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Esta operacion, emprendida con el fin, como se ha dicho, de apartar al Duque de Nemours de sus proyectos sobre Castellaneta, se terminó con tal suerte y oportunidad, que al dia siguiente, dos horas antes de anochecer ya daba el Gran Capitan la vuelta á Barleta. De sus resultas se encontró Nemours burlado y en la mayor ansiedad. No podia ir al socorro de Ruvo, porque ya los suyos le habian perdido, y no podia tampoco continuar á Castellaneta, por miedo de que los españoles mientras tanto no se apoderasen de otros pueblos y hasta del mismo Canosa. En semejante conflicto, nada le pareció mas acertado que recogerse á ella y asegurarla, juntando cuanta gente pudiera de la que guardaba puntos menos seguros; con cuyo fin ordenó á Mr. de Bramonte que se hallaba en las Grutallas, que al punto de recibir su aviso, le siguiera á Canosa, por el camino que el mismo Nemours llevaba: mas apenas Pedro Navarro y Luis de Herrera entendieron estar las Grutallas libres de franceses que, saliendo de Taranto con alguna gente pusieron aquel y otros pueblos á la devocion de España. Pasaron en seguida á Asti, que Juan de Lezcano no habia podido tomar con la gente de mar que habia desembarcado de sus galeras; la entraron,

de Ruvo, pueden tambien verse la Crónica del Gran Capitan, capítulo 78, página 98, y Guicciardini en el lib. 5, pág. 144 v. Segun Zurita fué tomada en 23 de febrero de 1503.

Tratando el mismo Zurita del armamento de los doscientos hombres de armas y trescientos ginetes, con que las Cortes de Aragon, reunidas en abril de aquel año, acordaron servir por tres meses en aquella guerra de la Pulla y Calabria, dice que fué esta gente muy lucida y bien armada, é iban los hombres de armas con sus pajes y con caballos encubertados y todas armas blancas, y los ginetes segun era costumbre con corazas, capacetes, armaduras de brazos, quijotes y faldares. Ibi, cap. 23.

saquearon y abandonaron muy luego, trasladándose despues á Francavilla que los admitió sin resistencia (1).

Cuando esto sucedia à principios de marzo de 1503, las cosas tornaban tan á favor de los españoles en medio del hambre y privaciones de todo género que sufrian en las costas de Calabria y la Pulla como adversas se mostraban á los franceses que dominaban en lo demás de Nápoles y de nada carecian. Conociéndolo Nemours llegó á temer que no le cercáran en Canosa, y tan deseoso de evitarlo como de mantener su reputacion, mandó reunir allí cuanta gente le fuera dado, para ir luego á dar con ella sobre Barleta. Comunicadas al intento sus órdenes á los capitanes franceses, y entre los italianos que seguian su partido á Mateo de Aquaviva situado en Conversano, les prevenia ante todo que se juntáran en Altamura, con Luis d'Ars, en quien confiaba mucho, y que desde allí unidas todas sus fuerzas y mandadas por él se encamina¬ sen á Canosa, en donde le encontrarian.

Así que el Gran Capitan entendió este movimiento, cuyo objeto al pronto no atinaba, comenzó á precaverse contra cualquiera suceso. A Pedro Navarro y á Herrera, que aun continuaban en Francavilla, les ordenó que, dejando á Taranto á buen recaudo, se le juntasen cuanto ántes en Barleta. En eso andaban, cuando por acaso sucedió caer en manos de Navarro una de las cartas en que Luis d'Ars y Mateo de Aquaviva concertaban el modo y dia en que habian de reunirse, para buscar luego juntos al virey Nemours en Canosa. Enterado por este medio el astuto Navarro del dia en que Mateo se encaminaria á Altamura, con tal destreza se emboscó que, sorprendiéndole

(1) Crónica, ibi, cap. 73, pág. 100.

al paso, aunque se defendió con valor, cayó al fin prisionero. Murió su hermano Juan de Aquaviva, y rota su caballería, fué por la mayor parte presa de Herrera y Navarro que, prosiguiendo su viaje á Barleta, todavía al paso hallaron ocasion de acreditar su denuedo (1).

Obedeciendo las órdenes de Nemours, iba desde Conversano á juntarse con él en Canosa el marqués de Bitonto. Acompañábanle cincuenta hombres de armas con otros tantos caballos ligeros y unos trescientos paisanos. Habiẻndolos descubierto Pedro Navarro y su compañero echaron adelante algunos de sus caballos ligeros que los entretuviesen y cebáran, mientras que su infantería los alcanzaba. Así sucedió; dándose tan buena maña, que toda la gente del marqués, mediando un recio combate fué desbaratada, muerta una gran parte, preso él y cogido todo su recuaje en que iba su recámara con mucha plata, dinero, joyas y ropas, por ser el marqués persona muy principal y muy señalado tambien en la guerra (2).

