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tor contemporáneo que miraba como una desgracia en Navarro ser hombre que habia alcanzado muy grandes honores de guerra por su extraña astucia y arte, sin tener ningun resplandor de linaje (1), porque esta falta indeleble, segun las opiniones de aquel tiempo, no bastaban su valor y su pericia militar para borrarla.

Ni aun el segundo lugar se le dió en el ejército. Concedióse á Fabricio Colonna, primo de Próspero, no sin regatear primero los honores y ventajas con que habia de regir un cargo que reputaba por inferior á su alcurnia. Pidió y obtuvo que ya que el virey Cardona precedia á todos como general de la liga, á él se le diese el nombre y cargo de lugarteniente y gobernador general del ejército del Rey, y por ser persona de tanto nacimiento se dió órden, dice Zurita, de honrarle anteponiéndole á Pedro Navarro que llevaba cargo de capitan general de la infantería (2). Logrado eso pidió y tambien consiguió llevar, segun ántes lo habian usado en Italia otros gobernadores y lugartenientes generales, una bandera cuadrada con las armas reales, algo diferente y menor que la del capitan general, y además de otras distinciones con que mortificó á Navarro, llegó á pretender que al voto de este prefiriera el suyo en los consejos de guerra, agraviando con eso á aquel distinguido guerrero de un modo que acaso tuvo trascendencia despues (3).

Estos y otros puntos prevenidos y ordenados, salió el virey el 2 de noviembre de Nápoles para Aversa. Su cjército el mas numeroso y lucido que hasta entónces tal

(1) Zurita, ibi.

(2) Historia del marqués de Pescara por el Mro. Valles, lib. 1, cap. 3.

(3) Zurita, ibi.

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vez se hubiese visto en Italia, constaba del número y cla se de gente estipulada en la liga. Militaban en él los capitanes y coroneles mas afamados de su tiempo, y los caballeros y barones mas orgullosos de Nápoles y Sicilia, contándose entre aquellos algunos de los anjoinos. De su lujo y ostentacion dará un indicio, que á los cien alabarderos que el virey habia creado para guardia de su persona, los llevaba vestidos con ropetas de paño verde » oscuro y rosado de grana, jubones de raso ó tafetan » blanco y morado, calzas blancas y moradas, gorras de grana. El capitan dellos llevaba sus atavios dos caba»llos darmas para su persona ataviados con todo su cumplimiento; el uno con unas sobrecardas de raso morado >> cubiertas de chaperia de plata, de unos cordones de » San Francisco que hacian una reja, y en los cuadros » de la reja sobre el raso habia dos ESSES de plata con » un sayon de terciopelo carmesi hecho á puntas con pes» lañas de raso blanco. El otro caballo llevaba con unas » cubiertas de terciopelo verde y raso amarillo, á mita» des cubiertas de unos escaques de tiras de tres en tres » de la una color en la otra sobre pestañas de raso blanco: el sayo de esta manera sin los otros atavios que llevó." "Llevaba mas el virey cincuenta continos del Rey » todos mancebos, hijos de caballeros, los cuales iban tan » bien ataviados, que ninguno llevaba menos de dos ca» balleros de armas con todo cumplimiento de sus perso » nas. Llevaba mas XX mozos de espuelas con ropetas de paño morado y jubones de terciopelo verde y calzas de » grana. Llevaba XXIIII caballos de su persona, ocho es>> tradiotes y ocho ginetes con XXIIII pajes en ellos, ves<»><tidos con ropetas [de grana, jubones de terciopelo ó » raso negro, gorras de grana, capas aguaderas de paño

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» de Perpiñan. Llevaba CC gastadores con su capitan para » asentar sus tiendas. Llevaba su capilla con XIIII can»tores muy cumplida. Llevaba sus atabales y trompetas » bastardas y trompetas italianas con todos los cumpli» mientos de su casa y criados como se requeria. En su » persona llevaba unas sobrevardas y sayon de brocado » blanco y raso carmesi hechas á girones y los girones » hechos á puntas de lo uno en lo otro con pestañas de » raso azul. Llevaba unas sobrevardas y un sayon de raso » azul cubierto de unos lazos de brocado que lo cubria: » todos sentados sobre raso blanco. Llevaba unas sobre» vardas y un sayon de terciopelo carmesí y raso blanco » hechos á cuartos y sobre los cuartos de carmesi habia » una reja de freson de oro, de un dedo de ancho, hecho » á centellas; dentro en las centellas habia unos Otros de » oro relevados que descubrian tanto de seda como era » de ancho el freson. Otros muchos atavíos llevaba de su » persona forrados y por aforrar, cadenas, bajilla, que » por ser breve no digo. Llevaba dos cortinajes y cober»tores para dos camas, una de brocado carmesi toda y » otra de brocado blanco y raso carmesí. Dicese de cierto » que gastó sin lo que propio suyo tenia, veinte y dos mil » ducados de oro ántes que de Nápoles partiese, en solo » el aparejo de su persona y casa (1)."

