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están en cuadrillas de señores particulares, vecinos de Santo Domingo y San Juan, y en una canoa ó barca vanse por la mañana cuatro ó cinco ó seis, ó mas, y donde les parece ó saben ya que es la cantidad de las perlas, alli se paran en el agua, y échanse para abajo á nado los dichos indios, hasta que llegan al suelo, y queda en la barca uno, la cual tiene queda todo lo que él puede, atendiendo que salgan los que han entrado debajo del agua, y después que gran espacio ha estado el indio así debajo, sale fuera encima del agua, y nadando se recoge á su barca, y presenta y pone en ella las ostias que saca, porque en ostias se hallan las dichas perlas, y descansa un poco, y come algun bocado, y después torna á entrar en el agua y está allá lo que puede, y torna á salir con las ostias que ha tornado á hallar, y bace lo que primero, y de esta manera todos los demás que son nadadores para este ejercicio, hacen lo mismo; y cuando viene la noche, y les paresce tiempo de descansar, vanse á la isla á su casa, y entregan las dichas ostias al mayordomo de su señor, que de los dichos indios tiene cargo; y aquel háceles dar de cenar, y pone en cobro las dichas ostias; y cuando tiene copia, hace que las abran, y en cada una hallan las perlas ó aljófar, dos, y tres, y cuatro, y cinco, y seis, y muchos mas granos, segun natura allí los puso, y guárdanse las perlas y aljófar que en las dichas ostias se hallan, y cómense las ostias si quieren, ó échanlas á mal, porque hay tantas, que aborrecen, y todo lo que sobra de semejantes pescados enoja, cuanto mas que ellas son muy duras, y no tan buenas para comer como las de España. Esta isla de Cubagua, donde aquesta pesquería está, es en la costa del norte, y no es mayor de lo que es Gelanda, pero es tamaña. Algunas veces que la mar auda mas alta de lo que los pescadores y minis=tros de esta pesquería de perlas querrian, y tambien porque naturalmente cuando un hombre está en mucha hondura debajo del agua (como lo he yo muy bien probado), los piés se levantan para arriba, y con dificultad pueden estar eu tierra debajo del agua luengo espacio en esto proveen los indios, con echarse sobre los lomnos dos piedras, una al un costado, y otra al otro, asidas de una cuerda, y él en medio, y déjase ir para abajo, y como las piedras son pesadas, hacenle estar debajo en el suelo quedo, pero cuando le paresce y quiere subirse, fácilmente puede desechar las piedras y salirse; pero no es aquesto que está dicho lo que puede maravillar de la habilidad que los indios tienen para este ejercicio, sino que muchos de ellos se están debajo del agua una hora, y algunos mas tiempo, y menos, segun que cada uno es apto y suficiente para esta hacienda. Otra cosa grande me ocurre, y es, que preguntando yo muchas veces á algunos señores de los indios que andan en esta pesquería, si se acaban las pesquerías de estas perlas, pues que es pequeño el sitio donde se toman, todos me respondieron que se acababan en una parte y se iban á pescar á otra, al otro costado ó viento contrario, y que después que tambien acullá se acababan, se tornan al primero lugar ó á alguna de aquellas partes donde primero habian pescado, y dejádolo por agotado de perlas, y que lo hallaban tan lleno como si nunca allí hobieran sacado cosa alguna; de quei

se infiere y puede sospechar que, ó son de paso estas ostias, como lo son otros pescados, ó nacen y se aumentan y producen eu lugar señalado. Aquesta Cumaná y Cubagua, donde aquesta pesquería de perlas gue he dicho se hace, está en doce grados de la parte que la dicha costa mira al norte ó septentrion.

Asimismo se toman y hallan muchas perlas en la mar austral del Sur, y muy mayores en la isla de las Perlas, que los indios llaman Terarequi, que es en el golfo de Sant Miguel, yallí han parescido mayores perlas mucho, y de mas prescio que en estotra costa del norte, en Cumaná, ni en otra parte de ella: digo esto como testigo de vista, porque en aquella mar del Sur yo he estado, y me he informado muy particularmente de lo que toca á estas perlas.

