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sillaron los turcos en la isla y entraron en ins cuevas. 1 como entrasen en esta donde estaba la imagen levarocla á las Laos, y como la arrojasen por escarnio, acaso en aquel uzvio donde la llevaron andaba un cristions cautivo, el cual como viese á la imágen de nuestra SeDora hizo su acatamiento y disimuló como si ninguna cosa viera, y ausi estorieron los turcos alli algunos dias, tanto que desde la hora que metieron la imagen, les comenzó hacer tiempo contrario tan recio y tan coutine, que estorieron cuatro meses sin poder salir del puerto, tanto que estaban á punto de se perder y morir de bambre, y como quiera que esta necesidad todos los turcos la sintiesen, pero mucho mas el cristiano por ser cabtivo, y eso poco que le solian dar, no se lo daban por no lo haber, y no podiendo sofrir la hambre pensó que aquella fortuna causaba la traída de la imágen, y dijo al capitan que se llamaba Ali Camali: Señor, tu as de saber como algunos de los tuyos andando por la isla toparon una imágen de la madre de Dios, en quien todos los cristianos creemos y tenemos mucha confianza, y la han traido á los navíos, y si no la mandas volver al mismo lugar donde la tomaron, sábete que no saldrémos de aquí, y todos perescerémos, y si esto se hace luego nos hará tiempo. Oido esto Ali Camali, mandó hacer pesquisa por todos los navíos, y pone muchas penas para que luego se la traigan: y como lo supieron los que la tenian, á la hora la llevan, y mandó que la llevasen y pongan en su lugar, y ansi lo • hicieron, y luego otro día vuélveles buen tiempo, y vanse en Turquía. En este tiempo que es dicho que estaba el conde en esta isla con toda la gente esperando tiempo para salir del puerto, un clérigo que decia misa en el castillo, había tomado esta misma imágen de donde es

i

que

taba, y la habia llevado al castillo donde tenia su altar Y celebraba, y como muy continuamente iba la gente á la iglesia, donde solia estar la imágen, á misa y á hacer oracion, y no vieron la imágen en el altar, luego preguntaron los unos á los otros, que era de la imágen, y esto decian porque á todos era muy notorio lo que habia acaescido á los turcos, y como la imágen no viesen sino los oian misa en el castillo, que eran pocos, los que no lo sabian, van al conde y cuéntanle muy por órden lo que habia acaescido á los turcos á causa de la imágen; y el conde les respondió, pues á que propósito: ellos dijeron: Señor, porque han tomado la imágen de la iglesia, y no se sabe quien ni quien no, por tanto suplicamos á V. S. mande hacer pesquisa. El condé mandó luego que la buscasen, y andando pesquisando, dijeron como no sabe que la imágen está en el castillo, y dijiéronlo al conde, y luego manda que para otro dia por la mañana todos los clérigos esten apercebidos, todos los clérigos y frailes que habia en la isla, y toda la otra gente chicos y grandes, y ansi juntos se van al castillo, y toman la imágen y en procesion muy ordenadamente con mucha devocion los clérigos y frailes cantando hinos y letanías Ꭹ toda la mas de la gente descalzos nos fuimos hasta la iglesia, que es media legua grande del castillo, y allí posimos en su lugar y dijimos misa, y de allí adelante toda la gente iban cada dia descalzos á la iglesia á oir misa y confesar y comulgar, y esto tan continuamente que en pocos dias, aunque el campo era muy áspero á causa de ser todo peña y monte, le cavan tan seguido y tan limpio y lleno de cruces y de montones de piedras, como está el camino del señor Santiago en el año del jubileo.

Llevada la imágen, como dicho es, plugó á nuestra

TOMO XXV.

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Navidad.

