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capítulo 1), que tenian algunos pueblos y rios; pero tales (añade) que en nuestra boca no se pueden articular sus nombres. Bien que yo juzgo que la causa de esta dificultad de pronunciar los nombres vascongados, no era otra que no estar Mela acostumbrado á oirlos, y mucho ménos á pronunciarlos. De donde claramente se colige que en Andalucía, de donde Mela era natural, se hablaba otra lengua muy diver'sa de la de Cantabria. Y esto mismo se confirma con otro testimonio de Séneca el filósofo, tambien español y natural de Córdoba (que floreció en tiempo del emperador Claudio y de su ingrato discípulo Neron), el cual en la consolatoria que escribió á su madre Helvia, hablando de la isla de Córcega, dice (cap. VIII): Despues pasaron á ella los ligures; pasaron tambien los españoles, lo cual se ve claramente en la semejanza de las costumbres. Porque tienen los corsos los mismos tocados de cabeza que los cántabros, y algunas palabras.

31 Cornelio Tácito, que escribió sus Anales en tiempo de Trajano, en el lib. IV dice que, habiendo puesto en tormento á un rústico termestino de la España Citerior (porque habia herido de muerte á Lucio Pison, pretor de la provincia), obligándole con los tormentos á que declarase los cómplices; con voz esforzada y lengua de su patria, dijo gritando, que en vano se cansaban en interrogarle; que bien podian hallarse presentes sus compañeros, con seguridad de que ninguna violencia del dolor sería tan grande que pudiese hacerle declarar la verdad.

32 En tiempo de San Paciano (1), obispo de Barcelona, que floreció imperando Theodosio el Mayor, áun parece que

(1) Paciano, obispo de Barcelona, que floreció en tiempo de Teodosio el Grande, alabado por San Jerónimo por su castidad y elocuencia, escribió tres Epístolas contra los Novacianos, una Exhortacion á la penitencia y un Sermon sobre el bautismo.

se conservaba en España alguna lengua propria de sus naturales, segun se colige de la Epístola II á Sinforiano.

33 Quede, pues, asentado que en España se hablaron várias lenguas áun despues que los romanos se apoderaron de toda ella; lo cual puede confirmarse con un testimonio muy ilustre y expuesto á la vista, pues vemos muchas medallas escritas por una parte con caractéres romanos, y por otra con caractéres españoles totalmente incógnitos, y que por la variedad de sus letras arguyen ser de alfabetos distintos, y por consiguiente, de lenguas muy diversas.

34 Pero como la dominacion de los romanos fué tan larga, y ellos tiraron tanto á introducir su lengua donde quiera que mandasen (S. August. de Civit. Dei, lib. XIX, capítulo VII), luego se habló en España el idioma latino; de tal manera, que las lenguas antiguas se fueron olvidando muy aprisa y se perdieron del todo. De los turdetanos, especialmente los que habitaban junto al rio Bétis, hoy Guadalquivir, refiere Estrabon (lib. III) que ya en su tiempo habian tomado las costumbres romanas, y que ya no se acordaban de su lengua natural, y que los más se habian hecho latinos y habian recibido colonos romanos, y que faltaba poco para que del todo se hubiesen hecho romanos. Añade el mismo Estrabon, que las ciudades que en su tiempo se habian edificado, como Pax Augusta (hoy Badajoz) entre los celtas, Augusta Emerita (hoy Mérida) entre los túrdulos, y Cesaraugusta (hoy Zaragoza) entre los celtiberos, y otras colonias manifestaban la mudanza de las formas de república que tenian ántes los españoles.

35 Vese, pues, la política y ambicion de gloria de Augusto César, el cual así como iba sujetando á los españoles, iba levantando muchas colonias, imponiéndoles su nombre para arraigar mejor el imperio romano y perpetuar su fama : sobre cuyo presupuesto podrá hacer algunas observaciones cualquiera que advierta que las más de ellas se llamaron Julias ó Augustas, lisonjeándole sus fundadores

con los nombres de sus virtudes morales, que las tuvo tan heróicas como cabian en un gentil. Aun los cántabros, cuya natural ferocidad (hablo de los antiguos que no salian de su país) han ponderado tanto los escritores, así extraños como propios, Horaciò (Carm. lib. 2. Oda 6. et lib. 4. Oda 14), Estrabón (lib. 3. variis in locis.), Dion Casio (lib. 53), Silio Itálico (Punic., lib. 3.), Floro (lib. 4. cap. ult.), Orosio (lib. 6. cap. 21), San Isidoro (Orig. lib. 9. cap. 2.), don Juan Moles Margarit, obispo de Girona (1), y por eso conocido con el nombre de Gerundense (Paralipomenon Hispaniæ, lib. II. cap. de Galatis.), y otros autores gravísimos, áun los cántabros, digo, se humanaron mucho en las costumbres; de lo cual tenemos en Estrabon un testimonio muy ilustre, que pondré á la letra. Este es (dice) (lib. 3.) el modo de vivir de aquellos montañeses que terminan el lado ·setentrional de España, de los gallegos, digo, asturianos y cántabros, hasta los vascones y montes Pirineos, pues todos viven de un mismo modo (y de aquí infiero yo que tambien tenian una sola lengua); pero como yo huyo de fastidiar con un género de escritura desagradable, no gusto de poner muchos nombres: si ya no es que alguno guste de oir los Pletauros, Bardietas y Alotrigas, y otros nombres peores y más desconocidos que éstos. Pero la inhumanidad y fiereza de costumbres, no tanto les proviene de la guerra, como de tener morada alejada de otros: porque los viajes hácia ellos son largos por tierra y mar. Con lo cual ha sucedido que no comerciando, han perdido la sociedad y humanidad. Bien que hoy ya padecen ménos ese defeto por causa de la paz, y por los viajes que los romanos hacen hácia ellos. Aquellos, á quienes toca ménos parte de esto, son más intratables y más in