De esta isla de Terarequi es una perla pera, de treinta y un quilates, que hobo Pedrarias en mil y tantos pesos, la cual se hobo cuando el capitan Gaspar de Morales, primo del dicho Pedrarias, pasó á la dicha isla en el año de 1515 años; la cual perla vale muchos mas di

neros.

De aquella isla tambien es una perla redondísima que yo truje de aquella mar, tamaña como un bodoque pequeño, y pesa veinte y seis quilates; y en la cibdad de Panamá, en la mar del Sur, dí por esta perla seiscientos y cincuenta pesos de buen oro, y la tuve tres años en mi poder, y después que estoy en España la vendí al conde Nansao, marqués del Cenete, gran camarlengo de vuestra majestad; el cual la dió á la marquesa del Cenete, doña Mencía de Mendoza, su mujer; la cual perla creo yo que es una de las mayores, ó la mayor de todas las que en estas partes se han visto, redonda; porque ha de saber vuestra majestad que en aquella costa del sur antes se hallarán cient perlas grandes de talle de pera que una redonda grande. Está esta dicha isla de Terarequi, que los cristianos la llaman la isla de las Perlas, y otros la dicen isla de Flores, en ocho grados, puesta á la banda ó parte austral ó del sur de la Tierra-Firme, en la provincia de Castilla del Oro. En estas dos partes que he dicho de la una costa y otra de Tierra-Firme, es donde hasta agora se pescan las perlas; pero tambien he sabido que en la provincia y islas de Cartagena hay perlas; y pues vuestra majestad manda que vaya á le servir allí de su goberuador y capitan, yo me tengo cuidado de las hacer buscar, y no me maravillo que allí se hallen asimismo, porque los que aquesto me han dicho no hablan sino por oidas de los mismos indios de aquella tierra, que se las han enseñado dentro en el pueblo y puerto del cacique Carex, que es el principal de la isla de Codego, que está en la boca del puerto de la dicha Cartagena, la cual en lengua de los indios se llama Coro; la cual isla y puerto están á la banda del norte de la costa de TierraFirme en diez grados.

CAPITULO LXXXV.

Del estrecho y camino que hay desde la mar del Norte à la mar Austral, que dicen del Sur.

Opinion ha seido entre los cosmógrafos y pilotos modernos, y personas que de la mar tienen algun conoscimiento, que hay estrecho de agua desde la mar del

Sur á la del Norte, en la Tierra-Firme, pero no se ha haHlado ni visto hasta agora; y el estrecho que hay, los que en aquellas partes habemos andado, mas creemos que debe ser de tierra que no de agua; porque en algunas partes es muy estrecha, y tanto, que los indios dicen que desde las montañas de la provincia de Esquegua y de Urraca, que están entre la una y la otra mar, puesto el hombre en las cumbres de ellas, si mira á la parte septentrional se ve el agua y mares del Norte, de la provincia de Veragua, y que mirando al opósito, á la parte austral ó del mediodía, se ve la mar y costa del Sur, y provincias que tocan en ella, de aquestos dos caciques ó señores de las dichas provincias de Urraca y Esquegna. Bien creo que si esto es así como los indios dicen, que de lo que hasta el presente se sabe, esto es lo mas estrecho de tierra; pero, segun dicen que es doblada de sierras y áspero, no lo tengo yo por el mejor camino ni tan breve como el que hay desde el puerto del Nombre de Dios, que está en la mar del Norte, hasta la nueva cibdad de Panamá, que está en la costa y á par del agua de la mar del Sur; el cual camino asimisino es muy áspero y de muchas sierras y cumbres muy dobladas, y de muchos valles y rios, y bravas montañas y espesísimas arboledas, y tan dificultoso de andar, que sin mucho trabajo no se puede hacer; y algunos ponen por esta parte, de mar á mar, diez y ocho leguas, y yo las pongo por veinte buenas, no porque el camino pueda ser mas de lo que es dicho, pero porque es muy malo, segun de suso dije; el cual he yo andado dos veces á pié. E yo pongo desde el dicho puerto y villa del Nombre de Dios siete leguas hasta el cacique de Juanaga (que tambien se llama de Capira), y aun cuasi ocho leguas, y desde allí otro tanto hasta el rio de Chagre, y aun es mas camino el de aquesta segunda jornada; así que hasta allí las hago diez y seis leguás, y allí se acaba el mal camino; y desde allí á la puente Admirable hay dos leguas, y desde la dicha puente hay otras dos leguas hasta el puerto de Panamá. Así que son veinte por todas á mi parescer; y pues tantas leguas he andado peregrinando por el mundo, y tanto he visto de él, no es mucho que yo acierte en la tasa de tan corto camino, como el que he dicho que hay desde la mar del Norte á la del Sur.

