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cias de Esquegna, Uraca, Borica y Paris, tienen lanzas, que son muy largas y duras, y tan negras como azabache.

Los indios incitados por el demonio se declaran guerra por los motivos mas insignificantes, y regularmente porque el tuyra y sus tequimas les dicen que el momento es favorable. Pero es muy raro que los indios que obedecen á un mismo cacique peleen entre sí; porque estan muy sometidos á sus gefes, que son los que deciden en todas las desavenencias que puedan suscitarse, y de cuyos juicios no hay apelacion, teniendo sobre ellos derecho de vida y muerte.

Consideran al robo como el mayor de los crímenes. Cualquiera que encuentre en su campo un hombre sin su permiso, tiene facultad de cortarle ámbas manos y de ahorcarlo, aun cuando no haya tomado mas que una sola espiga. El motivo mas comun de sus guerras es la posesion de algunos territorios á que dos ó mas pretenden el derecho. Matan todos los enemigos que pueden, y reducen los prisioneros á la esclavitud, cuidando de marcarlos con fuego con la marca particular que tiene cada cacique. Hay tambien entre muchas tribus la costumbre de arrancar un diente á los esclavos para reconocerlos. Llaman á los esclavos paco.

Dan á sus gefes el nombre quevi ó saco: el de cacique es desconocido en Tierra firme; es un término de la Isla Española, que los españoles han adaptado porque es el primero que han conocido y colonizado en América. En la provincia de Cueba se les nombra quevi; en algunas de Castilla de oro, tiba, en otras jura y en algunas guaxiro; pero esta última palabra no es de su idioma, la han adaptado de los caribes.

Cuando un gefe tiene á otros gefes á sus órdenes se le nombra saco. Los nobles que poseen tierras y tienen súbditos se designan con el título de cabras. Son considerados como superiores á la masa de la nacion y mandan á sus vasallos; pero obedecen al

saco.

Cada individuo tiene su nombre propio. Lo tienen tambien las provincias, los rios y los valles, como asimismo toda especie de animales, plantas y peces. A estos últimos los designan en comun por el nombre de haboga, y los españoles tomaron esta palabra por el nombre de una de las islas de Panamá.

Cuando un indio de la clase inferior se distingue en una batalla en presencia de su gefe, es elevado al nombre de cabra. El gefe le da á demas de la tierra, mugeres y otras recompensas. Pero para ser promovido á esta dignidad, es preciso que el gefe haya estado presente en el combate, y que él mismo haya sido testigo de su valor. Desde ese momento, el cabra goza de una gran consideracion y sus hijos varones continuan en el mismo goce, con tal de

servir á los gefes en sus guerras. Sus mugeres, así como las de los gefes agregan á su nombre el título de espava.

Cuando estos van á la guerra, son mandados por los sacos y los cabras mas esperimentados. Se pintan de rojo, llevan plumas en la cabeza y joyas de oro para ser reconocidos.

Guardan firmemente un secreto. Si se hace prisionero algun espía, primero se le hará pedazos y perecerá en los tormentos, ántes que hacerle decir lo que su gefe le ha encargado bajo secreto, Tampoco valdrán los mayores presentes, no confesará nada que pueda perjudicar los proyectos de sus compatriotas.

La mayor parte de sus espediciones se deciden en medio de una orgia; y cuando se ha tomado una resolucion la pronuncian cantando reunidos y bailando, y todo se ejecuta inmediatamente. Tal es el modo con que se consulta la nacion, cuando el cacique, los toquemas y los principales gefes se han decidido por una espedicion, pero esta ceremonia no tiene lugar sino en las guerras de agresion. Cuando son por la defensiva, el gefe toma por sí mismo todas las medidas que juzga necesarias.

Hay entre ellos oficiales de justicia, cuyas funciones se reducen á prender, y ejecutar la sentencia cuando se trata de un hombre del pueblo; porque ningun plebeyo osaria poner sus manos sobre un saco ó sobre un cabra. En este último caso, el gefe es el mismo que mata al culpable, con un golpe de maza, ó le hiere con la lanza, y lo abandona despues á los ejecutores para que lo acaben, porque con los primeros golpes del gefe, lo han privado ya de su carácter inviolable.

He hablado en otra parte (lib. 1.o, cap. 2o) de las casas de estos naturales y de sus hamacas. Los habitantes de la Tierra firme construyen sus hamacas de una tela de algodon muy fina. En la provincia de Nata y en sus inmediaciones las hacen de paja trensada de diferentes colores: son muy frescas y bonitas. No todos los indios las tienen los que no son muy ricos duermen sobre barbacoas, que es una especie de enrejado de bambú, elevado del suelo para evitar la humedad. Los mas pobres duermen sobre un lecho de hojas de palmas estendidas sobre el suelo ó en cualquier lugar que les coge el sueño.

