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colunas de Hércules, se llamaba Iberia, y la situada hácia el mar exterior, que llamaban Grande, y nosotros Océano, todavía no tenía nombre comun, porque no mucho tiempo ántes se habia descubierto, y toda estaba habitada de naciones bárbaras, y esas muy numerosas.

18 Estrabón, escritor tambien de suma erudicion y autoridad, aseguró (lib. 2) que antes de Eratosthenes (1), el cual nació en la Olimpiada CXXVI y vivió debajo del imperio de Tolomeo Evergetes, rey de Egipto, no tenian los griegos noticia alguna de las cosas de España.

19 Éforo (2), que fué discípulo de Isócrates, escribió con tanta ignorancia de los españoles (á quienes llamó Iberos), que juzgó que eran una ciudad; y por eso Josefo observó con juicio (lib. 1 contra Appionem) que la noticia de los habitadores del Occidente llegó muy tarde á los griegos.

20 Arístides (3), el retórico, dijo que muchos autores

(1) Eratosthenes nació en Cyrene en el año 275 ántes de J. C., y fué geómetra, astrónomo, geógrafo, filósofo, gramático y poeta, y bibliotecario de Alejandría en el reinado de Tolomeo Evergetes. Habiéndose quedado ciego, se dejó morir de hambre á los 81 años de edad (194). Midió el primero un grado del meridiano, evaluó la grandeza de la tierra, inventó la esfera armilar, construyó el primer observatorio astronómico, y trazó un mapa general, que fué durante siglos la única base de la geografía. Sólo quedan de él algunos frag

mentos.

(2) Éforo, orador é historiador griego (363-300 ántes de J. C.), natural de Cumas, en la Eólide, discípulo de Isócrates y rival de Theopompo, escribió una historia del Peloponeso que comprendia desde su conquista por los Heraclidas (1104 ántes de J. C.) hasta el año 20.° del reinado de Filipo. Sólo se conservan algunos frag

mentos.

(3) Arístides (Elio), orador griego, nacido en Bythinia hácia el año 129 de J. C., se estableció en Esmirna, en donde enseñó la retórica con general aplauso. Habiéndose arruinado esta ciudad por un terremoto, consiguió de Marco Aurelio, por su elocuencia, que la

(tambien griegos) creyeron que no habia Océano, y que lo que se referia de él era una pura ficcion.

21 Otros maestros, pues, de la verdad más seguros que los antiguos griegos debemos buscar, confesando primero que ignoramos cuál haya sido la primitiva lengua de España, porque la tradicion que vulgarmente se alega es de pocos siglos, y por eso no merece crédito; y nuestros antiguos historiadores Orosio (1), San Isidoro (2) y San Juan de Valclara (3) nada escriben de lo primitivo de España.

22 Pero para lisonjear á los nuestros, supongamos que Túbal y su familia hayan sido los primeros pobladores de España. Su lengua sería una de las que Dios infundió en la Torre de Babel para que las gentes se esparciesen por toda la tierra. Pregunto ahora: ¿qué lengua era aquélla? ¿qué vocablos tenía? ¿qué variaciones? ¿cuál era su pronunciacion? ¿hay alguno que tenga idea de cualquiera de estas cosas? No por cierto. Y cuando la tuviera, quisiera yo saber: ¿qué gentes advenedizas hubo en España en los siglos

mandase reedificar. Quedan de él cincuenta y cuatro discursos y algunos otros escritos.

(1) Pablo Orosio nació en Tarragona á fines del siglo Iv de Jesucristo. Fué discípulo de San Agustin, celoso adversario de los Pelasgianos, y autor de siete libros de historia adversus paganos, que abraza desde Adan hasta el año 316, y en la cual se encuentran muchas tradiciones populares, dignas hasta cierto punto de estudio. Alfredo el Grande, rey de Inglaterra, tradujo su historia al anglo-sajon, habiéndose publicado con version inglesa en Lóndres en 1773.

(2) San Isidoro, arzobispo de Sevilla, muerto en 636, tan memorable por su piedad como por su erudicion. Sus obras son los veinte libros de Orígenes ó Etimologías, Comentarios sobre el Antiguo Testamento, un Tratado de escritores eclesiásticos, y una Crónica desde Adan hasta 626.

(3) Juan Beclarensis ó Gerundensis, así llamado por haber sido fundador del monasterio de Valclara, no léjos de Montblanch, y despues obispo de Gerona; estudió en Constantinopla, como dice San Isidoro, y sufrió grandes persecuciones de Leovigildo.

inmediatos? ¿qué naciones vecinas con las cuales necesariamente se habia de tratar, comunicándose mútuamente el lenguaje con los mismos pensamientos y cosas?

