infinitos. Así como vino el mal de las Indias, vino el remedio, que también es otra razón para creer que trajo de allá origen, el cual es el palo y árbol dicho guayacán (1), de cuyo género hay grandísimos montes. También curan la mesma dolencia con palo de la China, que debe ser el mesmo guayacán o palo santo, que todo es uno. Era este mal a los principios muy recio, hediondo e infame; agora no tiene tanto rigor ni tanta infamia. XXX De los cocuyos y niguas, animalejos pequeños, uno bueno Cocuyos son a manera de escarabajos con alas, o moscas, y son poco menores que murciélagos. Tienen cada cuatro estrellas, que relucen a maravilla; en los ojos tienen las dos, y las otras dos debajo las alas; alumbran tanto, que a su claridad, si vuelan, hilan, tejen, cosen, pintan, bailan y hacen otras cosas las noches; cazan de noche con ellos hutias, que son conejuelos o ratas, y pescan. Caminan llevándolos atados al dedo pulgar de los pies, y en las manos, como con hachas y teda; españoles leían cartas con ellos, que es más dificultoso. Sirven también estos cocuyos de matar los mosquitos, que son fastidiosísimos y no dejan dormir la gente, y aun pienso que para eso los traen a casa más que para luz. Tómanlos con tizones, y llamándolos por su propio nombre, ca vienen a la lumbre, y no al chillido, como algunos piensan. También los toman con enramadas, que les paran, ca en cayendo no se pueden levantar: tan torpes son. Quien se unta las manos o la cara con aquellas estrellas del (1) O guayaco. (Nota D.) cocuyo paresce que arde, y así espantan a muchos. Si las destilasen saldría dellas agua maravillosísima (1). La nigua es como una pequeñita pulga, saltadera y amiga de polvo; no pica sino en los pies; métese entre cuero y carne; pare luego sus liendres en mayor cantidad que cuerpo tiene, las cuales en breve engendran otras, y si las dejan, multiplican tanto, que ni las pueden agotar ni remediar sino con fuego o con hierro; pero si de presto las sacan, como arador, es poco su daño. El remedio para que no piquen es dormir los pies calzados o bien cubiertos. Algunos españoles perdieron desto los dedos de los pies, y otros todo el pie. XXXI Del pez que llaman en la Española manatí. Manatí es un pez (2) que no le hay en las aguas de nuestro hemisperio; críase en mar y en ríos; es de la hechura de odre, con no más de dos pies, con que nada, y aquellos a los hombros; va estrechando de medio a la cola; la cabeza como de buey, aunque tiene la cara más sumida y más carnuda la barba; los ojos pequeñitos, el color pardillo, el cuero muy recio y con algunos pelillos; largo veinte pies, gordo los medios, y tan feo es, que más ser no puede; los pies que tiene son redondos y con cada cuatro uñas, como elefante; paren las hembras como vacas, y así tienen dos tetas con que dar de mamar a sus hijos. Comiendo manati paresce carne más que pescado; fresco sabe a ternera; salado, a atún, pero es mejor y consérvase mucho; la (1) El cucuyo, Pyrophorus noctilucus L., es coleóptero luminoso, como refiere Gómara. (Nota D.) (2) El manatí, Trichecus manatus L. es mamífero y no pez, como creyó Gómara-acuático y herbívoro. (Nota D.) manteca que sacan dél es muy buena y no se rancia; adoban con ella su mesmo cuero, y sirve de zapatos y otras cosas; cría ciertas piedras en la cabeza, que aprovechan para la piedra y para la ijada; suélenlos matar pasciendo yerbas orillas de los ríos, y con redes siendo pequeños, que así tomó uno bien chiquito el cacique Caramateji y lo crió veinte y seis años en una laguna que llaman Guainabo, donde moraba; salió tan sentido, aunque grande, y tan manso y amigable, que mal año para los delfines de los antiguos; comía de la mano cuanto le daban; venía llamándole Mato, que suena magnífico; salía fuera del agua a comer en casa; retozaba a la ribera con los muchachos y con los hombres; mostraba deleitarse cuando cantaban; sufría que le subiesen encima, y pasaba los hombres de un cabo a otro de la laguna sin zabullirlos, y llevaba diez de una vez sin pesadumbre ninguna; y así tenían con él grandísimo pasatiempo los indios. Quiso un español saber si tenía tan duro cuero como decían: llamó <<Mato, Mato, y en viniendo arrojóle una lanza, que, aunque no lo hirió, lo lastimó; y de allí adelante no salía del agua si había hombres vestidos y barbudos como cristianos, por más que lo