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Moisés, de un cabo del mundo al otro, euntes et redeuntes, agitadas por la violencia del viento, y que en este movimiento prodigioso, que duró cinco meses, trastornaron las tierras, volcaron las montañas, y transportaron aquí y allí las ruinas de los terrenos destruidos? La narracion de Moisés nos explica, pues, muy bien un becho que la ciencia halla inexplicable.

¿Qué se hizo aquella enorme masa de agua que sumergia la tierra, porque nada se aniquila en el universo? Volvió á su situacion primera, en el firmamento. En la época de la creacion, el solo acto de la voluntad divina fue quien dividió las aguas, reduciendo una parte de ellas á vapor; aquí los agentes naturales son los que prestan su ministerio á Dios, para volver á secar los continentes. Levántase un viento por orden del Omnipotente: Adduxit spiritum super terram, dice el Escritor sagrado. El viento, segun los químicos, es el medio mas activo de evaporacion. Sopla con violencia por espacio de cinco meses, y las aguas se dividen de nuevo, y una parte se evapora en las regiones superiores de la atmósfera.

Se sostiene que, «la Geología, la historia, el estudio de la cons<< truccion del globo, y de la tradicion de los pueblos, destruyen «igualmente la hipótesis de un diluvio universal 1.» Pero, por mas esfuerzos que se hagan para apoyar semejantes aserciones, es cierto que no se citará una sola observacion geológica positivamente contraria á la universalidad del diluvio; que no se probará que la construccion del globo y las leyes del equilibrio no sean enteramente favorables á una igual difusion de las aguas en toda la tierra; y sin contestar aquí respecto de las tradiciones mas ó menos oscuras de los idólatras, la tradicion de Moisés tendrá siempre una autoridad, que de ningun modo tendrán el Zend, los Vedas, y los Pour anams. «Yo me he dedicado profundamente, de«cia en 1833 el primer matemático de este siglo, al estudio de las <<ciencias humanas, y particularmente de aquellas que se llaman <«ciencias exactas... y he visto que todos los ataques dirigidos con<< tra la revelacion han terminado suministrando nuevas pruebas << de ella. Conozco la historia de estos famosos zodíacos, erigidos,

1 Diario gen. de la Inst. públ., marzo de 1834.

« se nos decia, diez ó doce mil años antes de la época en que Moi« sés nos representa al mundo saliendo de las manos del Criador... <«<Sé lo que debe pensarse de otras aserciones del mismo género «que debian suministrar argumentos irresistibles contra los Li«bros santos, y al presente están completamente desacreditadas «<en el espíritu de los verdaderos sábios: por ejemplo... Que el «diluvio es una fábula... y me he convencido de que el interés mas « urgente de las ciencias, aun de aquellas que parecen mas extra«ñas á la Religion, es, unirse á la manera de ramos al árbol di«vino, que es el solo que puede darles vida y fecundidad .»

El defender nosotros aquí la opinion de la universalidad del diluvio, no es sino porque, á mas de ser mas antigua y general que la otra, es mucho mas conforme al espíritu y letra del texto sagrado; por fin, no pretendemos por eso sacarla de la clase de las opiniones libres. Creed en un diluvio parcial, si la total sumersion del globo hace vacilar vuestra fe. No estais precisamente obligados á creer en el diluvio universal, en cuanto al suelo inundado, sino en cuanto á sus habitantes, los cuales, á excepcion de una sola familia, perecieron todos en esta catástrofe.

Mr. Cuvier ha, pues, avanzado una proposicion formalmente contraria á los Libros santos, cuando ha dicho en sus Revoluciones del globo: «Que todos los caractéres de la mas degradada de <«< las razas humanas, la de los negros, nos muestran claramente «que ella ha escapado de la grande catástrofe en otro punto apar<«tado de las razas caucásica y asiática, de las cuales estaba sepa<<rada quizá mucho tiempo habia, cuando acaeció esta catástro«fe.» Pero las Escrituras nos muestran aun mas claramente, que la venganza divina se extendió en todas partes, que en ningun punto ninguna criatura humana pudo escaparle. Finalmente, esta asercion errónea del célebre naturalista debe recordarnos estas palabras de san Agustin: Non crederem Evangelio nisi me Ecclesiae Catholicae commoveret auctoritas. No se hallan sino en ella, ya el verdadero motivo de creer á la Escritura, ya el verdadero medio de penetrar su sentido.

