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comenzaban á alzar el puente levadizo, con una mano se asió de las cuerdas, y con la espada que traia en la otra cortó las de ambos cabos, y cayendo con la puente á la puerta del castillo, entró por ella adelante peleando con gran fortaleza, hasta que viéndose solo y sin quien le socorriera acabó como valiente soldado digno de eternal memoria (1).

Pero la mayor prueba de la confianza del Gran Capitan en Navarro estuvo en que, urgiéndole salir contra los franceses que se iban reuniendo y ordenando en Gaeta y otros puntos, le puso por capitan y cabeza principal de toda la gente que dejaba en Nápoles. Componiáse de mil infantes y con ella habia de tomar Navarro el Castillo del huevo ó Castel-Ovo, situado en un peñasco aislado enmedio del mar y sin otra comunicacion con la tierra que la de un puente de piedra bastante largo (2). A esta dificultad se agregaba la de poder ser socorrido por mar; y como no andaban lejos las galeras francesas, para llevar Navarro å cabo su empresa la arremetió con aquella activa resolucion que tan natural le era. Comenzó por plantar la artillería en el monte Pizzifalcone que dominaba al castillo. Con tal fuerza y tan á menudo mandó en seguida dispararla contra él, que apenas podian asomarse los franceses para atender á su defensa. El castillo sin embargo, no era el punto principal á que se dirigian los conatos de Navarro, sino contra una casamata colocada al cabo del puente

(1) Crónica, ibi.-Jovio. De vita M. Gonsalvi, pág. 257. Muralis corona decus promeruit adolescens ex armigeris Consalvi pueris Joannes Pelaes Berrius, qui pinnæ pluteum, Gallo ei manum detruncante audacter apprehenderat.

(2) Crónica, cap. 88 y 93.-Zurita, cap. 35.-Jovio, ibi.

y contigua al castillo, por donde forzosamente habia que pasar para entrar en él.

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Al ver Navarro que por mas que la combatia adelantaba poco en su empresa, ansioso de ganar tiempo se determinó á acometerla personalmente. Púsose á la cabeza de cincuenta valerosos soldados de los suyos, y tan denodadamente arremetieron con la casamata, que sus defensores la abandonaron retirándose al castillo. Navarro entónces á su pié, bien persuadido de que por la fortaleza del sitio dentro del mar era muy dificil sino imposible entrarle de otro modo que con aquella su estraña y maravillosa industria en la que, como dice Zurita, se señaló sobre todos los capitanes de su tiempo, comenzó á minar en la pena viva. Comprendiendo los franceses su peligro, asi que sintieron el ruido de los picos, trataron á todo trance de impedir su progreso. Saltando del castillo hasta unos veinte, con la mas resuelta voluntad y ánimo atrevido, arremetieron con los minadores justamente á tiempo en que Pedro Navarro y Martin Gomez los activaban con su presencia. Al frente entonces de unos treinta de los suyos, y ayudados de la artilleria de Pizzifalcone, arremetieron contra los agresores de modo, que á no contenerles el daño que con piedras y fuegos artificiales les hacian desde lo alto del castillo, entráran revueltos en él.

Retirados los enemigos volvió Navarro á sus minas. Tan sostenido trabajo empleó en ellas que al cabo de nueve dias ya tenia abiertos dos hornos de bastante capacidad. Mando en seguida, segun su método habitual, henchirlos con pólvora y cerrarlos despues con un muro muy fuerte: lo cual cumplido, ordenó dar fuego á los hornillos, puesta la gente en armas para acometer por donde

mas conviniera. El efecto del uno parece que fué tan reducido como terrible la explosion del otro. Abrióse gran parte del peñasco y vino abajo un buen trozo del muro del castillo, cayendo al mar envueltos con los escombros muchos de los franceses que le defendian. Los españoles entonces se dieron á subir por las ruinas con tal intrepidez, que los sitiados, habiendo tenido la desgracia de que se volviera contra ellos y quemase á no pocos una cava que habian sembrado de pólvora para darla fuego cuando los nuestros estuviesen arriba, y antes de tiempo se encendió, acabaron por rendirse á discrecion, salvas las vidas como en los otros castillos (1).

Así en 2 de julio de 1503, y á los veinte dias de ha→ berse rendido á Navarro el Castillo-nuevo ó Castel-nuovo, se le rindió el del Huevo ó Castel-Ovo. Si asombrados quedaron los napolitanos tanto del efecto de las minas en el primero, como del arrojo con que Navarro le asaltó pasando intrépido sobre sus ruinas: la rendicion del segundo, reputado hasta entónces por inexpugnable, no solo dejó atónitos á los que lo presenciaron en Nápoles sino á los italianos todos, y á la Francia entera, á la que sus soldados rendidos llevaron la noticia del terrible artificio con que Navarro lo habia conseguido (2). La prueba de este asombro la tenemos en que tanto los escritores italianos como los franceses, olvidando ó ignorando que Pedro Na

(4) Crónica, ibi, cap. 93 y 94.-Zurita, ibi, cap. 37-.Jovio, ibi, pág. 257. Successit rupi Navarrus, perfossisque cautibus altero atque vigessimo die quam novam arcem ad tertium Idus Junias cæperat, igne subdidit etc.