Si, como en nuestro Señor se espera, para la Especería se halla navegacion para la traer al dicho puerto de Panamá, como es muy posible, Deo volente, desde allí se puede muy fácilmente pasar y traer á estotra mar del Norte, no obstante las dificultades que de suso dije de este camino, como hombre que muy bien le ha visto, y por sus piés dos veces andado el año de 1521 años; pero hay maravillosa disposicion y facilidad para se andar y pasar la dicha Especería por la forma que agora diré desde Panamá hasta el dicho rio de Chagre hay cuatro leguas de muy buen camino, y que muy á placer le pueden andar carretas cargadas, porque aunque hay algunas subidas, son pequeñas, y tierra desocupada de arboleda, y llanos, y todo lo mas de estas cuatro leguas es raso; y llegadas las dichas carretas al dicho rio, allí se podria embarcar la dicha especería en barcas y pinazas; el cual rio sale á la mar del Norte, á cinco ó seis leguas debajo del dicho puerto del Nombre de Dios, y entra la mar á pár de una isla pequeña, que se llama isla

de Bastimentos, donde hay muy buen puerto. Mire vuestra majestad qué maravillosa cosa y grande disposicion hay para lo que es dicho, que aqueste rio Chagre, naciendo á dos leguas de la mar del Sur, viene á meterse en la mar del Norte. Este rio corre muy recio, y es muy ancho y poderoso y hondable, y tan apropriado para lo que es dicho, que no se podria decir ni imaginar ni desear cosa semejante tan al propósito para el efecto que he dicho.

La puente Admirable ó Natural, que está á dos leguas del dicho rio y otras dos del dicho puerto de Panamá, y en la mitad del camino, es de esta manera: que al tiempo que á ella llegamos, sin sospecha de tal edificio ni la ver hasta que está el hombre encima de ella, yendo hacia la dicha Panamá, asi como comienza la puente, mirando á la maderecha ve debajo de sí un rio, que desde donde el hombre tiene los piés hasta el agua hay dos lanzas de armas, ó mas, en hondo ó altura, y es pequeña agua, ó hasta la rodilla, la que puede llevar, y de treinta ó cuarenta pasos en ancho; el cual rio se va á meter en el otro rio de Chagre, que primero se dijo; y estando asimismo sobre la dicha puente, y mirando á la parte siniestra, está lleno de árboles y no se ve el agua; pero la puente está, en lo que se pasa, tan ancha como quince pasos, y es luenga hasta setenta ó ochenta; y mirando á la parte por donde debajo de ella pasa el agua, está hecho un arco de piedra y pela viva natural, que es cosa mucho de ver, y para maravillarse todos los hombres del mundo de este edificio hecho por la mano de aquel soberano Hacedor del universo. Así que, tornando al propósito de la dicha especería, digo que cuando á nuestro Señor le plega que en ventura de vuestra majestad se halle por aquella parte y se navegue hasta la conducir á la dicha costa y puerto de Panamá, y de allí se traya, segun es dicho, por tierra y en carros hasta el rio de Chagre, y desde allí, por se ponga en estotra mar del Norte, donde es dicho, y de allí en España, mas de siete mil leguas de navegacion se ganarán, y con mucho menos peligro de como al presente se navega por la via que el comendador fray García de Loaisa, capitan de vuestra majestad, que este presente año partió para la dicha Especería, lo ha de navegar; y de tres partes del tiempo, mas de las dos se abreviarán y ganarán por estotro camino; y si algunos de los que lo podrian haber hecho desde la dicha mar del Sur se hobiesen ocupado en buscar desde ella la dicha Especería, yo soy de opinion que habria muchos dias que la hobiesen hallado, y base de hallar sin ninguna dubda queriéndola buscar por aquella parte ó mar, segun la razon de la cosmografía.

