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la gente de la ciudad salió á sus faciendas al campo; Diego de Linares, guarda excusaña, natural de allí, como se mostró viese entrar caballeros, y él sin ser sentido. dellos, en una mata espesa se metiese, y de la pérdida de su pueblo se doliese, de improviso alli fizo ahumada y respondida por la torre del arcediano que allí está, salió el conde de Cabra, que era venido por guarda para coger los frutos del campo, faciendo rostro á los enemigos, cojó los amigos con sus ganados á la ciudad sin cosa perder, y los moros en tala de panes y heredades, quebraron la saña de la guarda. Los cuales como lo quisiesen matar, no lo mateis, dijo el Rey. Por el cual pregun tado porque habia fecho tan loco atrevimiento, pues salvar no se podia de ser cativo ó muerto, respondió: yo por bueno lo tengo, y mas bien quiero padescer, dijo, Señor, que no digan á mis fijos los de mis vecinos, la flaqueza de tu padre hizo viuda á mi madre. Oido por el Rey loóle su respuesta y mandó fuese bien tratado y llevado para enxemplo de los guardas de su reino, donde estando pocos dias á ruegos y dineros del conde le dió el Rey de Granada libertad. E no menos bien vino á Archidona de los hombres del campo; que como el maestre D. Pedro Giron la tuviese cercada y necesidad tuviese de saber donde y en que estaban los moros de Loxa, Ronda y Málaga y aquella tierra. Pedro de Godoy, caballero de su casa, tomó un adalid con otros é fué á entrar do trujeron lengua con el Rey de Granada, Guadix; Baza recogia gente en Taxara para socorrer la villa. Sabido por el maestre, en breve juntó mas las estancias á la muralla, y dió el combate que fué causa la ganó ántes que el socorro llegase; pues de la puerta dentro en lugar de frontera toda su plática es guardalla, y lo Tоио XXV. 29

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que conviene al oficio de guerra, y á que hora se cerrarán las puertas, y cuanto antes la de la fortaleza; y las velas y rondas á que hora irán, y no á estanza sabida porque la suerte se le ha de dar echada despues de las puertas cerradas, y en ella estar para la entregar al atalaya ó atalayas que han de esperar á las velas que vernán al sol puesto, y cuando se abrieren de noche quien y á quien y con que recaudo y porque necesidad; y no recibir con mala cara al requeridor, aunque vengan á horas espesas, porque viene á decir el recaudo que en la cerca hay, la lonja del trato de la gente en las torres y barreras, adarves y puertas con sus lanzas, espingardas y ballestas tirando á terreros, el apuntamiento de los artilleros de noche con sus tiros, y de dia miralles por guardallas de los daños, requiriendo á menudo las casas de la artilleria de dia, y aquellas casas apartadas unas de otras y visitarlas de los bastimentos: y las noches fortunosas de obscuridad, á que parte se pornán las escuchas, y en que lugar los farones, do acudirá el sobresaliente cuando el atajador saliere de pesquisa á recibillo, y cuando á pacer el ganado, quien á guardallo, y que guarda irá á cobrallo. A los rebatos, antes, decia Luis de Pernia, ir á buscar cien veces al enemigo á su casa, que no una cuando viene desviarme de la mia. E por do se espera correr los contrarios, armallos tires à lugares y pasos. Que como el año primero de la toma de Alhama á aquella corriesen Mahomat Alatar y Jebiz con la gente de Loxa y Velez, Antonio de Fonseca y Fernando de Vega, que la guarda del campo con caballos é peones aquel dia tenian; y como acostumbraban los moros correr tan ligero que con poco llegaban al barranco que es alli cerca de la puerta; estos caballeros conosciendo las cosas del campo ficieron

