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que nos comunica su Autor, solicitando fijar los límites de la Etimologia y del Uso, y serenar las interminables contiendas de estos dos poderosos caudillos, que tienen tanto tiempo há dividida en bandos, y tiranizada la República de las Lenguas.

Sabe ponderar con modestia las riquezas de nuestro idioma, У carear sus primores con los del Griego, Latino y Toscano. Esmérase, ya en desentrañar la verdadera significacion de las voces más desconocidas y extrañas, ya en definir el mejor uso de las que admiten variedad, y ya en señalarnos las expresiones más políticas y cortesanas, mezclando á cada paso sus conjeturas, cuyo feliz acierto han acreditado el tiempo y la experiencia.

Diestro en valerse de la Filosofía vulgar en beneficio de la Gramática, todo lo resuelve, apoya y autoriza con numerosa copia de Refranes: y no sin gravísimo fundamento, pues éstos, en mi juicio, son los textos más eficaces y convincentes para el intento, así por su notoria antigüedad, como porque, perpetuándose con la tradicion del pueblo, que en materia de lenguas no suele ser tan inconstante como en las demas, conservan la primitiva pureza de los Idiomas: lo que especialmente se reconoce en el Castellano.

Pero al paso que desfruta la doctrina de estos sabios Ancianos, sabe agradecido servirles de intérprete en siglo extraño, declarando el sentido y fuerza de sus obscuros términos, recónditas frases y misteriosas alusiones: de suerte, que sin querer nos ha dejado una especie de Glosario de los Adagios ménos inteligibles.

A lo último propone várias excelentes reglas, y selectos ejemplos de la buena traduccion. Y nos comunica juntamente una curiosísima noticia de las obras, así en verso como en prosa Castellana, más bien escritas hasta su tiempo; luciendo á competeneia su delicado gusto y bien fundada crítica, especialmente en el exámen y juicio que hace de la Novela de Amadis de Gaula, punto que trata con la universal inteligencia que se puede esperar de quien confiesa haber gastado diez años en la leccion de Aventuras Caballerescas.

Por lo que toca á la forma del Diálogo, no echará ménos el Lector la variedad suspension, órden y decoro que requiere este

género de escritos; pues destituido de tales circunstancias, más parece un modelo interrogatorio que una gustosa conversacion. Finalmente, nuestro erudito Anónimo, ademas de las referidas prendas, se manifiesta versado en los Idiomas Toscano, Frances, Latino y Griego, y verdaderamente digno del célebre siglo en que floreció, que parece haber sido el del Señor Emperador Cárlos V.

Síguense varios opúsculos, muy conducentes todos al más perfecto conocimiento de nuestra Lengua, como son:

Los Refranes que ordenó Don Iñigo López de Mendoza, que juzgo son los primeros impresos, no sólo en Lengua Castellana, sino tambien en las demas vulgares de Europa: por cuya razon, como por ser Libro bastantemente raro, merecen volver á la luz pública.

El Origen y aplicacion de un Refran Castellano, su Autor Don Juan Lucas Cortés, breve rasgo de la consumada literatura de varon tan eminente, que si bien no dejó nada impreso, logró dejar eternamente estampado en la posteridad el crédito de su universal erudicion.

Y asimismo diversos Aranceles de Vocablos Godos y Arábigos, introducidos en nuestro romance, que notó la diligencia del Doctor Bernardo Aldrete, y del Racionero Francisco López Tamarid.

Llégase á éstos El Vocabulario de Germania, compuesto por Juan Hidalgo, obra cuyo título ocasionó la equivocacion de dos célebres Escritores de Bibliotecas. El primero es Don Nicolás Antonio, quien entendió que Germania era Lenguaje de Matones y gente fanfarrona, llamándola Thrasonicum quoddam sermonis genus. El segundo es Alonso Lasor de Varea, Autor Italiano, que tomando la presente Obra por Vocabulario de la Lengua Germánica ó Alemana, la puso en su Biblioteca Geográfica entre los escritos que tratar cosas de Alemania, no siendo en realidad más que un breve Diccionario de la Algarabía que hablan en España los Gitanos, llamada por otro nombre Jerigonza: la cual consta por la mayor parte de voces conocidas, si bien trasladadas, ya por metáfora ó ya por alusion, á diversos y extraordinarios sentidos. A este modo se halla en Francia una especie de mendigos de profesion con nombre de Gueux, que forman entre sí una como República,

bajo de un Rey ó Caudillo, á quien intitulan Gran Govaire, y usan asimismo, para no ser entendidos, un Lenguaje particular, que llaman El Argot: de cuyas voces se ha sacado ya Diccionario.

