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cieron salvar sus vidas y fardaje: aquello de salvar la vida por temor de la muerte pareciera tan infame y se tuviera por tan ultrajante al nombre español en el mismo ejército poco ántes amotinado, que tumultuariamente y como por juicio público de los demas soldados fueron condenados y sufrieron una muerte horrible, los que pudiéndose acordar de la defensa de Navarro en Canosa cometieron tan cobarde accion (1).

Fué la rendicion de aquella torre en medio de tan pundonorosos sentimientos, el preliminar de los célebres triunfos y victorias que en los fastos de nuestra nacion aun conservan el nombre del Garellano, por haber tenido lugar á orillas de aquel rio. Habiendo intentado su paso por el puente que para ello construyeron, y habiéndolos rechazado con gran pérdida aquella infantería siempre valiente y entonces ayudada de la gente vizcaina que, como útil para cualquiera afrenta y fatiga mandó el Gran Capitan desembarcar de la armada y quedarse con ella (1): excusado es decir cuanto se luciria Navarro. Murieron allí con efecto varios capitanes paisanos suyos, mas entre tan tos españoles como en aquel dia se señalaron, es muy

(1) Jovius. ibi, pág. 263..... Ea deditio uti infamis usque adeo indecora Hispano nomini in castris visa est, ut qui metu mortis vitam servarant concursu iratorum militum, veluti publico indicio damnati trucidatique miserabilem atque teterrimam mortem subirent etc. Jovio parece colocar este suceso mas adelante, pero segun Zurita debe de estar aquí. La Crónica del Gran Capitan atribuye este atentado à un capitan y diez soldados gallegos, que estimando mas la cobdicia del dinero que no la honra entregaron la torre por dos mil coronas de oro, y á pesar del perdon del Gran Capitan, que es indicio de haber alguna exageracion en el suceso, fueron hechos piezas por los demas soldados no dejando hombre de ellos á vida. Par. 2,

cap. 107.

(1) Zurita, cap. 58 y 59 del lib. 5.-Crónica, cap. 109 y sig.

justo que todos y en ocasiones oportunas renueven la me, moria de un alferez llamado, segun Pedro Mártir, Alonso de la Parra, natural de Pastrana (1), y segun Paulo Jovio, que parece mejor informado, Hernando de Illescas. A pesar de que una bala de cañon le llevó la mano derecha con que sostenia la bandera, siguió sin abandonar su lugar sosteniéndola con la izquierda y persiguiendo al enemigo con los suyos: cuyo servicio loado públicamente y apreciado por el Gran Capitan en lo que merecia, le recompensó en él y en sus hijos con una pension de quinientos ducados anuales sobre las rentas de Nápoles (2).

A ese triunfo mediaron otros cada vez mas á propósito para el fin que el general español se proponia, aunque no fueron sino parciales. Continuaban los franceses de resultas del anterior tan abatidos como orgullosos se habian mostrado ántes de intentar el paso del rio. Siguióse á la desgracia, como regularmente acontece, la discordia entre sus capitanes y los italianos que militaban con ellos, y por último dejar el mando del ejército el marqués de Mantua y retirarse á Roma despreciado de los franceses que ya no querian obedecerle y le denostaban públicamente como á italiano (5). Cuéntase tambien,

(4) Petri Martyris Epistolar, lib. 12. De Medina, IX Calend. Januarii ó sea á 24 de diciembre de 1503.

(2) Jovio, ibi, pág. 264. Laudatur quoque publico præconio Ferdinandus Hilescas signifer hispanus, qui rapiente ei dextram tormenti pila, imperterritus vexillum læva manu sustulit et in hoste ire perrexit. Hunc postea Consalvus ejusque liberos virtutis causa ex regio vectigali annuis aurcis quingentis donavit.

(3) Ibidem, tratando de lo que decia uno de los capitanes mas afamados llamado Sandricoust. Is in corona militum inmunde loquens, jure optimo (inquit) viri Galli mulctamur á Fortuna, postquam co deventum est ut bugroni italo parendum existimemus.

que no faltó entre ellos alguno que le recordase al intentar el paso del Garellano sus anteriores bravatas y haber llamado canalla á los españoles (1), cuyo general siempre con el empeño de echar á los franceses de Italia, al ver que aunque decaidos todavia le superaban en nú mero, trató de darlos la última mano.

