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ménos mentirosos questos, Guarino Mezquino, La linda Comesina, Reynaldo de Montalvan con la Trapisonda, Oliveros, que es intitulado de Castilla, los cuales demas de ser mentirosísimos, son tan mal compuestos, así por decir las mentiras tan desvergonzadas, como por tener el estilo desbarazado, que no hay buen estómago que lo pueda leer (1). MARCIO. ¿Habéislos vos leido?

VALDÉS. Sí, que los he leido.
MARCIO. Todos?

VALDÉS. Todos.

MARCIO. ¿Cómo es posible?

VALDÉS. Diez años, los mejores de mi vida, que gasté en palacios y córtes, no me empleé en ejercicio más virtuoso que en leer estas mentiras, en las cuales tomaba tanto sabor que me comia las manos tras ellas; y mirad qué cosa es tener el gusto estragado, que si tomaba un libro en la mano de los romanzados en latin, que son de historia verdaderos, ó á lo menos que son tenidos por tales, no podia acabar conmigo de leerlos.

MARCIO. Ésa es cosa tan natural, que no nos maravillamos della.

TORRES. Mucho me maravillo de lo que decís de Amadis, porque siempre le he oido poner en las nubes, y por tanto, querría me mostrásedes en algunos vocablos de los que no os satisfacen, y algunos lugares adonde no os contenta el estilo, y algunas partes adonde os parece que peca en las

cosas.

VALDÉS. Larga me la levantais.

segundo sobrino de Amadís. Lepolemo ó el Caballero de la Cruz, por Pedro de Lujan, pertenece tambien á la misma familia.

(1) (V. el erudito prólogo sobre los libros de Caballería, escrito por D. Pascual de Gayángos, al t. XL de la Biblioteca de Autores Españoles.)

TORRES. No es tan larga que no sea más largo el dia de aquí á que sea hora de irnos á Nápoles.

VALDÉS. Pues así lo quereis, sin salir de los dos primeros capítulos os mostraré todo lo que pedís. Cuanto á los vocablos, no me place, como dice, estando en aquel solaz por estando en aquel placer ó regocijo. Tampoco me contenta, como dije, cuando vió ser sazon por cuando vió ser tiempo. Mejor lo usa en otra parte, diciendo á aquella sazon, y ménos me satisface donde dice: En vos dejo toda mi hacienda por todo lo que me toca. No me suena bien viniera por habia venido, ni pasára por habia pasado. ¿Tengo razon?

TORRES. No mucha.

VALDÉS. ¿Por qué?

MARCIO. Porque si esos vocablos se usaban en Castilla en el tiempo que él escribió, ó si ya que no se usasen entónces se usaron en algun tiempo, el autor del libro tuvo más razon de usarlos para acomodar su escritura á lo que en su tiempo se hablaba, ó por querer mostrar el antigüedad de lo que escribia, que vos teneis de reprendérselos.

VALDÉS. Y si quiero decir que no son imitables para este tiempo, ¿terné razon?

TORRES. Sí que la terneis; pero con tanto que no le reprendais que los haya usado en su historia.

VALDÉS. Sea así; y digo que él hizo bien en usarlos, y creo que en aquel tiempo parecian bien; y digo que vosotros haríades mejor en no usar de ninguna manera ni destos, ni de otros, que hay semejantes á ellos. En el estilo mesmo no me contenta, donde de industria pone el verbo al fin de la cláusula, lo cual hace muchas veces, como aquí: Tiene una puerta que á la güerta salle por que salle á la huerta. Tampoco me place dejar las cláusulas eclipsadas, como hace en los tres verbos primeros, adonde dice el cual siendo en la ley de la verdad de mucha devocion y muchas maneacompañado este rey, adonde, ó habia de haber un era

ras

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que correspondiese al siendo, ó en lugar del siendo habia de estar era. Desconténtame tambien mucho cuando pone e, que quiere signifique más de su natural, que es ser conyuncion copulativa, como cuando dice este rey hobo dos hijas en una noble reina su mujer, é la mayor fué casada con N. por de las cuales la mayor, bien se entiende con la e, no porque sinifique aquello, sino porque el uso de los que escriben descuidadamente ha hecho que sinifique así; pero ya vos veis cuán mejor y cuán más galanamente estuviera diciendo de las cuales. Paréceme tambien mal aquella manera de decir si me vos prometeis por si vos me prometeis, y aquello de lo no descubrir por no descubrirlo. ¿Qué os parece desto?

TORRES. Que lo habeis considerado bien, con tanto que haya siempre lugar la disculpa de la antigüedad, la cual vos no le podeis negar de ninguna manera.

VALDÉS. Antes huelgo de admitírsela en todo lo que se le pudiere admitir, y ojalá pudiera tener lugar en todo; pero en esto que diré no lleva medio.

