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curidad, como por los pilotos no ser pláticos en aquellas partes, pero despues de salido el lucero como comenzó á esclarescer, aunque muy poco, y reconoscieron la tierla cibdad y palmares, dieron vuelta á la cibdad poco

ra y

á росо, de manera que cuando amanesció otro dia juéves, dia del señor Santiago, que se contaron 25 de julio, toda la armada se halló una legua de la cibdad, de lo cual toda la gente sintió tanta alegria y placer, que no se podia pensar, porque tenian tanta gana de se ver con los morost envueltos, que es cosa increible, aunque habia tres dias. que no se habian sentado, quien podria decir el gran esfuerzo que todos mostraban, el relucir de las armas, el canabercar de las picas, la órden que tenian, que en verdad parescia mas cosa de Dios que de hombre; y con este concierto entrados y allegados los navíos que llevaban la gente en el puerto, juntáronse cerca de la costa y comienzan á saltar en tierra, y en esta sazon las naos se quedaban fuera del puerto á causa del poco tiempo. Los moros de la cibdad, como los navíos comenzaron á entrar en el puerto, luego comenzaron ellos á tirar unos tiros de artillería de hierro que ellos tenian asestados á la marina, pero como las galeras entrasen las primeras, sin ningun temor, se llegan donde era menester, y comienzan á disparar artillería en el muro de la cibdad tanta y tan espesa, que no parescia sino que hundia la cibdad. En esta sazon entre tanto que las galeras daban combate por la mar, toda la gente saltó en tierra é luego fueron fechos en sus escuadrones, é aunque muchos alárabes é berberiszes, é geneques é turcos, ansi á caballo como á pie, vinieron á la marina y arremetian hacia los cristianos, para les impedir que no desembarcasen, no lo pudieron hacer á causa que los escopeteros é ballesteros que TOMO XXV.

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desembarcaban delante, los hacian retraer, y ansi toda la gente salió á tierra, que serian hasta quince mill hombres de pelea, los cuales luego fueron hechos cuatro escuadrones de cuatro coronelías de gente cada escuadron, y repartiéronse de esta manera: la gente del coronel don Diego Pacheco, y la del coronel Joanes de Arriaga, y la de Juan Salgado coronel, y la del coronel Avila, estos con cada mill hombres tomaron la delantera, porque ansi fué acordado en la isla de la Faguñana en una habla quel conde hizo á los coroneles, donde les señaló á cada uno el lugar, diciendo quél entendia de ir á un lugar en el cual creia que se podian juntar muchos moros al socorro, y que para esto á él parescia que en tanto que unos daban combate à la cibdad, los otros hiciesen rostro á los moros que viniesen al socorro en el campo, y que para esto los coroneles sc concertasen ó por suertes ó de otra manera, y allí se concertaron los coroneles, que fuesen los cuatro ya dichos los que quedasen fuera en el campo para hacer rostro á los moros que viniesen al socorro en el campo, y que estos gozasen de todos los esclavos y ropa de mercancía toda la que se tomase en el saco de la cibdad; y las que diesen el combate gozasen de todo el dinero, oro, é plata é alhajas, y de toda la ropa cortada de vestir: ansí que estos cuatro coroneles se van derechos para los moros con su gente con tanto concierto que no los dejaban llegar á la otra gente que daba el com bate, y ansi estovieron en el campo hasta que la ciudad fué tomada. Despues que fué anochecido y los otros coroneles con toda la otra gente, que serian once mill hombres ordenados sus escuadrones, fueron á la muralla y comenzaron á dar combate à la ciudad, alli viérades á los cristianos disparar escopetas y ballestas que no se oian

y

ni vian, ansimismo los moros desde los muros tirar infinita piedra, y los turcos mucha flecha, ansimesmo desde las torres tiraban muchas lombardas, otros lanzas, otros gorguces, otros muchas saetas, é ansi con lo uno como con lo otro hirieron algunos cristianos, pero no para que en todo el combate de fuera matase tres ó cuatro, y estos los dos dellos con un tiro de pólvora ántes que los escuadrones llegasen á la muralla, é ansi que plugó á nuestro Señor, y á su bendita Madre y al glorioso apóstol Santia go que comenzando á dar el combate à las nueve del dia á las once estaban los cristianos encima del muro. Facia aquel dia tan grandísima calor, ansí del sol como de las armas, é gente é trabajo de combatir, que la gente estuvo en gran aprieto de se perder porque ya muchos desmayaban, pero como parte de la gente subió y ganó los muros, los que quedaban tuvieron lugar de sacar agua de muchos pozos que están junto á los adarves de muy buena agua de que todos bebieron; é como los primeros comenzaron á subir, alli veríades los moros y turcos pelear con ellos tan reciamente que acontecia estar atravesados con las picas, y irse por ellas hasta llegar á dar al que tenia la pica, con los alfanjes é gomías, pero luego comenzó á subir tanta gente por escalas é maromas é tan ligeramente que parescia que el bienaventurado apóstol Santiago les daba la mano.

