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en el pozo que serian mas de quinientos cristianos dejasen de beber que acaesció estar alanceando el moro al cristiano y no dejar de beber, de manera que como esto vieron los cristianos que à la sazon mas cerca de estos estaban, los cuales eran bien pocos á cabsa de andar desmandados de diez en diez, de veinte en veinte á buscar agua, comienzan á retraerse hacia la mano derecha do iba el golpe de la gente, é como los muchos viesen huir á los pocos hácia ellos, é que los moros venian alanceando en ellos, comienzan á retraerse, y como esto viese don García que á la sazon estaba á caballo y habia arremetido ya dos veces á los moros, apéase del caballo y suéltale, y tomó una pica del suelo, que entonces ya habia hartas que habian dejado los soldados por huir y ponese delante la gente diciendo: aqui hermanos, aquí, que no son nada, no hayais miedo, y como esto dijese arremete á los moros, y como los cristianos lo vieron arremeten á ellos con él, é luego los moros comien zan á huir cuanto una carrera de caballo y dan vuelta sobre los cristianos, entonces los cristianos tornan á huir, é como don García en este tiempo se hallase en la delantera, y la gente tornó á huir, quedóse solo, y ansi peleando y matando moros murió, porque hombres que vieron pelear aunque estaban bien cerca dél certificaron tener hecha tanta riza de moros apardes y muertos que era cosa de maravilla, pero como era solo, alli le mataron, ansimesmo el conde Pedro Navarro que á la sazon estaba algo desviado, teniendo esforzando la gente que ya del todo iba de huida, como viese tan gran perdimiento, arremete como un lobo á la delantera, diciéndoles, qué es esto, hijos mios y mis leones? vuelta, vuelta que aquí estoy yo, no hayais miedo que no son nada, no

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soliades vosotros, hijos mios, hacer ansi; diciendo esto el conde algunos dellos dan vuelta mas de vergüenza que de esfuerzo, y luego tornaron los moros á huir cuanto un tiro de piedra, pero luego tornaron á dar vuelta, é luego los cristianos tornaron á huir, de manera que no aprove chó el conde ponerse delante llorando, diciendo: Hijos mios, de qué huis? vuelta, vuelta jó mis leones esforzados! que hoy se pierde cuanta honra ha ganado la corona de España, hoy quedamos deshonrados, hoy quedamos sin loor de guerra, hoy somos tenidos por los mas cobardes que jamás fué gente en el mundo. Estas y otras muchas lástimas les decia, pero ninguna cosa le aprovechaba porque ninguno habia que volviese la cabeza atrás, ni mirase si iban sus enemigos tras ellos ó no, sino por donde habian de huir, y como esto viese el conde no podiendo mas hacer llorando se va hácia la marina, y como los escuadrones que estaban en la retaguardia que á la sazon estaban enteros sin deshacerse, y se habian sustentado porque habian estado parados y sin mudarse, y si habian andado era muy poco, viesen que ya la gente iba fuyendo comenzaron de andar rodeándose de una parte á otra de poco en poco, hasta que ni bastaron los coroneles que eran don Diego Pacheco y otro que decian Gil Meta, que eran de la retaguardia, hacellos detener, sino del todo se desbarataron y se ponen en huida comenzando á echar las armas: allí viérades arrojar los coseletes, brazales y celadas, corazas, casquetes, espadas, puñales, ballestas, picas, lanzas, rodelas, escopetas; oyérades decir á la gente con un alarido que al cielo queria sobir, sin que ninguno esperase á otro, vuelta, vuelta, señores, de que huimos, vuelta que no hay nada. ¡0 España, España ! dónde queda tu honra? dónde está tu fama, que siempre

