Discurso acerca de las costumbres públicas y privadas de los españoles en el siglo XVII: fundado en el estudio de las comedias de Calderón : premiado por la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas en el concurso extraordinario abierto en 15 de Febrero de 1881Tipografía Guttenberg, 1881 - 173 páginas |
Otras ediciones - Ver todo
Términos y frases comunes
adúltero agravio Agustin Moreto alegóricas alguacil amante amor armas Austria autor autos baile bandido bandolero Barca Bautista Diamante Biblioteca Colombina burla caballero caballo canta celos comedia conde coquetería costumbres criado cristianos dama decir delito deron deshonra despues diamantes dice dijo dió duende duque enmedio eran escena escribió espada España español esposa estaba Felipe Felipe IV fiestas fingió Francisco frase Fray fuese galan galante gente Góngora gracioso habla halla hermano hijo honor honra hubo infante ingenio juego justicia libro libros de caballerías llama Lope de Figueroa Lope de Vega Luis de Góngora Luis XIII marido Mastrique matar Moreto moro muerte mujer mujeres mundo música noche nombre obras ofendido Orán Otelo Pablo Veronés padre palabras patria Pedro Calderon persona personajes plaza poesía poeta príncipe Prócris público quisiere Reina representacion representar respondió retrata Rugero salir Sevilla siglo de Calderon siglo XVII soldados suceso tambien teatro tenía toro trato usaba Vergel versos Zarzuela
Pasajes populares
Página 143 - Al Rey la hacienda y la vida Se ha de dar ; pero el honor Es patrimonio del alma, Y el alma sólo es de Dios.
Página 60 - Yo abrasaré los campos de Nembroth, yo alteraré las gentes de Babel, yo infundiré los sueños de Behemot, yo verteré las plagas de Israel, yo teñiré la viña de Nabot y humillaré la frente a Jezabel, yo mancharé las mesas de Absalón con la. caliente púrpura de Amón; yo postraré la majestad de Acab, arrastrado en su carro de rubí ; : yo, con las torpes hijas de Moab, profanaré las tiendas de Zambrí...
Página 45 - Estos son españoles. Ahora puedo hablar, encareciendo estos soldados, y sin temor; pues sufren a pie quedo con un semblante bien o mal pagados. Nunca la sombra vil vieron del miedo, y aunque soberbios son, son reportados. Todo lo sufren en cualquier asalto, solo no sufren que les hablen alto.
Página 163 - Lo que os aconsejo es que la dejéis, no "volvella a vuestra casa, que es el mayor castigo que podréis darle. Vivid "lejos de ella y viviréis, lo que no haréis estando juntos, porque moriréis "continuo. La ley del repudio fue muy usada entre los romanos, y puesto "que sería mayor caridad perdonarla, recogerla, sufrirla y aconsejarla, es "menester tomar el pulso a la paciencia y poner en un punto extremado a "la discreción, de la cual pocos se pueden fiar en esta vida.
Página 5 - En las obras que la Academia autorice ó publique, cada autor será responsable de sus asertos y opiniones: el Cuerpo lo será únicamente de que las obras sean merecedoras de la luz pública.
Página 137 - ¡Qué de cosas hace el miedo! Alumbra aquí, y lo que trajo el frailecito veremos. Ten este azafate tú. COSME ¿Yo azafates del infierno?
Página 69 - La reverencia ha de ser / grave el rostro, airoso el cuerpo, sin que desde el medio arriba / reconozca el movimiento de la rodilla; los brazos / descuidados, como ellos naturalmente cayeren: / y siempre el oído atento al compás, señalar todas / las cadencias sin afecto.
Página 42 - Esto no sólo es en daño de los autores, por quien andan perdidos y empeñados; pero lo que es más de sentir, de los ingenios que las escriben. Porque yo he hecho diligencia para saber de uno de...
Página 129 - Y un ilia que le jugó, Teniendo basto , malilla, Punto cierto y espadilla, La tal polla remetió. Acabando de perder, Hubo voces, y el senado Mirón tuvo en que entender, Si fue bien ó mal jugado, Si pudo ó no pudo ser.
Página 163 - Así que, señor, volved en vos, y, dando lugar a la misericordia, no corráis tras la justicia. Y no os aconsejo por esto a que perdonéis a vuestra mujer para volverla a vuestra casa, que a esto no hay ley que os obligue; lo que os aconsejo es que la dejéis, que es el mayor castigo que podréis darle.