llamasen. Cresció mucho Hatibonico, entró por Guainabo y llevóse al buen Mato manatí a la mar donde nasciera, y quedaron muy tristes Caramateji y sus vasallos. XXXII De los gobernadores de la Española. Gobernó la isla ocho años Cristóbal Colón, en los cuales él y su hermano Bartolomé Colón conquistaron parte della, y poblaron mucho. Repartió la tierra y más de un millón de indios que mantenía entre soldados; pobladores y criados de los reyes, que favorecidos eran, y entre sus hermanos y sí, para pecheros y tributarios, para traer en las minas y ríos donde había oro. Señaló también la quinta o cuarta parte dellos para el rey. De manera que todos trabajaban para españoles cuando fué allá Francisco de Bobadilla por gobernador, que envió presos a España al Cristóbal Colón y a sus hermanos, año de mil y quinientos menos uno. Estuvo tres años y más en la gobernación, y gobernó muy bien. Entregóselo Roldán Jiménez con sus compañeros. Sacóse gran suma de oro aquel tiempo. Sucedióle en el gobierno Nicolás de Ovando, que pasó a la isla el año de 502 con treinta navíos y mucha gente. Francisco de Bobadilla metió en aquellas naves más de cien mil pesos de buen oro para el rey y otras personas, que fué la primera gran riqueza que allí se había visto junta. Metió también muchos granos de oro, y uno para la reina, que pesaba tres mil y trecientos castellanos de oro puro, el cual le halló una india de Miguel Díez, aragonés. Embarcóse con ruin tiempo, y ahogóse luego en la mar con más de trecientos hombres, entre los cuales fueron Roldán Jiménez y Antonio de Torres, capitán de la flota. No escaparon seis naos de toda la armada. Perdiéronse los cien mil peSOS y el grano de oro, que nunca otro tal se hallará. Nicolás de Ovando gobernó la isla siete años cristianísimamente, y pienso guardó mejor que otro ninguno de cuantos antes y después dél han tenido cargos de justicias y guerra en las Indias los mandamientos del rey; y sobre todos, el que veda la ida y vivienda de aquellas partes a hombres sospechosos en la fe y que sean hijos o nietos de infames por la Inquisición. Conquistó la provincia de Higuei, Zabana y Guacaiarima, que era de gente bestial; ca ni tenían casas ni pan. Pacificó la Xaragua con quemar cuarenta indios principales y ahorcar al cacique Guaorocuya y a su tía Anacaona, mujer que fué de Caonabo, hembra absoluta y disoluta en aquella isla. Hizo muchos pueblos de cris tianos y envió gran dinero a España para el rey. Y para venirse acá buscó dineros prestados, aunque tenía más de ocho mil ducados de renta y salario, que fué argumento de su limpieza. Fué comendador de Larez y volvió comendador mayor de Alcántara. Tras él fué por gobernador don Diego Colón, almirante de las Indias, el cual rigió la isla de Santo Domingo y otras, teniendo por su alcalde mayor al bachiller Marcos de Aguilar, seis o siete años; y por quejas que dél al Rey Católico daban fué removido del cargo y llamado a España, donde litigó con el fiscal algunos años sobre los privilegios y preeminencias de su almirantazgo y rentas. El cardenal y arzobispo de Toledo fray Francisco Jiménez de Cisneros, que por muerte del rey don Fernando y ausencia de su nieto don Carlos gobernaba estos reinos, envió a la Española por gobernadores a fray Luis de Figueroa, prior de la Mejorada; a fray Alonso de Santo Domingo, prior de Sant Juan de Ortega, y a Bernardino de Manzanedo, fraile también jerónimo, los cuales tuvieron por asesor al licenciado Alonso Zuazo y tomaron cuenta a los oficiales del rey y residencia a los licenciados Marcelo de Villalobos, Juan Ortiz de Matienzo y Lucas Vázquez de Aillón, jueces de apelaciones. Estos frailes quitaron los indios a cortesanos y ausentes, porque sus criados los maltrataban, y redujeronlos a pueblos para los doctrinar mejor. Mas fuéles dañoso venir a poblado con españoles, porque les dieron viruelas, mal a ellos nuevo, y que mató infinitos. En tiempo destos frailes creció la granjería del azúcar. Después que los frailes jerónimos volvieron a España hubo audiencia y chancillería con sello real en Santo Domingo, y los primeros oidores della fueron Marcelo de Villalobos, Juan Ortiz de Matienzo, Lucas Vázquez de Aillón, Cristóbal Lebrón. Dende a pocos años fué presidente Sebastián Ramírez de Fuenleal, nascido en Villaescusa, y siempre se rige después acá por presidente y oidores. |