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daba en estos acuerdos, los franceses que por ventura los habian penetrado, apresuraron y repitieron los asaltos. Peleaban los de adentro mano á mano con los de afuera, y los españoles que siendo tan pocos de todo el ejército francés se defendian, no solo usaban de las armas defensivas, sino de cuanto su ingenio les sugeria. De piedras y aceite hirviendo con lo cual quemaron á muchos franceses, dice tambien el coronista; mas como el muro estuviese desbaratado y por tierra, y los sitiados hubiesen perdido ya mucha gente, contemplando Navarro inútil la defensa contra fuerzas tan superiores, determinó al fin rendir la plaza con honrosas capitulaciones, y la entregó en 24 de agosto (1).

Esta entrega, á la que hay quien cuenta haber precedido catorce asaltos, é matar los cercados á los cercadores mas de mil hombres sin perder quince de los suyos, dicen algunos que se aceleró porque el capitan Peralta enflaqueció tanto en el puesto que defendia, que se puso en trato con los franceses y persuadió á los soldados que forzáran á Navarro á que se entregára; lo cual, añade el muy respetable Zurita, hubo de hacer, estando ya el Gran Capitan determinado de socorrerlos en aquella misma noche (2). Refieren otros, y esos italianos contemporánecs y tan bien informados como Guicciardini y Jovio, que Navarro capituló cumpliendo con las órdenes que el mismo. Gran Capitan le comunicó secretamente de no aguardar á ejecutarlo en el último peligro, sino que con tiempo atendiese á su persona, y tratase de conservar tan valiente guarnicion, en la que la compañía de Navarro parece que era de vizcainos (3).

(1) Ibi, cap. 47.

(2) Zurita, ibi.

(3) Guicciardini, Istoria d'Italia, lib. 5, pág. 138, dice que Na

La Crónica del Gran Capitan, de la que hemos tomado varios pormenores algun tanto vulgares y de menos importancia, no entra en los relativos à la gloriosa capitulacion de Navarro y á su salida triunfante de Canosa. Hay sin embargo entre sus coetáneos uno que al referir todo lo que entonces se decia, da á su narracion tal interés que aunque Navarro no hubiese obrado otras acciones que las pasadas, merecia bien el título de hombre aplisimo para la guerra de mar y de tierra, que Pedro Mártir, que tambien habia sido soldado, le dió cuando estaba en Canosa, sin duda por lo que oyó en Venecia, cuando regresaba de la embajada que con él enviaron los Reyes Católicos al Soldan de Babilonia (1).

"El Gran Capitan, cuenta el Cura de los Palacios despues de referir lo de los catorce asaltos que ya indicamos, "envió á decir á Pedro Navarro que ansi por la « villa ser flaca como por no tener el aparejo para le so« correr, por estar todo el ejército de Francia allí junto « sobre él, que si no se podia tener que ficiese el mejor partido que pudiese, ó que si algunos dias se podia te<< ner, él le socorreria aunque á mucho peligro le fuese. « El dicho Pedro Navarro no tenia gana de hacerse par« tido, sino tenerse hasta ser socorrido; è uno de los

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varro capituló salve le robe et le persone. Jovius. De vita magni Gonsalvi, lib. 2, pág. 241. Erat Canusii Petrus Navarrus cum sua Cantabrorum cohorte, cui Collius sclopetarios circiter ducentos addiderat..... per triduum incredibili virtute sustinuit... nisi per ocultos nuntios, jubente Consalvo ut sibi consuleret, fortissimosque militares conservaret, parendum esse censuit, eíc.

(1) Epistola 240, ex urbe aquis circumsepta III nonas junii, MDII. Canusium Romana clade oppidum insigne in Apulia Galli adoriuntur..... Oppidum præsidio tenet cum delecta manu Petrus quidam Navarrus vir mari ac terra bello aptissimus.

TOMO XXV.

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« otros dos capitanes secretamente trataba partido por el peligro que esperaban: é ansí cuando supo esto Pedro « Navarro é que medio no llevaba de se poder defender, « acordó de hacer el mas honroso partido que jamás nin« guno hizo en esta manera: que le dejasen salir al dicho Pedro Navarro con los otros dos capitanes con toda su gente armados por medio de su real, con sus banderas « tendidas é sus atambores é trompetas tañendo é dicien« do España, España, é que dejasen salir todos los del lugar que con él quisiesen ir con toda la hacienda que quisiesen llevar, é que á los que quedasen no les fuese « fecho enojo alguno. E ansi salieron é se fueron camino de Barleta, donde se habia encerrado el Gran Capitan á « los 10 de julio, é les salió á rescebir el Gran Capitan mas « de una milla del lugar; lo abrazó é le besó en el rostro á Pedro Navarro é le dijo muchas palabras de honra é de amor (1).