(2) Muratori. Annali d'Italia, tom. X, pág. 23, 1503. E in tanto il Castello del Uovo in Napoli per una mina (cosa allor nuova) che fece saltar colla polve da fuoco Pietro Navarro venne in poter

de Consalvo.

ya

varro habia usado las minas en Cefalonia, suponen que por primera vez las aplicó á Castel-Ovo, con el terrible efecto que dejamos referido; deteniéndose Guicciardini á contar con este motivo lo que ya mas atrás indicamos acerca de su primero é inútil ensayo en 1487 contra el castillo de Serezanello (1).

No ha faltado sin embargo quien entre los italianos Ꭹ en el mismo siglo de Navarro le negára tan espantosa invencion. En un curioso tratado de Pirotecnia, impreso en Venecia en 1559, se lée que quien le aconsejó á emplear las minas contra Castel-Ovo fué Francisco Jorge, ingeniero de Sena, y muy escelente arquitecto, que, estando en Nápoles con gran sueldo al servicio del Rey de Francia, se pasó al del Rey de España (2); mas tanto lo (1) Guicciardini, lib. 6; y véase la nota puesta al pié de la página 9.

(2) Pirotechnia del S. Vannuccio Birinouccio Senese ; nella quale si tratta non solo della diversitá delle minere, ma ancho di quanto si vicerca alla practica di esse. E di quanto s'appartiene all'arte de la fusione ó getto de metalli etc., nuovamente stampato-In Venetia. Appresso P. Geronimo Giglio è compagni. M.DLIX, con estampas, lib. X, cap. IIII. Delle mine et soterranei adattamenti con che fanno rouinar le fortezze inexpugnabili col fuoco, per non poteruisi accostare con artigliària pág. 326 v... E il primo inventor di questa in Italia, fu Francesco di Giorgio, cioe, quel Georgio ingenieri Senese eccellentissimo architeto; ancor che tal gloria si desse et diasi, da chi non sa, al Capitano Pietro Navarra: qual fu ben esecutore, ma non inventore di cotal effeto: perche (come sempre aviene), che la fama delle gran cose diasi alli piu degni, pero à quello fu attribuita et non al vero inventore (come ui ho detto): conciosia que Francesco, che per le sue virtu) staua in Napoli, con gran stipendio, fusse tolto dal Re di Spagna al Re di Franza: e questo essendo richiesto dal detto Capitano lo consiglio nel far l'impresa del castello dell'Ovo, propinquo alla citta di Napoli et mostrandoli difar tre di queste mine, et fecele empire di detta polvere, si che, quando paruegli tempo, offese sotto la capella de la chiesa del castello, et con bo

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que repetidamente hemos anunciado acerca del uso de las minas dentro y fuera de nuestra patria ántes de emplearlas contra Castel-Ovo, como lo que refieren los escritores franceses, poco propensos á encarecer las cosas nuestras, ninguna duda dejan de que la invencion fué española, y Navarro el primero que con tanto asombro la aplicó en Italia. El P. Daniel por no citar otros, al referir la rendicion de los dos castillos de Nápoles, y como Navarro hizo minar la muralla de el del Ovo por la parte de Pizzifalsin que se apercibiera de ello la guarnicion france. sa, sigue con que en el ataque de aquellos dos castillos se comenzaron á usar las minas, para hacer saltar las murallas del modo que se usaban cuando él escribia. « Por» que si bien en todos tiempos se habia minado ó mas » bien zapado, para abrir brecha en las plazas, eso con» sistia unicamente en escavar, por ejemplo, debajo de » una torre y entibarla con maderos ó estacas, á medida » que se le quitaban las piedras ; cuya operacion terminada, se daba á las estacas ó postes que servian para >> entibacion, una capa de pez, resina ó cualquiera otra

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la

nissimo successo hebbe effeto il suo dissegno: tal che fece rouinar in niente una parte di quel scoglio, insieme con la capella, et gran parte delli Francesi, che, per diffenderlo, dentro stauano: di maniera, che con pochissimo contracto li Spagnoli saliti per le scale, fategli dalla rouina, ui entrorono dentro: fu poi questo modo usato in piu altri luochi, ma in nissuno, ch'io sappia, hebbe effeto con tanta rouina, forsi rispetto alla qualita del sasso, ó per miglior adattamento fattouici. Hor volendoui dire il modo et ordine commune, colquale si fanno queste cose, etc.; y sigue el modo de abrir las minas, cargarlas y darlas fuego con una estampita que sirve al intento. Esta opinion siguió tambien el Dr. Cristóbal Suarez de Figueroa en su Plaza universal de todas las artes y ciencias. Discurso 80 llamando al inventor Francisco Jorge.

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