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» tento à pesar de la priesa y precipitacion del Papa, por» que aquello iba encaminado contra ese fin: que no obs» tante saber él que la infanteria francesa, no siendo de >> alemanes ó suizos no era de tanto vigor ni tan ejercitada » en la guerra que pudiese ofender á los españoles, y que > creia que aquel su ejército segun su esfuerzo y valor y » el de sus capitanes y los caballeros que iban en él, se»rian bastantes para vencer y esperar la batalla, aunque » los enemigos fuesen tan numerosos como ya eran: con » todo les encargaba que pensasen en que de su conserva»cion dependia todo el bien y remedio de la Iglesia y de » toda la Italia: que por lo tanto hasta que el inglés rompiese la guerra por la Guiena, les repetia que se gober

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» nasen de manera que en todo caso se conservasen y solo, ayudando la ocasion, emprendiesen aquello en que sin » poner el ejército en aventura, se ganase reputacion, y » que no se curasen mucho de las priesas del Papa, cuya » condicion él conocia muy bien (1)".

Como el Rey no ignoraba tampoco que entre el virey, Fabricio y Navarro y los otros capitanes habia mucha division y discordia, llevaba tambien mandato el mismo Valdés para amonestarlos en su nombre, y hacer que cesase toda diferencia. Tales prevenciones y avisos, aunque tan acertados como mas adelante se vió, llegaban sin embargo tarde. Cuando Valdés se presentó en 29 de marzo en el castillo de San Pedro, en donde estaba el virey, hacia ya dias que uno y otro ejército se encontraban á la vista, y á muy corta distancia, amenazando el francés quererse apoderar de Ravena. Siendo aquella ciudad el punto de donde el nuestro se surtia de viveres y

(1) Guicciardini y Zurita, ibi.

tenia sus almacenes, así que el virey entendió que los franceses se encaminaban á ella, dispuso con acuerdo y consejo del legado del Papa y de sus capitanes, y presenciándolo el mismo Valdés, que Marco Antonio Colona sobrino de Fabricio, con las cien lanzas de su compañía y quinientos infantes españoles caminando de noche y á toda priesa fueran á juntarse con la gente y caballería que anticipadamente y para defensa de la misma ciudad de Ravena habia situado en ella con D. Pedro de Castro y Luis Dentici, caballeros gallego el primero, y napolitano el segundo (1).

Túvose por tan arrie gada aquella empresa, y las con

diciones del servicio militar eran entónces tan distintas de las nuestras, que Marco Antonio Colona ántes de salir á ella exigió seguridades que hoy ningun oficial osaria proponerlas. Pidió que el legado del Papa, Fabricio Colona su tio, Pedro Navarro y los demás capitanes jurasen ante la hostia consagrada acudir á su socorro tan pronto como supieran que habiendo entrado en Ravena, habia Gaston de Foix comenzado á combatirla (2). Así con toda solemnidad lo practicaron y no dejaron de ponerlo por obra á su tiempo, dando con esto lugar á una de las batallas mas famosas que presenciára la Italia. Apenas con efecto habia Marco Antonio entrado en Ravena en el dia 8 de abril, juéves santo de aquel año, que ya los franceses

(1) Zurita, ibi., cap. 61. -Pedro Mártir, Epístola 483.—Jovio, De vita Leonis X, etc., dice que D. Fedro de Castro salió con Marco Antonio Colona, á quien tambien acompañaban los capitanes Salazar y el famoso Diego García de Paredes.

(2) Jovius, ibi. -Guicciardini, Hieronimi Rubai Historiarum Ravennatum, lib. 8, pág. 667, in tomo 7, parte prima Antiquitatum Italiæ.

TOMO XXV.

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comenzaron á combatirla con su artilleria arrastrada no

al paso tardo y perezcso de los bueyes, como hacian los españoles, sino de caballos mansos y ágiles uncidos por el cuello (1). Con tal furor continuaron el combate en el siguiente viernes santo no obstante lo religioso del dia, que aunque solo habian arruinado como unas treinta brazas de muralla, y todavía quedaban como unas tres de altura, que solo podian subirse con escalas, determinó su general que se procediera al asalto.

