Imágenes de página
PDF
ePub

de su cubeta? Si él ha querido criar en seis dias, podia hacerlo en un instante indivisible, y con todas las señales que indican la lenta y sucesiva operacion del tiempo. Así en el último dia, los cielos y la tierra destruidos y consumidos por el fuego, y las generaciones sepultadas desde el origen de los siglos, serán restablecidos en un instante, y con una sola mirada, in momento, in ictu oculi, siguiendo la revelacion del Apóstol . ¿Por qué en el primer dia no hubiera podido suceder lo mismo? ¿Por qué causa la tierra no hubiera salido de la nada al momento con todas sus capas? Destinada al hombre, era muy conveniente que su corteza mas superficial fuese compuesta de capas de diferente naturaleza. ¿De qué habria servido á sus habitantes, si no hubiese presentado mas que una masa de mármol ó de granito perfectamente sólida, si no hubiese tenido diferentes capas de arena, piedras, marga, arcilla y tierra vegetal, puestas expresamente sobre todas las otras para contribuir al sustento de los diversos seres que debian vivir en su superficie? ¿Y por qué, por último, todas estas capas no habrian sido formadas sin sucesion de épocas, como la luz, las plantas, los animales y el primer hombre? No, la creacion y la disposicion de algunas capas groseras de arena ó arcilla no es mas maravillosa que la creacion instantánea del hombre con sus huesos, sus carnes, sus nervios, su sangre, sus humores, y la admirable disposicion de todas estas partes. No; la rapidez de la creacion no es mas asombrosa que la creacion misma; y el mismo milagro que daba el ser, podia al mismo tiempo dar la forma.

Pero si la diversidad de capas nada prueba en favor de las épocas, y el mismo Mr. Cuvier lo reconoce, no olvidemos que aun prueba menos el descubrimiento de los fósiles, como lo hemos demostrado. Estas osamentas situadas en la superficie del globo, y de una existencia posterior á este globo, nada pueden enseñarnos sobre tiempos que les son anteriores; no han conocido sino revoluciones, y no pueden testificar sino desórdenes.

Es, pues, verdadero, que ninguna necesidad hay de alargar los dias de Moisés; y en lo que sigue, verémos que semejante

1 San Pedro.

San Pablo.

3 Véase el cap. anterior.

sistema es inconciliable con las opiniones de los incrédulos sobre ciertos puntos. Pero concluyamos este capítulo con excelentes reflexiones del autor de las Helvianas. «No se me diga que el Dios «de Moisés parece anunciar que tambien necesita de tiempo, pues «que se pasan seis dias antes de estar concluida la obra de la crea«cion. Yo no veo aquí los efectos suspendidos, sino porque quie«re suspender sus órdenes. Las operaciones no están divididas si«no para multiplicar las maravillas, para poner su contempla«cion, parece, al alcance del hombre, y para servir de regla á << sus trabajos... Conviene á la Religion, que la idea de la Divini«dad no esté envilecida entre los hombres; que el sentido natural «de los Libros sagrados no sea forzado y alterado sin cesar por in<«<terpretaciones sistemáticas y arbitrarias, que harian variar la pa<labra de Dios como la de los filósofos. Conviene que los dias é <«<instantes no sean tomados por años y siglos, para que las mara << villas del Todopoderoso no sean miradas como los efectos mas «sencillos y naturales. Conviene que nuestros sábios se ocupen <<menos de lo que habrian podido hacer la materia y el movimien«to, para dejarnos admirar y contemplar lo que ha hecho Dios. >>

[ocr errors]
[merged small][merged small][ocr errors][merged small]

-

Separacion de las aguas. Aguas superiores. Los fenómenos meteorológicos prueban su existentia.— Ignorancia de los físicos tocante á la meteorología. Confesion que de ella hacen. - Luz que les ofrece Moisés. — El diluvio prueba que hay aguas superiores. -Todas las teorías de la ciencia sobre las causas de esta grande catástrofe, destruidas por la ciencia moderna. - Facilidad con que se explica el diluvio. — Hechos geológicos sobre su universalidad. Los sábios la combaten en vano.- En qué sentido sobre todo debe admitirse. Mr. Cuvier en oposicion formal con los Libros santos. La Religion no tiene necesidad del débil testimonio de la ciencia.

