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XLVIII

La isla Jamaica.

Esta isla, que agora llaman Santiago, entre diez y siete y diez y ocho grados a esta parte de la Equinocial y veinte y cinco leguas de Cuba por la parte del norte y otras tantas o poco más de la Española por hacia levante, tiene cincuenta leguas en largo y menos de veinte en ancho. Descubrióla Cristóbal Colón en el segundo viaje a Indias; conquistóla su hijo don Diego, gobernando en Santo Domingo por Juan de Esquivel, y otros capitanes. El más rico gobernador della fué Francisco Garay, y porque armó en ella tantas naos y hombres, para ir a Pánuco, lo pongo aquí. Es Jamaica como Haiti en todo, y así se acabaron los indios. Cría oro, algodón muy fino; después que la poseen españoles, hay mucho ganado de todas suertes, y los puercos son mejores que no en otros cabos. El principal pueblo se nombra Sevilla. El primer abad que tuvo fué Pedro Mártir de Anglería, milanés, el cual escribió muchas cosas de Indias en latín, como era cronista de los Reyes Católicos; algunos quisieran más que las escribiera en romance, o mejor y más claro. Todavía le debemos y loamos mucho, que fué el primero en las poner en estilo.

XLIX

La Nueva España.

Luego que Francisco Hernández de Córdoba llegó a Santiago con las nuevas de aquellas tan ricas tierras de Yucatán, como luego diremos, se acodició Diego

Velázquez, gobernador de Cuba, a enviar allá tantos españoles que, resistiendo a los indios, rescatasen de aquel oro, plata y ropa que tenían. Armó cuatro carabelas y diólas a Juan de Grijalva, sobrino suyo, el cual metió en ellas docientos españoles; y partióse de Cuba el primer día de mayo del año de 18 y fué a Acuzamil, guiando la flota el piloto Alaminos, que fuera con Francisco Hernández de Córdoba. De allí, que veían a Yucatán, echaron a mano izquierda para bojarla, pensando que fuese isla, pues ya la había andado Francisco Hernández por la derecha, ca lo deseaban por cuanto se podían sopear mejor los isleños que los de tierra firme; así que, costeando la tierra, entraron en un seno de mar que llamaron bahía de la Ascensión, por ser tal día. Entonces se descubrió aquel trecho de tierra que hay de empar de Acuzamil a la susodicha bahía. Mas viendo que seguía mucho la costa, se tornaron atrás y, arrimados a tierra, fueron a Champotón, donde fueron mal recebidos, como Francisco Hernández; ca sobre tomar agua, que les faltaba, pelearon con los naturales, y quedó muerto Juan de Guetaria y heridos cincuenta españoles, y Juan de Grijalva con un diente menos y otro medio, y dos flechazos. Por esto de Grijalva y por lo de Córdoba llaman aquella playa Mala-Pelea (1). Partió de allí, y buscando puerto seguro surgió en el que nombró el Deseado. De allí fué al río que de su nombre se dice Grijalva, en el cual rescató las cosas siguiente: tres máscaras de madera doradas y con pedrezuelas turquesas, que parecía obra mosaica; otra máscara llanamente dorada; una cabeza de perro cubierta de piedras falsas; un casquete de palo dorado, con cabellera y cuernos; cuatro patenas de tabla doradas, y otra que tenía algunas piedras engastadas alrededor de un ídolo; cinco armaduras de piernas hechas de corteza y doradas; dos escarcelones de palo

(1) Véase la nota de la pág. 105.

con hojuelas de oro; unas como tijeras de lo mesmo; siete navajas de pedernal; un espejo de dos lumbres con un cerco de oro; ciento y diez cuentas de tierra doradas; siete tirillas de oro delgadas; cuarenta arracadas de oro con cada tres pinjantes; dos ajorcas de oro, anchas y delgadas; un par de cercillos de oro; dos rodelas cubiertas de pluma y con sus chapas de oro en medio; dos penachos muy gentiles, y otro de cuero y oro; una jaqueta de pluma; un paño de algodón de colores, a manera de peinador, e algunas mantas. Dió por ello un jubón de terciopelo verde, una gorra de seda, dos bonetes de frisa, dos camisas, unos zaragüelles, un tocador, un peine, un espejo, unos alpargates, tres cuchillos y unas tijeras, muchas contezuelas de vidrio, un cinto con su esquero, y vino, que no lo quiso nadie beber; cosa que hasta allí ningún indio la desechó. De aquel río fué Grijalva a Sant Juan de Ulhúa, donde tomó posesión en nombre del rey, por Diego Velázquez, como de tierra nueva. Habló con los indios, que venían bien vestidos a su manera y que se mostraban afables y entendidos; trocó con ellos muchas cosas, que fueron cuatro granos de oro; una cabeza de perro de piedra como calcedonia; un ídolo de oro con cornezuelos y arracadas y moscador de lo mesmo y en el ombligo una piedra negra; una medalla de piedra guarnecida de oro, con su corona de lo mesmo, en que había dos pinjantes y una cresta; cuatro cercillos de turquesas con cada ocho pinjantes; dos arracadas de oro con muchos pinjantes; un collar rico; una trenza de oro; diez sartales de barro dorado; una gargantilla con una rana de oro; seis collaricos de oro; seis granos de oro; cuatro manillas de oro grandes; tres sartas de piedras finas y cañutillos de oro; cinco máscaras de piedras con oro, a la mosaica; muchos ventalles y plumajes; muchas mantas y camisetas de algodón. En recompensa de lo cual dió Grijalva dos camisas, dos sayos de azul y colorado, dos caperuzas ne

