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en Andalucía y con su escitacion caminaba todo con la mayor actividad; y ya se habian reunido en Sevilla muchos caballeros y personajes de los que debian acompañarle en aquella jornada; se habian pedido á Inglaterra mil archeros que se contemplaban muy útiles para ella, y ya el mismo Rey manifestaba estar á punto de ir á Málaga á embarcarse, cuando las noticias de Italia vinieron á dar á sus armamentos la direccion que habia previsto y que con tanto cuidado disimulaba (1).

Ya en su lugar indicamos que, apoyándose en el plausible motivo de castigar á los infieles y de librar de ellos á la cristiandad, aunque aumentó sus fuerzas de resultas de la liga de Cambray, no se mostró tan hostil á los venecianos como el Rey de Francia y los otros coligados. El Papa Julio II, si bien no profesaba mucho amor al Rey Católico, temia mas la dominacion de el de Francia en Italia; y habiéndose apercibido de la ambicion y proyectos de este, trató de conciliarse con los venecianos y con los demás que habian tomado parte en aquellas contiendas. No parecia muy dificil un arreglo en medio de tan encontrados intereses; mas he aquí que todo se descompuso, porque entre otras cosas, los franceses se declararon abiertamente contra el Papa, se apoderaron de la ciudad de Bolonia, que era del patrimonio de la Iglesia, la entregaron á los Bentivoglios, que en otro tiempo la habian usurpado, y tomándolos bajo su proteccion les enviaron alguna fuerza para que la defendieran (2).

Aun pasaron mas allá, pretendiendo que una fraccion del colegio de cardenales que apoyaban contra el Papa,

(1) Ibidem. Epistola 451.

(2) Zurita, ibi., cap, 32 y 38.

juntara un concilio general y lo destronase: de modo que el Rey Católico al ver la favorable ocasion que se le ofrecia de asegurar la posesion del reino en que la Casa de Aragon siempre estuvo interesada, y de romper al mismo tiempo la liga de Cambray en que entró con muy poca voluntad, no quiso de modo alguno desaprovecharla. Decidióse desde luego por el Papa y anteponiendo los negocios de Italia á los del Africa con que hasta entonces cubriera sus designios, ordenó, despidiendo primero á los mil archeros ingleses ya llegados á Cádiz, que tres mil soldados escogidos de los que se destinaban al parecer contra los moros, se embarcaran en Málaga para Nápoles. Así con efecto lo verificaron llegando á principios de agosto, mandados por D. Alonso de Carvajal, señor de Jodar, y distribuidos en quinientos hombres de armas de las guardas de Castilla, trescientos caballos ligeros y otros tantos ginetes y dos mil soldados de á pié á cargo del coronel Zamudio (1).

Dispuso tambien restituirse á Castilla para atender desde mas cerca á los negocios importantes que en ella le preocupaban. Era el primero y el de mas trascendencia el de la union del reino de Navarra con los otros de Aragon y Castilla, en que ya en otro tiempo habia pensado con su ilustre esposa la Reina Doña Isabel, y que en aquella ocasion logró, haciendo diestramente sentir al Rey de Navarra las consecuencias de su adhesion al de Francia y á los cardenales cismáticos (2). Queria además juntar las

(1) Zurita, ibi., cap. 36.-Pedro Mártir, Epístola 445 y 452.Mariana, lib. 30, cap. 5.

(2) Declarada la guerra entre España y Francia por consecuencia de la liga, de que luego se tratará, y excomulgado el Rey de Francia por el Papa, pidió el Católico paso á los de Navarra para las tro

Córtes de Castilla contando con que no solo le prestarian ayuda y favor para la empresa de Navarra, sino para resistir á cualquiera otra que los franceses intentasen por aquella frontera ó por la de Guipúzcoa. Por lo cual, saliendo de Sevilla para Búrgos y tomando el camino de Extremadura al paso por Guadalupe, ordenó á Pedro Navarro que desde la isla de Capri en donde se encontraba despues de lo de los Querquenes aparentando querer volver á las costas de Berberia, se trasladase al reino de Nápoles con las reliquias de su armada (1).

