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cientos y cincuenta hombres de armas y quinientos caballos ligeros. De nada sin embargo le sirvió, porque cuando llegó á conseguirlo, ya le encontró en posicion y algun tanto reposado, y al Gran Capitan que tranquilamente y lejos de intimidarse al acercarse fuerzas tan superiores ordenaba sosegadamente las suyas. En lo tocante á la infantería, nos dice su coronista que formó con ella un batallon que dividió en tres escuadrones, uno de alemanes, que situó en una viña hácia la parte de Barleta, y dos de españoles; el uno de estos que colocó hácia el lado de Cerinola le confió á los capitanes Zamudio, Pizarro y otros, y el restante à Diego García de Paredes y Pedro Navarro, encargándoles la guarda de la artillería situada en una viña por donde estaban los franceses (1).

Caia el sol al descubrirlos por entre las cañaveras tan cercanos ya, que ambas artillerías se comenzaron á salu dar. En medio de este cañoneo aconteció aquel dicho del Gran Capitan que tan aplaudido fué de sus mismos enemi gos. Cuentase que al cargar un lombardero español un ca. non, se le cayó de una bota en el suelo un rastro de pólvora de las carretas do venia la municion, que llegó hasta donde el cañon se habia de cebar; y queriendo el artillero poner fuego al cañon sopló la mecha y saltó una centella en el suelo donde desde el rastro de la pólvora fué el fuego ade lante hasta dar en la bota, que encendida comunicó el fuego á los carros de municion. Quemóse con eso cuanta pólvora habia en el ejército; y pensando el Gran Capitan que ese accidente tal vez decaería el ánimo de sus soldados, prorumpió en aquella esforzada y bella exclamacion de ea amigos y compañeros no os altereis por lo

(1) Crónica, ibi.

que habeis visto, que estas son las luminarias y mensageros de la victoria, y por lo tanto cumplase la fulla de la artilleria con el poder de nuestro corazon y ánimo invencible (1).

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oyeron

No se dirigieron á sordos ni á pusilánimes estas palalas que bras. Pedro Navarro y García de Paredes y que quemada la pólvora ya no necesitaban guardar la artilleria, al ver que el virey Nemours y Mr. de Chandernier con toda su infanteria y gente de armas se dirigian hacia ellos, se adelantaron á recibirlos fuera de las viñas con unos quinientos infantes españoles de los suyos. Allí fué el pelear y el apretar los puños. Mezclá<«< ronse los unos con los otros muy reciamente, dice la crónica del Gran Capitan, haciéndose entre ellos una «<< muy reñida y peligrosa batalla en la que allende de las espadas andaban tantas escopetas y ballestas que mu>> cha gente de una parte y otra caia en el campo muer<< ta; pero los dos capitanes (Navarro y Paredes), con la suya hicieron tanto de sus personas y tan valerosamen« te trabajaron que en bien poco tiempo rompieron toda el avanguardia francesa, y mataron mas de treinta fran«< ceses, entre los cuales en este primer encuentro murie«ron el duque de Nemours de un arcabuzazo que, es«tando en el foso sin poder pasar adelante le dieron, y « Mr. de Chandea (2) que segun dicho es, llevaba la van

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(1) Crónica, ibi.-Jovio, ibi, pág. 154, aunque difiere algo de la Crónica conviene en que al anunciar á Gonzalo el incendio respondió sin inmutarse Præclarum omen accipio. ¿Quid enim nobis lætius accidere potuit quam provenientis victoria luminaria spectavisse?-Guicciardini, tambien contemporáneo, dice al fin del lib. 5. Gonsalvo gritó.... Iddio annuncia manifestamente la vittoria dandosi segno che non ha bisogna piu adoperare l'artigleria.

(2) Zurita le da el titulo de coronel de los suizos; mas Branto

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guardia: los cuales murieron como muy esforzados << valientes caballeros y capitanes peleando. En esto los << franceses desmayaron viendo muertos á sus capitanes « у caudillos; y no pudiendo sufrir mas á los españoles «volvieron las espaldas, y toda la otra gente del escua<< dron de Diego García de Paredes Ꭹ Pedro Navarro que <«< serian mil y quinientos hombres saltó luego fuera de « las viñas y juntándose con la otra gente que primero habia salido, siguieron la victoria por aquella parte y « de tal manera que la gente de armas francesa por se salvar de los españoles á gran priesa huia, y rompiendo. « por un costado su propia infantería los apremiaron de « modo que infantes con infantes se mezclaron con tanta fortaleza que era cosa de ver..... En esto los españoles llevaban lo mejor, cuando el Gran Capitan viendo á los franceses ir de vencida arremetió con toda la restante «< gente de armas y caballos ligeros y dió tan recio en « ellos que por su venida todos fueron en muy poco es«pacio desbaratados y metidos en rota siguiéndolos el Gran Capitan con toda su gente mas de seis millas ma« tando y hiriendo hasta que no hallaron con quien pe«lear (1)."