CAPITULO LXXXVI.

Conclusion.

él

Dos cosas muy de notar se pueden colegir de este imperio occidental de estas Indias de vuestra majestad, demás de las otras particularidades dichas y de todo lo que mas se puede decir, que son de graudisima calidad cada una de ellas. Lo uno es la brevedad del camino y aparejo que hay desde la mar del Sur para la contratacion de la Especería, y de las inumerables riquezas de los reinos y señoríos que con ella confinan, y hay diver

sas lenguas y naciones extrañas. Lo otro es considerar qué inumerables tesoros han entrado en Castilla por causa de estas Indias, y qué es lo que cada dia entra, y lo que se espera que entrará, así en oro y perlas como en otras cosas y mercaderías que de aquellas partes continuamente se traen y vienen à vuestros reinos, antes que de ninguna generacion extraña sean tratados ni vistos, sino de los vasallos de vuestra majestad, españoles; lo cual, no solamente hace riquísimos estos reinos, y cada dia lo serán mas, pero aun á los circunstantes redunda tanto provecho y utilidad, que no se podria decir sin muchos renglones y mas desocupacion de la que yo tengo. Testigos son estos ducados dobles que vuestra majestad por el mundo desparce, y que de estos reinos salen y nunca á ellos tornan; porque como sea la mejor moneda que hoy por el mundo corre, así como entra en poder de algunos extranjeros, jamás sale; y si á España torna es en hábito disimulado, y bajados los quilates, y mudadas vuestras reales insignias; la cual moneda, si este peligro no toviese, y no se deshiciese en otros reinos para lo que es dicho, de ningun príncipe del mundo no se hallaria mas cantidad de oro en moneda, ni que pudiese ser tauta, con grandísima cantidad y millones de oro como la de vuestra majestad. De todo esto es la causa las dichas Indias, de quien brevemente he dicho lo que me acuerdo.

Sacra, católica, cesárea, real majestad: Yo he escrito en este breve sumario ó relacion lo que de aquesta na

tural historia he podido reducir á la memoria, y he dejado de hablar eu otras cosas muchas de que enteramente no me acuerdo, ni tan al propio como son se pudieran escrebir, ni expresarse tan largamente como están en la general y natural historia de Indias, que de mi mano tengo escrita, segun en el proemio y principio de este reportorio dije; la cual tengo en la cibdad de Santo Domingo de la isla Española. A vuestra majestad humilmente suplico reciba por su clemencia la voluntad con que me muevo á dar esta particular informacion de lo que aquí he dicho, hasta tanto que en mayor volúmen y mas plenariamente vea todo esto y lo que de esta calidad tengo notado, si servido fuere, que lo haga escrebir en limpio para que llegue á su real acatamiento, y desde allí con la misma licencia se pueda divulgar; porque en verdad es una de las cosas muy dignas de ser sabidas y tener en gran veneracion, por tan verdaderas y nuevas á los hombres de este primero mundo que Plolomeo tenia en su cosmografía; y tan apartadas y diferentes de todas las otras historias de esta calidad, que por ser sin comparacion esta materia, y tan peregrina, tengo por muy bien empleadas mis vigilias, y el tiempo y trabajos que me ha costado ver y notar estas cosas, y mucho mas si con esto vuestra majestad se tiene por servido de tan pequeño servicio, respecto del deseo con que la hace el menor de los criados de la casa real de vuestra sacra, católica, cesárea majestad ; que sus reales piés besa.-Gonzalo Fernandez de Oviedo, aliàs de Valdés.

NAUFRAGIOS

DE

ALVAR NUÑEZ CABEZA DE VACA,

RELACION DE LA JORNADA QUE HIZO A LA FLORIDA

CON

EL ADELANTADO PÁNFILO DE NARVAEZ.

