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gran ventaja á las otras artes y ciencias en la claridad de sus términos, porque viniendo casi todos éstos ó del griego ó del árabe, se les sabe su primitiva y propia expresion, y con sólo hacer una análisis ó resolucion de estos nombres, se viene á saber una definicion de su significado. Por lo general no sucede así en la geografia é historia natural. Porque como todo el mundo es país, segun suelen decir, para rastrear la antigüedad de las naciones y de sus primeras colonias, es necesario el conocimiento de las lenguas de todas las naciones, y especialmente de las orientales, de donde vino propagándose el género humano. Por eso son tan admirables aquellas dos obras de Samuel Bocart, el Phaleg y Chanaan. En la historia del paganismo tenemos dos ilustres testimonios. El uno nos lo dejó Juan Jerardo Vosio (1) en sus estupendísimos libros De Theologia gentili et Phisiologia cristiana, y el otro el sabio Pedro Daniel Huecio (2)

(1) Vossio (Gerardo Juan), sabio aleman, nació en Heidelberg en 1577, y murió en 1649. Fué catedrático de lengua griega en Leyde, de filosofía en Steinfurht, director del colegio teológico de la primera de estas ciudades, y despues catedrático de historia en Amsterdan. Sus obras completas, publicadas en Amsterdan en 1701, comprenden, entre otras, la Historia del Pelagianismo, un Tratado de la idolatría, De la manera de escribir la historia, un Diccionario etimológico, y otras obras sobre retórica, gramática, etc.

(2) Pedro Daniel Huet, sabio prelado, nació en 1630 en Caen, y murió en París en 1721 á los noventa y un años. En 1662 fundó la academia de Caen, y en 1670 compartió con Bossuet el cargo de enseñar al Delfin, comenzando entónces la excelente coleccion de clásicos ad usum Delphinis, que dirigió hasta el fin. En 1671 entró en la Academia francesa; en 1678 obtuvo la abadía de Aulnay, cerca de Caen, y en 1689 el obispado de Avranches, que abandonó á los diez años para entregarse por completo al estudio, retirándose al colegio de jesuitas de París, en donde murió. Fué primero cartesiano, y despues el más acérrimo adversario de estas doctrinas. Sus principales obras son: Carta sobre el origen de las novelas, Demonstratio evangelica, Censura philosophiæ cartesiana, Nueva memoria para servir á la

en su importantísima obra de la Demostracion evangélica. No es, pues, de extrañar que los estoicos, y singularmente Crisipo, hombre de agudísimo ingenio, pusiesen tanto cuidado en rastrear los orígenes de los vocablos. En los cuerpos de ambos derechos, civil y canónico, vemos que hay títulos que tratan De las significaciones de las palabras, con lo cual los legisladores nos impusieron una como ley que nos obliga á la investigacion de los orígenes, por los cuales se viene en conocimiento de la primitiva y más expresiva significacion, y sabida ésta se puede hablar con mayor propiedad. Fuera de esto, no puede ser buen etimologista el que no sepa muchas lenguas, y el saberlas conduce para la sociedad del género humano. Luego que se dividieron las lenguas, se dividieron los hombres. Para reunirlos con el estrecho lazo de la mutua caridad uniéndolos en Dios, han puesto siempre gran cuidado los propagadores del Evangelio en aprender muchas lenguas. El mismo Dios, cuando ha sido servido, las ha infundido para extender su gloria. Su divina providencia dispuso que, para que su santísima ley se predicase con mayor facilidad, estuviesen tan extendidas al tiempo de su venida las lenguas griega y latina. Cuando su misericordia se dignó de apiadarse de los americanos, librándolos de la ceguera de su idolatría, fué providencia digna de su infinita sabiduría que hubiese en las Indias dos lenguas generales, una en Méjico, otra en el Perú, siendo casi innumerables los otros idiomas. Hoy la mayor parte del mundo habla el árabe. ¡Oh Divina Providencia! ¡Claramente nos estais llamando al conocimiento de esta lengua para que nos interesemos en publicar por ella vuestro

historia del cartesianismo, Historia del comercio y de la navegacion de los antiguos, P. D. Huetii commentaria de rebus ad eum pertinentibus, Tratado filosófico de la debibilidad del espíritu humano, Versos griegos y latinos, y muchas cartas.

Santo Evangelio, y nosotros nos cebamos en curiosidades inútiles, y vanamente pensamos en extender nuestra gloria, no la vuestra !

84 ¿Quién negará, pues, que es muy útil el estudio etimológico, presuponiendo el conocimiento de muchas lenguas y de muchísimas cosas? Pero como este estudio de averiguar los orígenes ha sido tratado por lo comun con poca pericia, no tiene, por lo general, la estimacion que me

rece.

85 Unos han escrito de los orígenes de su lengua con ambicion de hacerla independiente de las demas cuanto les fuese posible. Desta suerte, Marco Varron (1), el más docto de los romanos, quiso dar orígenes latinos á muchos vocablos que sabía muy bien que los tenian griegos; y en tiempo de nuestros mayores, abusando Juan Goropio Becano de la grandeza de su ingenio, intentó hacer verosímil el delirio de que el flamenco de Ambéres, que él llamó Lengua címbrica, era aquella misma que se habló en el Paraíso terrenal, para que, á vista de una opinion tan ridícula, extrañásemos ménos que algunos quieran que sus lenguas sean las mismas que Dios infundió en la torre de Babel, como si ellos tuviesen alguna idea áun obscura de tales lenguas, y fuese posible que alguna de ellas durase, como quieren, millares de años.

