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dos de agosto, iban tres cirbos (1) de la Belona, que es una ciudad en la Turquia, á Tripol cargadas de mercaduría, é como descubrieron la armada, ansimesmo dieron vuelta en tierra, é como luego fueron vistos, aunque muy lejos del puerto estuviesen, cuando las galeras salieron era tan grande el levante que á la sazon corria, y andaba la mar tan alta, y con contraria á las galeras, que cuando llegaron á los cirbos todos los turcos estaban en tierra y habian sacado la mercadería, é como los cirbos sean pequeños y de poco cargo, que son como barcos sevillanos, rasos como los de las galeras, los vieron vacios, por no ser de mucho provecho, y por no pararse á desencallar, les pusieron fuego y se volvieron, y ansí otros muchos barcos de moros é turcos fueron tomados.

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Como el conde toviese ganado á Tripol, como dicho es, y la isla de los Gelves estuviese de allí 35 leguas, pensó en sí, segun lo que adelante se urdió, que pues Trípol era ganada cinco dias habia, lo cual los moros de los Gelves ya era notorio, é que pues él habia ganado una ciudad tan fuerte en una hora é media, que los Gelves se le darian á partido, y parescióle que seria bien el ir allá é requerirlo con paz, é luego el lunes despues que se tomó la ciudad, que fueron 29 de julio, tomó ocho galeras é cuatro fustas gruesas con alguna gente é fué la vía de Jeldes (sic) á la misma cañada vía de la puente, y llegados allí, manda salir á tierra tres hombres que sabian la lengua con una bandera en señal de paz para que de parte del conde requiriesen á los moros de paz, pero

(1) En el original parece a veces decir carbos. Acaso será la misma clase de embarcaciones que la que los turcos llamaban carabos.

Nota de Navarrete.

ciudad de Tripol, salieron en tierra, y desta causa estuvo el armada en el puerto hasta el mártes siguiente, que fueron veinte y seis de agosto, que este dia toda la armada se hizo á la vela, y el mismo dia hizo algunas calmas, ansi que todo aquel dia estuvimos á vista de Trípol, y luego miércoles á la noche comienzó una gran fortuna, aunque no turó mucho, y luego otro dia amanesció toda el armada ante la isla de los Gelves, y las primeras naos que llegaron fueron la capitana y otras de las mejores, y surgieron á una punta que se hace en la entrada de una cañada de la isla hácia la parte del castillo, y allí estuvieron hasta que la armada toda se recogió, é de que fueron juntas se hacen vela y métense todas en la cañada hacia la puente, encima cuanto dos millas hacia la parte del norte, y allí todos los navios surgieron cerca de un hachon ó torre que los moros tenian por atalaya, é allí estuvo el armada todo aquel dia, hasta despues de media noche que el conde mandó embarcar la gente de pelea en galeas, é galeones, é bergantines, fustas, chalupas y barcos y otros navíos de remos, porque la gente estuviese mas aparejada para saltar en tierra: é luego otro dia viernes, que se contaron 30 de agosto, luego comenzando á esclarecer, la gente ó parte della fué echada en tierra, aunque con mucho trabajo á causa de los muchos bajíos, porque despues que la gente saltaba de los bateles, ántes que pudiesen llegar á tierra iban mas de una milla por el agua con todas sus armas, de manera que cuando llegaban á tierra iban muy cansados, é ansi como salian á tierra luego se juntaban cada uno con su gente, é los coroneles y capitanes los ponian en sus escuadrones entre tanto que esto se hacia, aparejaron un altar y dijieron misa junto á una torre ó ocho, donde el conde y

D. García y otros caballeros, que habian sido los primeros que saltaron en tierra, oyeron misa, y acabada la misa D. Garcia se armó de un coselete dorado con sus brazaletes y orlada (1) y cabalgó en un caballo rucio, crecido y un paje con una pica y otro con una gineta. Estaba ansimesmo alli Hernando Alvarez, tio de D. Garcia, el cual estaba muy enfermo y muy flaco, y como vió á D. García puesto en órden para pelear, luego demandó un caballo para se ir con él, y como D. García lo sintió, fuése para él y díjole: Señor, Vmd. está muy flaco, y no está para tomar armas ni pelear, por que segun el calor que hace, si Vmd. allá fuese no seria mucho morir, y otro tanto le decia el conde Pedro Navarro, con todos los otros caballeros que alli estaban. Hernando Alvarez respondió, que no habia de dejar de ir con él; D. García le dijo, señor, hoy no tenemos de pelear, para que quereis ir donde todos tengamos que hacer en mirar por vos, por estar como estais, mas que en pelear con los moros, y diciendo esto salta del caballo y sentóse á par dél, diciendo, pues estémonos aqui todos (2) como esto vió Hernando Alvarez casi medio por fuerza le metieron en una galera, y esto hecho luego el conde é D. García anduvieron hablando un gran rato cabalgando hasta que el conde se despidió dél y se fué para la gente, y comienza á entender en sus escuadrones; pero como las naos estaban surtas mas de tres millas de tierra y la gente era mucha no se pudo desembarcar tan presto que cuando fueron puestos en la órden que habia de estar no fuesen mas de las diez del dia, y era tan grandisimo calor de las armas y de la mucha gente, que no pc