has ganado y hoy la pierdes? ¿qué dia aciago es este? qué gran desventura? qué pecados han causado tan grande angustia? y esto diciendo, los unos se hacian pedazos los vestidos y se quedaban en carnes, otros se ahogaban de calor con esta desventura: la gente se recogió á la marina, y los moros siempre en el alcance á la rezaga, y por los lados alanceando y captivando cristianos, y esto de una manera que casi parescia los moros venir con temor, porque de cierto ellos pensaban que los cristianos huian por los sacar á fuera de los palmares á lo raso, y despues dar vuelta sobre ellos, y por esto paresce muy claro que Dios no permitió del todo perecer tanta gente, porque de otra manera, segun la gente iba tan perdida de sed, y destrozada, y cansada del mucho correr, y sin ninguna arma, cayéndese muertos por el camino, si los moros se pusieran de hecho a seguir el alcance, ninguno escapara de muerto ó cautivo, y esto per lo que arriba es dicho, y porque todos los bergantines, galleras y tas eran idos á bajo á la cañada, hacia la puente, porque el conde les habia mandado ir y estar allı, para guarda que ni los mores se saliesen de la isla, ni otros de fuera entrasen; tambien habia mandado á los patrones de las nãos que á los otros navios de toda la armada, haciéndeles tiempo hiciesen vela y se fuesen á surgir al paraje, ó en derecho del castilo de los Gelves, y si por mal de nuestros pesados les hobiera hecho tiempo, y los navies se hobieran ido, de nueve partes de la gente que escapó, no escapará una, y esto porque los moros no estando all las naos, se metieran mas en los cristianos, porque si una vez las naos surgieran ea derecho del castillo, por ventura no les hiciera tiempo, y si hiciera no fuera tal que bastara para d- biar la punta para volver a

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la cañada donde estaba la gente desbaratada, donde aunque los cristianos quisieran pelear no tenian armas, y puesto que las tuvieran no tenian fuerza para poderse menear, fué gran juicio de Dios esto que asi tenia determi nado, porque si la gente aquel dia que saltaron en tierra asentáran su real junto á la marina y comieran y holgáran, pues que habia bastimientos en las naos, y otro dia en esclareciendo comenzáran á caminar, no acaesciera esto, pero teníalo Dios determinado que no fuese ansi, por los muchos pecados que cada dia cometia la gente contra Dios en renegar y descreer de Dios y de sus santos, y esto con un corazon, y solenidad, y articulizamiento y ademan que es absurdo de oir, y esto, segun uso de guer ra y costumbre de soldados, dicen que no es pecado, diciendo que no es para la guerra el que no reniega, y lo que peor fué, que del coronel al capitan, y del capitan al teniente, y del teniente al alferez, y del alferez al alguacil, al cabo de scuadra, y del cabo de scuadra al cancidel canciller al escribano, y del escribano al atambor, y del atambor al compañero, y del compañero á su mozo, ninguno de estos se halló en Tripol que no se ichase con cuantas moras podian haber, y despues sc alababan dello, pensando que habian hecho mucha gentileza, ó valentía, ó servicio á Dios: hubo muchos que juraron que habian oido á un moro de un caballo rucio y un capellar de grana colorada que venia deciendo tras los cristianos ¡ó cristianos! de qué huis traidores, no hayais miedo, vuelta que no son nada los moros: y esto tan claro, que todos los cristianos lo podian oir; arremetia este moro á los cristianos, é si alguno hallaba' delante, hacia acometimiento como que le alanceaba, y pasaba adelante sin llegar á él, y este se creia ser uno de los

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tres renegados que habia en la isla, y los dos dellos eran peores que los mesmos moros, ca se creia ellos solos haber muerto mas cristianos que cuantos allí se hallaron.

Allegada la gente á la marina, con la fatiga que es dicha, viérades en aquel arenal tendidos muchos muertos, unos desnudos y otros vestidos, aunque los menos, y esto porque en cayendo el compañero los que venian detrás le desnudaban, y acaescia á muchos que con el mucho calor, sed y cansancio que traian, caerse, y no ser caidos cuando en la hora les quitaban cuanto traian á cuestas, dejándolos en carnes; y como reposaban algun poco y tornaban en si, levantábanse y ibanse para la gente atónitos, no sabiendo decir quien los habia despojado; viérades ansimesmo mucha diversidad de locos haciendo muchos gestos la boca hácia el cielo, otros con las manos, otros caidos en tierra dando bocados mordiendo la arena de sed, otros hacerse pedazos desgarrando sus carnes de rabia, otros desenvainadas las espadas arremeter unos con otros, é metiánsela por el cuerpo, otros tendidos en la mar dando voces, é otros haciendo otra mucha diversidad de locuras, y esto causaba que como iban desatinados por huir con el miedo, y cansancio, y calor, y grandisima sed, echábanse en la mar y hartábanse de agua, é como el agua de la mar era muy salada, quemábales los higados y hacíales hacer aquellas bascas, y ansi de esta manera murieron allí muchos, que serian todos los que de sed perecieron hasta mill hombres, y los que mataron los moros y quedaron cautivos hasta quinientos, ansi que todos los que en esta batalla murieron serian hasta mill y quinientos hombres; y esto se supo por algunos cautivos que despues se rescataron, y fueron á Tripol, y todos los que allí murieron fueron hombres delicados que nunca ó

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