Imágenes de página
PDF
ePub

>>> que

[ocr errors]

>> habia sobersalido entre todos aun en el arte militar': de todos modos se habia mostrado valentísimo tanto >> con su ingenio como con su persona, y en cuanto era propio de un óptimo capitan sin reparar en gastos, trabajos ni peligros, obrando en fin como debe un vale« roso soldado, y fuerte y fidelísimo jefe, no solo para << alcanzar y merecer gloria inmortal, sino la gratitud de << su Principe (1)."

>>

TERCERA EPOCA.

Desde 1504 á 1511.

Tenemos ya conde Y señor de vasallos á quien estuviera ó no en la guerra de Granada, y fuese ó no alcaide de Bentomiz, los historiadores que le conocieron y alcan zaron, nos presentan como obscuro marinero vizcaino ó humilde labriego roncalés en un principio; como espuelista del cardenal de Aragon despues; como soldado de á pié y aventurero mas adelante en la guerra entre florentines y genoveses; y por último como pirata á quien los venecianos perseguian de muerte pocos años antes de ser elevado á tan alta condicion. La osadía, la intrepidez, el

(1) Véase el Documento núm. 3.

[ocr errors]

desprecio de la vida en los combates, y sobre todo la novedad y terribles efectos de las minas que fueron la base de la elevacion y merecida fama de Navarro, todo lo puso por obra, sin salir, por decirlo así, de la clase de subalterno. Vamos pues á presentarle como general y cabeza, para que formando el juicio que se debe de su genio superior y extraordinario, lamentemos á su tiempo que á quien no amedrentaban ni los mares embravecidos, ni las baterías y falanjes enemigas, le dominasen los arranques del ánimo ofendido, faltándole la prudencia para templarlos.

[ocr errors]

Mas antes de entrar en esa relacion, rectificarémos un error en que nos parece haber incurrido el diligente historiador Sandoval al referir entre las noticias que dejó de nuestro conde, la de haber venido á España, tenien do guerra el Rey Católico con el Rey Luis de Francia, haberse hecho por su consejo y trazas el castillo y fortaleza de Salsas en Cataluña (1). No dice de donde tomó la noticia; pero habiendo sido la guerra entre ambos Reyes y verificadose el sitio de Salsas en el estio y otoño del año de 1505, en que dejamos referido no haberse Pedro Navarro apartado un instante de Nápoles y su guerra, no es fácil justificar que por entonces viniera á nuestra peninsula. Cuando los franceses se movieron contra Salsas á fines de agosto de aquel año, aquella fortaleza, dice Zurita, no estaba acabada de fortificar, pues faltaban de labrar las principales defensas de ella. Cuando en el mes de setiembre inmediato estaba el campo francés asentado hácia la parte de la sierra en los valles que son todos de peña viva, cuenta el mismo historiador, que ni se podia

(1) Sandoval, Historia de Carlos V, lib. 17, § 20.

cavar ni hacer reparos en ellos, y las minas se hicieron en torno de la fortaleza; lo que prueba y es muy de notar, que los franceses trataron de aprovecharse de la invencion de Navarro contra una plaza española en el mismo año que aquel la empleó contra los castillos de Nápoles; y finalmente para quitar toda duda de que viniera á España durante aquella guerra, y aun de que diera consejo para levantar aquella fortaleza, no solo tenemos el testimonio de Pedro Mártir acerca de que ya en 1501 se la estaba preparando, sino el del mismo Zurita, que antes de referir como los franceses levantaron el sitio en 20 de octubre de 1503, cuenta que al ver los que defendian la plaza que en la conservacion de un baluarte perdian mucha gente, por industria del Maestro Ramiro Ingeniero que era el que entendió en la obra y fortificacion de aquella fuerza, pusieron algunas botas de pólvora en una bodega, y dando lugar á que los franceses lo tomasen, cuando estaba mas llena de gente, le pusieron fuego, y saltando el baluarte pereció mucha en él (1).

