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dignidad le dirigió el Rey Católico, pudieron traer á lá obediencia debida ; hasta que mandó aprontar la artillería que estaba en Medina del Campo, causa despues de su ruina al sacarla contra los comuneros (1); y que Navarro con ella, y con la gente que traia de Nápoles pasase á combatir el castillo. Sin tardanza lo puso aquel por obra situándose en el barrio de Santa Maria la Blanca al pié casi del mismo castillo; lo cual visto por el atrevido Ta mayo entró en cuentas y le rindió (2).

Ordenó entonces el Rey á Navarro que juntando á sus soldados los de las compañias de la guardia real se encaminára á la Rioja á prender al duque de Nájera, y á apoderarse de sus estados, pues que no queria ceder sin que primero se asentasen las cosas á su manera (3). Con la gracia de Nuestro Señor Dios y con las armas en la mano, respondió Navarro desde Melgar, que estaba pronto para cumplir su mandamiento y abatir y aniquilar, gastar, abrasar, y destruir á los destruir á los que desobedeciesen los suyos (4); y emprendiendo la marcha desde Búrgos por Villafranca de Montes de Oca á Belorado y desde allí á Santo Domingo, resuelto á no perder una hora en la ejecucion de su encargo (5). Antes de llegar las cosas á tanto extremo mediaron con el Rey el duque de Alba, el condestable de Castilla Y otros Grandes, y se sometió el de Nájera, dejándosele únicamente aquella fortaleza y entregando al

(4) Sacaron artillería para el castillo de Burgos el dia de San Miguel. MS. del canónigo Pedro de Torres. Acerca de la destruccion de Medina al sacar la artillería en tiempo de las comunidades, consúltese al P. Sandoval y otros escritores.

(2) Carta de Navarro al Rey.-V. Documento núm. 5.

(3) Historia de la casa de Lara, ibi, pág. 133.

(4) Carta de Navarro.-V. Documento núm. 6. (5) Ibidem.

duque de Alba en rehenes las de Redecilla, Ribas y Valmaseda con las demás que le pertenecian (1).

Sosegada Castilla y contenta con el gobierno del Rey Católico volvió este su cuidado á los armamentos ya principiados contra los moros. Incitábale á eso contar entónces no solo con seis ó siete mil hombres dispuestos á mantener su autoridad si se renovaban los pasados distur bios, sino el fervor con que el pueblo admitia y se prestaba á semejantes empresas. Agregábase tambien, fuera de las quejas por los daños que los moros causaban en las costas de Granada (2), que el vecino Bey de Fez estaba mal avenido con sus hermanos, y convenia aprovechar aquella disidencia. Uno de ellos que era Rey de Tunez y ambicionaba mejor estado, envió al Rey Católico en noviembre de aquel año de 1507, cuando mas le ocupaban las pretensiones del duque de Nájera y D. Juan Manuel, una solemne embajada prometiendo ayudarle en la conquista de Oran y otros lugares contiguos en la costa, si con sus armas le aseguraba la posesion de los mas distantes y sobre todo de Tremecen (3).

1508.-El Rey Católico que nunca abandonaba sus proyectos contra los africanos, admitió la oferta, y dió, ya entrado el año de 1508, las órdenes mas eficaces para que cuantas naves, gente, armas y demás se encontrára en el puerto de Málaga, se pusiera bajo el mando del conde Mosen Pedro Navarro, capitan general de su infantería (4). Ya estaba pronta á salir de aquel puerto la

(1) Pedro Mártir en varias epístolas. Zurita, lib. 8, cap. 9.Mariana, ibi., cap. 10. Casa de Lara, ibi.

(2) Pedro Mártir, Epistol., lib. 20, Epist 350.

(3) Zurita, ibi., cap. 11.

(4) Cartas del Rey Católico y Doña Juana.-V. Documento núm. 7.