Dispuesto un puente de barcas y carros para pasar á buscarlos, y amagando echarle en una parte, frustrando la vigilancia francesa, le echó en otra, y pasó al otro lado del Garellano en el jueves 28 de diciembre. Llevaba la vanguardia, segun Paulo Jovio á quien para mayor brevedad seguirémos, el italiano Bartolomé de Alviano ó Laviano, célebre caudillo de aquel tiempo, que poco ántes habia tomado partido por España. Así que Laviano pasó el puente por Sagio acometió á las compañías normandas que allí cerca invernaban, siguiéndole Navarro con su infantería, y luego Prospero Colona y Mendoza con la gente de armas, y por fin el Gran Capitan con el resto de la caballería y los alemanes. Dispersada la caballería francesa y la infantería normanda con tan inesperado ataque, y llegada la noticia á sus reales, todo fué confusion en ellos sin que fuera posible á los capitanes ordenar ni reunir sus gentes. El marqués de Sa

(1) Cuenta Zurita, ibi, cap. 59, que al pasar el ejército francés el puente que habian echado sobre el Garellano Mr. d'Allegre, uno de sus mas distinguidos capitanes, recordando al marqués de Mantua la maravilla que en otras ocasiones habia mostrado de que tan vil marranalla los hubiese vencido en la Cerinola y otras partes: Ea le dijo: ahi los teneis: esos son los españoles que nos desbarataron: Ved lo que ahora hacen sin temor de la artillería que lan repetidos golpes da entre ellos; pasemos y vereis si esa canalla que decís, sabe jugar de pica y lanza.

luzes que habia sucedido en el mando al de Mantua, pareciéndole mengua perder la artillería, embarcó alguna para Gaeta, y emprendió la retirada para aquella plaza; mas cargando en esto la caballería ligera, y en seguida las compañías de Navarro sobre los reales abandonados, no presentándose nadie en armas á defenderlos, fueron muchos cogidos prisioneros, y otros, desbaratadas las tiendas y medio muertos y helados, fueron cruelmente degollados por los vizcainos, sin que los hombres se acordáran de haber jamás presenciado fuga mas fea y miserable (1).

A este Ꭹ otros desastres, que pueden leerse en los que de intento se ocuparon de aquella guerra, sucedió la capitulacion de Gaeta en 1.° de enero de 1504, entrar en ella nuestra gente en el miércoles 3 del mismo, alzarse acto continuo banderas por España, retirarse abatidos y destrozados los franceses, y acabarse la guerra de Italia (2). Quedaron sin embargo armados algunos barones anjoinos, que, por no estar con los franceses al tiempo de capitular, continuaron en aquel estado. El mas notable, así por su obstinacion como por su poder, era el conde de Capaccio. Tenia sus lugares en el Principado, y encerrado en el de Chelino que era el mas fuerte, con cuatrocientos franceses é italianos, se defendió vigorosamente de Gil Nieto, que con algunos españoles le tenia cercado. Mas apenas vió que Pedro Navarro con mil y quinientos

(1) Jovius, lib. 3, pág. 267.... Nulla unquam ab hominum memoria fædior et miserabilior facies fugæ fuit.

(2) Véase sobre los desastres de los franceses en esta campaña, al mismo Jovio, Pedro Mártir, Guicciardini, lib. 6, la Crónica del Gran Capitan, cap. 109 y siguientes, y Zurita en el lib. 5, del Rey D. Fernando, cap. 60 y sig.

infantes y por mandado del Gran Capitan se dirigia contra él, y que Altavilla, Rocca de l'Aspero y otros lugares fuertes se le habian rendido, y que con su gente sc aproximaba á Chelino, que se entregó sin resistencia; perdiendo sin embargo su estado por la versatilidad con que habia obrado unas veces en pro y otras en contra del Rey Católico (1).

Pacificado el reino de Nápoles, y publicada la paz entre Francia y España en 25 de febrero de 1504, en medio de los cuidados que al Gran Capitan merecia la gobernacion de un estado tan necesitado de ella, no se olvidó de recompensar á los que con mas inteligencia y valor le habian ayudado en tan grande empresa. A todos segun su mérito les señaló pueblos, ciudades, alcaidias y castellanias de plazas y castillos, casas, quintas y heredades, sin olvidarse tampoco del obispo Cantalicio y del carmelita Mantuano que le habian celebrado con sus versos. En tan generosa reparticion tocó á Pedro Navarro la ciudad ó villa de Oliveto ú Olveto en el Abruzzo con su condado, derivándole de ahi el titulo de conde con que desde entonces le apellida la historia (2). Al confirmarle el Rey Católico tan insigne merced. para él y sus sucesores, no quedó elogio que no dispensase á Navarro en el titulo que le despacho en Segovia á 1.o de junio de 1505. Llamóle magnifico y valeroso capitan muy fiel y muy querido « suyo; dijo que en todas las ocasiones, lances y tiempos, « asi de guerra como de paz, y señaladamente en la recuperacion del reino de Napoles inter cæteros excelluit

(1) Crónica, cap. 111 y 114.— Zurita, 62, 63, 65 y 70. (2) Jovio, ibi, lib. 3, pág. 270.... et Navarro Olivetum in Præendim tribuerat. In his fuere Cantalicius et Carmelita Mantuanus sacrati viri.—Crónica, lib 3, cap 1.

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