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andaba mucho viento y la nao se hacia pedazos y peres ceria la gente viendo el contramaestre quel capitan queria cortar el mástel, comienza á dar voces que no hubie sen miedo, por esforzar la gente, que la nao era nueva y se sostenia sin quebrarse ni deshacerse tres dias si fuese menester, y con esto el capitan no cortó el mástel, y la gente se sosegó hasta otro dia domingo por la mañana que comenzamos á tirar tiros de una lombarda porque viniese algun socorro, mas sin venir batel ni socorro nos estuvi mos todo aquel dia, hasta hora de vísperas que viendo tan gran perdimiento algunos de los mejores nadadores. que en la nao habia, con mucho peligro de sus personas, dijeron que ellos se querian aventurar y echarse á la mar, por ver si podrian llegar á tierra, aunque estaba muy lejos; de manera que viendo su buen deseo todos les dieron muchas gracias, y les ataron muy bien calabazas por bajo de los brazos, y encomendándose á nuestra Señora todos tres juntos yendo á tanto peligro, por estar la tier. ra muy lejos, y estar la mar muy alta, que muchas veces los alzaba Ꭹ les tornaba á meter debajo de las grandes olas que hacia, y los teniamos por ahogados; mas con ayuda y esfuerzo de nuestra Señora llegaron á tierra, у yendo por la marina adelante topan con unos cecilianos que andaban á caza de conejos, y como quiera que estos eran de Trápana, habíanse ido alli en un batelejo por la mar, y como los que salieron de la nao toparon con ellos, y vieron el batclejo, les ruegan por amor de Dios, y pa gándoselo muy bien, que vayan con ellos hasta sacar la gente que en ella estaba. Los cazadores mas por el dinero que les dieron, que por el servicio de Dios, dejan la caza y métense con los compañeros en el batel, y van á la nao y sacan una batelada de gente en tierra, y en ella

salió el capitan de la nao, el cual fué á Trápana en un bergantin é trajo una ancla y una gomia, y traida echa el ancla por la popa de la nao por donde la nao habia entrado é se habia encallado y comienza á rodear el cabestrante todos cuantos habia en la nao, y jámas hizo movimiento para salir, y viendo esto, acordaron de echar toda la gente en tierra, y toda la ropa y dejarse la nao perdida, y ansi comenzaron á echar toda la gente fuera, y como la tierra estaba muy lejos y el batelejo era muy pequeño, no podieron aquel dia sacar toda la gente, é porque la maldad de los malos no es razon que se calle porque sea publicándose para ellos castigo y para otros escarmiento, fué que como á todos no sacasen en tierra, y á este, que se puede llamar delincuente, pues jugó la limosna, salida toda la gente no quedaron sino seis marineros, y despues de todos fuera prueban ansí como de burla á burgir (sic) el cabestrante, y plugó á nuestra Sèñora que á las primeras vueltas, estos seis solos, hicieron

lo

que trescientos no podieron hacer, y fué, que á la hora sacaron la nao, y sacada hicieron á la vela, y fueron al puerto de Trápana, donde en llegando, el capitan de la nao con los marineros, de cierto certificaron que en saliendo aquel delincuente, luego en la hora á la primer vuelta salió del cabestrante tan ligeramente como sino llegára á tierra, de lo cual todos dimos gracias á nuestro Señor, y con mucho placer y alegría hicimos la procesion que teniamos prometida á nuestra Señora de la Anunciada de Trápana, y ansimesmo despachamos el romero á nuestra Señora de Buen Aire, que es en la isla de Cerdeña. Hecha nuestra procesion, iba tan fatigada toda la gente y temorizada del poco saber del piloto, que todos se fueron, los unos á Palermo, los otros á Mecina, que

son cibdades en la isla, y otros embarcáronse para Nápoles y otros para España, otros se quedaron en el mismo lugar de Trápana, porque solamente les diesen de comer por su trabajo, y otros nos tornamos á embarcar para Tripol, aunque pocos en un galeon ginovés que iba con mercancia, y salimos del puerto de Trápana lunes que se contaron 23 de setiembre, con tiempo muy contrario de levante lebeche, no podiendo tomar la isla de la Lampadosa, corrimos á los Querquenes, y allí estuvimos un dia y una noche, é de alli nos llevantamos con poniente maestro, y obra de 10 leguas tornónos à saltar levante que nos echó à la costa de los Gelves, y alli tornamos de necesidad á surgir, y estuvimos dos noches y un dia, y alli plugó á nuestro Señor que nos tornó poniente y salimos junto à la costa de Berberia, tierra á tierra llegamos à Tripol lunes postrero de setiembre, y como el piloto del galeon en que ibamos no era plático en aquellas partes ni en el puerto, como ibamos muy caidos à la parte de medio jorno, no podimos cabalgar una punta que se hace de unos hajios y peñas á la entrada del puerto á la parte del norte, de manera que de necesidad hubimos de surgir fuera del puerto, y como el conde à la sazon estaba embarcado con toda la gente que se habia recogido despues del desbarato de los Gelves, viese el navio surto fuera del puerto y à mucho peligro si arreciara el tiempo que entonces corria, invia un barco por medio de los secanos, y metieron el galeon å jorro dentro del puerto.

