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tanto, que pienso que los llaman romances, porque son muy castos en su romance (1). De las canciones me satisfacen pocas, porque en muchas veo no sé qué decir bajo y plebeyo, y no nada conforme á lo que pertenece á la cancion. Algunos motes hay buenos y bien glosados (2). En las invenciones hay que tomar y dejar, y entre las preguntas hay muchas ingeniosas (3). Los villancicos en su general no son de desechar; pero advertid que si no halláreis guardadas las reglas que aquí os he dicho, ni áun en lo que os alabo no os maravilleis; porque habeis de pensar que parte de la culpa tiene el tiempo, no mirando las cosas tanto por subtil como conviene, y parte tienen los impresores, que en todo extremo son descuidados, no solamente en la ortografía, pero muchas veces en depravar lo que no entienden. MARCIO. Cuanto á eso, ya sabeis que tambien nos acontece en la lengua latina.

(1) Hoy se cree lo contrario. La poesía, sea cual fuere, ha de distinguirse siempre de la prosa, tanto en el fondo como en la forma; en el fondo, por el fuego que la anima, por sus imágenes y brío, por sus pensamientos y sentimientos, y en la forma, por su armonía y lenguaje, diverso del que se usa en prosa.

Sin embargo, la mayor parte de las coplas, que conocia el autor, son prosa rimada, que no es poesía, y acaso lo que desea dar á entender es que así como no ha de sufrirse en prosa superabundancia de palabras inútiles, así tampoco es lícito llenar el verso de ripios.

(2) Los motes eran sentencias breves ó proverbios, generalmente algo oscuros, escritos en verso, y la glosa la explicacion ó ampliacion de su sentido.

(3) Las invenciones eran llamadas las explicaciones en verso de las divisas de los caballeros, como esta de la noria que llevaba en su escudo el Conde de Haro:

Los llenos, de males mios;
D'esperanza los vacíos.

Las preguntas y respuestas eran, como lo dicen las palabras, juegos poéticos de ingenio, en que se proponia alguna dificultad, y se resolvia en verso con arreglo á la pregunta.

VALDÉS. Lo dicho basta cuanto al metro. Cuanto á la prosa, digo que de los que han romanzado he leido poco; porque como entiendo el latin y el italiano, no curo de ir al romance. Deso poco que he leido me parece haber visto dos librillos que me contentan, así en el estilo, el cual tengo por puro castellano, como en el exprimir muy gentilmente y por muy propios vocablos castellanos lo que hallaban escrito en latin. El uno destos es Boecio De consolacion (1); y porque hay dos traducciones, parad mientes que la que yo os alabo es una que tiene el metro en metro y la prosa en prosa, y está dirigido al Conde de Ureña (1). MARCIO. ¿Cómo se llama el autor?

VALDÉS. No me acuerdo por mi fe; pero séos decir que á mi ver era hombre de vivo ingenio y claro juicio.

TORRES. Decidme por vuestra fe, aunque sea cosa fuera de propósito, porque há muchos dias que lo deseo saber, ¿qué diferencia haceis entre ingenio y juicio?

VALDÉS. El ingenio halla que decir y el juicio escoge lo mejor de lo que el ingenio halla, y pónelo en el lugar que ha de estar, de la manera que de las dos partes del orador, que son invencion y disposicion, que quiere decir ordenacion, la primera se puede atribuir al ingenio y la segunda al juicio.

(1) Este libro es una traduccion hecha por Fr. Alberto de Agu ayo de la órden de Predicadores, natural de Córdoba, impreso en Sevilla, en 1521, por Jacobo Cromberger. Va el metro en coplas y la prosa por medida, esto es, en versos de arte mayor. La otra traduccion de que hace memoria el autor es la de Fr. Antonio de Ginebreda, barcelonés y tambien dominicano, toda en prosa, impresa en 1493. (Véase á Pellicer, Ensayo de una biblioteca de traductores españoles, páginas 3-7.) El autor, á la verdad, no debia conocer bien la primera de las obras mencionadas, porque le hubiera chocado esa extravagancia de escribir la prosa en versos de ocho sílabas, y la poca exactitud del traductor en la version de los versos originales.

TORRES. ¿Creeis que pueda haber alguno que tenga buen ingenio y sea falto de juicio, ó tenga buen juicio y sea falto de ingenio?

VALDÉS. Infinitos hay desos; y áun de los que vos conoceis y platicais cada dia os podria señalar algunos.

TORRES. ¿Cuál teneis por mayor falta en un hombre, la del ingenio ó la del juicio?

VALDÉS. Si yo hubiese de escoger, más querría con mediano ingenio, buen juicio, que con razonable juicio, buen ingenio.

TORRES. ¿Por qué?

VALDÉS. Porque hombres de grandes ingenios son los que se pierden en herejías y falsas opiniones, por la falta de juicio (1). No hay tal joya en el hombre que el buen juicio.

MARCIO. Dejaos deso; tornaos á vuestros libros y decid cuál es el otro romanzado de latin que os contenta.