Año 4511,

Señora dende a pocos dias sosegar la fortu-
na y comenzó hacer algunos dias de calmas
y buen tiempo, y viendo esto el conde, vigi-
lia de la Natividad de nuestro Señor, mandó
sacar toda la artillería que estaba en las naos
é mandóla limpiar muy bien de dentro, por,
que estaba muy tomada de la mar, y des-
pues hacelas tornar á las naos y á encabalgar
en sus carueñas (sic), y manda embarcar toda
la gente pensando que ya la fortuna estaba
harta de le perseguir, y pensando que ya
muy libremente podiamos salir del puerto,
para ir donde deseaba; mas como quiera que
ya estaba determinado de Dios que habia de
ser así, mediante nuestros pecados, estando
ansí, como dicho es, la gente en las naos eni
barcada, mártes que se contaron dos de enc
ro, se comenzó á llevantar tiempo ó viento
de medio jorno, de manera que de poco en
poco se avino tanto que á hora de las tres
despues de medio dia se vuelve en tan gran-
disima fortuna que comienzan las unas naos
á quebrarse los próises que tenian echados
en tierra, otras quebran los ayustes, otras co-
mienzan á garrar, entre las cuales habia un
carracon grande ginovés de ochocientos tone-
les, el cual por ser tan grande estaba amar-
rado fuera de la entrada del puerto con ca-
torce gomias ó marras muy gruesas, é como
quiera que el puerto es muy pequeño que
apenas pudian los navíos que dentro estaban,
caber, y la fortuna fuese siempre mas, cres-

ciendo tanto que entraba el agua por los combetes de la nao, y esto á cabsa que el tiempo que corria era medio jorno, como dicho es, y la misma entrada del puerto está al mismo viento, de manera que no podiendo sofrir las amarras del carracon la grandisima fortuna se quebraron todas: iba el carracon al través, y como quiera que las naos estaban muy juntas, toma delante de si cuatro ó cinco naos, y háceles romper las amarras y llévalas delante y hacelas dar en tierra donde se hicieron mill pedazos; ansimesmo comienzan otros 16 ó 17 navios de poco en poco á quebrar las amarras y dar al través de manera, que los unos daban sobre los otros, que la fortuna y los mismos navíos se arrojaban encima de unas peñas, y otros encallaban en tierra, y algunos con la gente via que iban al través hacian vela muy presto, y como la fortuna de la mar y aire era grandísimo arrojaba la nao fuera de la mar en tierra con la gran fuerza que llevaba, y ansí escapaba la gente, en especial esto hizo un coronel llamado Diego de Valencia, el cual por esta deligencia que hizo, ningun hombre de su nao peligró ; de manera que 20 ó 22 navíos se perdieron entre el dia y la noche. Pues ¿qué se dirá de la gente pecadora que dentro estaba? Viérades-los saltar y echarse á la mar, y la mesma reziura (1) tornallos dentro, y donde no habia el agua á la rodilla ahogarse, otros ir nadando, y no poder pasar con los muchos que ahogados topaban, y ansi ahogarse, otros asirse á los ahogados por sostentarse, otros caballeros en la madera de las naos; ansimismo las mujeres sacar á los hombres por la mano fuera del agua,

(1) Reziura por resaca.

Nota de Navarrete.

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teniendo ellas para ello mas esfuerzo, otras sacar sus hijos, aquestas no podiendo salir, de tantos como habia ahogados viérades los costales de la harina andar nadando por la mar, las botas de vino hechas pedazos, la carne salada por la mar adelante, el bizcocho derramado por la costa, y las tinajas de aceite y vinagre derramarse, y las cajas ó arcas andar nadando por el suelo dándose golpes las unas con las otras haciéndose pedazos: viérades mucha ropa y muy buena; por cima de las olas y no en parte donde della se pudiesen aprovechar: viérades ahogados muchos esclavos, y desta manera mucha gente peresció, y los pobres que escapaban, muy mojados y perdidos, el socorro que tenian era hacer lumbre y calentarse é ir á coger puerros montesinos y asar y comer, beber de una agua muy amarilla y salobre y de muy mal gusto, y dende adelante como la mas de la vitualla se perdió, lo que quedó vendiase tan caro que un pan de una libra de 16 onzas valia un quevir de nueve mrs., y destos panes habia menester hombre tres ó cuatro para hartarse á una comida; valia una tortuga catorce quiles; vendianse unos pajaricos pequeños en tres ó cuatro quibiles, valia un gato medio ducado, valia de unos espárragos que alli habia cada espárrago á maravedí, valia de unos cardos montesinos pequeños cada uno dos ó tres quiles, y estos no eran de los cardos que nascen en la Andalucia en el campo, mas eran de una naturaleza que nacen muy bajos pegados con la tierra, y las hojas muy bajas, y anchas, y redondas y almenadas como hojas de higuera y muy verdes, tanto que, sino muy cocidos en agua, ninguno habia que los podiese meter en la boca del gande (sic) amargor que tenian; valia una gallina ducado y medio é dos ducados; valia un conejo un ducado; y es

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