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tenia con su antecesor, el Católico conociendo que era para ganar tiempo y concertar mejor su expedicion á Italia, le respondió sin reparo estar pronto y dispuesto á ella siempre que fuese general, y se extendiese no solo al otro lado de los Alpes, sino tambien á nuestras fronteras por los Pirineos (1). Y mientras tanto al paso que con su acertada prevision negociaba una liga y se confederaba con el Emperador, los suizos y Maximiliano Sforcia para mantenerle en el ducado de Milan, convocaba las Cortes de Aragon y Castilla, para pedirles auxilios en la terible guerra que le amenazaba, y en las últimas además, y para dicha de Navarra, se la unió á su corona, manteniéndola sus fueros y privilegios (2).

Como en los negocios políticos nunca es el bien completo; en tanto que la madre España se complacia de que el Rey Católico infatigable en la obra inmortal de unir á todos sus hijos, lográra en sus últimos dias que los navarros al cabo de tanta sangre vertida en las guerras con sus hermanos y en sus disenciones intestinas, afianzasen una paz no interrumpida despues; y en tanto que el mismo Rey con el propósito siempre de realzar el pueblo atenuando las altaneras pretensiones de la nobleza "ántes › decia á las Córtes, entónces reunidas en Calatayud, estar aparejado para esperar cualquiera inconveniente que » consentir en sus dias, que con perjuicio de la repúbli» ca, como los ricos-hombres y señores de vasallos en » Aragon pretendian, se revocáran los recursos de sus vasa» llos al Rey, y la justicia no persiguiese á los malhecho

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(1) Guicciardini. -Zurita, ibi.-Pedro Mártir.

(2) Zurita, cap. 92. Véase el documento de la union en el tomo 3 de Antigüedades de Navarra, por el señor Yanguas, artículo Reyes, pág. 260.

y

» res que se refugiaran á sus lugares (4)"; dos de los mas famosos é insignes españoles de aquel tiempo, como fueron el Gran Capitan y Pedro Navarro, conspiraron abiertamente contra su patria. El primero, sin comprender el gran pensamiento del Rey Fernando y unido siempre á sus enemigos, como si la incorporacion de los maestrazgos á la corona, y principalmente del opulento de Santiago, no hubiese sido una de las mas insignes acciones de aquel Rey, de la esclarecida Doña Isabel, sin atender mas que á su engrandecimiento, y fijo en que el maestrazgo de Santiago le habia sido bien ó mal ofrecido en premio de sus servicios, solo aspiraba á obtenerle. Queria con su poder y con la inmunidad eclesiástica de que gozaba, representar segun el tiempo lo permitiera el papel que por lo pasado habian representado los maestres uniéndose á los magnates revueltos contra los Reyes y nunca en favor del pueblo; y como si el Rey Católico fuera fácil de engañar, bajo pretexto de ir á servir al Rey de Inglaterra que le llamaba, trataba de pasar á Flandes, para venir á Castilla, unido con D. Juan Manuel y los antiguos revoltosos que rodeaban al Principe D. Carlos ya mayor, á privar á su abuelo del gobierno que con tanto acierto habia sostenido durante su menor edad y la demencia de su madre. Hasta bulas del Papa se dijo que tenia para suceder en el maestrazgo al Rey ya casi moribundo, y tan persuadido de lo útil que era su incorporacion á la corona, que por mas que

(1) Zurita, lib. 10, del Rey D. Fernando, cap. 93, refiere con su loable exactitud la firmeza con que el Rey se opuso á tan perjudiciales pretensiones, sin querer de modo alguno acceder á ellas á pesar de que por la falta de unidad en los brazos le negaron las Córtes el auxilio necesario para defender el reino amenazado de los franceses, y tuvo que acudir á las ciudades y estado eclesiástico. TOMO XXV.

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ni

le instigaron á que los dejára todos á su nieto el Infante D. Fernando, no hubo medio de privar de ellos al Príncipe D. Carlos su sucesor (1). Fué pues fortuna del Gran Gonzalo que aquel Rey en medio de su decadente estado, tomára con resolucion las medidas conducentes á que el reino fuera perturbado en sus últimos dias, ni el nombre de persona tan insigne pasára á la posteridad con la nota de desertor y de falso. Habiendo oportunamente sabido que Gonzalo trataba de embarcarse en Málaga acompañado del marqués de Priego y de los condes de Cabra Ureña, ordenó y por un lado que á nadie se permitiera embarcar sin su licencia, y que por otro se observasen las acciones de aquel hombre extraordinario, que en diciembre del mismo año acabó sus dias en Granada (2).

Pero no fué tan feliz Navarro su antiguo compañero de gloria, y encargado despues de prenderle. Cansado de la prision y sentido del olvido en que por causa de lo de Ravena y oir á los cortesanos, ó por su miseria y avaricia, le tenia el Rey Católico, cuentan los historiadores franceses, algunos italianos y españoles, que apenas aclamado Francisco I de Francia, le envió á buscar ofreciéndole altos cargos militares, y pagando de contado los veinte mil ducados de su rescate (3). Acaso por atenuar

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(1) Zurita, ibi., cap. 99.