Habiendo entrado por los muros, las puertas de la cibdad aun estaban cerradas, é aunque al principio cutrasen hartos, pero no eran tantos que pudiesen resistir á los moros, é ansi murieron peleando ántes que las puertas se abricsen mas de cien cristianos, y unos morian peleando y otros por robar, é entre estos morieron algunos hombres prencipales, entre los cuales fué un coronel que

se decia Ruy Dias de Rojas, uno de los Cabreras, un capitan llamado Francisco de Simancas, camarero del conde Pedro Navarro. Alli viérades á esta sazon ántes que se abriesen las puertas de la cibdad, una maña de pelear que queria parescer mas pasatiempo, que otra cosa, y era que como los cristianos que habian entrado por los muros fuesen pocos, en comparacion de los moros que dentro habia, é como los unos anduviesen peleando por las calles con los otros, y como se sintiesen cansados, sentábanse á descansar, é como los moros los viesen sentados, sentábanse tambien ellos y descansaban, é despues se levantaban á pelear, é esto facian muchas veces, y ansi pelearon hasta que las puertas de la cibdad se abrieron que entonces no habia tiempo de descansar.

Como los cristianos vieron que los moros tan recio peleaban é que ellos eran tan pocos, repartiéronse en tal manera que dellos quedasen para hacer rostro á los moros en las calles, é los otros fuesen abrir las puertas, aunque era muy difícil cosa, ansi porque estaban quien las guardaban, como por estar con muy Toman los nues- gruesos cerrojos é sus llaves, y porque la gente no tenia con que las descerrajar, pero como podieron finalmente las abrieron, é como en las abriendo toda la gente entrase con gran impetu, luego los moros se retrajieron a la mezquita mayor, donde muy reciamente peleaban, ansi como aquellos que sabian

tros à Tripol en Berberia.

(1) Cifra en lugar de manera, que ha quedado ya intreducida en nuestro idioma, por la costumbre de pronunciarla como esta escrita.

Nota de Navarrete.

que, ó de muertos ó de presos, no podian escapar, otros se hacian fuertes en las torres de los adarves que son muchas y muy fuertes; y allí los cristianos por les entrar, y ellos por se defender, duró el combate de las torres hasta despues de anochecido. Los moros que estaban en la mezquita luego al principio muy reciamente se defendian; pero como la mezquita era grande y con muchas puertas hobieron los cristianos lugar de quebrantar algunas dellas por donde se entraron por fuerza, lo cual viendo los moros se defendian tan reciamente que era cosa de espanto; pero como los cristianos se comenzaron á encarnizar en ellos de tal manera, que mataron dentro de la mezquita hasta dos mill moros é moras é todos los otros fueron presos. Halláronse allí tanto oro, é plata, é joyas é otras prescas que estaban hechas lios que á esta cabsa no cabian de pie los moros y moras, é como los moros que se habian hecho fuertes en las torres, viesen que la mezquita era entrada, é que no habia otro remedio sino morir, diéronse á partido de las vidas á un coronel llamado Samaniego y otro llamado Palomino, los cuales cativaron y tomaron allí en las torres tres mill moros, con muchas riquezas de oro, y de plata y ropas. Entretanto que esto se hacia, la cibdad se saqueaba, que no estaba toda la gente en la mezquita y en las torres, sino unos por una parte y otros por otra á robar derramados hasta que vino la noche que todos se retrajieron cada uno donde le tomó la noche. El jeque ó señor de Trípol habíase hecho fuerte en una alcazaba con otros moros los mas principales á donde él Ꭹ ellos pelearon un gran rato, porque este jeque era tenido por muy esforzado de su persona, pero como cuando la puerta se abrió el conde entrase luego é se fuese al alcazaba, requerióle, que se

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