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nao,

sosegó algo la gente, y concertamos de esta manera: que lo primero él buscase la cantidad del dinero prestado sobre prendas, y que se depositase, para que se cumpliese lo que se habia prometido, y ansi se hizo, que dellos sobre prendas, dello prestado, é depositaron en mi; ansimismo por cumplir por la gente y aplacar el furor que contra este tenian, dijimos: que pues teníamos prometido de hacer una procesion á nuestra Señora de la Nunciada de Trápana, que es media legua de la cibdad, que este fuese desnudo y descalzo, y una soga á la garganta, y deciplinándose delante la procesion, y dicho esto, paresció muy bien á todos; mas aun no contentos con esto, tómanlo y dan con él en la sentina de la nao á bomba, que es un lugar donde se recoge toda el agua que entra dentro en la la cual es muy honda y hedionda, y este lugar por ser desta manera, le tienen para cárcel donde echan los que en algo yerran en la nao, y echado allí, no hacian sino sacar agua de la sentina, y cuanta sacaban le caia encima, y desta manera pasamos domingo, y lúnes y márles sin beber gota de agua ni vino, aunque del comer no digo nada, porque la sed nos hacia perder el cuidado y gana de comer, é con tanta fatiga que en contallo me temblan las carnes. Viérades las mujeres desnudas en carnes metidas en el agua que hacia la nao, despues que topamos en la otra del castillo de los Gelves; ansimismo viérades los hombres sacar con los casquetes del agua de la mar y meter las caras y las cabezas dentro y ansi estarse gran pieza del dia, otros pasarse con el aceite que bebian, otros en todo el dia no orinaban hasta la noche, y lo que orinban, guardábanlo en un jarro para beber á la mañana; ansimesmo viérades los niños hablando, salirseles el alma de sed, y sus padres no los poder remediar, otros homТомо ХХѴ.

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bres y mujeres riendo morirse; viérades los marineros caidos en el suelo sin poder gobernar la nao ni tener fuerza para menear el leme, y algunas veces venia alguna gran grupada de aire recio, sin amainar las velas y dejárselas tendidas en el agua sin podeHlas sacar mas de una hora, aunque los soldados que mas esforzados se sentieran, que eran bien pocos, las sacaban del agua, y con mucha pena, y de esta manera nos sostuvimos hasta el mártes siguiente que plugó á nuestra Señora de refrescarnos un poco de viento poniente, y fué tal, quel piloto dijo, que si aquel tiempo duraba, otro dia miércoles por la mañana viéramos tierra de una isla llamada Pantanelea; ansi aquella noche navegamos razonablemente, y otro dia miércoles en esclaresciendo, algunos de los soldados se subieron a las gavias, y miraron á una parte y á otra, y no veian tierra ninguna, y como se bajasen y dijiesen que no veian tierra, toda la gente desmayó, en tanta manera que no habia quien podiese echar la habla del cuerpo, entonces el piloto de la nao doliéndose de tanto perdimiento de gente, súbese á las gavias, y como por el tino sabia poco mas o menos donde estábamos, y donde esta ba la isla, y el sol era ya salido, y la niebla era quitada que estaba encima de la isla, aunque á la sazon estaba mas de diez leguas, luego se comenzó á determinar la tierra, y como la viese luego comenzó á decir tierra, tierra; entonces toda la gente alza un gran alarido de placer, loando á nuestro Señor y á su bendita madre que tanto bien nos habia hecho, que si por nuestros pecados no llegáramos aquel dia á ver tierra fuera gran maravilla escapar ninguno de cuantos en la nao ibamos, por haber tres dias que ni comiamos ni bebiamos, que era lo mas peligroso, y aun con todo esto aquel dia echamos á la mar

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cuatro personas ahogadas de sed, antes que llegásemos á la isla, sin otros muchos que antes habian échado, Ꭹ ansi navegando con buen tiempo, y allegados en la tarde cuanto dos millas de la isla, ántes que la não surgiese ni llegase al puerto, se echaron muchos á nado con barriles y calabazas por ir á beber agua, é para traer á sus amigos ó mujeres y hermanos, y esto porque como dicho es no llevábamos batel ni marras, sino una mancha muy pequeña y muy delgada, y ansí los que se echaron á la mar para beber fueron á tanto peligro que uno ó dos se ahogaron, y porque lo bueno es razon que sea alabado Y resciba algun premio el que obra virtud, en esta isla está un lugar cercado con un castillo fuerte; hay en este lugar trescientos vecinos que hablan algarabia como moros, y muy bien la lengua ceciliana, porque confina y trata mu cho con ella por estar treinta leguas la una de la otra, y creo que los hizo Dios los mas caritativos; y esto digo porque como los del lugar vieron ir nadando los que se habian echado á la mar desnudos para ir á beber, porque de otra manera no pudieran, salen los hombres y mujeres del lugar con mucho pan, y vino, y carne, y uvas y cosas de refresco, y vánse para ellos; y como los vieron desfigurados y traspasados de sed y de hambre, llorando con ellos, no los dejaban beber hasta que comiesen alguna cosa, porque no les hiciese daño, y ansi abrazándolos les hacian comer, aunque con mucha pena, á causa que teniamos cerrados los caños orgánicos por haber estado tantos dias sin comer ni beber: ansimesmo se echaron á nado seis hombres de aquellos que primero se habian llegado á la marina, cada uno con su media bota de agua de lante de sí, y tan buena diligencia se dieron que llegaron con ello ante que la nao fuese surgida, porque como la