TORRES. Decid.

VALDÉS. Cuanto á las cosas, siendo esto así que los que escriben mentiras las deben escribir de suerte que se alleguen cuanto fuere posible á la verdad, de tal manera que puedan vender sus mentiras por verdades, nuestro autor de Amadís, una vez por descuido, y otras no sé por qué, dice cosas tan á la clara mentirosas, que en ninguna manera las podeis tener por verdaderas. Iñorancia es muy grande decir al principio del libro que aquella historia que quiere escribir aconteció no muchos años despues de la pasion de nuestro Redemptor, siendo así que algunas provincias que él en su libro hace cristianas, se convirtieron á la fe muchos años despues de la pasion. Descuido creo que sea el no guardar el decoro en los amores de Perion con Elisena, porque no acordándose que á ella hace hija del rey, estando en

casa de su padre, le da tanta libertad, que la hace tan deshonesta, que con la primera plática la primera noche se la trae á la cama. Descuidóse tambien en que no acordándose que aquella cosa que cuenta era muy secreta y pasaba en casa del padre de la dama, hace que el rey Perion arroje en tierra la espada y el escudo luégo que conoce á su señora, no mirando que al ruido, que harian, de razon habia de espertar á los que dormian cerca, y venir á ver qué cosa era. Tambien el descuido de decir que el Rey miraba la hermosura del cuerpo de Elisena con la lumbre de tres antorchas que estaban ardiendo en la cámara, no acordándose que habia dicho que no habia otra lumbre en la cámara sino la que de la luna entraba por entre la puerta, y no mirando que no hay mujer, por deshonesta que sea, que la primera vez que se vea con un hombre, por mucho que lo quiera, se deje mirar de aquella manera. De la mesma manera se descuida haciendo que el Rey no eche ménos el espada hasta la partida, habiéndosela hurtado diez dias antes porque no se acordó, y que lo hace caballero andante, al cual es tan aneja la espada como al escribano la pluma. Pues siendo esto así, ¿no os parece que sin levantarle falso testimonio se puede decir que peca en las cosas?

TORRES. En esto tanto vos teneis razon en no admitir disculpa del tiempo.

MARCIO. Ahora disculpémoslo con la disculpa ordinaria Quandoque bonus dormitat Homerus.

TORRES. La disculpa es magra; pero valga lo que valiere, que yo tanto por lo que os he oido decir, vengo á creer lo que jamas me habia podido persuadir, que para saber ordenar un libro destos fingidos, es menester más que ser letrado en romance.

VALDÉS. Pues si discurriésemos por el libro adelante, os mostraria maravillas; pero por la víspera podeis sacar el disanto, y por la muestra podeis juzgar de la color del pa

ño. Esto he dicho contra mi voluntad por satisfaceros á lo mucho que dijistes, que os maravillábades de lo que me oíades decir del libro de Amadís; y no porque me huelgue de decir mal ni de reprender lo que otros hacen ; y vosotros, señores, pensad que aunque he dicho esto de Amadis, tambien digo tiene muchas y muy buenas cosas, y que es dino de ser leido de los que quieren aprender la lengua; pero entended que no todo lo que en él halláredes lo habeis de tener por bueno.

MARCIO. Así lo entendemos. Y de los que han escrito las historias de los reyes de España, ¿teneis algunos que tengan buen estilo?

VALDÉS. Para deciros verdad, ninguno de los que he visto me satisface tanto que osase alabároslo enteramente. Mosen Diego de Valera, el que escribió la Valeriana, es gran hablista, y aunque al parecer lleva buena manera de decir, para mi gusto no me satisface, y téngolo por gran parabolano. Del mesmo autor creo que sea parte de la Crónica del rey D. Juan el Segundo deste nombre, en la cual, como hay diversos estilos, no puede hombre juzgar bien de toda la obra; pero, á mi ver, se puede poner para lo que pertenece á la lengua, despues de Amadis de Gaula, Palmerin y Primaleon (1).

TORRES. Maravillome de vos que trateis tan mal á Mosen

(1) Diego de Valera, noble caballero, nacido en Cuenca en 1412 y muerto en 1483, es el autor de una Crónica de España, impresa en 1482, notable por su excelente estilo y por los documentos originales que contiene en su última parte, por parabolano ó mentiroso, como dice el autor, que sea en las tres primeras de dicha obra. Se cree que trabajó tambien en la Crónica de D. Juan II y en otra de los Reyes Católicos. (V. á Mendez, Tip., p. 137; Capmany, Elocuencia española, tomo I, página 180; Ticknor, t. 1, p. 167, n., de la edicion de 1863, y por último, un artículo sobre su vida y obras por Gayángos, inserto en el tomo III, 1855, páginas 294-312 de la Revista Española de Ambos Mundos.)

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