Volviendo ahora á nuestro conde continuaremos con que en tanto que sus compañeros descansaban de las fatigas pasadas, el Gran Capitan que no descuidaba el gobierno del reino, y que siempre, como dice Paulo Jovio, amó á Navarro por la eficacia de su valor no muy comun (2), trató de no tenerle ocioso. Habiendo sabido que los turcos preparaban en la Voyosa una armada de veinte y dos galeras, diez galeazas y doce fustas, que

(1) Pedro Mártir, Epistol. 228, 259 y 260, lib. 14 y 16.—Zurita, lib. 5, cap. 50, 51, 52 y sig.

(2) En su elogio... Et Consalvo imperatori apprimé carus ab efficatia inusitatæ virtutis.

[blocks in formation]

con mas de cuatro mil zapes de desembarco se decia que caeria sobre las costas de Sicilia y la Pulla, ordenó á Pedro Navarro que con dos naos y tres fustas la fuese á combatir, llevando en su compañía á Diego de Vera. Salieron con efecto á la mar; mas como no correspondieran las noticias de tales preparativos á lo que por sí mis mos observaron, regresaron tranquilamente al puerto de Nápoles (1).

Venian mientras tanto al Rey Católico desde aquel reino numerosas quejas y de todo género contra el Gran Capitan. Partian principalmente y como siempre sucedió en semejantes ocasiones de los que en el repartimiento de las mercedes y recompensas al fin de la guerra, ó no las alcanzaron ó no lograron las que creian merecer: sucediendo por su desgracia y en poco estuvo que para la de toda la nacion, que la Reina Católica que siempre le miró como criatura suya, y en todo tiempo le habia favorecido, falleciera en Medina del Campo y en 26 de noviembre de aquel año de 1504, cuando ya las quejas de los enemigos de Gonzalo habian introducido en el áni mo del Rey la desconfianza. Siguióse á eso que aquella clase privilegiada que por su interés anteponia la humillacion, en que Enrique IV tuvo á Castilla, á la gloria y esplendor que á la naciente España habian dado Isabel Fernando, obstinada en apartar á este del gobierno en que tan maestro se habia mostrado, se declarára por su yerno Felipe el Hermoso así que se presentó en España, no obstante la poca capacidad y el mucho despego que por ella habia mostrado en su primera venida, y que su cediendo en la corona de Castilla por su mujer Doña Jua

(1) Zurita, ibi, cap. 80.

у

na justamente llamada la Loca, pudieran temerse desórdenes de consecuencia (1).

[ocr errors]

1505.-Previólos sin duda el Rey Católico, y alarmado por otra parte con el ascendiente que en Nápoles le decian iba tomando el Gran Capitan, trató con su acostumbrada sagacidad de remediar á uno y otro, sirviéndose para ello del conde Pedro Navarro. Ordenó en primer lugar al Gran Capitan despedir toda la gente alemana y mucha de la española que le habia servido en aquella conquista, y que con los cuatro mil y quinientos peones que todavía le quedaban, se viniera á España. Aunque el Gran Capitan, obedeciendo este mandato, ya tenia en 25 de abril de 1505 embarcados sus caballos y recámara, se detuvo, dice el exacto Zurita, por sobra de mal tiempo y falta de dineros para dejar la gente de armas y los castillos proveidos, y porque la gente de guerra se comenzó á mover y alborotar por las pagas; pero encargó á Pedro Navarro, en quien el Rey tenia gran confianza, y que por mandado suyo regresaba á España, que cuidase de informarle de esas y otras causas de su tardanza (2).

O Navarro á su llegada á España no correspondió á la confianza que en él puso el Gran Capitan, ó el Rey Católico no apreció sus informes, ó tal vez le puso de su parte ofreciéndole en Segovia, y en setiembre del mismo año de 1505, la capitania general y mando de la infantería de

(1) Sobre las quejas dirigidas al Rey Católico contra el Gran Capitan, aunque pueden consultarse á Paulo Jovio en el libro 3.o de su vida, Mariana en el capítulo 9 del lib. 28 de su Historia de España, y otros escritores, ninguno mejor que el Sr. D. Manuel José Quintana en la excelente Vida que escribió de aquel esclarecido capitan, y está entre las de sus Españoles ilustres.

(2) Zurita, lib. 6 del Rey D. Fernando, cap. 7, 9, 22, 31, etc.

« AnteriorContinuar »