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fuerzas rodeadas de tan imponente aparato.

ción de

silio Garcia.

Para detener sin duda la marcha de estas tropas, Espedió para distraerlas, al menos, del objeto principal de Cuevillas sus operaciones, resolvieron los carlistas enviar á Castilla una columna que reuniéndose con Merino, que vagaba fugitivo por sus guaridas favoritas, llamase la atencion por aquella parte. En efecto, Cuevillas y D. Basilio García con 200 infantes y 150 caballos, pasaron el Ebro en la madrugada del 26 de junio, poniendo en alarma á los pueblos de la Rioja. Alcanzados al dia siguiente en Nájera por el coronel D. Juan de Arcos que mandaba 70 hombres montados del 1.o ligero y 26 urbanos de la misma arma, fueron batidos con pérdida de 45 muertos; pero siguieron, sin embargo, adelante, engrosando sus fuerzas con los mozos que sacaban de los pueblos, hasta el punto de haber llegado á reunir 1000 infantes y 200 caballos. Tres columnas que dirigian los coroneles Albuin, Obregon y Cistue y formaban en todo una fuerza de 620 hombres de infantería y 205 de caballería, se destacaron en su persecucion. Ademas, cuando Rodil llegó á Burgos dispuso que el general D. Luis Fernandez de Córdova con 800 hombres de su division se internase en la Sierra para batir á los carlistas ú obligarlos á retroceder á Navarra. Rodil siguió para Logroño el mismo dia que Córdova dejó á Burgos, y al siguiente de la llegada del primero á aquel punto se reunió el segundo á su jefe, teniendo cumplida en parte su mision, pues Cuevillas se vió obligado á ponerse en fuga y pudo ser alcanzado con su gente en las inmediaciones del pueblo de Huerta, llano de las Yeguas y alturas de Cabeza Adan, el dia 9 de julio, quedando completamente batido con bastante pérdida. Los restos entraron en Navarra.

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Derrota de Cuevillas y D. Basilio en el pueblo de Huerta,

El mismo dia en que tuvo lugar esta accion, se avistaban en Mendavia los generales Quesada y Rodil, encargándose el último del mando del ejército

Rodil se del manejército.

encarga

do del

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de operaciones del Norte en el cual quedó incorporada la fuerza procedente del de Portugal. Las divisiones de Lorenzo y Oráa habian venido á recibir

Alocu

dirige á

vados.

al nuevo general en jefe, el cual no cesaba de réconocer y admirar su numeroso ejército fundando en él grandes esperanzas.

El cuartel general se trasladó inmediatamente á cion que Puente la Reina, desde cuyo punto dirigió Rodil el los suble- dia 12 una alocucion á los navarros, guipuzcoanos, alaveses y vizcainos convidándolos con la paz. «Yo >>os ofrezco (les decia) en nombre de S. M. y usando » de las amplias facultades que se ha dignado conce»derme, que todos los que al momento se separen >>de las bandas de los rebeldes, tendrán salvas las >> vidas y serán tratados con benignidad é indulgen>>cia. Pero si continúan obstinados en su culpable >>empeño, cuando no tienen medios de combatir, ni >>fortalezas en que defenderse, ni aliados que les >> presten ayuda, ni protector que interceda por ellos; si al mirarse abandonados, desvalidos, sin arbitrio »y sin esperanza, rehusasen todavía acogerse á la >> clemencia soberana, único asilo que les queda aun >>abierto, ellos serán responsables ante Dios y los >> hombres, de la sangre que va á verterse para cas»> tigar la rebeldia y restablecer en su fuerza y vigor >>la autoridad del trono y de las leyes. » Esta alocucion se hizo circular profusamente en el pais, encargándose á las diputaciones forales que redoblasen sus esfuerzos, como lo hicieron algunas efectivamente, para reconciliar á los carlistas armados con la causa de la reina.

Otras

que

adopta.

Al mismo tiempo publicó un bando el general en medidas jefe, prohibiendo el trasporte de toda clase de granos, comestibles y líquidos para los puntos ocupados por los carlistas, y conminando con penas severas á los que intentasen ó permitiesen pasar con aquel objeto la línea que forma Viana por la carretera que desde allí va á Pamplona y desde Pamplona á Lumbier.

de los

Antes aun de publicarse estas medidas, los gene- Ansiedad rales carlistas y las demas personas comprometidas carlistas. se babian ocupado muy detenidamente de su situacion para meditar los medios de contrarrestar á los peligros que les amenazaban. Habia cundido cierta especie de terror entre sus parciales al saberse la aproximacion de las tropas de Rodil: los recursos de hombres y dinero de que disponian eran escasos: las penalidades de la guerra abatian á los menos belicosos y hasta la naturaleza con sus fenómenos sorprendentes parecia empeñada en atemorizar al pais, pues en los últimos dias de junio una tempestad horrorosa habia causado estragos espantosos en las provincias ocupadas por los sublevados.

de Znma

gui.

En aquellos momentos de inquietud y sobresalto, Proclama las miradas de todos se fijaron en Zumalacárregui, acarreque por la gran superioridad de su carácter y de su genio, era ya moral y materialmente el jefe, el alma de la insurreccion. Zumalacárregui que conocia la necesidad de mover en las masas el poderoso resorte del entusiasmo, en vez de apelar al engaño ó á la intimidacion para mantener unidas y compactas sus fuerzas, apeló al orgullo de sus soldados, al. espíritu guerrero de sus paisanos. Dirigióles una proclama enérgica en que lejos de ocultarles los peligros, se los pintaba con colores vivos, poniendo en contraste la debilidad numérica de sus tropas con las fuerzas respetables del ejército que estaba reuniendo Rodil. Despues de hablarles en este sentido añadía: Al ver tan numeroso ejército, voluntarios, ¿os acobardareis? Un no terrible inspirado por el valor y por el entusiasmo, fué el grito unánime que salió de las filas de los batallones navarros cuando reunidos en el pueblo de Salinas de Oro se les leyó la alocucion de su jefe. Vencer ó morir en la

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