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Fué esta batalla una de las mas célebres que hasta entonces presenció la Italia. Aunque los españoles eran algo superiores en infantería, los franceses lo eran mucho mas en caballería. Sus hombres de armas principalmente eran tan escogidos que se asegura haber dicho el Gran Capitan que tan bien armados y aderezados habia

me no le refiere entre ellos, y Guicciardini le llama Mr. di Ciandeu y es el mismo Chandernier.

(4) Crónica, cap. 76, pág. 103.

TOMO XXV.

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grandes tiempos que no se veian en Italia (1). En media hora que segun Paulo Jovio duró la pelea (2), ó bien segun la Crónica, desde puesto el sol hasta hora y media noche murieron mas de tres mil y quinientos franceses y pasaron de quinientos los presos con pérdida de solos ciento de los vencedores, que todavía hay quien reduzca á nueve (3). Toda la artillería y cuanto llevaban los franceses todo cayó en manos del ejército español, que al dia siguiente sábado, rendida á discrecion Cerinola con su castillo, se encaminó á Nápoles en el lunes inmediato.

La entrada del Gran Capitan en aquella ciudad en la tarde del 14 de mayo de 1503 fué un verdadero y ostentoso, triunfo (4). En medio con todo de tantos y tan repetidos aplausos y festejos, su primer cuidado fué apoderarse cuanto ántes de los castillos y fortaleza de la misma capital. Al abandonarla los franceses, habian dejado en ellos numerosas y no mal provistas guarniciones, que entretuviesen la defensa hasta que, reunidos los restos de su derrotado ejército, volvieran reforzades á socorrerlos, ahuyentando á los españoles; y á la prevision de

(1) Zurita, lib. 5, cap. 27.

(2) Jovio, ibi. Pugnatum est ad Gerionem die veneris IV Kalend. maias (28 de abril)... Cæsa sunt ad quatuor millia hostium tanta celeritate facilitateque ut cum semihoræ momento res caepta onfectaque sit, nec centum quidem ex victoribus perierint.-Guicciardini refiere que el combate duró poco, y que se observó que esta derrota y la de Aubigni fueron en viernes, dia reputado feliz para los españoles.

(3) Zurita, ibi.

(4) Zurita, lib. 5, cap. 30, pone esta entrada en 16 de mayo, pero Guicciardini, y sobre todo Giannone, que debia haberlo bien averiguado, la fijan en el dia 44, refutando el último en una nota á los escritores que la señalan en el 15 y en el 16. Giannone, Istoria civile di Napoli, lib. 29, cap. 4, pág. 471.

estos y de su general no se escapaban tales proyectos. Era el Castel-nuovo ó castillo nuevo, situado á orilla del mar y junto al puerto, el mas importante por su situacion. Con muchas y buenas defensas y quinientos soldados escogidos de guarnicion, aunque en opinion de algunos no estaba suficientemente artillado, contaba con grandes medios de resistencia, y podia ser socorrido por mar. Cabalmente por eso y porque el Gran Capitan deseaba salirse cuanto ántes en busca de los franceses, que ya se rehacian, conociendo prácticamente el mérito de Navarro como ingeniero le encargó de aquel sitio, poniendo á sus órdenes la infantería, única gente que con él habia entrado en Nápoles, y la artillería á la de Diego de Vera (1).

A la ambiciosa intrepidez y pericia de Navarro no se podia presentar ocasion en que lucirlas con mas gloria. Sin titubear declaró que tardaria poco en apoderarse de todos aquellos castillos y fortalezas, y ejecutadas muy luego algunas obras plantó contra la de Castelnuovo la artillería que en gran parte era de la tomada á los franceses en Cerinola. Aunque no dejaba de causar estrago en el castillo, como Navarro observase que la torre de San Vicente que cubria uno de sus flancos dañaba considerablemente á los suyos, determinó tomarla antes de pasar adelante (2). La empresa era dificil. Estaba la torre situada sobre un peñasco no muy fuerte á la verdad, pero que se adelantaba al mar precisamente en el punto por donde sus aguas pasaban al foso del castillo. Acometióla sin embargo Navarro, y cuando ya en gran parte destrozada, se

(1) Crónica, cap 84.-Zurita, ibi., cap. 30.

(2) Jovio. De vita M. Gonsalvi, lib. 2, pág. 236.-Guicciardini, lib. 6.

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