(2) Pedro Mártir, Epistolar. etc.-Zurita, ibid. 96.

(3) Bochet escritor del siglo XVI en sus Anales d'Aquitaine, 4. Partie, chap. 13, pág. 353, escritor muy inmediato á Navarlo mismo que Brantome que trató en Nápoles á los que le conocieron.-Daniel, Histoire de France, tom. 9, François I, pág. 15. -Guicciardini, escritor contemporáneo en el lib. 12 de su Historia d Italia, año de 1515, dice lo mismo que Zurita en el capitulo 95 del libro 10, haber sido el nuevo Rey de Francia quien le

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la flaqueza de haberlos aceptado, añade el elegante biógrafo latino del cardenal Jimenez de Cisneros, que al admitir el mando que aquel Rey le dió, puso la condicion que no habia de combatir contra los españoles, ni entrar en guerra abierta contra el Rey que tanto le habia apreciado y tenidole á su sueldo (1); mas ni tal estipulacion fué cierta, ni lo que es mas, mereció el aprecio del analista Aleson. Como si fuera mas glorioso para Roncal y Navarra, en la que persiste haber nacido nuestro conde, apartarse de sus hermanos y asociarse á sus enemigos, que mantenerse unido con aquellos y adicto al Rey que tanto bien habia dispensado aun á la misma Navarra, sobrepasando á lo que Paulo Jovio refiere haber oido del mismo Navarro acerca de sus victorias y desventuras, cuenta como si lo hubiese presenciado, que no haciendo el Rey Católico caso de él y dejándole podrir en el cautiverio sin darle con que pagar su rescate ni las asistencias

hizo grandes ofrecimientos con ánimo de emplearle y le pagỏ su rescate, siendo muy de notar en medio de la opinion tan general sobre las causas que Pedro Navarro tuvo para pasarse á los franceses que tanto Fr. Thom. Fazelli, De rebus Siculis posterioris Decadis, lib. 9, cap. 11, como Franciscus Maurolyci, lib. 6, página 272, Sicanica Historiæ ad au. 1510, escritores contemporánecs de Navarro, refieren que de resultas de haberse conducido mal en la empresa de los Gerbes, relevado de sus juramentos por el Rey Católico, se fué à servir á los franceses. Thesaurus Antiquitatum Italiæ, tom. 4, pág. 272 y 687.

(1) Alvaro Gomez, De rebus gestis Francisci Ximenii, lib. 6, pág. 182... odio quorumdam nostrorum quos infensos habebat, in custodia neglectus, à Rege Gallorum solicitatus, classi Gallica hac (ut ajunt) conditione præficitur, ut navalibus et pedestribus copiis consilio et præsentia sua consuleret, manus autem cum Hispanis conserere, aut Regem suum apud quem in pretio habitus stipendia fecerat, aperto Marte offendere non teneretur.

necesarias con que pasar su triste vida por dar oidos á chismes de envidiosos, y sobre todo á los cargos que por lo de Ravena le hacia el virey Cardona . . . . " con el des

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pecho de la crueldad é ingratitud que con él se usaba, » recurrió á la generosidad del Rey Francisco ofrecién– » do servirle contra todos sus enemigos, aunque fuese con» tra el Rey de Aragon con tal de que le concediese lo que » el otro le negaba; y que aceptado esto por el de Fran»cia, no solo le otorgó la libertad pagando al duque Longueville su rescate, sino honrándole con el cargo de su general de infantería gascona (1).

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Segun Gonzalo Fernandez de Oviedo, como el Rey de Navarra D. Juan de Labrit era francés, se concertó con él Pedro Navarro y con el Rey de Francia, pasando despues à Italia contra los españoles, para no acertar nunca y perderse, como oportunamente advierte, en compaǹia de los franceses, despues de haber sido tan venturoso en la de aquellos (2). Antes sin embargo de admitir la honra que el Rey de Francia le hacia, " acordó é

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fué bien acordado, dice el canónigo Pedro de Torres, olvidándose de que no vivia en los siglos en que los ricoshombres podian desnaturalizarse é ir á buscar servicio

(1) Anales de Navarra. Parte 2.', lib. 20, cap. 1.—Jovio en el capítulo 4 del libro 14 de la traduccion de Gaspar Baeza se explica tan distintamente que dice "como el Rey D. Fernando en tantas ocasiones como habia en el tiempo de la paz (por la enemistad que habia entre el Navarro y D. Ramon de Cardona sobre el mal suceso de la batalla de Ravena) movido de dolor desta injuria mas que de molestia de la prision se habia apartado de todo punto del servicio del Rey de España. Y queriendo librarse del juramento que le tenia hecho, renunció voluntariamente por escritura pública los lugares de tierra de Labor cte."

(2) Quinquagena 1.o, Estanza XXX.-V. Documento núm. 27.

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