não tiró una lombardada para hacer salva al puerto como se acostumbra, el taco de la lombardada dió al uno de aquellos que traian el agua, é le descalabró, aunque no fué cosa de peligro, y luego como la nao surgió, como las galeras del armada que iban á Nápoles arribaron alli, y el dia antes se habian partido, habian dicho deste desbarate de los Gelves, el capitan de la isla vino á la nao con un batel cargado de pan, y vino, y uvas, y pasas y de otras frutas de refresco, y como viese la gente tan disfigurada, y ansi arrojarse á la mar por allegarse al batel, llorando decia, que muchas personas habia visto debilitadas de hambre y de sed, pero que jamás habia visto ni oido gente tan sin gesto como todos ibamos: decia tambien, callad hijos y estar quedos que yo os traeré cuanto hubierdes menester, é acabado de repartir cuanto traia, tornó y trajo mas, y ansí nos estovimos en la nao aquella noche. hasta otro dia jueves, que se contaron doce del mes, quel mismo capitan envió un batel en que saltó toda la mayor parte de la gente en tierra. Ver como la gente del lugar chicos é grandes, de vernos tan debilitados y desfigurados, lloraban que era una lástima de ver, tanto que, aunque nosotros veniamos sin poder echar la habla, ni poder escu pir, sino muy poco, y todo podre lo que escupiamos, nos provocaban á llorar, y ansi nos estuvimos allí todo aquel dia dándonos muy bien todo lo necesario; á los que tenian dineros y querian pagar, pagábanlo, y á los que no lo tenian, se lo daban de gracia, aunque muy pocos habia que no tuviesen dineros, los cuales pagaban aunque no les pidiesen el dinero, por vellos de tan buena condicion y áni mo; ansimesmo ellos con su batel inchen diez ó doce botas de agua y las posieron en la nao, y haciéndonos es

otras muchas caridades, nos estuvimos alli hasta la

tarde que comenzó á salir y refrescar viento medio jorno, que entonces el capitan de la isla rogó á los capitanes de la gente, porque los de aquella isla eran muy pobres á causa de ser pequeña la isla, que no tiene mas de doce millas que son tres leguas, y allende desto que no habia tres años que habian ido mill turcos en sus fustas é se entraron en la isla y combatiendo el lugar, y lo tomaron, Ꭹ los del lugar se retrajieron en el castillo con sus mujeres y hijos, y como el castillo es muy fuerte se defendieron cuatro meses contínuos sin que los turcos les podiesen entrar, hasta que el señor de la isla, que es un caballero de Aragon lo supo, invió gran socorro, toman toda la ropa que habia en el lugar, y embárcanse en sus fustas y vánse en Turquía; por esto el capitan les rogaba é pedia por merced, hiciesen embarcar la gente, y pues hacia buen tiempo se hiciesen á la vela. Los capitanes les respondieron que de muy buena voluntad les placia, que aunque él no se lo dijiera ellos tenian el pensamiento dacello, y luego mandaron embarcar la gente, y ellos se despidieron dél y de todos los del lugar, dándoles muchas gracias por la mucha caridad y nobleza que con nosotros habian usado. Embarcada la gente, como dicho es, juéves en la noche hecimos á la vela, y con muy buen tiempo de media proa anduvimos 18 leguas, y luego calmó el tiempo, y con mucha pena sábado que se contan 14 del mes, llegamos cuatro leguas de Trápana, que es en la isla de Cecilia, y como nuestros pecados aun no estaban acabados de purgar, pasando entre la isla de la Faguñana y unos bajios que llaman los Hormigueros, sábado ya dicho, despues de media noche, yendo á la vela la nao se encalla, y el capitan de la nao toma una hacha para certar el mástil, á cabsa que andaba la mar muy alta, y

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