tas,

armada, cuando anteponiendo los corsarios africanos sus arrremetidas á lo acostumbrado en otros años, asaltaron las costas de Andalucía, y robaron y cautivaron como de costumbre. Encaminábase el Rey Católico á aquellas provincias á castigar las demasías del marqués de Priego, y de tal modo le afligieron con la relacion de aquellos recientes desastres, que desde luego ordenó á Navarro abandonar todo otro proyecto y salir con la mayor brevedad á castigar á los corsarios; y con tan acertada reso lucion lo ejecutó, que además de tomarles algunas fusrescató mucha parte de lo que habian robado (1). Necesitábase sin embargo disminuir ya que no impedir enteramente, por no ser fácil, la repeticion de tales rebatos. Al intento, como siguiendo Pedro Navarro á los corsarios hubiese llegado á la isla ó Peñon de Velez, á cuyo abrigo se contemplaban en toda estacion seguros en la ciudad y puerto de su nombre, resolvió apoderarse de él. La empresa con todo no dejaba de ser arriesgada. El Peñon además de estar apartado del continente cosa de setecientos á mil pasos y alzado del mar, contaba con buena artillería y doscientos moros de guarnicion. Ni á reconocerle ni á combatirle despacio nos cuentan que se detuviera el intrépido conde, sino que para no perder tiempo, en tanto que las galeras de su armada remolcaban las naos que la calma no permitia navegar, mandó que un galeon fondease entre la ciudad y el Peñon para cortar su comunicacion. Ordenó igualmente que el galeon se entoldára y cubriese con sacas de lana á fin de que los disparos de la fortaleza no ofendiesen á la gente que iba en él. Llegadas las naos y fondeadas al lado del galeon,

(1) Mariana, ibi., cap. 13 y 14.

al ver los moros á Navarro disponiéndose á desembarcar con artillería en el Peñon, le abandonaron amedrentados en el dia 23 de julio. Subió á él entonces, con gran resolucion, la gente española, y cañoneando desde su dominante elevacion á la ciudad de Velez de la Gomera, la destruyó y acabó con aquel asilo de devastadores de nuestras costas (1).

Proporcionada á la pena de los moros por aquella pérdida fué la alegría del Rey Católico y de los moradores en las costas de Andalucía, y mucha parte de las de Valencia y Murcia. Conociendo el victorioso Navarro cuanto para la seguridad de ellas valia la conservacion y defensa del Peñon le fortificó cuidadosamente, puso en su fortaleza ó castillo cinco lombardas de las que entonces se usaban, dejó guarnicion de infantería y de mar, y confió su alcaidía á un valiente soldado llamado Juan Villalobos. Proveyó tambien el Rey Católico á seguridad, y aunque catorce años despues sorprendieron los moros y se apoderaron del Peñon con muerte de Villalobos, le reganó en tiempo de Felipe II D. García de Toledo, y todavia conservamos esa memoria del valor de Pedro Navarro y de sus atrevidas empresas (2).

Solo el Rey de Portugal D. Manuel se mostró ofendido de lo que acabamos de referir. Fundándose en que Velez de la Gomera como parte del reino de Fez estaba comprendida dentro del limite de las conquistas portu guesas, se mostró sentido de que las armas del Rey su

(1) Pedro Mártir, Epístola 393, lib. 21.-Zurita, ibi., cap. 23. -Mariana, ibi., cap. 14.

(2) Carta del Rey Católico al cardenal Cisneros.-V. Documento núm. 8.-El Cura de los Palacios, cap. 219.-Luis del Mármol, Descripcion del Africa, tomo 2, lib. 4, cap. 42.

suegro se hubiesen apoderado del Peñon, y le pidió explicaciones al intento. Sin convenir el Rey Católico en la justicia de la reclamacion ni desatenderla tampoco, replicó á su yerno con el acierto y tino que le distinguian. Dijo que, careciendo de fuerzas para conquistar y conservar el Peñon, harto desviado por otra parte de los demás dominios portugueses en Africa, que le retendria en su poder hasta que se decidiese lo justo, ó que en otro caso le indemnizaria oportunamente (1): respuesta sensata y juiciosa que si bien no contentó al monarca portugués, se presentó luego ocasion en Arcila de ver que si tenia ambicion le escaseaban los medios de satisfacerla.

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Poseian los portugueses aquella plaza á orillas del Océano, y á poca distancia de Tanger y del Estrecho, y la tenian no bien provista ni guarnecida. Viéndola en tal estado el Rey de Fez, creyó que acometiéndola de improviso, ni se podria resistir ni ser á tiempo socorrida. Púsolo por obra en 19 de octubre con tales fuerzas, que hay quien las computa en veinte mil caballos y ciento y veinte mil peones (2), siendo así que sobraba gente con los quince mil ballesteros y espingarderos, que segun otros traia además de la caballería y buena artilleria (5). Aunque la plaza solo contaba con unos cuatrocientos soldados, la defendió valerosamente su alcaide D. Vasco Coutiño, conde de Borba; pero herido de un saetazo en el brazo y aportillada la muralla por donde entraron los enemigos, se retiró como pudo al castillo. Al verle poco aper

(1) Zurita, ibi., cap. 24.

(2) Hieronimus Osorius, De rebus Emmanuelis Lusitaniæ regis. lib. 5.-Faria de Sousa, Africa portuguesa, cap. 7, núm. 35. (3) Zurita, ibi.

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