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timado del rey Don Juan el Segundo. Tambien llamamos chufa á un género de frutilla dulce subterránea, ó por decirlo más castellanamente, soterrana, y como decian los antiguos, soterraña, la cual fruta con el nombre vino de Valencia. O bien se puede introducir algun vocablo ya usado en otra lengua muerta, como en la griega ó latina, de que tenemos millares de ejemplos, ó se puede fingir de lengua viva y muerta, como Gatomaquia, que es el título que dió Lope de Vega á una selva en que introduce la pelea de unos gatos, imitando á Homero en su Batracomiomaquia, aunque este último modo es algo contrario á las reglas de la analogía, pues mucha mayor proporcion tienen entre sí dos vocablos de una misma lengua que de diversas. En esto, como en todo lo demas, tiene mucho lugar la discrecion.

215 Yo, en caso de haber de formar algun vocablo nuevo, ántes le formaria de una raíz conocida en la lengua española ó compuesta de voces de ella, que tomándole de alguna raíz desconocida ó de voces extranjeras, y ántes le tomaria de las provincias de España que de las extrañas, ántes de la lengua latina, como más conocida, que de otra muerta.

216 La suavidad de la pronunciacion es otra perfeccion de la lengua española. Yo bien sé que de ordinario cada uno quiere que su lengua sea la más fácil de pronunciar, y por eso la más suave, no por otra causa sino por estar más acostumbrado á pronunciar aquellos vocablos que otros; pero tambien sé que es cierto que nuestra lengua carece de multitud de consonantes en una misma sílaba, lo cual dificulta la pronunciacion. Sus vocablos regularmente son grandes,

año de 1386. El Centon epistolario es una coleccion de las cartas escritas por él en el espacio de unos cuarenta años, dirigidas al Rey, á arzobispos, obispos, nobles, literatos, etc. Natural y sencillo, de buen sentido y de juicio, piensa y se expresa bien, entretiene mucho á veces, é instruye siempre.

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y esto hace el lenguaje majestuoso. Suelen estar interpolados con las vocales a, o, de donde nace ser muy sonoros, y que bien unidos salga la oracion armoniosa, y sea capaz de recibir llenamente el número poético.

217 No ignoro que esta misma grandeza de los vocablos, en opinion de algunos, es contraria á la brevedad; pero si bien se examina, la brevedad del lenguaje puede considerarse segun varios respetos, esto es, atendiendo á las mismas palabras, á sus variaciones y á los pensamientos.

218 Si atendemos á las palabras, es cierto que hay muchas lenguas más breves que la castellana, y una de ellas es la valenciana. Pongamos ejemplo en estas palabras del Apóstol andaluz: San Pablo se hizo todo á todos para ganar á todos, San Pau es feu tot á tots per guañar á tots, ó en estas otras: pan, vino, carne; pa, vi, carn.

219 Considérase tambien la brevedad en sus variaciones, porque cuanto más se extiende la analogía, tanto más prolija es la lengua. Y en este respeto, la española es más breve que la latina en los nombres, porque ésta tiene casos y la otra no. Y al contrario, en las conjugaciones de los verbos es más prolija la española que la latina, porque á imitacion de la griega tiene en los verbos más diferencias de tiempos.

220 Éstas son las dos especies de brevedad que una lengua puede tener por sí; pero como el lenguaje en tanto parece breve ó largo en cuanto se oye hablar ó se lee algo, hay otra brevedad, que es la de los pensamientos, y ésta es la que únicamente nos molesta. Y por eso llamamos hablistas y palabristas, no á los que eligen palabras grandes, sino á los que hablan más de lo que deben. El ser, pues, breve ó largo un razonamiento, depende del uso de la lengua.

221 Lo mismo juzgo de la pureza del decir, de que tanto se jactan los franceses. El ser el lenguaje puro consiste en usar de las voces segun su propia institucion. El ser me

tafórico en transferir la significacion de la que es propia á otra vecina ó semejante. La pureza sirve para expresar las ideas con claridad y limpieza. La translacion para avivar los pensamientos. La dificultad consiste en hablar con claridad y viveza. De donde venimos á inferir que hablar con pureza cuando se instruye, avivar las sentencias siempre que se persuade, y templar lo uno con lo otro de la manera que conviene, es prueba del ingenio, disercion y habilidad de quien habla, y no de la lengua.

