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en tanto que los coligados apenas contaban con nueve mil infantes españoles y cuatro mil italianos poco ántes alistados, setecientos hombres de armas de las compañías de España y quinientos de las de Italia con dos mil caballos ligeros italianos y españoles y veinte y cuatro piezas de artilleria (1).

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Antes de principiar la batalla, cuentan los historiadores que el galan y todavía imberbe Gaston de Foix (2) arengó con fervor á su gente, recordándola “que aque» llos españoles no eran los temibles veteranos de la guer» ra de Nápoles, sino otros tan nuevos como inexpertos, que solo habian peleado, contra los arcos, flechas y des» puntadas lanzas de los moros, y sin embargo, estos, no obstante ser una gente flaca de cuerpo, tímida de áni» mo, descarnada é ignorante del arte militar, la habia » vencido con ignominia un año ántes en los Gerbes de donde huyendo aquel mismo Pedro Navarro que tenian » al frente y tanta fama gozaba entre los suyos, dió un » memorable ejemplo á todo el mundo de la gran diferen» cia que habia entre batir las murallas con el impetu de » la pólvora y con las cavas á escondidas abiertas debajo » de tierra, á combatir con verdadero valor y fortaleza." A estas quieren que añadiera otras palabras, que siempre hemos tenido por mas propias del estudio y sosiego de los escritores en sus casas, que de la agitacion y silencio que precede á las batallas: mas sea sin embargo de esto lo que fuere, y ya mediáran ó no en el campo español iguales arengas, los escritores cuentan tambien que el legado Mé

(4) Ibid.

(2) Jovius, De vita Leonis etc. Erat Fosscius imberbis adhuc et præclara facie maxime decorus.

dicis dió la bendicion á las tropas de la santa liga y les concedió una indulgencia plenaria para que peleasen con fervor (1).

Gaston ya arengára ó no á los suyos dió principio al combate ordenando á la infantería alemana pasar el Ronco por el puente que al intento habia dispuesto. Al mismo tiempo ordenó tambien que el cuerpo de batalla con gran parte de la vanguardia le vadcase y en masa se dirigiera contra los de la liga. Mandaba Fabricio Colona la vanguar dia de estos, compuesta de ochocientos hombres de armas, situados á la orilla opuesta del rio y todo á lo largo, teniendo á su derecha un escuadron de seis mil infantes. Detrás y paralelo tambien al rio estaba el cuerpo de batalla de los coligados con seiscientas lanzas y á su derecha otro escuadron de cuatro mil infantes españoles conducido todo por el virey Cardona y el marqués de la Padula. Venia luego é igualmente con el mismo paralelismo al rio la retaguardia á cargo de Alonso de Carvajal con cuatrocientos hombres de armas, y cuatro mil infantes, y detrás y á su derecha el marqués de Pescara con los caballos ligeros de su mando. La artillería estaba á la cabeza de la gente de armas, y Pedro Navarro á quien se debia esta disposicion; sin lugar fijo y acompañado únicamente de quinientos infantes escogidos para acudir á donde conviniera, habia entre otras precauciones defensivas adoptado "la de colocar sobre el foso del rio y al frente de la in» fantería treinta carros cargados con artilleria menuda y >> armados con unos largos cuchillos y espadones que nun

(1) Guicciardini, lib. 40.-Mariana en el cap. 9 del libro 30 da traducida con elegancia la arenga: lo de la indulgencia lo refiere Vargas.

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» ca se habian visto y eran como los carros falcados de los antiguos dirigidos á abrir y destrozar las filas enemigas,' aunque alguno los asemeja á los caballos de Frisa modernos (1).

Con ellos y con la seguridad que le daban los fosos pensaba Navarro no solo resistir al enemigo sino desconcertarle; y su proyecto no era del todo infundado. Habiéndose aquel adelantado como á unas doscientas brazas del foso, y observado que nuestra gente se mantenia firme y sin abandonar su alojamiento, se cerró y contuvo por no atreverse á pasar mas adelante. Mas de dos horas estuvieron inmóbiles uno y otro ejército en esa situacion y y con el foso en medio, cañoneándose de parte á parte con infinidad de tiros y gran daño de la infantería francesa. Con tanto acierto habia Navarro colocado su artillería que causó la muerte de mas de dos mil enemigos y que de cuarenta capitanes de las guardias francesas y flamencas solo se salvasen dos. Gaston entónces, viendo tan mal parada su gente, sacó del centro de su ejército una parte de la artillería, y conduciéndola el duque de Ferrara con gran celeridad á la punta de una de sus alas en que estaban los archeros, y que formando como una especie de media luna envolvia el flanco y amenazaba la espalda de los coligados, combatió la caballería de estos con tanta fuerza como poco ántes la artillería española lo habia ejecutado con la infantería francesa.

