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el otro llamado Francisco Tello, natural de Sevilla, y ansimesmo cinco capitanes y otros hombres de bien que se habian embarcado en Palermo y en Trápana. Traia la nao dos mill y quinientos quintales de bizcocho, cien botas de muy buen vino, y mucho pan fresco, y mucha harina, y carne salada, quinientas gallinas, muchas botas de sardina arenque, muchos rodabalos, mucha fruta y muy buena, ansi manzanas como granadas, mucho higo, mucha pasa, almendra, mucha azúcar, ansimismo muchos cardos, rábanos, lechugas, cebollas, ajos, nueces, avellanas, miel, vinagre, aceite, y de cuanto se podiese hallar en la mas proveida cibdad del mundo; y ansi estovimos surtos alli un dia y una noche. Otro dia domingo nos llevantamos y tornamos á surgir una legua de allí hácia los secanos de los Querquenes, y esto á causa que las naos se juntasen que estaban divididas las unas de las otras, no podiendo hacer mas á causa de ser el tiempo muy fuerte, y allí estovimos surtos hasta que el miércoles seguiente, que se contaron 19 de marzo, nos partimos de allí y con mucha fortuna de poniente lebeche. Sábado siguiente, que se'contaron 22 del mes, llegamos á la isla de la Lampadosa, y era tanta la fortuna de la mar y del viento que se cayó á la mar un grumete, y nunca lo podieron tomar, y ansi algunas naos surgieron á la boca del puerto, y otras no podiendo arribar se pasaron de largo, y no se podieron sostener hasta que llegaron á Trípol de Berberia, y las naos que estaban surtas estaban en punto de hacerse lo mismo, y ansi estuvimos alli con mucho peligro, hasta otro dia domingo que con tiempo de medio jorno hicimos á la vela vía de Cicilia, y luego otro dia nos volvió tiempo contrario de tiempo tramontana, la cual vino con tan grandisima fortuna que apenas podíamos

tomar la isla de Cecilia; mas todavía plugó á nuestro Señor que surgimos la costa de Mazara, que es un lugar cuatro leguas de Trápana, y una legua de la isla de la Faguñana, y allí estuvimos hasta mártes 25 del mes, dia de la Anunciacion de nuestra Señora, que abonó la mar, y nos metimos en el puerto de la isla Faguñana, y estando allí viérnes y sábado siguiente 30 del mes se metió tanta fortuna de griego llevante, que ocho naos que estaban en el puerto dieron al través y salieron del puerto, y plugó á nuestro Señor que ninguna peligró, salvo un galeon que estaba muy cargado de gente, y le trabucó la fortuna, y fuése á fondo con toda la gente, sin poderse escapar ninguno, que serian hasta cien personas, y las otras naos que salieron del puerto tiraron á Nápoles sin poder ser remediados, porque la fortuna era tal que las que quedaron en el puerto se pensaron hundir, y esto porque cada vez que venia la ola, metia por cima de lo descollado de la nao cuatro botas de agua, y ansí plugó á nuestra Señora que otro dia amansó la fortuna de la mar. Puédese muy bien decir que este invierno del año de once se perdieron muchos navíos navegando, y que fué el año mas cruel en la mar de cuantos mucho tiempo han sido, porque estando surtos muchos navíos en los puertos perescian muchos, especial hacia la parte de llevante, porque vino de cierto por carta á Cecilia, que solo en el golfo de Venecia se habian perdido 325 navíos desde principio de enero hasta en fin de febrero, y estos de los que alcanzaban á saber, sin otros muchos que no venian á noticia de ningunos, ansimesmo otros muchos que se perdieron en los puertos, unos sobre las amarras, trabucándose otros á la vela, iban parar á Turquía ó á Berbería; é ansimesmo á cuatro dias de enero se per

dieron cuatro galeazas de venecianos que venian de Gé nova del socorro del Papa; ansimesmo en el puerto de Palermo se perdieron muchos navíos, y no menos en el puerto de Trápana, y por otras muchas partes que no se supieron.

Marzo.