«¿Dónde estabas, decia el Señor á Job, cuando yo cubria el «<mar con un nublado, y lo rodeaba en su nacimiento de tenebro«sos vapores?»> Tal era el aspecto que ofrecia el universo en el dia segundo de la creacion. La luz no iluminaba todavía sino una masa cubierta de agua y circunvalada de sombríos nublados. El Omnipotente va á empezar á poner órden en este cáos. Pero no lo hará sino sucesivamente, para convencernos de que no está bajo el imperio de un destino inflexible, de que sus actos exteriores son libres, y de que la materia le está perfectamente sujeta.

Dijo: «Exista el firmamento en medio de las aguas, y separe «<las unas de las otras. »>

Nuestro objeto no es entrar en las dificultades que pueden ofrecer estas palabras, las cuales aun aumentan los intérpretes con la diversidad de sus conjeturas, como lo hace notar Duguet'. Nos limitamos á lo que es claro. Hay aquí division de las aguas en dos partes, y el firmamento no puede ser sino el espacio que las separa. A la voz de Dios el inmenso nublado y una parte de las aguas

1 Obra de los seis dias.

pasan de repente al estado de vapor; y como se ve levantarse á la superficie de un líquido á un cuerpo ligero puesto en su fondo, así las aguas vaporizadas se elevan de repente sobre el aire, en virtud de las leyes de la pesadez, y no se paran hasta que está restablecido el equilibrio. Hubo, pues, como dice el sagrado texto, aguas debajo del firmamento, sub firmamento, y aguas sobre de él, super firmamentum; aguas inferiores en su estado natural, y aguas superiores reducidas á vapor.

Nosotros no conocemos ni el volúmen de estas aguas superiores, ni á cuál altura las sostiene la atmósfera, ni el espacio que ocupan en el cielo; pero si las aguas fueron, por ejemplo, divididas en dos partes iguales; si todas las aguas que hay sobre la tierra ocupan sus tres cuartas partes, en una profundidad media de cuatro mil toesas, como lo conjetura Laplace; estas aguas formarian sobre nosotros una cubierta de un inmenso espesor. Los físicos que admiten tantos flúidos en el espacio, no querrán aun añadir á estos el flúido acuoso reducido á vapor infinitamente sutil? ¿No les enseñan sus experiencias que aun el aire mas seco contiene una quinta parte de vapor de agua?

La existencia de las aguas superiores nos está certificada en muchos lugares de la Escritura. David, y los tres niños en el horno nos las recuerdan, cuando invitan á todas las criaturas á bendecir al Señor: Aquae omnes quae super coelos sunt benedicite Domino.

Los geólogos, si son ingénuos, serán igualmente conducidos por sus propios sistemas á admitirlas. «En cada grande cataclismo, «<dice Mr. Ampère, elevándose considerablemente la temperatu«ra de la superficie del globo, venia á ser imposible toda organi«<zacion, hasta que hubiese bajado de nuevo 1.» ¿Qué se hacian entonces las aguas de estos pretendidos cataclismos? ¿Se anonadaban? Pero la filosofía moderna no cree en la nada de la materia. Es preciso, pues, decir, que estas aguas pasaban al estado de vapor, y se elevaban á las altas regiones de la atmósfera.

Nuestra incertidumbre ó nuestra ignorancia sobre el destino particular de las aguas superiores no seria un motivo para negar su existencia. El Criador no se ha obligado á darnos razon

1 Teoría de la tierra. (Revista de los dos mundos).

« AnteriorContinuar »