Para preservar Navarro de ese estrago á la española que habia colocado en un lugar algo profundo junto al arcen del rio, la mandó echarse boca abajo. Ningun daño.

(1) Guicciardini, lib. 10.-Histoire de France par le P. Daniel, tomo 8, pág. 591. Louis XII.

recibió de ese modo, pues las balas le iban por encima, al paso que le causaban notable en la caballería; cuyo general Fabricio Colona, cuentan que gritaba y con repetidos mensajeros pedia al virey, que sin aguardar á que la artillería le acabase, emprendiera la batalla; pero que Navarro que tuvo tema de ser siempre de opinion contraria á Fabricio, y de ser hasta protervo (1) contra el parecer de los que mas lo entendian, lo repugnaba movido de perversa ambicion; porque contando quedar victorioso con solo el valor de la infantería española, ninguna pena le daba de que los demás pereciesen, ántes bien pensaba que su gloria aumentaria en igual proporcion á lo que aumen tase el daño del ejército (2). Suposicion harto impertinente y libre en escritores, que queriendo como disculpar á su paisano Fabricio, no temen asegurar que su desesperacion y falta de sufrimiento llegó al punto de que, esclamando si todos habian de morir por la obstinacion de un ¡ marrano y si todo el honor de España y de Italia se habia

(1) Zurita, lib. 3, cap. 61, tan poco amigo como siempre de Navarro, le da esa y otras calificaciones por su oposicion á Fabricio; y su abreviador el P. Abarca, exagerando fuera de lo que la imparcialidad exige, y suponiendo que Fabricio empleó las sumisiones, las plegarias, las lágrimas y los abrazos para que Navarro dejase su posicion, mas todo, añade, fué implorar y llorar á un tigre: ántes en el mismo cap. 20, pág. 390 del tomo II, tratando del sitio de Bolonia, le habia llamado oso.

(2) Guicciardini y Jovio, ibi. Mas para apreciar lo lijero de estas suposiciones, basta decir que hasta el mismo Zurita harto desfavorable á Navarro, cuenta á este propósito, que quiso gobernarlo todo haciendo el principal fundamento de la infantería española como á la verdad tuvo en aquello razon, por ser la mas escogida gente y mejor que hubo en aquellos tiempos y parecióle de aventurarla contra todo el ejército junto de los enemigos; lo cual se tuvo por gran temeridad y desatino: los entendidos sin embargo decidirán.

de perder por solo Navarro! se echó con toda su caballería fuera del recinto comprendido entre los fosos, sin esperar la órden del virey Cardona (1).

Al verlo la francesa que era mas numerosa y habia sufrido menos, la cargó y desordenó, y cogió prisionero al tan impaciente como poco valeroso y resignado Fabricio. Los carros falcados en que tanto confiaba Navarro, aunque hicieron grande estrago en la vanguardia enemiga, cesó pronto porque algunos de sus archeros de los mas diestros entre los hombres de armas, desmontándose de sus caballos y calándose con intrepidez y de dos en dos hasta los costados de los que tiraban los carros, desvanecieron con desjarretarlos toda aquella máquina de tiros tan extraordinarios (2). Empeñada ya la batalla con un encarnizamiento pocas veces hasta entónces visto, en tanto que los principales capitanes de la caballería de la liga peleaban flojamente y abandonaban el campo, ayudados del ejemplo de su mismo general Cardona, de Alonso de Carvajal, de Hernando de Valdés y hasta de aquel Antonio de Leiva que tan famoso fué mas adelante (3); Pedro Navarro que con su gente tendida frustraba el cañoneo francés y aguardaba á venir á las manos segun su costumbre, así que se

(1) Cuicciardini, ibi. Pero Fabritio esclamando, habbiamo noi tutti vituperosamente á morire per l'obstinatione et per la malignitá d'un Marrano... ha l'honore de Spagna et d'Italia á perdersi per uno Navarro. Marranos llamaban á los españoles, aludiendo á que eran de generacion y raza de judíos, ó sea tornadizos y recien convertidos.-Nuñez, Diálogos de contencion, etc. 2.°, pág. 52.

(2) Guicciardini, ibi.-Aleson, Anales de Navarra. Parte 2, libro 40, cap. 4.

(3) Guicciardini, ibi., perche il viceré e Carvagial non fata l'ultima esperiencia de la virtu de suoi, si messono in fuga. Paulo Jovio aun está mas duro que Guicciardini; pero Zurita dice que segun al

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