Llegados, como dicho es, á la Faguñana con 23 navios, entre grandes y pequeños, y con tres mil hombres, dende á poco se recogieron y vinieron á Cecilia otros dos mill Y quinientos hombres de los que habian queda do alli del desbarato de los Gelves, ansimismo vinieron ciento y cincuenta sardos que trajo un capitan de la isla de Cerdeña, y ansi los que allí estaban como los que despues vinieron, todos muy bien proveidos de muchos bastimientos que el visorey de Cecilia inviaba; y luego á 27 de marzo juéves siguiente el conde invió un coronel á Nápoles para que hiciese gente, y luego el dia de Pascua de Resureccion, que se contaron 20 de abril, el conde mandó ir todas las naos de la armada á Nápoles para traer vituallas y gente de á caballo y otras cosas pertenecientes á la armada, porque entonces de cierto se decia que el Rey nuestro señor pasaba en aquellas par tes de Berbería, y con esta fama en Cecilia y en todos sus puertos estaban juntas y apercibidas muchas naos; ansimesmo en Nápoles se habian juntado mas de cincuenta naos de dos gavias, y mas de otras tantas velas pequeñas, y todas á punto, muy calafateadas. é muy enjarciadas y pintadas, y hechos los

atanques ó lugares donde habian de ir los caballos, y ansí estovieron en el puerto, hasta que vino nueva quel Rey mandaba sobreser la armada, y esto se supo en Nápoles á quince dias del mes de junio. A esta sazon se sonó que el Rey de Francia habia inviado á Bolonia quinientas lanzas gruesas, de lo cual toda la gente hubo mucho pesar, porque mas quisieran ir en Berbería que no en Bolonia, contra cristianos; y en todo este tiempo el conde estaba con su gente en la isla de la Faguñana, hasta juéves 18 de junio que se hizo á la vela con toda la gente por mandado del Rey nuestro señor, y fué lúnes vigilia de San Juan, que se contaron 24 de junio, á surgir cinco leguas de Nápoles, cerca de Prizoli, que llaman la bahia, donde el visorey de Nápoles en sabiendo su venida, luego otro dia, dia de San Juan, se fué para allá con dos ga leras, y allegados estuvo hablando con el conde la mayor parte de aquella noche, y luego otro dia se volvió á Nápoles, y el conde se hizo á la vela con todas las naos, que serian hasta 23 navios con grandes y pequeños, y hasta cinco mill hombres, y se fué á surgir á una isla llamada Capri, que llaman á (sic) las Bocas, 30 millas de Nápoles. Esta es una isla muy fresca, de mucha arboleda, de muchas frutas y viñas, tiene poca agua, tiene de ruedo de tierra 20 millas, tiene un lugar á la parte de griego llevante de cuatrocientos vecinos, muy cercado y torreado hacia el poniente maestro, y de la otra parte peña tajada y la mar; ansimismo tiene un castillo muy fuerte cercado. Hay en este lugar un monesterio de cartujos, que tiene de renta cinco mill ducados, y en este monesterio está el brazo de Santiago el Menor con otras muchas reliquias; hay ansimismo en esta isla otro lugar de hasta cincuenta vecinos á la parte del poniente maestro, que

no tiene adarve ni muralla. Hay entre estos dos lugares una iglesia colegial, llamada san Costantino, donde se dice estar el cuerpo del santo y celebran su mesma fiesta á quince de mayo: esta iglesia es cabeza de obispado, y tiene de renta el obispado della cuarenta ducados, y estos de renta de codornices que se toman en esta isla infinitas cuando pasan de paso, y ansí muchos viven de tomar codornices, y llévanlas á vender á Nápoles.

Llegada la gente á la isla de Capri, otro dia de san Juan, que se contaron 27 de junio, luego el visorey de Nápoles envía bastimientos, ansi de pan é vino, como carne y atun salado, y de todas las otras vituallas tan abundantemente, que despues de repartidos por los capitanes y por toda la gente, los dejaban por la marina, muy sobrados que no los podian comer, de manera que la mucha abundancia de lo que aquí nos daban, suplian la mucha nescesidad que ántes habiamos pasado, y ansí en pocos dias la gente se remedió y tornó en si que parescia no haber padescido ninguna necesidad; y como el conde viese que la gente estaba tornada en sus fuerzas, salvo que estaban muy destrozados de vestidos, mayormente los que habian estado en la isla de la Lampadosa, envía un mayordomo suyo á Nápoles, y manda traer, para los que estaban mas destrozados, calzas, y camisas, y gorras, y zapatos, y hácelo repartir de manera, que con esto y con el buen mantenimiento estaban muy contentos y alegres. Y en este tiempo como la pasada del Rey nuestro señor en Berbería fué tan sonada por toda Italia, habia mucha gente de guerra, toda española, por las comarcas de Roma Y de Nápoles, ansimismo muchos que estaban sobre Bolonia en el campo del Papa, y otros que estaban con el duque de Ferrara. Sabida la nueva que el Rey pasaba, se ve

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