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He hablado en la primera parte de la forma de las casas de los indios en las Islas. Los de las provincias de Abragme y de Tercuy, habitan sobre los árboles; los de Tatuma, á las riberas del gran rio que desemboca en el golfo de Uraba, habitan sobre enrejados de la misma caña de bambú elevados por cuatro palmeros. Las mugeres suben y bajan por una especie de escala formada de lianas, y con tanta facilidad como si caminasen en llano, aun llevando cargados sus hijos ó algun otro peso. Las casas están rodeadas de aguas y pantános regularmente profundos, no pueden salir de allí

para cultivar las tierras sino en canoas. Construyen sus casas de este modo, para ponerse al abrigo del fuego, de los animales y fieras y de sus enemigos. En otras provincias las casas están dispersas entre los montes como en Vizcaya ó Galicia. Un gran nùmero de estas habitaciones dependen del mismo tiba, saco ó quevi, porque ya he dicho que dan estos títulos á sus gefes, segun las diferentes provincias; pero el de quevi no se da sino á los mas poderosos.

En la provincia de Nata las casas son redondas y tienen un techo cónico y elevado; para que los fuertes vientos, que son alli frecuentes, no puedan derribarlas tan fácilmente. Estas casas están construidas de madera dura y mucho mas bellas que las demas de que he hablado. Colocan en lo alto del techo una especie de adorno de barro cocido á semejanza de un candil. El techo es de paja y muy bien hecho: las varas ó bigas son de gruesos bambúes; y para formar las paredes interior y esteriormente entretejen las mismas cañas de bambú mas delgadas.

Nata está situada en una bella llanura muy favorable á la agricultura y para la crianza: tambien se encuentra caza en abundancia; porque lo alto del pais está cubierto de florestas. Cuando lo visité en 1527 tenia 40 ó 50 casas: está á dos leguas del mar á las riberas de un rio, y la marea sube hasta este lugar y se estiende á mas de dos leguas en el interior. En dicho rio hay multitud de cocodrilos y diariamente se ven gozando el calor del sol en las riberas.

Panamá * tiene una mala posicion: es un lugar poco poblado y mal sano: la ciudad es larga y angosta: hácia el medio-dia el mar llega casi á las casas, y al Norte está rodeada de pantanos: el puerto está situado al Este, y los buques anclan cerca de las habitaciones. Cuando está baja la marea quedan en seco sobre la playa, porque el mar se retira cerca de legua y media. Esta ciudad ha venido á ser célebre por el comercio del Perú, por haber residido allí Pedrarias y los demas gobernadores. Cuando salí de este pais en 1529 no habia mas que 70 casas. Es un parage árido y estéril, pero las inmediaciones son fértiles; allí se encuentran abundantes pastos y numerosos ganados.

ΕΙ puerto de Nombre de Dios solo se sostiene por el comercio del Perú y el de la Tierra firme; porque es un lugar poco á propósito al cultivo. El pais está cubierto de montañas escarpadas y espesos montes.

Acla era un pueblo mucho mas considerable que todos los que

Esta descripcion se refiere al antiguo Panamá ó Panamá Viejo, destruído en 1670 por el pirata ingles Morgan. La ciudad actual está construida al otro lado de la bahía.

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acabo de mencionar; pero ahora se ha atrasado mucho. El puerto no es bueno; mas tiene abras y cayos que sirven de abrigo. De allí fué de donde partió Vasco Nuñez de Balboa al descubrimiento del mar del Sur.

El mejor de todos los pueblos era el de Santa María la Antigua del Darien; pero es inútil hablar de él, porque está abandonado al presente. Hay aun otros establecimientos donde se esplotaban las minas; pero como se fijan en ellos ó se abandonan segun la importancia del mineral, no he podido enumerarlos: á cada instante los mineros los abandonan para establecerse en otro punto, donde esperan encontrar oro en mayor abundancia, llevando consigo sus mugeres y sus hijos y guardando una vida nómada como los árabes del Africa. Lo mismo hacen los indios; trasportan sus caseríos de las montañas al llano, de las riberas de los rios á las florestas; pero jamas salen del territorio de sus caciques. Se mudan muy prontamente porque sus casas son de madera y paja; lo que encuentran en todas partes. No tienen mas que llevar su arco, su hamaca y su persona. Logran fácilmente un parage donde sembrar maiz y las raices de que se alimentan; y cuando han esterilizado un terreno, van á otro.

Los indios de Cueba tienen la costumbre de entregar todos sus víveres al gefe principal; y es el que los reparte, segun las necesidades de cada familia. El es el que designa los que deben cultivar los campos de yuca y de maíz; los que han de ir á la caza ó á la pesca, y regularmente él mismo va á divertirse, cuando no está en guerra. En sus comidas no le sirven hombres, sino mugeres, y solo los principales gefes pueden comer con él, lo que tiene lugar cuando no están en campaña, en tiempos de fiestas y aun en otras ocasiones.

