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como los cristianos llegaron arremeten á los moros con tanto esfuerzo é alegría que luego todos los mas de los moros se ponen en huida, aunque entre chicos y grandes, hombres y mugeres fueron cabtivos hasta mill persoitas. Alli veríades al conde Pedro Navarro como un leon, bañado los brazos en sangre andar como un leon esforzando la gente, matando é hiriendo los moros que se ponian en defensa, dando ejemplo de esforzado capitan y animoso caballero. Esomesmo andaba el Rey moro con esa poca de gente de pie y de caballo que tenia, haciendo tanto estrago en los moros, como si fueran sus mortales enemigos. Andaba eso mismo un tornadizo, que seyendo moro se tornó cristiano, el cual se habia llamado Pedro Navarro, delante toda la gente, matando é hiriendo los moros con un esfuerzo maravilleso, llamándolos perros, y diciéndoles que nunca habia sido dellos. Andaba nuestra gente por aquellos prados tendida, ya que el dia era claro, unos quemando tiendas, otros matando moros, otros juntando camellos, vacas, acemilas, caballos, yeguas; otros apañando ovejas, carneros, cabras y otros ganados; otros seguian el alcance de los moros con tanto placer y alegria como si estovieran en su mesma natuleza, de donde claro paresce tan gran victoria haber sido mas por la gracia de Dios que por fuerza de hembres. Húbose en este despojo mucho oro, y plata, aljofar, y seda, y grana é otros paños muy finos, sin los cabtivos é cabtivas, de los cuales hubo muchos que se resca taron á mill, dos mill, tres, cuatro mill tripolinas: ansi mesmo se halló un camello cargado con la vajilla del Rey moro, y con toda la ropa de su vestir, ansi de brocado como de seda é grana, y entre ello una corona de oro, todo cargado en dos lios cobiertos con un tendejon de

lana de camellos, é no estaban reatados porque no habia tenido lugar para tanto, de manera que se apreciaba en mas de seis mill ducados. Hubo este camello un alferez de la capitanía del coronel don Diego Pacheco por aviso de un criado suyo, é luego que lo hobo lo descargó é tornó á cargar en cuatro acémilas, y lo llevó hasta los prados de Bugía donde lo dejó ascondido entre unos zarzales, é otro dia lo trajo á la cibdad. Poco le aprovechó á él é á todos los otros, porque todo cuanto alli hubieron les tomaron, é á algunos que no lo dieron tan presto como fué pregonado los echaron en presion porque diesen lo que tenian ascondido, en especial á este que halló el camello, lo cual sintió tanto la gente que si la guerra no fuera con moros ninguno dellos quedára que no se fuera.

Quemadas las tiendas y seguida la vitoria hasta enci ma de la sierra, el conde hizo recoger la gente, é los hizo poner en órden como habian venido; ansimismo juntaron toda la cabalgada, ansi de bestiame como de hombres y mugeres hasta mill personas, é mas de nuevecientos camellos é otras tantas vacas é infinitas ovejas, cabras é carneros, caballos, yeguas é acémilas, é ansí junta la meten en medio de los escuadrones é comienzan á caminar. A esta sazon ya se habian llegado gran multitud de moros, alárabes y berberisces, ansi de á caballo como peones, sin infinitos sin infinitos que continuamente aylaban por aquellas sierras abajo y por todos los linpos con grandísima grita arremetia hacia los escuadrones, pero no porque se osasen mucho allegar, que la escopetería y ballestería estaba tan á punto que cuando arremetian muchos dellos quedaban tendidos en el suelo, y desta manera se sacó la cabalgada de aquellos prados, sin que se perdiese hombre de los nuestros, porque el conde habia mandado so

pena de muerte que ninguno fuese osado de salir de su ordenanza, lo cual ansi se hizo, salvos un valenciano que por ir tras unas moras que iban huyendo se desmandó, y unos moros le hicieron pedazos, sin que ninguno le osase ir á socorrer; é como el conde lo viese, mandó con mucho enojo que en llegando á Bugia todos los valencianos se fuesen á sus tierras é ansi se fué la gente hasta el rio donde los moros pensando á la pasada aprovecharse de los nuestros, tomaron muchos dellos la delantera y pasaron el rio; pero como el conde los vido pasados y que querian defender el paso, mandó pasar delante un escuadron de escopeteros, los cuales pasando les hicieron huir de tal manera que no osaron mas volver al rio los moros que no habian pasado. En este medio tiempo habian recogido hasta trecientos camellos que se habian salido de la cabalgada, y puestos los camellos en la delantera, por miedo de las escopetas, arremeten á la retaguardia ó rezaga con una gran grita; y como el conde los viese venir hace detener la gente y con un escuadron de gente arremete hácia ellos; entónces los moros echan á huir y dejan los camellos, los cuales luego fueron metidos con los otros en la cabalgada, y ansí quedaron cinco ó seis de caballo muertos de scopetas, y ansí se pasó el rio con toda la cabalgada.