gras; dos zaragüelles, dos tocadores, dos espejos, dos cintas de cuero tachonadas, con sus bolsas; dos tijeras y cuatro cuchillos, que tuvieron en mucho por haber probado a cortar con ello; dos alpargates, unas servillas de mujer, tres peines, cien alfileres, doce agujetas, tres medallas y docientas cuentas de vidrio, y otras cosillas de menos valor. Al cabo de las ferias trajeron por alboroque cazuelas y pasteles de carne con mucho ají (1), y cestillas de pan fresco, y una india moza para el capitán, que así lo usan los señores de aquella tierra. Si Juan de Grijalva supiera conocer aquella buena ventura y poblar allí, como los de su compañía le rogaban, fuera otro Cortés. Mas no era para él tanto bien, ni llevaba comisión de poblar. Despachó desde aquel lugar, para Diego Velázquez, a Pedro de Alvarado en una carabela con los enfermos y heridos y con muchas cosas de las rescatadas, por que no estuviese con pena, y él siguió la costa hacia el norte muchas leguas, sin salir a tierra. Y pareciéndole que había descubierto harto, y temiendo las corrientes y el tiempo, que siendo por junio veía sierras nevadas, y que le faltarían mantenimientos, dió la vuelta, por consejo y requirimientos del piloto Alaminos, y surgió en el puerto de Sant Antón para tomar agua y leña, donde se detuvo seis días contratando con los naturales, y ferióles cosillas de mercería a cuarenta hachuelas de cobre revuelto con oro, que pesaron dos mil castellanos, y a tres tazas o copas de oro, y un vaso de pedrecicas, y muchas cuentas de oro huecas, y otras cosas menudas que valían poco, aunque bien labradas. Vista la riqueza y mansedumbre de aquellos indios, holgaran muchos españoles de asentar allí; mas no quiso Grijalva, antes se partió luego y vino a la bahía que llamaron de Términos, entre río de Grijalva y puerto Deseado, donde saliendo por agua hallaron entre unos

(1) El ají es el pimiento. (Nota D.)

árboles un idolillo de oro y muchos de barro; dos hombres de palo cabalgando uno sobre otro a fuer de Sodoma, y otro de tierra cocida con ambas manos a lo suyo, que lo tenía retajado, como son casi todos los indios de Yucatán. Este hallazgo y cuerpos de hombres sacrificados no contentaron a los españoles, ca les parecía sucia y cruel cosa. Quitáronse de allí y tomaron tierra en Champotón, por tomar agua; empero no creo que osaron, por ver a los de aquel pueblo muy armados, y tan atrevidos, que entraban flecharlos en la mar hasta la cinta, y llegaban con barquillas a combatir las carabelas. Y así, dejaron aquella tierra y se tornaron a Cuba cinco meses después que della salieron. Entregó Juan de Grijalva lo que traía rescatado a su tío Diego Velázquez, y el quinto a los oficiales del rey. Descubrió desde Champotón hasta Sant Juan de Ulhúa más adelante, y todo tierra rica y buena.

L

De Fernando Cortés.

y

Nunca tanta muestra de riqueza se había descubierto en Indias, ni rescatado tan brevemente después que se hallaron, como en la tierra que Juan de Grijalva costeó; y así movió a muchos para ir allá. Mas Fernando Cortés fué el primero con quinientos y cincuenta españoles en once navíos (1). Estuvo en Acuzamil, tomó a Tabasco, fundó la Veracruz, ganó a Méjico, prendió Moteczuma, conquistó y pobló la Nueva España y

(1) Para pormenores de la exploración y conquista de Méjico, léase HERNÁN CORTÉS, Cartas de relación, en la colección de Viajes clásicos editados por CALPE.

Léase igualmente BERNAL DIAZ DEL CASTILLO, Verdadera relación de la conquista de la Nueva España, que aparecerá en breve en la colección de Viajes clásicos editada por Calpe.

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