carcavas en veredas seguidas, y como soltasen á su costumbre correr los moros, cayó un caballo cayó un caballo que por salvarle recibieron allí daño los suyos, é dende adelante tan sueltos ni juntos se llegaban á la ciudad, el caballo del cual los peones á pedazos á la ciudad para comer trujeron. E coino las cosas de guerra por escrito, son como los dere chos que hay mas casos que vienen que no leyes usadas; porque son tantos y tantas, como vuestra señoría sabe, mejor las facen hombres de frontera, seyendo su uso que no aquel que las ha de aprender; que estas no oyendo, mas viendo y faciendo se saben bien. Es verdad que de contar estas cosas mas ligeras que de facer son; pero los que teneis cargo de gente, á todo habeis de hacer rostro en oillo, que puede ser y muchas veces se ve el simple decir una cosa y buenas cosas, que de los que han visto aprovecha el consejo, porque en la guerra hay grandes cosas y muy varias á muchos casos peligrosos obligadas disposicion del lugar, fortuna del tiempo, la hora del sol contrario, muerte de un hombre, flaqueza de otro caso semejante se atraviesa, que es causa ser vencidos los inuchos que esperan ser vencedores. En prueba de mi suplicacion, presento el consejo que dió el viejo Poncio Serenio en lo de las forcas caudinas y el de Periocles cuando dijo que destruccion cobraba venganza cuando dormia el enemigo. Y no menos decia otro vecino Aliatar el viejo, quien sabe la guerra enriquece y vive en ella. E aun costumbre era en Roma cuando un consul iba á facer guerra, que le daban hombres sabidores de ella para la platicar y guiar bien. Creo que su señoria reverendisima lo terná proveido, pues es para mostrar y proveer á todos, y no todos proveer á él, seyendo la ocupacion de su ilustre persona tola hora en

lo mas necesario que en guerrear los enemigos de la fé é aquellos dalles ley: é que no se le habrá olvidado con el deseo de la guerra lo primero que fizo Metello en la guerra de Jugurta, cuando le fué entregada la hueste por Espurio Albino que estaba, dice Valerio, mancillada de vida. floja y delicada, demandó lo superfluo echar de su ejér cito; porque la soltura de la gente es tanta hoy, que conviene rogar y al mazo dar. ¡O cuantos en cuanta manera loan la guerra por el bien que della sucede, que sin ella no hay perpetua paz! Pues oyamos á Valerio Máximo lo que decia á Pio Claudio que por muy ocupado en ella valia y era mas provechoso al pueblo de Roma que por su ociosidad: no porque él no fuese gozoso en el estado de la paz, mas considerando que les muy poderosos reinos eran movidos á virtud por ejercicio y por folgar caidos en pereza, y que la negociacion de la guerra que es de terrible nombre, ha mantenido en estado buenas las costumbres de la cibdad, y el reposo que ha dulce y suave voz la finchó de muchos y diversos vicios. E Vegecio que dice que el duque de la hueste debe mas desear tiempo de batalla que no de paz, por la necesidad del ejercicio, ca es conversacion de virtud, así como el folgar es causa de flojedad y de vicios. E árbol de batallas cuando dice es necesa rio guerra trayendo enxemplo do se comenzó la primera, é qué loores le da! y que tales y cuantas autoridades trae, é las gracias que deben las gentes dar á los procuradores dellas. En especial agora que se esperaba en España, si esta guerra no se atravesaba, lo que acaesció despues que Cipion sojuzgó á Cartago, que las guerras ovieron sobrescimiento, do se descubrió cantidad de robadores cuando el sueldo les fallesció; porque muchos no sabiendo fallar morada, otros por no venir á menos de sus es

tados, otros por habérseles convertido en hábito el guer rear é mal facer; así por esta guerra de que se trala, todos los males é ladrocinios é saltear de camino, que á la puerta estan, cesarán con la pasada de Africa que por solo mercaduría se debe tratar y por buen caudal. E tambien porque el Rey que face guerra en la casa agena tiene sosiego y paz en la suya: y España mas que otra gente la quiere, de la cual se sigue que como en la guerra son bolliciosos, así en la paz jamás cesan de ser escandalosos. Su salud es pues dalles con que su ocio no vaya á vicio guerra y de infiel que en le guerrear se gana el amor de Dios y voluntad del pueblo, y á gente de Africa que desque veeis caza no paran rostro. Miémbrome, Señor, cuando esta pasada digo, haber leido aquella pregunta que Cipion fizo á los marineros al desembar car en Africa, como se llamaba una piedra que parescia muy alta su nombre es, Señor, buen acogimiento. Allí, dijo él, me place ser acogido. El temor grande que fué en aquella tierra, digalo Tito Livio; y diga este claro cardenal, si Cipion allí dijo me place ser acogido, yo á puerto grande ser desembarcado; y no sin causa quiso Dios se ganase, que dicen sea el mejor de la mar. Y volviendo á mi suplicacion, si se buscan, fallanse-han de á pie y de á caballo, aunque rotos, buenos almogavares para roza-montes; y de gana irán, pues van á guerra, que hay mas tardanza que peligro. De Salar á 6 de abril de 1509 años De vuestra señoria servidor-Fernan Perez de Pulgar.

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