(1) D. Juan Moles Margarit, obispo de Gerona, natural de esta ciudad, cardenal bajo del pontificado de Sixto IV. Murió en Roma en 1484.

humanos: vicio que no es mucho que suceda, añadiéndose á algunos la incomodidad de vivir en lugares muy montuosos. Pero ya, como dije, todas las guerras se acabaron. Porque César Augusto sugetó á los cántabros, que son los que hoy egercitan más los pillajes, y tambien á sus vecinos (nótese esto): y los que antes talaban los campos de los aliados de los romanos, ahora llevan las armas en defensa de los mismos romanos, como los coniacos y los que moran junto á las fuentes de donde tiene su origen el rio Ebro, exceptuando los tuisios (habla Estrabon de los que militaban por el pueblo romano). Y Tiberio, que sucedió á Augusto, habiendo puesto en aquellos lugares tres cohortes, las cuales Augusto habia destinado para eso, no solo los apaciguó, sino que á algunos de ellos los hizo tratables. Hasta aquí Estrabon. Y cierto que los cántabros se hicieron tan tratables, que con mucha razon pudo preguntar el satírico, ¿que de dónde les venía el ser filósofos estóicos? Tan aplicados estaban á la cultura de las ciencias, y singularmente de la filosofia moral, que es la reina de todas las humanas. Dice así Juvenal (Sat. 15. v. 108):

Sed Cantaber unde

Stoicus, antiqui præsertim ætate Mætelli?
Nunc totus Grajas, nostrasque habet Orbis
Athenas (1).

Como si dijera que los cántabros en tiempo de Quinto Cecilio Metelo, que por haber vencido la Macedonia se llamó macedónico, y vino á España á la guerra de Sertorio, á quien no pudo vencer; los cántabros, digo, que en aquel tiempo era una gente inculta é intratable, se civilizaron despues de tal manera, que se aplicaban á las letras, y es

(1) «Pero ¿cómo habia de ser estóico el cántabro, sobre todo en tiempo de Metelo el Antiguo? Ahora toda la tierra, y hasta Roma, es tambien griega.»>

pecialmente á la filosofia estóica. Lo cual no es mucho, pues en tiempo de Juvenal todo el mundo hablaba en latin ó en griego. Llamó Juvenal antiguo á este Metelo para distinguirle de Quinto Metelo, por renombre Pio, el cual triunfó de España, juntamente con Neyo Pompeyo el Grande, año de la fundacion de Roma DCLXXXIII. Y este Metelo Pio es aquel que llevó á Roma varios poetas cordobeses, de quienes dijo Ciceron (Orat. pro Archia.) que le sonaban bronca y extrañamente (1).

36 Bien sé que algunos han querido negar haber sugetado los romanos toda la Cantabria. Pero eso es no querer dar crédito á los autores coetáneos de suma autoridad, que repetidas veces lo afirmaron, y á los historiadores inmediatos que refirieron lo mismo, sin haber uno siquiera de los escritores antiguos que lo haya contradicho, ni haberlo dudado alguno en quince siglos. Algunos de los que lo afir maron fueron españoles, que como hombres eruditos debian saber lo que pasó.

37 Lucio Floro, abreviador de Tito Livio, príncipe de los historiadores romanos y coetáneo de Augusto, en el libro XLVIII de su Epitome, dice que el cónsul Lucio Lúculo, á quien sucedió Marcelo, apaciguó todos los pueblos de la Celtiberia y sugetó á los vacceos, cántabros y otras naciones hasta entonces desconocidas en España, esto es, por los romanos. Este primer vencimiento sucedió año DCIII de la

(1) Ciceron dice así hablando de Metelo: qui præsertim, usque eo de suis rebus scribi cuperet, ut etiam Cordubæ natis poetis, pingue quidam sonantibus atque peregrinum, tamen aures suas dederat: «el cual deseó tanto que se escribiesen sus hazañas, que hasta llegó á dar oidos á poetas naturales de Córdoba que pronunciaban con cierto acento pesado y extranjero.» En la coleccion de Autores latinos de los Escolapios hay una nota á estas palabras, que no deja de ser curiosa. Despues de explicar la significacion de pingue, concluye: «por lo demas, sabido es el aprecio que se merecieron los poetas españoles, áun en aquellos tiempos.»

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