No hay mucho que decir de sus matrimonios. Respetan á su madre, á sus hijas y hermanas: en las demas no guardan ningun grado de parentesco. Si alguno quebranta aquella regla es vituperado por los demas. El tiba ó gefe se casa con cuantas quiere; los otros no tienen mas que una; sin embargo, muchos de los mas ricos se casan con dos ó tres. No les gusta casarse con mugeres de otra nacion: prefieren las de otro cacique. ó de un cabra, y no quieren mugeres del pueblo sino cuando son de una belleza estraordinaria. El hijo mayor es el que sucede al padre. Las hembras heredan á falta de varon; y el padre las casa con uno de sus principales vasallos; pero si la hija mayor no deja mas que hembras, no heredan estas, sino los varones de otra hija; pero en general, el mas poderoso de los hijos es el que hereda, segun se practica en Turquia. Regularmente abandonan á sus mugeres y las truecan entre sí, pero por lo comun creen que en el cambio gana el que recibe la de mas edad, porque está mas esperimentada y

servirá mejor, y tambien porque excitará ménos celos. Se verifica este divorcio sin otra ceremonia que la voluntad del marido ó el consentimiento de partes. Tiene lugar, sobre todo, cuando la muger es estéril, porque entonces ám bos pretenden que no es suyo el defecto; pero siempre cuidan de asegurarse ántes de admitir el cambio, si la muger que recibe está embarazada del que la repudia.

Las mugeres de Cueba hacen regularmente buen mercado de su persona. Son muy inclinadas á los cristianos, porque anian á Jos hombres fuertes y valientes. Se ostentan orgullosas cuando son distinguidas par los gefes y oficiales. Las que viven con un cristiano guardan una fidelidad inviolable, á ménos que no se ausente por mucho tiempo; porque ellas no se han hecho para ser viudas ni religiosas. Hay tambien en esta provincia mugeres que se entregan publicamente á cualquiera. Imediatamente despues de parir se van á lavar al rio, y no suspenden sus trabajos sino por algunos dias. Sus partes naturales, ordinariamente estan cubiertas; pero hay provincias en que van del todo desnudas. En su idioma ira quiere decir muger y chug hombre; pero en el distrito de Abragme, que tambien hace parte de esta provincia, en lugar de chug dicen ome.

Los habitantes de esta provincia son muy inclinados á un vicio vergonzoso; y tienen consigo jóvenes vestidos de muger y que Jlenan todas las funciones de estas. * Hilan, asean la casa y no son despreciados á causa de esto: se les nombra camagoa. No permiten que otro hombre se les acerque. (Por no ofender el pudor omitimos las pocas líneas que quedan de este párrafo).

Será la primera vez y quien sabe si la única que anotemos, las exageraciones, la suposicion y hasta la falsedad aun de los que ménos merezcan el título de historiadores, porque nuestro designio no es mas que recoger y publicar todos estos materiales sobre la historia del Nuevo-Mundo; pero al leer en Oviedo este horrendo vicio como arraigado entre estos indios se resiente nuestra delicadeza. El es el único que ha vertido semejante especie;ly aun cuando sus viages fueron posteriores á los tiempos de la conquista, y pudiera creerse que con el comercio y la civilizacion habian adquirido tal vicio, otros debieran tambien haberlo publicado. Ninguno ni por asomo ha mencionado tales hechos. Léjos de esto veámos lo que dice el filantrópico obispo de Chiapa Fr. Bartolomè las Casas en el cap. 23 lib. 3, de su obra inédita que existe en la Biblioteca real de Madrid, publicado en el tom. 4 de estas Memorias, núm. 22, pág 289 y siguientes.

"Solamente Oviedo que presumió de escribir historia, de lo que nunca vió ni conoció; ni vido algunas cosas de estas los infamó de este vicio nefande." Asegura despues el mismo Las Casas que ni à los españoles que vinieron la primera vez, ni à su mismo padre que vino tambien entónces, oyó decir jamas semejante cosa y continúa "Y mirando yo luego de propósito en ello y preguntando à personas que pudieran saber ó sospechar algo de ello si lo hubiera, y me fuè siempre respondido que ninguna memoria ni sospecha se tuvo de esto; y entre otras personas fué una muger vieja india, cacica ó Señora que habia sido casada con un español..... Estándola yo confesándo miré, en preguntarle si àntes que los españoles á esta viniesen habia entre los hombres alguna costumbre ó màcula de este vicio, y me respondiò: Padre no; porque si la hubiera entre los indios, à bocados las mugeres los comeriamos y no quedara hombre de éllos vivo."

"En la isla de Cuba cuando allí fuimos hallamos un indio solo que traia

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