Ejecutólo Navarro y llegó á las costas de aquel reino casi en los mismos dias en que llegó á él tambien Don Alonso de Carvajal con la gente que sacó de España. La que llevaba Navarro no pasaba de unos mil y quinientos soldados, todos muy maltratados y desfarrapados. Despues de desembarcarlos en Gaeta, para estar en el camino de Bolonia, los repartió en sus burgos y en la Mola y Castellon, testigos en otro tiempo de su valor. Allí se encontraba esperando las órdenes del virey D. Ramon de Cardona, que por su parte habia llamado las compañías de españoles que andaban en Italia, y arreglado todas las caballerías que habia en Nápoles, cuando habiendo mandado el mismo virey que para despedir del ejército los ma

pas que con el duque de Alba enviaba contra el de Francia. Habiéndoselo negado, los excomulgó el Papa como á cismáticos en 1.o de marzo de 1512, y autorizó al Rey Católico para hacerles guerra. Verificólo de sus resultas, entrando el duque de Alba en Navarra y apoderándose en el dia de Santiago de Pamplona, á lo cual se siguió la sumision de aquel reino, que unido á Castilla en las Córtes de Búrgos de 1515, no ha vuelto á separarse despues. Sandoval, lib. 1, S. 46.-Mariana, lib. 30, cap. 8.

(1) Pedro Mártir, Epístola 457, á 6 de julio en Guadalupe.Zurita, ibi., cap. 36.-Mariana, ibi.

rineros y gente inútil que tomaba paga y le reducian á solos 7500 hombres hábiles, no se entregase el dinero á los coroneles, sino que se les pagase personalmente; se movió, como en Cartagena al embarcarse para Oran, un grande alboroto entre los soldados. Hubo que ceder á lo que pedian, y sosegados y pagados los alborotados, partió Pedro Navarro con toda la infantería para Pontecorvo, siguiéndole detrás Zumudio con la que llevó de España (1).

Mientras tanto el Rey Católico requirió por medio de su embajador al Rey de Francia, que restituyese á la Iglesia la ciudad y condado de Bolonia de que se habia apoderado. Habiéndolo resistido como era de esperar, se concertó en 4 de octubre de aquel año de 1511 entre el Papa, el Rey Católico y los venecianos la liga llamada santísima, por el fin á que se dirigia de defender al Papa y la libertad y union de la Iglesia contra los cardenales cismáticos y contra el concilio que habian juntado en Pisa, y que se restituyeran á la misma Iglesia la ciudad de Bolonia y lo demás que se le habia usurpado. Las condiciones principales á que se obligaron los coligados fueron las de que el Papa acudiria con seiscientos hombres de armas mandados por el duque de Termens: la señoría de Venecia con su ejército y con su armada para que se juntase con las once galeras del Rey Católico: que este á los veinte dias de publicada la liga habia de enviar contra los franceses un ejército de mil y doscientos hombres de armas, mil caballos ligeros y diez mil españoles de á pié, dándole el Papa y los venecianos para su paga cuarenta mil ducados en cada mes, y ochenta mil por la de dos

(1) Zurita, cap. 41.

meses en el dia en que se publicase la alianza; y que las tropas de todos los coligados hubieran de obedecer al general que el mismo Rey Católico nombrase (1).

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2

Hay quien dice que aquel Rey por consecuencia de esta condicionestuvo muy inclinado á dar á Pedro Na» varro el mando del ejército de la liga, y que le dañó D el poco esplendor de su nacimiento; porque aunque le parecia que los españoles le obedecerian si él lo manda» ba, como lo habian hecho en Africa poco ántes, dudaba » mucho de que obedeciesen los cabos principales de la » Santa Sede y de Venecia. Por esta razon, añaden que » nombró por general al virey de Nápoles D. Ramon Car» dona (2)," mozo de gran linaje, de buenas maneras, atento y elegante, pero que como con razon dubaba Pedro Mártir y la experiencia acreditó no bastaba eso para mandar tan grande ejército, pues se necesitaba otro mas práctico (3). Su alcurnia sin embargo, y eso nos muestra los obstáculos en que hubo de tropezar el Católico, no bastó para acallar la altanera presuncion y orgullo de Próspero Colonna uno de los barones napolitanos mas preciados de su nobleza y poder. Excusóse de salir personalmente á campaña á la cabeza de su compañía de hombres de armas; porque dijo que no iria sino con Rey ó hijo de Rey (4), y no pensaba mal por lo tanto el escri

(1) Guicciardini, Istoria d'Italia, lib. 10.-Zurita, lib. 9 capítulo 38.-Mariana, lib. 30, cap. 5.

(2) Aleson, Annales de Navarra, lib. 35, cap. 12, §. 3, pág. 179. (3) Epistola 469, en Búrgos à 5 de diciembre de 1511. Is Ramonus nobili genere ortus est, natura urbanus, mitis elegans. At nescio an ad tantum exercitum gubernandum, hæc satis sint, mallem exercitatiorem, tu vale.

(4) Zurita, ibi., cap. 41, Y Mariana dicen que tambien se excusó Andrés Carrafa, conde de Santa Severina.

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