Llegados à Tripol postrero de setiembre, el conde estaba embarcado con toda la gente que con mucho trabajo y peligro le habian seguido despues del desbarato, que serian hasta ocho mill hombres de pelea, y estovimos ausi embarcados hasta viernes seguiente, que se conta

Octubre.

ron cuatro de octubre, y con buen tiempo, to-
das las naos, que serian hasta sesenta velas
entre grandes y pequeñas, salieron del puer-
to, y aquel dia y aquella noche anduvimos
hasta 25 leguas, porque en saliendo del puer-
to calmó algo el tiempo, é luego otro dia
sábado por la mañana se levantó tan grandi-
sima fortuna de poniente maestro que no pa
rescia sino que rajar (sic) toda la tierra. Allí
viérades los navíos derramarse unos por una
parte y otros por otra, diciendo la gente con
gran clamor y alarido ¡0 Señor y misericor
dia!
pues Dios de misericordia eres. ¡0 Se-
ñora Virgen María! válnos pues que eres ma-
dre de Dios. Otros decian cosas tan lastime-
ras que á todos provocaban á llorar; y con
esta tribulacion unas naos corrieron á Cecilia,
otras á Malta, y Gozo y la Pantaleria, y alle-
garon muy destrozadas y perdidas de la gran
fortuna; y de necesidad algunos fueron á Me-
cina, que es en Cecilia, á dar carena, otros ţi-
raron la costa de Turquía, otros á una cibdad
que llaman Golfo, que es en Grecia, de cris
tianos, donde fueron muy bien remediados, y
otras se perdieron por otras partes, que nun-
ca se supieron, salvo de cinco navíos, los
dos galeones y tres carabelas gruesas que se
perdieron tres leguas de Tripol, las cuales
iban al puerto, y la grandísima fortuna hizoles
dar el (1) través en la costa donde se hicieron

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pedazos, y destos cinco navíos escaparon solos cincuenta hombres y mujeres que dende allí se fueron de noche á Tripol, que de la otra gente cuanta iban en los navíos jamás se supo mas de cuanto se crée ser ahogados ó cabtivos allí se perdieron muchos esclavos, muchos dineros, mucho oro é plata, mucha ropa muy rica, porque todos los que escaparon, salian desnudos en carnes, salvo algu nas mugeres que salieron á gran dicha como las tomaba la voz, y aun cuando escapaban, cuidaban que Dios les hacia la mayor merced del mundo. Asimismo un bergantin de 18 bancos que iba junto para entrar en el puerto de Trípol le tomó la ola y da con él encima de una peña muy alta, de manera que cuando cesó la fortuna quedó en seco sin se quebrar ni perder un solo hombre. Pues que dirémos del pobre caballero el conde Pedro Navarro, que á esta sazon estaba sin dormir, que no menos peligros pasó que toda la otra gente y naos que se salvaron, y esto, porque como todas las naos se derramaron, quedó solo, aunque no de la misericordia de Dios, la cual muy claro parescia habelle salvado á él, y á cuantos con él iban, no le siguiendo sino solo un barquito de Málaga de hasta ocho ó diez toneles de uno llamado Pedro de Moron, y ansi solo el conde corrió hasta en cabo de Mesurata, que es en Turquía, é como él iba en una nao de cuatrocientos toneles de un vizcaino llamado Juan de Ochoa de Motrica, la cual como era nueva del primer viaje, y hobiese estado alguna parte del verano en el puerto de Tripol donde hace grandisimos calores, y como nunca se habia calafateado dende que salió de Castilla, estaba algo abierta, é la grandísima fortuna hacíale saltar y el estopa de un lado que habia orza mas quel otro, y como siempre iba forzado á orza por el tiempo contrario, y muy cerca la costa de Turquía, sábado que

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