23 Pero dejando aquellos tiempos obscuros, ¿quién puede negar que los de la Isla Zacintho (hoy Zante) que tomaron asiento (Livius, lib. XXI, cap. I. S. Hieron. in Proœm., lib. 11, in Epist. ad Galat.) en Sagunto (hoy Murviedro) y se fortificaron allí, introducirian tambien su lenguaje? Lo mismo digo de Denia, en cuyo promontorio erigieron los griegos el célebre templo de Diana, ahora hayan sido sus pobladores los Focenses, segun Estéban de Bizancio (1) (de Urb. et Pop.), ahora los de Marsella segun Estrabon (libro III), descendientes de los Focenses, segun Tito Livio (libro XLIV, cap. III). Omito muchas más colonias, como Empurias (Silius, lib. 11, v. 369), Rhodope (Strabo, lib. II) y otras (Strabo, ibidem), porque no trato ahora de formar lista de ellas, sino de suponer que las hubo, para inferir que hubo en España diferentes lenguas advenedizas. Pero yo quisiera que me digan los más eruditos qué lenguas eran aquellas que iban introduciendo las naciones extranjeras en las tierras que ocupaban. Yo sé que nadie puede dar razon de unas lenguas abolidas enteramente. Fuera de esto, si la sequedad general que hubo en España, segun afirman nuestros historiadores, consumió ó echó de sí á casi todos los españoles, ¿cómo podia perseverar en España la antigua lengua? Y cuando esta tradicion (por ser moderna (Alcocer, Historia de Toledo, lib. 1, cap. IX), como parece) no sea digna de toda fe, á lo ménos es cierto que el oro, plata, la

(1) Estéban de Bizancio, gramático de Constantinopla, que vivia á fines del siglo v. Habia compuesto un Diccionario geográfico é histórico bajo el título de Ethnica, del cual sólo se conserva un extracto, hecho por Hermolao, de la época de Justiniano, y algunos frag

mentos.

nas, lino, barrilla, esparto, miel, cera y las demas riquezas naturales de que abunda España, y su temple sumamente saludable en todos los siglos, atrajeron la insaciable codicia de las demas naciones. A lo cual se añade la comodidad de sus puertos y abrigos marítimos en entrambos mares. Y así vinieron á España (Varro apud Plin. Nat. Hist., libro III, capítulo 1) los iberos, fenices, celtas, rhodios, cartagineses y otros muchos, que encubre el olvido de tiempos tan apartados del nuestro.

24 Cada una de estas naciones introdujo su lengua en los lugares que dominaron, siendo costumbre de los vencedores querer ser entendidos fácilmente, y de los vencidos aprender la lengua de los que mandan, ó porque obliga á ello la necesidad, ó porque así lo pide la conveniencia y debido obsequio.

25 Como las dominaciones eran várias, tambien lo eran las lenguas.

26 En tiempo de Ennio (1), el cual nació en el año quinientos y catorce de la fundacion de Roma, y á los sesenta y siete de su edad escribia los Anales; segun Aulo Gelio (2), (Noct. Attic., lib. XVII, cap. XXI) se tenía en el Lacio por

(1) Quinto Ennio, natural de Rudes en la Calabria, murió hácia el año 169 ántes de Jesucristo. Fué llevado á Roma por Caton el Antiguo, contrajo amistad con Escipion, enseñó literatura griega y latina, y compuso tragedias, comedias, sátiras, y el poema célebre titulado Anales de la República, á que alude Mayáns. Ciceron lo cita muy a menudo, y era muy estimado entre los romanos. Sólo existen fragmentos de sus obras.

á

(2) Aullus Gellius ó Agellius, gramático latino, que floreció en Roma hacia el año 130 de Jesucristo. Escribió una obra titulada

Noches Áticas, por haberla compuesto en Aténas durante las veladas de invierno. Es una especie de recopilacion, en la que se encuentran noticias muy curiosas sobre la antigüedad, fragmentos de escritos hoy perdidos, y discusiones gramaticales y críticas. Falta el libro VIII casi integro..

muy extraño el lenguaje español. Y así aquel poeta introdujo á uno, diciendo (apud Caris., lib. 11):

Hispane, non romane, memoretis loqui me (1).

27 Ciceron escribió (lib. II de Divinat.) que si los penos ó españoles hablasen sin intérprete en el Senado romano (en el cual habia hombres muy eruditos), no serian entendidos.

28 La lengua que se hablaba en España (como ya hemos dicho) no era una sola, porque refiriendo Silio Italico (Punicor., lib. III, v. 345) los que iban á la guerra Púnica, dice que los gallegos cantaban en la lengua de su patria :

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Barbara nunc, patriis ululontem carmina linguis;
Nunc, pedis alterno percussa verbere terra,

Ad numerum resonas gaudentem plaudere cætra (2).

29 Estrabon, como ya dijimos y conviene repetir, hablando de su tiempo, dice (lib. III) que los turdetanos tenian su manera de escribir y hablar, y que los demas españoles tambien tenian su arte de escribir; pero no una misma, pues no usaban todos de un mismo lenguaje.

30 Pomponio Mela (3), español que vivió en tiempo del emperador Claudio, dice, hablando de los cántabros (lib. III,

(1) «Recordad que hablo en español, no en latin.»>

(2) « La rica Galicia envió sus mancebos, que ya entonan bárba>>ras canciones en su lengua patria, ya hiriendo acompasadamente la » tierra con sus piés, se deleitan haciendo sonar en cadencia sus es>> cudos.»

(3) Pomponio Mela, insigne geógrafo español, que vivió en tiempo de Tiberio y de Claudio, y escribió un tratado de geografía en tres libros, que se conserva, y que es una de las fuentes más preciosas de la geografía antigua.

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