Concluyese esta Coleccion con el Extracto de algunas cosas notables del Libro del Arte de Trovar ó Gaya Sciencia, que compuso D. Enrique de Villena.

Este Arte de Poesía, cuyos Profesores se llamaron Trovadores, á causa de sus excelentes Trovas ó invenciones, tuvo su origen en Tolosa de Francia; y empezó á mediados del siglo XII á florecer y cobrar tanto crédito, que llegaron á contarse más de ciento y veinte Poetas famosos, y entre ellos Príncipes, Reyes y Emperadores. Extendióse luégo por toda Europa, dió principio á la Poesía Italiana, á cuyos primeros Autores sirvió el Garona de Hipocrene, como á los más antiguos de la nuestra, segun se refiere individualmente en el expresado Extracto, con otras muy singulares noticias, que dan á entender el sumo aprecio, honor y valimiento que lograron por aquel tiempo las buenas Letras en España.

La union de los referidos Tratados se le debe al estudioso desvelo de Don Gregorio Mayáns, en recoger cuanto puede conducir al mayor esplendor de nuestra Lengua: el que más claramente se manifiesta en el copioso erudito discurso sobre sus Origenes, y La Oracion en que se exhorta á seguir la verdadera Idea de la Elocuencia Española, que lucen á la frente de los mencionados Opúsculos, dando la exquisita novedad de sus observaciones nueva luz á la recóndita antigüedad de las que se siguen: y contribuyendo por ésta y otras singularidades, á hacer más recomendable la presente Coleccion, me mueven á juzgarla dignísima de la estampa Madrid y Marzo 20 de 1736.

DON JUAN IRIARTE.

LICENCIA DEL CONSEJO.

Don Miguel Fernandez Munilla, Secretario del Rey nuestro Señor, su Escribano de Cámara más antiguo, y de Gobierno del Consejo, Certifico: Que por los Señores de él se ha concedido licencia á Don Gregorio Mayáns y Siscár, Bibliotecario de su Majestad, para que por una vez pueda imprimir y vender un Libro que ha compuesto, cuyo título es: Origenes de la Lengua Española, con que la impresion se haga por el original que va rubricado y firmado al fin de mi firma, y que antes que se venda se traiga al Consejo dicho Libro impreso, junto con su original, y Certificacion del Corrector de estár conformes, para que se tase el precio á que se ha de vender, guardando en la impresion lo dispuesto y prevenido por las Leyes y Pragmáticas de estos Reinos. Y para que conste, lo firmé en Madrid, á veinte y cuatro de Marzo de mil setecientos y treinta y seis.

D. MIGUEL FERNANDEZ MUNILLA.

DIÁLOGO DE LAS LENGUAS").

MARCIO,
CORIOLANO,

VALDÉS,
TORRES.

MARCIO. Pues los mozos son idos á comer, y nos han dejado solos, ántes que venga alguno que nos estorbe, tornemos á hablar en lo que comencé á deciros esta mañana.

(1) Como es natural que los lectores de esta obra deseen saber quién sea su autor y en qué fecha se escribiera, datos ambos importantísimos, y que, cuando es posible, deben preceder indispensablemente á todo escrito, si, como dice Bálmes en su Criterio, nos sirven sobremanera para ilustrar nuestros juicios, transcribimos á continuacion cuanto hemos podido averiguar sobre ambos puntos, no mucho en verdad, ni nuevo, ni decisivo, pero en suma lo bastante para acercarnos á la verdad, y en todo caso, lo que hasta ahora ha podido averiguarse con alguna certeza por literatos é historiadores. D. Gregorio Mayans y Siscar dice (páginas 179, 180, tomo II de los Orígenes de la lengua española, de la edicion de Madrid de 1737) que la copia de este Diálogo, que le sirvió de original en su impresion, es la misma que tuvo el historiador Jerónimo de Zurita, de cuya copia hizo mencion el Dr. Juan Francisco Andres de Ustarroz en los Progresos de la historia del reino de Aragon, que añadió y publicó el doctor Diego José Dormer, arcediano de Sobrarbe, en el cap. IV, donde se trata de Los vestigios de la librería manuscrita de Je

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