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menudo, junto con el valor de los sitiados y las grandes fortificaciones de Nápoles; inducian á otros á proponer que se acantonáran las tropas en las ciudades y pueblos inmediatos, y que así permaneciesen hasta fin de setiem bre. En ese tiempo concluian, con que la guarnicion consumiria sus viveres; las gruesas partidas que corrian el pais, y las galeras de Francia que correrian lo largo de las costas, impedirian la entrada de convoyes suficientes para avituallar la plaza al fin debilitada, y que la guarnicion con el hambre y pasados los grandes calores, vendria á caer por sí misma en su poder (1).

Si se ha de creer á los escritores franceses, Lautrech se inclinaba bastante á este parecer, de que las reflexiones de Navarro le apartaron enteramente. Segun cuentan le representó que, estando bien informado de que en la ciudad no habia víveres para mas de dos meses y medio, tendria el virey Moncada que capitular ántes de mediado julio; siempre que el ejército acampado como estaba á tiro de cañon, cerrase bien todas las avenidas por tierra

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la armada por su parte bloquease igualmente el puerto: que no recibiéndose apenas dinero de Francia, era muy de temer que los suizos y lansquenetes se desbandasen: que no se debia contar demasiado con la constancia de los aliados, mayormente cuando ya un ejército aleman volaba al socorro de los imperiales que estaban en el Milanesado: que en el espacio de cinco ó seis meses podian acontecer tales cosas que frustrasen de todo punto la empresa y que teniéndose sobrada experiencia de lo inúti

(1) Guicciardini, lib. 19.-Daniel, Histoire de France. François 1, pág. 343.

les y fatales que eran semejantes detenciones, el ejército debia cercar la plaza y embestirla desde luego (1).

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Estas razones, que los mismos escritores poco inclinados á Navarro califican de fuertes, atrajeron á Lautrech que las comenzó á poner por obra. De sus resultas tardaron poco los sitiados en carecer no de trigo sino de pan, porque todos los molinos estaban en poder de los sitiadores que dominaban en los rios inmediatos. De esa falta eran los alemanes los que mas sufrian, por no saber, » dice Paulo Jovio que no andaba lejos, remediarse tan ingeniosamente como los españoles é italianos con ciertos molinos de piedra que con la mano se traian al derredor, y con los cuales molian muy bien el trigo, » aunque no mucho." Demás de eso escaseaba el vino para los mismos alemanes que aborreciendo el beber » agua como cosa dañosa á las entrañas, con el deseo que » de él tenian, como si fuera deseo justo y santo, cataban con furia todas las bodegas de la ciudad; de modo » que no teniendo respeto ni aun á la casa de Avalos, que » era del marqués del Vasto, arremetieron con ella y des» cubrieron, avisados de un obrero traidor, algunas tinajas de vino griego escondidas en la huerta en silos » hechos a mano; y acudiendo todo el ejército y bebien⚫ do unos y llevándolo otros en barriles y en las celadas » acabaron en un momento lo que, si bebieran con ór » den, se creia que bastase para beber todos en algunos » dias (2)."

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(4) Daniel, ibi.

(2) Baeza, ibi., cap. 21.-Jovius, lib. 25... aliquot Græci vini dolia, subter hortum manu factis scrobibus recondita ex indicio infidelis fabri detegerent, factoque totius exercitus concursu, perpotan

En semejante situacion temiendo el valeroso virey D. Hugo de Moncada y los demás cabos imperiales versc todavía mas apurados, si á las galeras con que Filipin Doria tan estrechamente los bloqueaba, se juntasen pasando el Faro de Mesina las veinte venecianas que los sitiadores aguardaban, determinaron salir contra él y combatirle. A pesar de ser las fuerzas de Filipin tan superiores y que ellos solo contaban con seis galeras, cuatro fustas y algunos buques menores de los que entónces llamaban fragatas, no por eso se arredraron. Arrojados como ellos mismos y confiando mas que en el número de sus naves en su valor y en el de sus soldados, acordaron ante todo entresacar como unos mil arcabuceros de los mas afamados del ejército. Corrió con la eleccion Juan de Urbina que los escogió casi todos vizcainos y de los que habituados al mar de su pais, no habia que temer que se mareasen. La flor de ellos entró en la galera capitana con el virey D. Hugo y el marqués del Vasto, entrando otros no menos acreditados en las que iban el condestable de Nápoles Ascanio Colona y otros muy es clarecidos caballeros y capitanes: siendo tal el ansia que todos tenian de lanzarse al mar, que hasta doscientos alemanes con su caudillo Conradino Glornio, por no parecer menos valientes que los españoles, se embarcaron tambien en dos galeras (1).

