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anias de españoles, que vistas las ales convenidas, salieron de Brescia á o fueran sorprendidas y derrotadas igualsalvaron fué porque un ignorante y rústico creyendo por la semejanza de su armamento que n de las de Pedro Navarro, les gritó desde un alto mojandoles de que por su mucha pereza no se hubiesen encontrado en la derrota y despojo de los imperiales que les contó (2).

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Con esto y con la angustia á que venecianos y franceses iban de dia en dia reduciendo á los sitiados, era cada vez mas desesperada su situacion. Lejos sin embargo de desmayar, á vista del empeño de los sitiadores en rendirlos por hambre, redoblaron su esfuerzo y de dia de

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(1) Argensola, ibi., cap. 18.-Jovio, lib. 16... Eum tamen metu exanguem hastarumque ictibus violatum, discerpta ab humeris veste, ut maiore contumelia afficerent, in domum adanatæ nec arridentis matronæ captivum pertraxerunt etc.

(2) Ibidem.

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prisioneros á Camilo Martinengo, hombre de
ellos, le trocaron por D. Francisco Icart (1).

Siendo nuestro objeto, al paso que contamos el P brillo con que no obstante su valor y pericia aparece Navarro sirviendo á los enemigos de su patria, referir las acciones ilustres que sin él y aun contra él ejecutaban sus antiguos compañeros y aun discípulos en la milicia, no omitirémos una de las salidas acaso la mas memorable que se ejecutó entónces de Brescia. Como unos cien infantes españoles y alemanes armados muy á la ligera y sin bandera, se propusieron mandados por el capitan Velástegui coger cuanto ganado pudieran. Regresando con él á la ciudad y con algunos prisioneros además, se vieron asaltados por mas de seiscientos caballos venecianos que intentaban recobrarlo. Por mas que durante tres horas continuas los persiguieron con empeño, nada alcanzaron,

(1) Jovio, lib. 16, pág. 188... qua pugna pauci Hispani equites levis armaturæ, qui bucculatis galeis, solidisque thoracibus et crassioribus hastis cathaphractorum more uti didicerant, magnam hostium multitudinem pepulerunt etc.--Baeza.

porque usando Velastegui y su gente alternada y oportunamente de la pica y del arcabuz, se defendieron con mucho valor, y sin faltar uno entraron con su presa en la ciudad (1). Cuéntase tambien otra salida de Brescia en la que empeñada la infanteria de los sitiados con la de los sitiadores, acudiendo Navarro con la suya en defensa de estos, fueron aquellos rechazados; siendo esta una prueba de que tambien tomaba parte en aquellos ligeros encuentros (2).

1516. Entrando, mientras en esto se andaba el año de 1516, aconteció en 23 de enero la muerte del Católico Rey D. Fernando, Principe digno de eterna fama por su infatigable empeño en uninacionar á toda España, y que, como juiciosamente observa el obispo de Nocera su contemporáneo, disponia á su voluntad las cosas de Europa considerando y mediando prudentemente las fuerzas de todos (3). Lejos de que con su muerte se entibiára el anhelo de su consuegro el inconstante Emperador Maximiliano por socorrer á Brescia, siguió por lo contrario con mas fervor los aprestos de gente y dinero en que entendia. Preparado todo se encaminó al anunciarse la primavera por los Alpes á Verona, en donde estaban todavía los

(1) Jovio y Baeza, ibi., cap. 6.-Argensola, cap. 21, año de 1516.

(2) Mocenicus, De bello Cameracensi, lib. 6, pág. 140... Et nuper cum inter pedites certamen esset, Petrus Navarrus statim subsidiò venit, et hostes intra urbem repulsi sunt etc.

(3) Ibid... murió de 65 años, ocupándose en el trabajoso oficio de la caza, no dejando de perseguir las fieras, aunque hubiera tempestades y lluvias, con lo cual y con darse demasiadamente á la humanidad, afligió de tal manera sus envejecidas fuerzas que con ninguna medicina pudieron ser reparadas.-Zurita dice que murió de hidropesia.

españoles y alemanes con Marco Antonio Colona, llevando bajo sus órdenes catorce mil esguizaros y siete mil alemanes, todos de infanteria, y en general soldados viejos, además de muchos aventureros atraidos segun costumbre por la riqueza de Italia. (1).

Aumentan otros el ejército imperial con cinco mil caballos, fuera de diez mil suizos mandados por el belicoso cardenal de Sion y otros diez mil entre españoles y tudescos (2): con los cuales, fuese el que se quiera su número, creia el Emperador, que le seria fácil apoderarse de Milan, cabeza y ciudad principal de la Lombardia. Animábale tambien á eso la confianza que le inspiraban los gibelinos que dentro de Milaban vivian y aborrecian tanto á los franceses como parcialidad y afecto profesaban al imperio de modo que seducido el Emperador con esperanzas tan lisonjeras en vez de ir derecho á socorrer á Brescia, le antepuso la empresa de Milan precedida de otras operaciones menos importantes.

Sorprendidos con su repentina llegada, así el general Trivulcio como el duque de Borbon que gobernaba los ejércitos veneciano y francés en Lombardia, presintiendo su designio, volaron á socorrer á Milan. Siendo sus fuerzas tan escasas como numerosas eran las del Emperador; en poco estuvo que siguiendo el consejo de algunos no abandonáran aquella ciudad, teniendo por imposible su defensa. Pensaron otros de distinto modo, pero opinaban que para que los imperiales á su llegada no tuvieran en donde alojarse, se quemáran, como se ejecutó, los arrabales.

(1) Jovio, ibi, lib. 16.

(2) Guicciardini y Mocenigo, ibi.

Apenas presentado el Emperador é intimada la rendicion con el orgullo y amenazas que pueden figurarse, cambiaron las cosas de modo que retirándose arrebatadamente de delante de Milan se fué al otro lado del Adda. Siguió de alli á Trento, y por último á Alemania, disuelto su ejercito, y atribuyendolo los historiadores, primero á la venida de otros suizos en auxilio de los venecianos y franceses, luego a las graves y reñidas contiendas que por causa de sus pagas tuvo el Emperador con los capitanes suizos y la gente que los seguia, y por último á que los españoles de la guarnicion de Brescia, aparentando ser de enemigos el dinero que de Alemania venia para pagar á los imperiales, se apoderaron de él, y cobrándose de sus atrasos privaron al Emperador de dar á los suyos lo que les debia (1).

Disuelto el ejército imperial, Teodoro Trivulcio, á quien los venecianos habian confiado el suyo, y Odeto de Foix, señor de Lautrech, que por entonces sucedió al duque de Borbon en el gobierno del francés, en lugar de perseguir á los que con tan inesperada precipitacion abandonaban la Lombardia, determinaron combatir de nuevo y con mayor vigor á Brescia. Manteniase todavia en ella y con el mismo aliento que antes, el valeroso D. Luis de Icart: la guarnicion con todo estaba ya muy reducida. Apenas pasaba de dos compañías de alemanes y españoles, tan numerosas como solian serlo en un tiempo en que, no contaban como en el dia con fuerza determinada, y de unos cien caballos. Con la vuelta del Emperador á Alemania y el mal suceso de su espedicion habian de tal modo reba

(1) Jovio, Guicciardini, Mocenigo, ibi.-Argensola, lib. 4, cap. 29.

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