VALDÉS. El Enquiridion de Erasmo, que romanzó el Arcediano de Alcor, que, á mi parecer, puede competir con el latino cuanto al estilo (2).

MARCIO. Si el estilo castellano no es mejor para el castellano, que el latino para el latino, poco hizo el que romanzó. VALDÉS. No es posible que vosotros concedais que uno que no sea italiano tenga buen estilo en latin.

(1) El autor sostiene aquí una opinion tan juiciosa como verdadera, y que por cierto no se concilia muy bien con la otra, muy extendida, de que sea en efecto Juan Valdés, y de que se hizo luterano, á ménos que no sea él el autor de esta obra, ó que se suponga que la escribió ántes de apostatar de su religion, ó que, áun en el caso de haber profesado las doctrinas de la reforma, no la considerase herejía. Sobre esta cuestion puede consultar el curioso la obra de Ticknor, n. de la pág. 20 del t. II, y el parr. 3.o de la pág. 459 del tomo III.

(2) Esta version parece ser la de 1529, de autor anónimo.

MARCIO. ¿No habeis leido otro libro romanzado que os contenta?

VALDÉS. Si lo he leido, no me acuerdo.

MARCIO. Pues he oido decir que el del Pelegrino y el del Cortesano, están muy bien romanzados (1).

VALDÉS. No los he leido, y creedme que tengo por mayor dificultad dar buen lustre á una obra traducida de otra cualquier lengua en la castellana, que en otra lengua ninguna.

MARCIO. ¿Por qué?

VALDÉS. Porque siendo así que la mayor parte de la gracia y gentileza de la lengua castellana consiste en hablar por metáforas, atándose el que traduce á no poner más de lo que halla escrito en la lengua de que traduce, tiene grandísima dificultad en dar al castellano la gracia y lustre que escribiendo de su cabeza le daria; porque si uno traduce aquello de Terencio ¿Idne estis auctores mihi? no quiriendo apartarse de la letra, habia de decir: ¿Desto me sois autores? y así se entenderá lo que el poeta quiso decir. Pero si escribiendo de su cabeza querrá decir aquella mesma sentencia, dirá: ¿Esto me aconsejais á mí? y es lo mesmo que sintió el poeta, aunque se dice por otras palabras. Y de la mesma manera, si otro querrá poner en romance aquello mesmo de Terencio : ¡Oh factum bene! Beasti me, dice ¡Oh cómo está hecho bien! Hasme hecho bienaventurado, no hablará el propio castellano, ni exprimiria tan bien lo que poeta quiso decir, como si no curando de mirar á las palabras, sino al sentido, dice esto: Lo mejor del mundo, hasme dado la vida.

el

MARCIO. Digo que me parece ésa una cosa muy bien considerada y muy verdadera.

(1) El Cortesano de Castiglione, traducido por Boscan en 1528, impreso en 1534; y El Pelegrino, de Fr. Vicente Mazuelo.

VALDÉS. Pláceme que os contente.

TORRES. Pues yo me maravillo mucho de vos que digais que de los libros romanzados os contentan solamente esos dos, habiendo tanta muchedumbre dellos muy buenos, como son, devotos, Las Epistolas y Evangelios del año, Los Cartujanos, Las Epistolas de Santa Catalina de Sena, San Juan Climaco, Las vidas de los padres, que compuso San Hierónimo; y otros muy muchos y muy buenos; y profanos, como Tito Livio, César, Valerio Máximo, Quinto Curcio y otros desta calidad (1).

VALDÉS. Por ventura yo no alabo ninguno desos, porque no los he leido; por eso no os debeis maravillar; y haréis mejor en dejarme decir de los que han escrito de sus cabezas. Comunmente se tiene por mejor estilo el del que escribió los cuatro libros de Amadis de Gaula, y pienso que tienen razon. Bien que en muchas partes va demasiado afectado y en otras muy descuidado; unas veces alza el estilo al cielo y otras lo abaja al suelo; pero al fin así á los cuatro libros de Amadís, como á los de Palmerin y Primaleon (2), que por cierto respeto han ganado crédito conmigo, terné y juzgaré siempre por mejores que esotros, Esplandian, Florisandro, Lisuarte, Caballero de la Cruz (3) y los otros, no

(1) D. Diego Lopez de Toledo tradujo á fines del siglo xv los Comentarios de César, imprimiéndose esta traduccion en Toledo en 1498. Mosen Diego de Urries tradujo á Valerio Máximo hácia la misma época, imprimiéndose su obra en Zaragoza, en 1494.

(2) Novelas caballerescas, imitaciones del Amadís, escritas por la hija de un carpintero de Búrgos á principios del siglo XVI (1511-1514). (3) Libro de caballería, continuacion del Amadís, por Montalvo, pero muy inferior á aquél en mérito. Esta obra fué una de las condenadas al fuego por el Cura, en el Quijote, porque, como dice Cervántes, no vale al hijo de Amadís la bondad de su padre.

D. Lisuarte de Grecia y Florisando fueron tambien continuaciones del Amadís, puesto que el primero es el hijo de Esplandian y el

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