MARCIO. Antes se lo rogamos cuan encarecidamente podemos; y si os parecerá, podréis hacer la primera parte de la obra de lo que platicamos esta mañana, y la segunda de la desta tarde. VALDÉS. ¿Esto me teniais guardado por fruta de postre? Idos con Dios. MARCIO. No nos irémos, ni vos os iréis de aquí si primero no nos prometeis esto que os rogamos. TORRES. No os hagais de rogar por vuestra vida, pues sabemos que no son otras vuestras misas sino ocuparos en cosas semejantes; y sabemos tambien que, si de buena tinta os quereis poner en ello, lo haréis de manera que os hagais honra á vos y á nosotros, y al lugar donde habemos estado. VALDÉS. Esta cosa, como veis, es de mucha consideracion; dejadme pensar bien en ella, y si me pareciere cosa hacedera, y viere que puedo salir con ella razonablemente, yo os prometo de hacerla. MARCIO. Con esto nos contentamos, y yo, en nombre de los tres, acepto la promesa y os convido desde agora para de hoy en ocho dias, porque el señor Coriolano pueda decir lo que despues de bien pensado hallará acerca de la conformidad de la lengua toscana con la latina. Una cosa me queda que demandar : prometedme todos de otorgármela, ó á quien tocáre. VALDÉS. Yo, por mi parte, lo prometo, pues ya no puede ser el cuervo más negro que las alas. TORRES. Tambien yo lo prometo por la mia. CORIOLANO. Pues de mí ya sabeis que tanto teneis como quereis. MARCIO. Mi demanda es ésta: que el señor Torres nos prometa aquí de hacer en los refranes españoles lo que dice ha estado muchas veces por hacer. TORRES. Por no estar á contender, soy contento de pro meterlo; pero para cuando tuviere el aparejo y lugar que conviene. VALDÉS. Que sea nunca; pero sea cuando fuere, ¿qué se me da á mí? Más me importa esto. ¿Oyes? Dame el caballo. Camine quien más pudiere, que yo ni estorbaré al que me fuere adelante, ni esperaré al que se quede atras (1). (1) Aquí termina el DIÁLOGO DE LAS LENGUAS, escrito indudablemente sin grandes pretensiones, puesto que basta su simple lectura para comprender que el autor, aficionado á las letras, diligente y cuidadoso, instruido y de sano juicio, se propuso tan sólo apuntar las observaciones que habia recogido en sus estudios, dándoles la forma de diálogo, ya imitando á Ciceron, ya á Luciano de Samosata, al cual parece particularmente inclinado. Pertenece, y esto es decir mucho en loor suyo, á esa época brillante de nuestra historia, en que la actividad de los españoles, excitada durante siglos por sus luchas contra los moros, y estimulados por la conciencia de su propio valor, buscaba nuevos campos en donde ejercitarse, llevando á todos la grandeza que los llenaba. En la política, en las letras y en las armas descollaban á porfía hombres distinguidos, siempre á la altura de su nacion, entónces quizá la primera de Europa, y trabajando de consuno, cada cual en su esfera, en la dulce tarea de añadir nuevos laureles á la corona de sus glorias patrias. Tiempo venturoso éste, sin duda, en que veian detras de sí una historia llena de altísimos hechos, á su derredor la estimacion y la envidia de todos los pueblos, y delante un porvenir seductor, sin abrojos que retardasen su carrera ni tristes presentimientos que amargáran su dicha. No es extraño, por tanto, que nos detengamos gozosos en estos monumentos de nuestra edad de oro pasada, para reposarnos de las inquietudes y zozobras, que no sabemos si en bien, si en mal nuestro, nos cercan por todas partes en nuestros dias. IÑIGO LOPEZ DE MENDOÇA, Á RUEGO DEL REY DON JOHAN, ORDENÓ ESTOS REFRANES QUE DICEN LAS VIEJAS TRAS EL FUEGO, É VAN ORDENADOS POR LA ORDEN DEL A, B, C. A. A buey viejo non cates abrigo. A chica cama, échate en medio. A caballo comedor, cabestro corto. A escudero pobre, rapaz adevino. A moço malo, ponetle la mesa y enviatlo al mandado. A consejo ruin, campana de madero. A do te quieren mucho, non vayas á menudo. A moço alcuçero, amo roncero. A cabo de rato, Andújar. A buen bocado, buen grito. A buen compañero, buena compañía. Acertado le ha Pedro á la cugujada : que el rabo lieva tuerto. A dos palabras, tres pedradas. A do pensais que hay tocinos, non hay estacas. Ante cuez, que fiervas. Allá va Pedro á aparejar laços. Antes que casses, cata que façes, que non es mal que assy dessates. A ruyn moçuelo, ruin capisayuelo. Amor de niño, agua en çesto. A pan de quinçe dias, fambre de tres semanas. A ruyn, ruyn y medio. Anda el majadero de otero en otero, é viene á quebrar en el ome bueno. A quien dan, non escoge. A mal abat, mal monesçillo. Al asno muerto, ponetle la cebada al rabo. A Dios te dó, libreta, bebida, é por filar. A un traydor dos alevosos. Adoba el tu paño, é passarás el tu año. Asna con pollino non va derecha al molino. Assaz puede de poco, quien non amenaça á otro. A moço goloso, figo á dinero. Asno malo, cabe casa aguija. A mengua de pan, buenas son tortas. Andat, diablos, tras aquel finado, que nos mandó nada. A mala venta, pan pintado. A la lengua toma el galgo á la liebre. Arder por seco, é lacerar justo por peccador. Adelante es la casa del abat. A poco pan tomar primero. A essotra puerta, que essa non se abre. Al ome por la palabra, é al buey por el cuerno. A este precio, vendimiado es lo mollar. Asy se mete, como piojo en costura. Al ome pobre, taza de plata é olla de cobre. Abat, é ballestero. ¿A do irá el buey que non are? Aunque el deçidor sea loco, el escuchador sea cuerdo. Aunque mi suegro sea bueno, non quiero perro con çen çerro. A buen entendedor, pocas palabras. A quien Dios quiere bien, la casa le sabe. Áun non está en la calabaza é tórnase vinagre. Allá van leyes do quieren reyes. A rio vuelto ganancia de pescadores. A buey viejo çençerro nuevo. |