Dispuso con ese fin tres escuadrones, cada uno de á mil hombres escogidos entre los tudescos ó alemanes, italianos y franceses de á pié que militaban en su ejército. A la cabeza de cada escuadron mandó que se pusieran tambien á pié diez hombres de armas por compañía de las que habia en el ejército, de los mas animosos y resueltos; los cuales cubiertos con las mismas armaduras con que peleaban á caballo, guiáran á los demás. Verificáronlo con tal arrojo y denuedo, que hasta cinco veces fueron rechazados, segun unos en tres horas, y segun otros en cinco, retirándose al fin con muchos heridos, y dejando mas de trescientos muertos, entre los que se contaron á Monsieur Spinay, maestre de la artilleria, y á Mr. de Chantillon uno de los mas esclarecidos capitanes de caballería (2). Un escritor que de intento trató de las cosas de Ravena cuenta que los españoles no solo emplearon para defen-. derse y con admirable resultado unos fuegos azufrosos encerrados en unos tubos de madera de tres piés y cubiertos de barro cocido, que arrojaban á los enemigos y no se pɩ

(1) Jovius, ibi., De vita Leonis etc.-Pedro Mártir, ibi., In Cana Domini quæ fuit hoc anno Iduum Aprilis sexta.

(2) Jovius, De vita Leonis, ibi.

dian apagar ni apartar de donde se hubiesen pegado, lo cual parece como un preludio á los modernos cohetes á la Congreve; sino que se aprovecharon con acierto de la artillería gruesa y menuda, y de piedras gordas y largas vigas que echaban á rodar contra los que arrimaban las escalas á las ruinas; y sobre todo de un grande y hermoso cañon llamado culebrina, que colocado por Colona en un bastion los combatia de flanco (1).

Tan pronto como el virey, que al ir Marco Antonio Colona á Ravena se habia situado con el ejército de la liga bajo los muros de Faenza, supo el riesgo que aquel corria, partió á socorrerle con toda su gente; y Gaston. de Foix que con tanta pérdida acababa de ser rechazado, asi que entendió que Fabricio Colona, Navarro y los demás capitanes coligados apenas oido el cañoneo contra Ravena se habian puesto en movimiento, levantó el campo arrebatadamente por no verse metido entre dos fuegos (2). De aquí resultó que, habiendo el ejército coligado situádose en un paraje llamado Mulinaccio á dos ó tres millas de Ravena, los franceses que lo observaron determinaron oponerse á que pasáran el Ronco por el vado que ofre

(1) Hieronimus Rubæus, lib. 8, pág. 67. Hispani sulphureis ignibus usi sunt, quos ligneis tubis tripedalibus, atque illis testaceis inclusos, mirabili successu in hostes jacicbant ; neque enim ulla vi extingui poterant and de loco dimoveri ad quem adhæssissent: majora insuper minoraque tormenta assidue displosa, et ex ruinarum summitate, saxa ingentesque trabes undique demissæ in murum evadere conantes in præceps deturbabant, reprimebanturque subinde et vulnerabantur qui scalas subibant. Sed inter cætera maximo fuit usui tormentum ingens quod elegantis et miræ magnitudinis colubrinam vocabant.-Guicciardini y Jovio ibi.

(2) Jovius, De vita Leonis... a Ravenna properè dicessit ne interclusus, si diutius hæreret, sibi necesse foret ancipiti prælio decertare.

cia. Creyeron, y mas teniendo fuerzas tan superiores, que aquella era la ocasion de dar la batalla que tanto deseaban y tan repetidamente les habia recomendado Luis XII su Rey (1).

Con esta determinacion y resueltos á combatir á los coligados en la mañana del siguiente once de abril domingo de Resurreccion, pasaron aquella noche del sábado santo en echar un puente sobre el Ronco y en allanar sus orillas para buscarlos con mas facilidad. En el campo de la liga mientras tanto se trabajaba en abrir fosos y en resguardarse con las zanjas que daban curso á las aguas: parecer disposicion debida á Pedro Navarro que contra el de todos los capitanes de caballos, y especialmente de los italianos, no quiso consentir como general de la infantería, en que el campo se mudara en aquella noche à una colina inmediata á Ravena. Acusósele despues de esa terquedad; pero semejante precaucion no aparece desacertada, mediando entre uno y otro ejército la vasta llanura denoque los minada Sobre-clase de Ravena sin otra defensa dos riachuelos Ronco y Sabio muy fáciles de vadear (2), y sobre todo la inferioridad numérica del ejército coligado comparado con el francés. Llegaba este segun algunos á veinte y cuatro mil infantes franceses, gascones, italianos tudescos, dos mil hombres de armas y mas de otros tantos caballos ligeros con cincuenta piezas de artilleria (5);

y

(1) Guicciardini y Zurita, cap. 55.

(2) Classis Ravena la llama Pedro Mártir en su epístola 483.Sandoval en el lib. 1, §. 45, pone la batalla en el domingo 12 de abril; pero los mas escriben que fué en el domingo once. Pedro Bembo en su Historia Veneta lib. 12 expresamente afirma que ad diem tertium Iduum Aprilium, que es el once.

(3) Guicciardini y Zurita, ibid.

fué

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