Pasado el rio y tornados los escuadrones á su órden comenzaron á caminar y los moros que continuo se allegaban, mas siempre en seguimiento á la rezaga, y por los lados, pero no porque mucho se osasen allegar á cabsa de las escopetas, pero como algunos moros conosciesen al Rey moro, á el jeque su sobrino con otros cinco ó seis de á caballo moros que iban en la delantera con Diego de Vera, salen diez moros de los contrarios é arremeten á

ellos, é Diego de Vera é el Rey tambien á ellos, é Diego de Vera de su encuentro llevó un caballero moro é los otros hicieronlo tambien, que hicieron huir á los contrarios de tal manera que nunca mas osaron tornar. Fué herido en esta escaramuza el jeque de una lanzada en la pierna; pero no fué mucho. En este tiempo nunca hacian sino venir moros como hormigas, é aunque muchas veces tenian aparejo para arremeter, por ser el camino muy angosto é de muchos pasos malos, pero no lo osaban hacer, ántes se sobian en las alturas é daban una grita saltando como picazas y tomaban la tierra y echábanla hacia el cielo escarbando con los pies como toros, é como vian salir el humo de las escopetas todos se dejaron caer en el suelo, é ansí pasados aquellos pasos malos llegaron á los prados que estan una legua de Bugía, donde se vinieron muchos jeques á dar por vasallos del Rey nuestro señor, é toda la gente de los moros que siempre venian seguiendo, siendo ya muy tarde, se tornaron muy tristes, é los cristianos entraron en la cibdad ordenados de cinco en cinco sin pérdida de mas de un solo hombre, á do los salió á rescibir el obispo de Bugía, que habia muy poco que era venido, é era mallorquin, en procesion de todos los clérigos é frailes que allí habia, cantando el Te Deum laudamus hasta la puerta de la cibdad, donde los que venian fueron muy bien rescibidos de los que quedaron en la cibdad, disparándose muchos tiros de la una parte y de la otra. Llegó la gente muy fatigada, á demás porque la noche antes habian andado mucho, é no habian dormido, ni aquel dia habian tampoco parado, sin comer bocado, é tambien porque, veniendo muy calurosos del camino habian pasado el agua del rio que venia á la sazon muy fria, estaban todos como cortados, é lo

que mas los afligia era que no habia ninguno que no trajiese infinitas espinas de unos espinos que habia en los prados donde los moros estaban, en tal manera que no habia quien se pudiese tener en las piernas, é á causa que la cabalgada pudiese pacer, seria bien dos horas de la noche cuando la gente acabó de entrar en la cibdad.

Es cosa muy de maravillar si notamos como habiendo. tres meses que el conde habia tomado la cibdad con hasta cuatro mill hombres los mas enfermos á causa de haber estado treinta dias de lo mas recio del invierno en una isla llamada la Formentera, lloviendo y venteando, muertos de hambre y de sed, desnudos y descalzos, durmiendo en el suelo hecho lodo, atreverse agora á entrar tan á dentro en tierra de los enemigos con mill y quinientos hombres de pie, sin haber gente de armas en el ejército, mayormente siendo la cibdad tan grande é estando tan poca gente en ella, teniendo los muros por muchas partes casi allanados al suelo, é no podemos decir sino que fué cosa hecha de la mano de Dios, pues que la fuerza de los hombres no bastaba á resistir á tanta multitud de

moros.

Entrada la gente, como dicho es, la gente llegó tan fatigada y cansada que mas de seis semanas estuvieron los que en el rebato se habian hallado, que ninguno salió de su aposento, porque con el calor del camino é la pasada de los rios é arroyos, é con las espinas que se les habian hincado de los cardos, que llaman arrecifes, estaban que no se podian menear.

Dende en adelante los moros muy mas continuamente venian á la cibdad á escaramuzar, é hacian sus emboscadas é celadas de noche; pero como vian salir los cristianos, luego hoyan, en especial juéves, que fueron 28 de abril,

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