Dispuesto todo, y gozosos todos como si tuvieran la victoria en las manos, salieron del puerto de Posilipo en

do galcis et aquariis cuppis asportando ocyssime exhaurirent, quum modicè parcendo, omnibus per aliquos dics suffectura crederentur. Interea accitus à Lotrechio è Genua Philippus Auria etc.

(1) Jovio y Bacza, lib. 26, cap. 23.-Guicciardini, ibi.-Sandoval, lib. 17, cap. 3.

la tarde del primero de mayo (1). Desembarcados en la isla de Capri á poco de amanecer, despues de almorzar largo y con gran recreo lo que el virey les habia preparado de antemano, se detuvieron con demasiada sorna á oir el sermon de un fidalgo portugués llamado Gonzalo Barreto que hacia vida de ermitaño en aquellas asperezas. Como en otro tiempo habia sido soldado, les recordó con mucha extension y fuego cuantas glorias y triunfos entónces y por todas partes acompañaban á los españoles. Les presagió además la victoria, fundándose en las revelaciones que en aquella misma noche les dijo que habia tenido; y exortándolos con vehemencia á vengarse de los genoveses por la crueldad que usaban con los prisioneros españoles, poniéndolos à remar en sus galeras como si fueran esclavos, los despidió con copia de bendiciones (2).

Mientras que el virey y su gente desperdiciaban en eso un tiempo que debieron aprovechar para sorprender á Doria, tuvo este lugar para disponerse á recibirlos. O porque un napolitano poco afecto á los españoles, embarcándose secretamente en Nápoles, fué mientras el sermon, á informarle de la expedicion, ó porque desde sus galeras descubrieron á las imperiales, que con gran lucimiento y muchas banderas desplegadas salieron de la isla, para cuando estas, tres horas antes de anochecer, se en

(1) Giannone en el lib. 31, cap. 4, pág. 567 de su Istoria civile etc. dice que partironno il primo di di Giugno de Possilipo etc.; pero parece equivocacion, segun se deduce del parte de la batalla que en 3 de mayo dió al Emperador el señor Alarcon, como se dice en el lib. 12 de sus Comentarios, pág. 359.

(2) Jovio y Baeza, ibi., cap. 25.-Guicciardini, lib. 19... dove Don Ugo con grandissimo pregiuditio di questo assalto perde tempo á uudire un Romito spagnuolo, che concionando accendeba gli animi á combatere etc.

contraron con las suyas en las aguas de Amalfi, ya él se habia reforzado con trescientos ó cuatrocientos arcabuceros y un capitan gascon que pidió á Lautrech y le envió. Trabada en seguida una muy recia batalla (1), los españoles que segun su habitual costumbre ansiaban por llegar al abordaje perdieron mucha gente. Herianlos los genoveses desde las cofas y masteleros de sus naves, y en vez de la victoria que al primer encuentro ya casi cantaban, se vieron por lo contrario vencidos. Perdierou cuatro galeras, dos idas á fondo y otras dos presas; murieron entre ahogados y á cuchillo además de setecientos soldados viejos, el virey Moncada, el siciliano Don Pedro de Cardona, que poco antes y por unos amores habia dado muerte en Milan á los dos Valpergas, D, Luis de Guzman, que pasaba por el mayor y mas dulce músico de vihuela de su tiempo, el vizcaino Martin de Oya, Zambron y otros capitanes señalados, quedando prisioneros con algunos mas que tambien lo eran, el marqués del Vasto Ascanio Colona y Francisco de Icart, comitre de una galera y hermano del famoso defensor de Brescia, á quien "una pelota de la artillería ⚫ gruesa enemiga llevó peleando en aquel combate toda » la pulpa de un muslo desde lo bajo de la nalga, y sin » que aunque el golpe fuese horrible no mortal, por ser ⚫ hombre de muchas carnes (2)"

Del suceso de tan terrible batalla presenciada por

(1) Véanse los pormenores de este combate naval y las causas de haberse perdido por los españoles en las páginas 495 y siguientes del tomo 24 de esta Coleccion, y especialmente en la página 502 la carta de Miguel de Aguorreta, criado de D. Hugo de Moncada, á Cárlos V.

(2) Jovio y Baeza, ibi., cap. 23, 24 y 25.- Sandoval, lib. 17, S. G.

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