86 Otros hay que, aunque saben várias lenguas y escri

(1) Marco Terencio Varron nació en Roma el año 116 ántes de Jesucristo; terminó su educacion en Aténas, y fué sucesivamente abogado, arrendatario de las rentas públicas, tribuno del pueblo, capitan de una de las armadas que se enviaron contra los piratas á las órdenes de Pompeyo, y gobernador de la España Ulterior como lugarteniente de Pompeyo. Escapó de las proscripciones, y vivió despues quince años, muriendo el 15 ántes de Jesucristo. Sabía mucho, y dejó escritos más de 500 volúmenes; pero sólo se conservan tres libros de Re rustica, 35 De lingua latina y algunos fragmentos.

ben sin pasion, ignoran ó no practican las regias que deben observarse para señalar bien los orígenes, y fácilmente se arrojan á decir lo primero que piensan. Entre los cuales cuento al eruditísimo maestro Alexio Venegas (1), el cual, al fin del docto libro que intituló Agonía del tránsito de la muerte, impreso en Alcalá, año 1565, dió algunas etimologías muy caprichosas, bien que otras muchas son felicisimas. Y así no extraño que el maestro Francisco Sanchez de las Brozas (2), reformador ilustre de la gramática latina, tomase el trabajo de añadirle; cuya adicion manuscrita se haIla hoy en uno de los colegios mayores de Salamanca, comunmente llamado de Cuenca, por haberle fundado, año MD, Don Diego Ramirez, obispo de Cuenca. Ciertamente sería un obsequio muy debido á la memoria de tan insigne gramático publicar esta obra. Pero no basta haber ilustrado la nacion española, y su nobilísima lengua, para que deje de estar sepultado en el olvido. En la real librería de San Lo renzo, donde hay manuscritos preciosísimos, he visto un ejemplar de las Etimologías españolas, que así se intitula un libro atribuido á F. S., que luégo interpreté ser Francisco Sanchez, y así lo dejé advertido. Pero tengo sospecha de que es mucho más copioso el ejemplar que se halla en la li

(1) Alexio Vanegas de Busto, toledano; estudió primero teología, casándose despues, y enseñando humanidades en Toledo. Fué hombre de grande instruccion, mereciendo notables alabanzas de Matamoros y de Ginés de Sepúlveda. Escribió en latin y castellano obras de erudicion religiosas y gramaticales. Floreció en el siglo XVI.

(2) Francisco Sanchez, natural de las Brozas, en Extremadura, docto en letras griegas, latinas y castellanas; fué profesor de retórica y de griego y latin en Salamanca y hombre de grande ingenio, saber y originalidad. Escribió várias obras gramaticales, retóricas y críticas, comentarios á autores latinos, corrigió y publicó á Pomponio Mela, y anotó las obras de Juan de Mena y de Garcilaso de la Vega.

brería del colegio mayor de Cuenca en la ciudad de Sala

manca.

87 Otros hay que, sabiendo muy bien los cánones etimológicos, abusan tanto de ellos, que muchas veces quieren enseñar orígenes cuando sería mucho mejor confesar con ingenuidad que no los saben. Puede contarse entre éstos el eruditísimo Gil Menagio, á quien el sabio obispo de Abranches Pedro Daniel Huecio, con amigable ingenuidad escribió del tenor siguiente (Disertacion 19): Yo, señor mio, he dicho á U. M. várias veces, y vuelvo á repetirlo, que si U. M. fuese ménos hábil etimologista que lo es, serian mejores sus etimologías. Sería U. M. más circunspecto, y se sujetaria á las reglas y á los principios. Pero como U. M. posee el asunto soberanamente, porque sabe con perfeccion los trueques de las letras, y tiene U. M. unas grandes luces de las lenguas originales y de aquellas que tienen alguna afinidad con la nuestra (la francesa), se pone U. M. encima de las leyes, y su propia satisfaccion le hace ser aventurero en paradojas y origenes increibles, y tales, que no se pueden sostener.

88 Segun esto, para sacar etimologías con acierto, es necesario saber várias lenguas, tener principios y reglas para deducirlas, y mucho juicio y discrecion para valerse de estos principios y reglas.

89 En lo que toca á las lenguas, se ha de poner mayor estudio en aquellas de las cuales se han tomado más vocablos, que en las otras de que se han tomado ménos. Y así, mayor estudio deben poner los etimologistas españoles en la lengua latina que en la árabe, mayor en la árabe que en la griega, mayor en la griega que en la hebrea, mayor en la hebrea que en la céltica, mayor en la céltica que en la goda, mayor en la goda que en la púnica, mayor en la púnica que en la vizcaína, y generalmente hablando, mayor en las lenguas que ménos siglos há fueron dominantes, ó de naciones con quienes los españoles han comerciado mucho, que en

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