Lo mismo substancialmente confirman el protonotario Pedro Mártir y Paulo Jovio. El primero, que andaba en la corte de los Reyes Católicos, en una carta, que lleno de admiracion por las proezas de Navarro, escribió en Zaragoza en setiembre de aquel año (2), y el segundo añadiendo á su capitulacion y salida de Canosa circunstancias muy gloriosas, convienen en que se estipuló que le hubieran de dar acémilas para conducir sus heridos, y que al verle salir de la plaza con sus soldados y con aire de vencedores, mas que de vencidos,

(1) Historia de los Reyes Católicos, M. S. en la Bib. Nacional, cap. 175.

(2) Epistola 247. Mira de Pedro Navarro.... feruntur......... Per Gallorum ordines Hispania, Hispania, Hispania vivat, sublatis vocibus proclaman'o transisse feruntur ad suos.

se maravillaban altamente los franceses de que tan pocoshombres como aquellos hubiesen podido resistir á la muchedumbre de los suyos, y á tantos peligros y asaltos (1): de suerte que al ver como celebraban escritores tan graves la capitulacion y salida de Canosa, no se tendrá por exagerado al poeta napolitano y testigo que al referirlas en su Consalvia, cantó que desde aquel dia en adelante ya no tuvieron los franceses valor para asaltar ningun castillo en que hubiera guarnicion española; y exclamó al fin: ¡Oh valeroso Navarro que acostumbrado siempre á vencer y á poner en fuga á los enemigos, con solo haber perdido ahora un lugar ha sabido vencer ejércitos enteros (2)!

Apoderado Nemours de Canosa amenazaba desde allí al Gran Capitan y á los españoles que, faltos de todo, se mantenian encerrados con él en Barleta. Molestaba tambien á los que guardaban algunos otros pueblos cercanos pero menos importantes: siendo su empeño arrojarlos de los puntos que con sumo acierto y vista la inferioridad de su número habian elegido, y el de los nuestros por lo contrario guardarlos y mantenerlos interin les llegaban los refuerzos prometidos. Como tan cercanos estaban, los encuentros, escaramuzas y combates parciales entre españoles y franceses eran muy frecuentes. De sus resultas y del agravio que los últimos

(1) Jovius, ibi. Gallique item iumenta præberent quibus saucii adveherentur et.

(2) Baptista Cantalicius napolitanus. De bis recepta Parthenope. Consalvia, libris quatuor. Neapoli 1506, lib. 2. Es menos raro en italiano con el título de Le Historie de Monsignore Gio. Battista Cantalicio, etc. Delle guerre fatte in Italia da Consalvo Ferrando di Aylar. Cosenza, 1595, lib. 2, pág. 30.

sentian con el reciente suceso de Navarro, se dejaron algunos decir que si bien era cierto que los peones ó sea infantes españoles era gente esforzada y valiente no asi la caballería que con sus giros y caracoles acostumbraba huir cobardemente de las lanzas francesas (1); baladronada harto jactanciosa de que hubieron de retractarse, por consecuencia de aquel público y solemne desafio que entre once franceses y otros tantos españoles á caballo tuvo lugar entre Barleta y Vitelo en 27 de setiembre (2).

Navarro mientras tanto y aun sin haber apenas reposado de las fatigas de Canosa fué enviado á proteger á Ta ranto amenazado por Nemours. Gobernaba aquella plaza como teniente del Gran Capitan su sobrino Luis de Herrera, y no contaba con otra fuerza que la de unos cien ginetes ó caballos ligeros. Importaba su posesion así por su fortaleza como por el sitio en que estaba, y ya fuese para asegurarla de las asechanzas enemigas, ó porque al mismo tiempo quisiera el Gran Capitan dar á su sobrino un acreditado maestro militar, le envió de socorro á Pedro Navarro con alguna gente. Llegó tan oportunamente que muy pronto frustró una sorpresa intentada por el mismo Nemours en persona con trescientos hombres de armas, otros tantos caballos ligeros, cinco mil infantes y nueve piezas de artillería (3): eso sin

(1) Jovius. De vita magni Gonsalvi, lib. 2, pág. 238.

(2) Crónica, cap. 53.-Zurita, lib. 5, cap. 3, y sobre todo la Vida del Gran Capitan por el Sr. D. Manuel José Quintana entre las de sus Españoles ilustres; en la que tambien se refiere el desafio que mas adelante tuvieron trece italianos con trece franceses. El de los españoles le pone Zurita en 20 de setiembre.

(3) Jovio, ibi.

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