No terminarémos este capítulo sin advertir el daño de apoyar

1 Mr. Cauchy, Algunas palabras á los hombres de buena fe.

demasiado á la Religion sobre la ciencia, como algunos lo hacen en la actualidad con mas celo que prudencia. La ciencia necesita á la Religion, porque puede extraviarse; pero la Religion subsiste seis mil años há, sin el débil auxilio de la ciencia, y permanece inmóvil en medio de la movilidad de nuestras teorías científicas. Hase exaltado mucho á Mr. Cuvier por haber dicho que, « el mun«do habia sido víctima de una grande revolucion, cuya data no «podia subir mas allá de cinco ó seis mil años. » Se ha celebrado con la exageracion de alabanzas, particular de nuestra época, esta concordancia harto vaga en la cronología entre la ciencia y la Biblia. Pero esto era apresurarse un poco. Las investigaciones de este sábio, respecto del transporte de las dunas, la formacion de los hornagueros, los peñascos de las costas, las arenas y cieno de los rios, no son en el fondo sino pruebas equívocas, que pueden ser destruidas por otras observaciones. Mr. Letronne, en su curso de este año, halla que «todos esos fenómenos prèsentan carac<< téres demasiado pequeños, para tan grandes conclusiones, y que << si puede sacarse esta consecuencia, que el estado actual de los << continentes es relativamente poco antiguo es absolutamente im<< posible buscar una data fija; pretender que este estado remonta «á 3000 años mas bien que á 6000 ú 8000 1.» Ya la Enciclopedia moderna habia atacado las conclusiones de Mr. Cuvier sobre los terreros, y ensayado demostrar que el origen de nuestros continentes remonta mucho mas arriba.

Pero ¡qué nos importan teorías de tan pequeño quilate! La Religion es extraña á estos debates científicos. Moisés nos fija, por las datas, límites mucho mas ciertos que los de la Geología. Usemos de la ciencia, sigamos sus adelantos, pero con discrecion, y sin darlé demasiado pronto nuestra confianza. La ciencia busca la verdad: Graeci sapientiam quaerunt; pero la Religion la posee, y nos la presenta rodeada de pruebas que el progreso de las luces no puede debilitar, ni fortificar. La Religion tiene su fundamento en el cielo, y no en el terreno móvil y poco consistente de las Academias.

1 Diario gen. de la Inst. públ., 30 de marzo de 1834.

CAPÍTULO V.

DIA TERCERO.- LOS CONTINENTES.

Retirada de las aguas.

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Aparicion de los continentes. - Formacion de las montañas.- Disputas de los geólogos sobre este punto.-Opinion del Anuario de las longitudes. Lo que debe pensarse de ella. Luces que nos da Moisés.-Su triunfo sobre la ciencia. — Refutacion de las teorías de un sábio académico. Inutilidad de la química para la formacion de las montañas.El órden y la calma presiden á la formacion del globo. — Disposiciones de los continentes. - Su figura actual no puede ser su figura primitiva. — Tendencia de la ciencia moderna al Materialismo.

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Empieza el dia tercero, y á pesar de la separacion de las aguas, la tierra aun está sumergida y enteramente invisible. El mar que la inunda no tiene, pues, todavía receptáculos en que pueda retirarse. Todo el universo se reduce á un solo globo, rodeado de agua y suspendido en el espacio. La tierra, ó á lo menos su superficie, no ha recibido su última forma; las poderosas manos que la han criado aun quieren retocarla para hacerla conforme al plan concebido en el seno de la eterna sabiduría; y esta será la primera parte de la obra de este dia.

Dios dijo: «Reúnanse en un solo lugar todas las aguas que hay << debajo del cielo, y aparezca la tierra.»

A este mandamiento, elévanse las cadenas de las montañas; el Océano se escurre en los abismos ahondados para su mansion; y los continentes levantados presentan sobre las aguas su superficie desnuda, pero atravesada ya por los rios, y regada por mil fuentes.

La formacion de las montañas es actualmente una de aquellas cuestiones que ocupan mas vivamente á los geólogos. Dispútase en gran manera para saber si se han formado por via de levantamientos ó de hundimiento. Los sábios redactores del Anuario de 1832

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