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en grande, con la noticia de que el Emperador preparaba en Cartagena una numerosa armada, se recogieron, siguiendo el consejo de Navarro y con el fin de combatirla ó interceptarla á su tiempo, las galeras del Papa y venecianas á Portofino, y las francesas á Savona.

Produjo esta determinacion el efecto que ansiaba Navarro. Salió de Cartagena la armada en noviembre de aquel año, compuesta segun los mas moderados de treinta y dos buques de guerra con cuatro mil infantes de desembarco, mandado todo por Cárlos de Lannoy virey de Nápoles, y el señor Hernando de Alarcon que con Francisco I habia venido á España. Acometida por un recio temporal á poco de su salida, en vez de llegar á Génova, perdidos dos buques y separados cinco, le fué forzoso entrar con el resto en la ensenada de San Florencio en Córcega. Habiendo allí pasado seis dias, reponiéndose la gente del mareo y demás incomodidades del viaje, volvió la armada á salir encaminándose á Génova; mas encontrán dose en Sestri de levante á la altura de Capodimonte con la enemiga, compuesta de diez y seis galeras francesas, cinco venecianas y cinco de Doria, la atacó Navarro en ocasion que le faltaba el viento. Combatióse sin embargo reciamente, y á pesar de la superioridad de la de los coligados, no perdieron los imperiales mas que una ó dos galeras y al capitan Sayavedra con cuatrocientos españoles, la mitad de ellos ahogados y el resto prisioneros (1).

1527.-Vuelto el orgulloso Navarro despues de tan escaso triunfo al apostadero de Savona, siguió desde él in

(4) Guicciardini.-Ubertus Folietæ, Genuensium Historiæ, libro 12, pág. 728.-Joannis Genesii Sepulveda, De rebus gestis Caroli V, lib. 6, núm. 64, pág. 206.--Belcarius, Rerum gallicarum Commentarius, lib. 19, pág. 583.-Sandoval, lib. 45, §. 7.

quietando á los genoveses. Remplazado alli por Renzo de Cheri que mandaba la armada francesa de velas cuadradas, pasó con veinte galeras á Civita-vechia, llevando alguna gente y efectos de los dispuestos para la empresa de Nápoles. No debió ser larga su mansion en aquel puerto á donde llegó en 3 de diciembre (1); pues que en los primeros quince dias de febrero de 1527, se encontraba otra vez en Savona, estrechando á los genoveses de modo que estaban muy cerca de amotinarse y á perderse por ventura la ciudad, si Navarro se apoderaba de las naves que se esperaban de Sicilia con vituallas (2).

Su actividad y acaso el ansia de vengarse cuanto antes en Génova de su desgraciada prision, redoblaron en los meses sucesivos. Llegado mayo, al ver los magistrados de aquella ciudad el empeño con que Navarro fortificaba á Savona y que el Rey de Francia siguiendo sus consejos intentaba levantar allí otra Génova, que quitando á la antigua su comercio la arruinase, se decidieron á echarle de aquella estacion. Mientras ellos al intento se entendian con el enviado del Emperador en su ciudad, y principalmente con Antonio de Leiva que en su nombre gobernaba las armas y el estado de Milan, los ministros del mismo Emperador en Roma se esforzaban en apartar á Clemente VII de la liga con los franceses y venecianos. No habiéndole scarmentado la entrada de D. Hugo de Moncada en Roma con el ejército imperial en el año anterior, ni el saco de la ciudad, ni su prision ni la palabra que para salir de ella prestó, pues que á todo era superior su odio al Emperador, sucedió en 6 de mayo del siguien

(1) Guicciardini y Belcaire, ibi.-Véase documento núm. 39. (2) Ibidem.

por

el

te, el terrible asalto y saco de la misma ciudad ejército m.ndado por el duque de Borbon y el estrecho encierro del mismo Papa en Sant-Angelo, con todos los incidentes que refieren los historiadores, y solo nos corres ponden en lo que se enlazan con nuestro Pedro Navarro (1). Pretextando Francisco I querer libertar á Clemente VII é impedir el absoluto dominio del Emperador en Italia, además de unirse con el Rey de Inglaterra, se estrechó mas intimamente con los venecianos. Concertáronse por el tratado que en aquel mismo mes de mayo formaron, en levantar sin perder tiempo y á gastos iguales diez mil suizos que el Rey Francisco enviaria diez mil franceses á Italia á cargo de Pedro Navarro; y que la República de Venecia y el duque de Milan aprontarian otros diez mil italianos; nombrando el Rey Francisco que tan activo se mostraba, general de toda su gente al mismo Odetto de Foix, señor de Lautrech, que tan poco dichoso fuera en su última campaña en Italia (2).