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De solo el tren de dos españoles da razon el curioso autor de esta descripcion, de el de Antonio de Leiva, que fué de los mas famosos que militaron en Italia desde el tiempo del Gran Capitan, y de el de Alvarado. Nada

(1) Historia del invictísimo y muy animoso caballero y capitan D. Hernando de Avalos, marqués de Pescara, recopilada por el macstro Valles con una adicion hecha por Diego de Fuentes. Zaragoza, 1562, lib. 1, cap. 3.

cuenta de Navarro que, habiendo vuelto de las miserias y trabajos del Africa tan pobre y desfarrapado probablemente como su gente, despues de haberla apaciguado, cuando se amotinó por las pagas, continuó para Pontecor vo con su infanteria de vanguardia seguido, como ya referimos, del coronel Zamudio con la que habia llevado de España. Aun no habia salido del reino de Nápoles, cuando ya Navarro tuvo que reprimir vigorosamente un atentado, que indica su severidad militar. Los coroneles Luis Tineo y D. Antonio Camporedondo no habiéndolos querido acoger en el lugar de Rocaseca, se encaminaron con sus banderas contra él. Resistiéronse los vecinos, y resultando algunos muertos de ambas partes en la pelea, mandó Navarro prender á los coroneles que tomaron parte en ella. Enviólos luego al virey que ordenó llevarlos al Castillo--nuovo de Nápoles, y como si ya no bastase haber castigado en los gefes el atentado de los inferiores, se deshicieron sus coronelías y las de Sancho Velazquez, Juanes y D. Diego Pacheco; repartiéndose la gente de sus compañías y la de las que poco ántes se habian alborotado, por las demás que en aquella ocasion se organizaron (1).

Terminada esta operacion continuó el ejército adelante llevando siempre nuestro conde la vanguardia. El Papa que mucho ansiaba por recobrar á Bolonia instaba al virey para que cuanto ántes se encaminase á ella. Pareciale que aun antes de llegar el ejército se entregaria sin soltar un tiro; no obstante ser una ciudad grande y po. pulosa, y además de muy aficionada al francés, fuerte por la naturaleza de su terreno que no permitia acampar en

(4) Zurita, ibi.

él (1). Opinaba de distinto modo el virey. Pensaba que, estando el invierno tan adelantado era lo mas conveniente ir primero á Florencia y apoderados de aquella ciudad adicta al Rey de Francia y los cismáticos, pasar en ella y su territorio lo mas crudo de aquella estacion. Como en medio de esa divergencia prevaleciera al fin la opinion del Papa, varió el ejército de direccion y tomó la del Abruzo, pais frio y de caminos dificiles. De eso resultó que no solo enfermaron muchos de los soldados recientemente salidos del benigno temple de Nápoles, sino que no pudiéndose transportar la artillería gruesa para trasladarla á Rimini, hubo que embarcarla en Manfredonia (2).

1512. Hasta el dia de Navidad, primero entonces del año de 1512, en que se unió al ejército, tuvo el virey que estarla esperando en Imola, último lugar de la Romaña. Emprendido entónces otra vez el movimiento, bastaba enviar un trompeta á los lugares del duque de Ferrara, por donde pasaba ó se acercaba, para que se rindieran al virey. Solo se mantuvo firme la fortaleza ó llámese Bastia del Fossato de Geniuolo, que el duque como partidario de los franceses y enemigo por lo tanto de los venecianos habia levantado sobre el rio Po, para impedir que por él subieran las galeras de estos. Guarnecíanla 250 infantes valerosos con mucha artillería y buena gente para servirla, y estaba por otra parte tan bien entendida y dispuesta, que se creia necesario un ejército numeroso para combatirla. Pedro Navarro que con su infanteria llegó el primero á Lugo y Banacabalo, viendo al virey detenido en Imola esperando la artilleria gruesa, le pidió

(4) Ibid., cap. 44.
(2) Ibid., cap. 43.

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