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Reveses

de las

la reina.

de armas y municiones establecida en Cantavieja, etc., etc.

Las tropas de la reina, por su reducido número, tropas de y por tener que cubrir tantos puntos á la vez, no pudieron impedir ni la fortificacion de Cantavieja, ni la ejecucion de las medidas administrativas de Cabrera. Harto hacian con reparar del mejor modo posible los desastres parciales que sufrian. El mismo Cabrera sorprendió el 18 de abril en el pueblo de Alcotas (Aragon) á 150 hombres del regimiento de Ceuta que, despues de haberse defendido heróicamente, fueron bárbaramente acuchillados. Llangostera penetró en Caspe el dia 1.o de mayo, sacó abundantes recursos, y evacuó inmediatamente el pueblo, perseguido por la corta guarnicion y por los nacionales que se portaron con bizarría. Quilez sostuvo otro combate muy reñido y de dudoso éxito en las inmediaciones de Ejulbe. El Serrador, en fin, sufrió un pequeño revés en Ademun, pero sin resultados de importancia.

Accion de Ba

on.

Apremiado el gobierno de la reina por los generales que continuamente le pedian refuerzos de tropas para poder contener los progresos que hacia el enemigo, dispuso que una columna de voluntarios de Soria que mandaba D. Francisco Valdés se trasladase á Aragon, mientras era posible reunir otras fuerzas para aumentar el ejército de aquellas provincias. Valdés recibió instrucciones del capitan general del distrito para observar el pais que media entre Daroca y Teruel sin descuidar á Calatayud, y aunque se le habia prevenido que no empeñase ninguna acción que pudiera ponerle en grandes compromisos, ansioso de gloria y deseoso de impedir las exacciones que Quilez hacia en el pais, marchó á fines de mayo en busca de este cabecilla que se

hallaba con toda su fuerza en el pueblo de Bañon. El enemigo fué sorprendido allí el dia 31 por la columna del comandante D. Felix Combe; pero cuando los carlistas en medio de la confusion del ataque parecian ya derrotados; hubieron de reponerse y cargar con denuedo á sus contrarios que, poco dóciles á la voz de sus jefes, abandonaron el acampo en una espantosa confusion. Valdés se salvó milagrosamente con unos pocos, babiendo perdido, por *confesion suya, 900 soldados que cayeron prisione ros, y 33 oficiales con 11 miñones que furon fusilados. Quilez hacia ascender en su parte á 1547 el número de prisioneros. Todos los de la clase de tropa tomaron partido con Cabrera, que casi al mismo tiempo se vió reforzado tambien por mas de 800 hombres que abandonaron en Cataluña al jefe carlista Torner para venir á ponerse á las órdenes de su predilecto caudillo.

Conse

de ella.

Las derrotas de Bañon y Alcotas causaron grande impresion en todo el teatro de la guerra, y au- cuencias mentaron estraordinariamente la fuerza moral y material de los carlistas. El Serrador rechazado delante de Castellon, atacó y rindió los fuertes de Alcalá de Chisbert y de Torreblanca. Quilez, no pudiendo rendir á Alcorisa y Montalvan, gracias á la heróica defensa de sus pequeñas guarniciones, incendió á los dos pueblos. Miralles hizo otro tanto en Soneja, y atacó con empeño á San Mateo, aunque sin poder apoderarse del fuerte. Cabrera batió en Ulldecona á la columna del coronel D. Martin José Iriar te, perteneciente al ejército de Cataluña, haciéndole algunos centenares de prisioneros, y puso sitio á Gandesa, cuya guarnicion se defendió con buen éxito durante cuatro dias de fuego. En medio de tantos desastres, solo el brigadier D. José Grasses, co

:

ción del

mandante general de Castellon de la Plana, conseguia algunas ventajas sobre el enemigo, aunque de poca considerácion.

Organiza- Ya en este tiempo el gobierno de la reina (Istuejército riz era á la sazon jefe del ministerio) habia nom

del cen

tro.

Ventajas

de las la reina.

tropas de

brado al general D. Felipe Montes para mandar las fuerzas de los distritos de Aragon y Valencia; las columnas sueltas formaron brigadas de un ejército que se denominó del centro. La del general Breton en el bajo Maestrazgo fué reforzada con objeto de que pudiese dominar en lo posible aquel territorio. El general D. Manuel Soria mandaba en el Bajo Aragon. El coronel de coraceros de la guardia D. Antonio Rute cubria el Giloca en Daroca. A Teruel vino del ejército del Norte la brigada del general Narvaez. Y las columnas de Grasses, Villa-Campo y. Warleta defendian el reino de Valencia..:

Organizado así el ejército del centro, la guerra varió de aspecto bien pronto. Las tropas leales no volvieron á sufrir ningun revés. En los varios encuentros que tuvieron con los carlistas se batieron en buen órden, con valor y sin ceder el campo. Quilez fué derrotado en Albaida el 25 de julio, perdiendo 250 hombres, y el general Soria que le alcanzó algunos dias despues le dejó tambien escarmentado. A principios de agosto el general en jefe Montes concebia grandes esperanzas de una operacion que iba á emprender en combinacion con los generales y jefes Soria, Breton, Narvaez y Grasses para caer sobre Cabrera en los puertos de Beceite y embestir despues á Cantavieja; pero los mo vimientos populares que estallaron en dicho mes causaron un mal inmenso, frustrando enteramente aquella combinacion.

El espíritu de rebeldía se apoderó del ejército.

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mientos

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res.

Montes renunció el mando: el general Soria des- Desastroobedecido por su tropa hizo otro tanto: Grasses tu- fluencia vo que retroceder á Valencia, y Narvaez temiendo que su division se le resabiara, salió del distrito de Aragon bajo el pretesto de protejer el señorío de Molina y la Alcarria de las fuerzas espedicionarias de D. Basilio García que venian por Soria, y no volvió al ejército del centro por haberle destinado el gobierno en persecucion de Gomez. Tales fueron las consecuencias de la proclamacion del código de 1812.

Cabrera volvió á verse libre de obstáculos en sus correrías, y pudo organizar nuevas fuerzas y hacerse mas temible aun de lo que ya lo era. Por este tiempo se encargó Llangostera del mando de la division carlistra del Turia que, perseguida por las columnas de Grasses y Warleta, sostuvo algunas acciones parciales, y batió en el pueblo de Alcublas, á ocho leguas de Valencia, á otra columna que habia salido de esta ciudad á las órdenes del coronel D. Antonio Buil, causándole una pérdida de 414 muertos, segun el parte de Llangostera, pues el de Buil no vió la luz pública. Tambien por este tiempo organizó D. José Millan, arcipreste de Moya, un batallon que se tituló de Cuenca, en cuya provincia operaba bajo la direccion de Cabrera.

A principios de setiembre se incorporó este caudillo á la division espedicionaria de Gomez. Acababa de ser ascendido por su rey á mariscal de campo. Debemos hacer aquí una reseña de las operaciones de esta célebre espedicion.

Ya hemos dicho que Gomez habia recibido instrucciones de la corte carlista para generalizar la guerra en las provincias de Asturias y Galicia, donde las varias partidas que recorrian los campos y los

ciones de

la divi

sion car

lista de

Gomez.

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