Al ver tantas y tan felices empresas y con tanto acierto combinadas ¿qué cosa mas natural que, al llegar Na

(1) Crónica, cap. 74, pág. 100 v.-Jovius, ibi, pág. 253. Sed dum inter se Arsius et Aquaviva de profectionis die constituunt, Navarrus circa Tarentum Arsii litteras intercepit.-Guicciardini, lib. 5, pág. 147, llama á Mateo de Aquaviva duque de Atri, y tio al Juan que otros dicen su hermano.

(2) Jovio ni Guicciardini no mencionan este suceso. Zurita, libro 5, cap 26, le junta con el anterior, y le refiere como sucedido once dias antes de la batalla de Seminara; mas la Crónica del Gran Capitan las distingue y aun casi señala los dias que mediaron entre uno y otro; al paso que no dá razon del que Zurita refiere en el capítulo 19, al tiempo que Herrera y Navarro iban á juntarse con Lezcano-Recuas, recuaje, fardaje, hoy brigadas, bagaje. V. á Pulgar, Nebrija y otros.

varro y Herrera á Barleta con los trescientos infantes, cuarenta lanzas y ciento cincuenta caballos ligeros que levaban, se holgára el Gran Capitan con ellos, los acariciase y encomiára la prision de un caudillo de tanto nombre como Aquaviva y aun del marqués de Bitonto? ¿Cómo no regocijarse de que á tan buen tiempo se le juntasen unos hombres tan valientes y seguros, y de tanto provecho para lo que meditaba (1)? Al cabo de tantos meses de privaciones y esperanzas, habian ya desembarcado algunos refuerzos de España en Calabria, y entre ellos dos mil gallegos y asturianos. De sus resultas, y muerto Luis Portocarrero que los mandaba, D. Fernando de Andrade que le sucedió, derrotó en 21 de abril á los franceses en Seminara, á que se siguió ser prisionero su general D'Aubegni y sus principales capitanes (2). Llególe por entonces tambien al Gran Capitan un auxilio de dos mil alemanes, y ya con tales fuerzas se resolvió á salir de Barleta con toda su gente, y á buscar y presentar batalla á la francesa.

Moviéndose pues con ese ánimo el jueves 27 de abril, se aposentó la primera noche en Canas, pobre lugarejo á seis millas de Barleta, pero muy célebre por la vic

(1) Jovio, ibidem. Eo negotio ex itinere feliciter gesto Navarrus et Errera Barolium perveniunt, etc.

(2) Guicciardini, lib. 5: Obigni benche fuggisse, nella rocca di Angitola rinchiusoni dentro dentro fu constretto ad arrendersi prigioner.-Zurita cuenta detenidamente la batalla de Semenara en el capítulo 25 del libro 5 del rey D. Fernando, y que habiéndose amotinado antes de ella los gallegos por la paga, hubo para una con las cadenas y collares de oro, la plata y dinero que tenian y dieron D. Fernando de Andrade, Carvajal, Figueredo y otros capitanes. A D. Fernando de Andrade le llama la Crónica del Gran Capitan en el cap. 78 del lib. 2, pág. 206, gallego y conde de Villalba.

toria que en él alcanzó Anibal de los romanos. Resuelto en consejo de guerra que el ejército se dirigiese á la Cerinola, lugar de poca importancia, aunque bien situado para combatir, se emprendió la marcha al dia siguiente, despues de haber confiado á Pedro Navarro y Diego Garcia de Paredes los seis mil infantes españoles é italianos de que se componia el ejército (1). El terreno por donde se caminaba era muy raso y estéril, y todo cubierto de cañaveras y gamones muy altos. La sequedad del suelo Y los ardores del sol causaron tal sed que los soldados se desbandaban para remediarla, y muchos se quedaron en el camino; viéndose el general Gonzalo en el caso de que para aliviar la fatiga de los infantes, mandase á la gente de á caballo tomarlos á las ancas, y como alguno murmu rára fuese él quien primero diera el ejemplo (2).

Llegada la gente á las viñas de Cerinola y algun tanto refrescada, dió órden de fortificar el campo y que plantada la artillería, combatiera un castillo que defendia el lugar y tenia guarnicion francesa (3). Mientras tanto el virey Nemours, noticioso del rumbo que seguia el ejército y de la sed y fatiga que le acosaba, pensando que si le alcanzaba en el raso le seria fácil desbaratarle, se movió á gran priesa contra él. Su ansia por alcanzarle fué tal, que se colocó en la vanguardia á la cabeza de cuatro

(1) Crónica, cap. 75, pág. 101.

(2) Jovio, ibi, pág. 253. Zurita, ibi, cap. 27.

(3) Crónica, ibi, cap. 75, que es la que seguimos porque otros historiadores difieren en algo.-Guicciardini, libro 5, pág. 148. E fama, che quel di perirono nel caminare di setc molti di ciascuna delle parti.-Zurita dice (cap. 27), que por guardar la ordenanza de la infantería se tardaba una hora por milla, y con mucho trabajo podian caminar.

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