CAPITULO PRIMERO.

En que cuenta cuándo partió el armada, y los oficiales y gente que iba en ella.

A 17 dias del mes de junio de 1527 partió del puerto de Sant Lúcar de Barrameda el gobernador Pánfilo de Narvaez, con poder y mandado de vuestra majestad para conquistar y gobernar las provincias que están desde el rio de las Palmas hasta el cabo de la Florida, las cuales son en Tierra-Firme; y la armada que llevaba eran cinco navíos, en los cuales, poco mas o menos, irian seiscientos hombres. Los oficiales que llevaba (porque de ellos se ha de hacer mencion) eran estos que aquí se nombran : Cabeza de Vaca, por tesorero y por alguacil mayor; Alonso Enriquez, contador; Alonso de Solís, por factor de vuestra majestad y por veedor; iba un fraile de la órden de Sant Francisco por comisario, que se llamaba fray Juan Suarez, con otros cuatro frailes de la misma órden. Llegamos á la isla de Santo Domingo, donde estuvimos casi cuarenta y cinco dias, proveyéndonos de algunas cosas necesarias, señaladamente de caballos. Aquí nos faltaron de nuestra armada mas de ciento y cuarenta hombres, que se quisieron quedar allí, por los partidos y promesas que los de la tierra les hicieron. De allí partimos, y llegamos á Santiago (que es puerto en la isla de Cuba), donde en algunos dias que estuvimos, el Gobernador se rehizo de gente, de armas y de caballos. Suscedió allí que un gentil-hombre que se llamaba Vasco Porcalle, vecino de la Trinidad (que es en la misma isla ), ofresció de dar al Gobernador ciertos bastimentos que tenia en la Trinidad, que es cien leguas del dicho puerto de Santiago. El Gobernador, con toda la armada, partió para allá; mas llegados á un puerto que se dice Cabo de Santa Cruz, que es mitad del camino, parescióle, que era bien esperar allí, y enviar un navío que trujese aquellos bastimentos; y para esto mandó á un capitan Pantoja

que fuese allá con su navío, y que yo, para mas seguridad, fuese con él, y él quedó con cuatro navíos, porque en la isla de Santo Domingo habia comprado un otro navío. Llegados con estos dos navíos al puerto de la Trinidad, el capitan Pantoja fué con Vasco Porcalle á la villa, que es una legua de allí, para rescebir los bastimentos yo quedé en la mar con los pilotos, los cuales nos dijeron que con la mayor presteza que pudiésemos nos despachásemos de allí, porque aquel era un muy mal puerto, y se solian perder muchos navíos en él; y porque lo que allí nos sucedió fué cosa muy señalada, me paresció que no seria fuera del propósito y fin con que yo quise escrebir este camino, contarla aquí. Otro dia de mañana comenzó el tiempo á dar no buena señal, porque comenzó á llover, y el mar iba arreciando tanto, que aunque yo dí licencia á la gente que saliese á tierra, como ellos vieron el tiempo que hacia y que la villa estaba de allí una legua, por no estar al agua y frio que hacia, muchos se volvieron al navío. En esto vino una canoa de la villa, en que me traian una carta de un vecino de la villa, rogándome que me fuese allá, y que me darian los bastimentos que hobiese y necesarios fuesen; de lo cual yo me excusé diciendo que no podia dejar los navíos. A mediodía volvió la canoa con otra carta, en que con mucha importunidad pedian lo mismo, y traian un caballo en que fuese; yo di la misma respuesta que primero habia dado, diciendo que no dejaria los navíos; mas los pilotos y la gente me rogaron mucho que fuese, porque diese priesa que los bastimentos se trujesen lo mas presto que pudiese ser, porque nos partiésemos luego de allí, donde ellos estaban con gran temor que los navíos se habian de perder si allí estuviesen mucho. Por esta razon yo determiné de ir á la villa, aunque primero que fuese, dejé proveido y mandado á los pilotos que si el sur, con que allí suelen perderse muchas veces los na

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