Admitiendo Lautrech con repugnancia el cargo que se le confiaba, salió de la corte de Francia en el último dia de junio. A mitad de julio llegó á Leon y á primero de agosto se encontró con parte de su ejército en el territorio de Alejandria. Pedro Navarro que, dejadas las gale

(1) Sobre el asalto y saco de Roma en 1527 hay dos pedazos de cartas escritas de la misma ciudad y sacados del archivo de Simancas en la pág. 448 y siguientes del tomo 7 de la Coleccion de Documentos para la Historia. Pero nada hemos visto mas curioso que el Dialogo entre Lactancio y un arcediano que es uno de los mas preciosos de Juan Valdés, escritor de mucho mérito y poco conocido, á pesar de la esmerada edicion que de ellos se ha ejecutado en 1850. En ellos y por el autor, que estaba bien enterado de lo sucedido, se colocan en su lugar á Clemente VII y á Cárlos V.

(2) Guicciardini, lib. 18.-Herrera, Comentarios, pág. 344.

ras, habia salido ántes que Lautrech de Francia, hacia dias que desde Asti en donde se habia situado, talaba aquel territorio. En una de sus correrías parece que puso cerco al lugarcito de Guili, guardado por una compañía de italianos al servicio del Emperador, y que en otra se propuso forzar al conde Bautista Lodron á levantar el que habia puesto á Castelleto, defendido por dos compañias de infantería y una de caballos franceses. No aparece cual fué el resultado de estas tentativas, ni se descubre tampoco si Navarro acompañaba á Lautrech cuando los mil españoles y alemanes que defendian la fortaleza del Bosco se la rindieron á discrecion á los diez dias, y salieron uno á uno segun la usanza militar con una vara en la mano (1); resultando como cierto en medio de la poca claridad que se nota en los historiadores, que Navarro desde entonces ya fuese á la cabeza de los seis mil gascones y navarros que sacó de Francia ó con los diez mil franceses estipulados con los venecianos ó con la gente que llevó de Savona, quedó incorporado con Lautrech y la suya (2).

Siendo entonces sus fuerzas muy superiores á las del Emperador, determinaron ambos generales intentar la su mision de Génova. Anticipadamente y para facilitarla habia salido Andrea Doria de Marsella con catorce galeras, que cruzando con el mayor cuidado en sus aguas nada permitian entrar en la ciudad. Aun en medio del hambre que ya se sentia hubieran continuado defendiéndola Ador no y los partidarios de España que confiaban en ser socorridos, si no hubiesen sido rechazados en una salida que cjecutaron por tierra. Forzados de sus resultas á capitular

(1) Jovio, lib. 25.-Guicciardini, ibi.—Belcarius, pág. 6C0. (2) Daniel, ibi., pág. 318.

fué restablecida la autoridad de los Fregosos bajo el señorio y dominacion francesa, y entregado el castillo á Navarro, que entró en él tan orgulloso como años antes habia salido abatido para su encierro de Nápoles (1).

Corta fué su residencia en él, pues que á los pocos dias partió con Lautrech tambien para apoderarse de Alejandría. Aunque los mil y quinientos infantes que la guarnecian se habian desanimado al saber la rendicion de los españoles y alemanes que guarnecian el Bosco, cobraron algun valor con el refuerzo de otros quinientos que por las colinas inmediatas pudo entrar en la plaza Alberto Belgioyoso. La defensa desde entónces ya fué mas brava y gallarda, hasta que reforzados los sitiadores con la artillería de los venecianos, y aplicando Navarro sus terribles minas, se rindieron al fin los sitiados sin otra condicion que la de salvar sus personas y efectos (2).

Tan continua prosperidad en el ejército coligado indujo al fin á Lautrech á dirigirse con él hácia Milan. Su movimiento sin embargo solo fué simulado para persuadir á Antonio de Leiva de que le queria cercar en aquella gran plaza, cuya guarnicion era á la sazon escasa. Así fue que, cuando mas derecho parecia que caminaba contra ella, volvió súbitamente contra Pavia en 28 de setiembre, la combatió y estrechó de modo que, no pudiendo ser socorrida, se rindió á los cuatro dias. Como si la desventurada poblacion hubiese sido causa de la derrota y prision de Francisco I dos años antes, la saquearon los franceses ansiosos de vengauza con un horror que notan los histo

(1) Guicciardini, Ubertus Folicta, Galeatius Capella et Sepulveda, lib. 8, núm. 6, pág. 247.

(2) Guicciardini, Belcarius, ibi.

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