(1) Acaso celada.

(2) No se comprende la voz que aquí usa el original.

Notas de Navarrete.

dian sofrir á estar en los escuadrones: alli viérades hacer fuentes con las picas, cavar en la arena entre medio de los mesmos escuadrones pensando sacar agua, é aunque alguna sacasen, era tan salada como si fuera dentro de la mar; viérades ansimesmo dar cinco tripolinas é veinte, que cada una vale un ducado, por una vez de agua, é diera ciento si las toviera, é ansi con la pena que es dicha fueron ordenados once escuadrones de muy lucida gente que serian hasta 16 mil hombres de ordenanza, sin los marineros que serian mas de dos mill.

Luego hecho esto, fueron sacadas seis piezas de artillería y puestas en medio de los escuadrones, que eran dos cañones gruesos, y dos sacres y dos falconetes, y dado el cargo á los que lo habian de regir, toda la gente. comenzó á caminar, y estos tiros llevaban los soldados tirando como acémilas, no podiéndose mencar de sed, porque los otros que no tenian sino sus armas antes que se comenzasen los escuadrones se caian de sed muertos en el suelo, cuanto mas los cuitados que iban tirando el artillería, haciéndoles llevar á cuestas los barriles de la pólvora, y los coroneles y capitanes á caballo dando palos en ellos porque tirasen, como si fueran asnos, ansi que caminando con esta pena era tan grande el calor y la sed, que la gente se caia algunos dellos, é muchos muertos; otros que no se podian levantar, é como esto viese el coronel Vionelo, que llevaba la delantera, no pudiendo hacer mas dió lugar á que su escuadron se deshiciese, é como la gente de los otros escuadrones viesen aquello, todos comienzan á deshacerse, salvo el escuadron de don Diego Pacheco, que era el postrero de la retaguardia y habia. quedado cerca de la marina: deshechos los escuadrones, se me turba el sentido de contar este paso! ca viérades

los hombres muertos, puestas las cabezas sobre las rodillas, otros los coseletes, puestos por sombreros encima de las cabezas, é ansi se les salia el alma, y otros temblando, é otros reyendo y otros llorando, de manera que ni el hermano podia remediar al hermano, ni el padre al hijo, ni el hijo al padre, ni el pariente al pariente, ni el amigo al amigo; alli andaba aquella sazon aquel esforzado caballero don García delante toda la gente diciéndoles: ea hermanos mios esforzaos que ya llegamos á los palmares donde hay mucha agua, y allí beberémos y reposarémos; ansimesmo el conde otro tanto les decia, y todos los otros caballeros y compañeros que mas esforzados se sen-. tian, é ansí con esta fatiga anduvimos casi legua y media de un llano raso que no habia sino unas yerbas y arenal hasta llegar á unos grandes y espesos palmares, y en este tiempo ningun moro parescia, y como la gente comenzó á entrar en los palmares cuanto una milla, que es un cuarto de legua, estaban muchos olivares hacia la parte del mediodia, hácia do la puente iba, adelante unos paredones que antiguamente habian sido casas estaba un pozo donde los moros como gente de guerra y que tuvieron conoscimiento y segun el grandísimo calor Ꭹ camino que habian andado la mayor necesidad que llevarian seria de agua, con este pensamiento pusieron muchos jarros y cántaros, otras muchas vasijas atadas con sus sogas, y los moros que serian mas de tres mill de caballo sin muchos peones estaban puestos en velada cuanto un tiro de ballesta del pozo, é como los cristianos llegaron, luego comenzaron sin órden ninguna á sacar agua y beber, otros se arrojaban dentro, é como los moros de la celada vieron aquello, salen con un estruendo y alarido quel mundo parescia que se hundia, pero ni por eso los que estaban TOMO XXV.

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