntó todas en plaza de armas junto al Cassar Jenappe, á cinco leguas de Brusselas, donde passaron muestra en ocho de Mayo por delante del señor Marqués y del señor Ducque, en esquadron y hilera á la françesa, seis ó siete mill hombres, sin otros dos regimientos de infantería que aun no auian llegado, con los quales serian nueue mill en lugar de ocho mill que se auia obligado de hacer, quedando sus excelencias muy satisfechos del dicho Baron, y muy espantados que en tan poco tiempo auia podido hazer tan grandes leuas y traer tanta gente en plaça de armas, tan lindos soldados, y cauallería tan bien montada y armada, agradeçiéndole mucho el servicio que con esto haçia á su Magestad. Los regimientos de cauallería y infantería que passaron muestra á dicha Genappe y hicieron el juramento de fidelidad á su Magestad Imperial y á su Magestad Cathólica en manos del Comisario general el Baron de Blomendal y del Comisario mayor de Nidecquer, y prometieron de pelear debajo el cargo del Baron de Lamboy, su General, por el seruiçio de sus dichas Magestades, contenian: de cauallería, sesenta y tres compañías; de infantería, cinquenta y tres, y de dragones diez y seis, haçiendo en todo ciento y treynta y dos compañías.

Entre tanto, auiendo vuelto el Ducque de Orleans de los baños de Bourbondís, la Reyna de Francia y el dicho Ducque, con el Cardenal Masarini y el Príncipe de Condé, estuvieron cada dia en junta de estado y guerra, y en ella resoluió la Reyna dejar salir dicho Ducque de Orleans en campaña á lo más presto, y de intentar hacer guerra offensiua en Flandes, nombrándole por sus Thenientes generales los Marechales de

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