222 En cuanto á la claridad, he oido á muchos extranjeros que les ofende tanto número de equívocos en la lengua castellana; y al contrario, he oido decir á muchos españoles que ése es uno de los mayores primores de nuestra lengua. Unos y otros se engañan. Las voces que pueden tomarse equívocamente son innumerables en todas las lenguas. El tomarlas así ó no depende del genio ó hábito de quien habla, en lo cual no puedo negar que no pocos de los nuestros se hicieron pueriles, como Góngora, Quevedo, Gracian y otros muchos, que por afectar gran copia de equívocos llenaron sus escritos de sentencias falsas.

223 He oido decir á muchos que la lengua castellana es muy sublime. Lo que hay es que les parece tal en boca de los que oyen ó en los escritos que leen; porque dependiendo la sublimidad del decir de la mayor comprehension de la cosa con todas sus circunstancias, el decirla desnuda de ellas es indicio de la pobreza de ingenio de quien habla, y el representarla adornada de todas ellas es prueba de la fecundidad de la imaginacion, y del juicio y viveza de quien habla.

224 A este tenor pudiera yo ir discurriendo de las demas perfecciones del lenguaje. Y siendo cierto lo dicho, no puedo dejar de reirme de la nueva invencion de paralelos de las lenguas que imaginó el Padre Bouhours (1), el cual, de

(1) El P. Bouhours, jesuita y hábil crítico, nacido en París en

seando preferir la francesa á la española é italiana, fué buscando los ejemplares que le parecieron mejores en la suya, y los que solamente los ignorantes habian alabado en las otras dos lenguas, y despues de un cotejo muy indigno de un hombre de juicio como él era, echó su Fallamos que debemos condenar y condenamos á las dos lenguas española é italiana, publicando una sentencia sumamente injusta.

225 Sepa, pues,. todo buen español y todo el mundo que tenemos una lengua abundantísima y suave, y que podemos usar de ella con la mayor propiedad y energía, con brevedad, sublimidad, elegancia, armonía, y por decirlo en una palabra, con elocuencia. Pero este dón no es dado á cualquiera. Los medios para conseguirle son estudiar muchísimo, preguntar y aprender de todos cuanto sea posible, para saber la naturaleza y propiedades de las cosas y sus nombres; averiguar los orígenes de los vocablos y su uso más. comun y expresivo para la propiedad; leer los mejores autores para imitarlos, si son de extraña lengua, en el pensi de la propia, en el pensar y decir, y ejercitarse en escribir, sujetándose á la censura de los que lo entienden, que son poquísimos. Y despues de toda esta diligencia, como el hablar bien es cosa que pide sumo ingenio, mucha observacion, gran juicio y continuado ejercicio, partes que raras veces se unen, será (como en todo lo demas) lo que Dios quisiere.

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1628, muerto en 1702, enseñó humanidades er aquella ciudad, encargándose despues de la educacion de los Príncipes de Longueville, y más tarde de la del Marqués de Seignelay, hijo de Colbert. Sus obras principales son: Entretiens d'Ariste et d'Eugène, Doutes sur la langue française, Manière de bien penser sur les ouvrages d'esprit, Pensées ingénieuses des anciens et des modernes, y una Version du Nouveau Testament. Era hombre instruido y de buen juicio; pero, como ha sucedido á muchos de su nacion, no tenía inconveniente en faltar á la verdad Ꭹ á la justicia por hacer alarde de bel esprit.

ORACION

EN QUE SE EXHORTA Á SEGUIR LA VERDADERA IDEA

DE LA ELOCUENCIA ESPAÑOLA.

Que las principales lenguas europeas hayan llegado ya á perficionarse tanto que gloriosamente compitan con los antiguos idiomas latino y griego, cosa es de que debemos regocijarnos mucho, pues logramos vivir en tan erudito siglo. Pero que la lengua española, majestuosa entre todas las que hoy se hablan, como la más semejante á su nobilísima madre la latina, haya degenerado tanto que, desconocida ya su natural grandeza, viva tan poco favorecida áun de los ingenios propios, cosa es sensible, cosa por cierto lastimosa. No acabo de admirar que una gloriosísima nacion, que dió á la lengua latina un Porcio Latron, primer profesor de retórica de nombre y fama que tuvo Roma; una tan insigne familia como la de los Anneos Sénecas, seminario ilustre de elocuentísimos varones; un Marco Fabio Quintiliano, que fué el primero que con salario del fisco abrió escuelas públicas en la metrópoli del mundo; no acabo, digo, de admirar que una nacion tan gloriosa sufra que otras la

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