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Bligh, el segundo de ellos la lievó á la isla de Francia, de donde pasó á Cayena, á la Martinica, y despues en 1792 al resto de las Antillas. La caña de Otahiti es una de las adquisiciones mas importantes que la agricultura colonial debe á los viajeros naturalistas, no solo produce mas caldo que la criolla, sino que á causa de la grosura del tronco, y de la tenacidad de sus fibras leñosas, ofrece tambien mucho mas combustible. La tercera especie ó caña de Batavia, ó de Guinea, es indígena de la isla de Java: su carácter es tener la hoja morada y muy ancha. En Carácas se preferia para el rom.

DEL ALGODON Y SU SIEMBRA.

Una de las producciones mas útiles al hombre es el algodon, y tiene la ventaja de bastarle las peores tierras, si el clima le es propicio. Su cultivo merece especial recomendacion en nuestra Isla, siendo de calidad tan superior el que en ella se produce que es solicitado con preferencia en el comercio. El algodon debia ser uno de los primeros ramos de nuestra riqueza agrícola: es de pronta vegetacion; requiere pocos gastos; su cosecha es fácil, y sus beneficios ciertos y crecidos. Dejando para otra ocasion tratar de sus ventajas, nos limitarémos ahora á dar una ligera idea de su siembra.

El tiempo de sembrarle en secano es desde principios de febrero hasta mediados de marzo, pero la tierra debe estar preparada ántes, con muchas y repetidas rejas, de siete á diez, y beneficiada con estiercol repodrido de ovejas, por ser este el mejor como han esperimentado los agricultores mas atentos. Estando la tierra regularmente humedecida, y el tiempo sereno, se sembrarán los granos despues de quitarles todo el algodon que tuvieren pegado, para que no se enrede uno con otro, al tiempo de la siembra, porque de otro modo saldrá esta muy desigual. Esta operacion costará muy poco, pudiendo hacerla los muchachos en corto tiempo, y es de mayor ventaja de lo que algunos imaginan. La prolijidad y limpieza en toda operacion es muy útil, pero en las siembras de las semillas es de mucha mas importancia.

Rociada la semilla con agua se le esparce estiercol seco, desmenuzado y cribado, y puesta en espuertas ó canastas bien tupidas, se refriega todo, de lo que resulta una buena separacion de los granos, y estos abrigados con las partecillas de estiercol que se le pegan. Entonces se siembra en la espresada tierra, de forma que la sementera vaya clara en distancia de un palmo uno de otro, y se remueve la tierra con el arado para que la simiente quede bien cubierta. La superioridad del algodon de la Siria se debe en

gran parte á la prolijidad de aquellos naturales en su sementera. En la Arabia, en Egipto y en la Armenia hay árboles de algodon que crecen á una altura considerable y dan algodon por muchos años. Primero siembran las semillas en arenales sobre riego, y á su propio tiempo trasplantan los vástagos como se hace con otros árboles sacados del plantel, poniendo una planta á distancia de dos ó tres varas de la otra, y cultivándolas del mismo modo que las vides.

El algodon de regadío se siembra por abril en tablares bien labrados, y beneficiados con el estiercol mencionado ántes. El régimen seguido en la Arabia es el siguiente. Un año ántes de sembrarlo engrasan la tierra con estiercol blando, sútil y límpio de piedrecillas, y demas cosas estrañas. Preparada así la tierrra levantan los tablares y dan un riego; y despues que la tierra se enjuga, siembran los granos de algodon en hoyos de medio dedo de profundidad, echando en cada uno dos ó tres granos á distancia de palmo y medio uno de otro, y reponiéndoles encima un poco de tierra, los dejan sin regar hasta que han crecido á la altura de un palmo: entonces los escardan una ó dos veces y dan un riego, continuando la escarda y riego cada quince dias hasta principios de agosto que es cuando empieza á abotonar. De allí en adelante no se riegan, para que sufriendo alguna sequedad no se crien las plantas con mucha lozanía, y carguen con mas abundancia. Si crecen mucho se les cortan las estremidades, y retrocediendo el jugo por medio de esta operacion, cuajan mucho los capullos, los cuales se recogen por las mañanas en el mes de setiembre cuando abriéndose se le descubre el algodon. Es muy bueno coger los capullos de mañana temprano cuando tienen humedad embebida, y se guardan del sol para que esta se conserve. Luego se les saca el algodon á la sombra, cogiéndolo con los dedos cuidadosamente para no quitar parte alguna de la cáscara del capullo; y sacado todo el algodon se pone á secar al sol. Si los Arabes logran así grandes cosechas de buen algodon ¿por qué no sucederá lo mismo entre nosotros?

Se nos han remitido los cuatro articulos que anteceden sobre objetos agricolas; y hemos creido darles publicidad, aunque se haya escrito tan reducidamente sobre puntos de que pudieran formarse estensas memorias.

HISTORIA DE AMERICA.

COSTUMBRES

DE LOS

habitantes de la provincia de Cueba, (1stmo de Panamá) Por Gonzalo Hernandez de Oviedo y Valdes.

Oviedo es un historiador muy conocido para que sea necesario entrar en pormenores sobre su biografia. Los diez y nueve primeros libros de su Historia general de las Indias, que forman la primera parte, fueron impresos en Toledo en 1535 y en Salamanca en 1547. Se habia comenzado la impresion de la segunda parte, pero solo apareció en Valladolid el vigésimo libro en 1557, y es muy raro hallarlo se lee al fin: "La impresion se ha suspendido aquí por muerte del autor." Los treinta últimos libros jamas han visto la luz. Parece haberse perdido la série desde el 21 al 28 en la imprenta; y los últimos veinte y uno existen ó existian á lo menos en el convento de Monserrate de Madrid. Una copia de este manuscrito, hecha por órden de J. B. Muñoz y confrontada por él, se encuentra en la Biblioteca de Mr. Ternaux-Compans (Paris). Traducímos de esta copia el presente artículo que constituye los capítulos 26 á 31 del lib. 29. *

Oviedo comprende bajo el nombre de Cueba, las provincias que se designan ordinariamente bajo el nombre de Castilla de Oro ó Istmo de Panamá. La palabra cueba ó coyba significa léjos en el idióma de los indios del Darien. Habiendo dicho éstos que sacaban el oro de Coyba, es decir, de un lugar distante, los españoles dieron ese nombre al pais.

* En cumplimiento de nuestras ofertas de publicar todo cuanto podamos adquirir relativo á la historia del Nuevo-Mundo, traducimos del periódico intitulado Nouvelles Annales des Voyages, un documento español que ha venido á ver la luz pública en un pais estrangero; y no es esta la primera vez que nos hemos lamentado de que otras naciones sean las que se ocupen en dar à conocer lo que mas de cerca nos corresponde. En medio del tropel y confusion á que dió orígen la estincion de monocales ¿á donde habrán ido á parar los últimos libros de la obra de Oviedo y con ellos otros y otros documentos de nuestra historia nacional? Es de desear que hayan pasado tambien los Pirineos; que al mènos, pueden conservarse en medio de la emigracion, y en muchos casos, como el presente, no faltaria quien los hiciese conocer. Conservabanse en los oscuros claustros multitud de cuadros antiguos de los mas célebres de nuestros pintores; y ya hoy se ven en Francia ocupando magníficos salones donde á la vez se ostenta el talento artístico español y su culpabilidad en despreciar los hechos mas gloriosos.

La mayor parte de los indios de la provincia de Cueba ó Castilla de Oro, adoran al sol y á la luna, y respetan mucho al demonio. Aquellos que estaban encargados de ofrecer sacrificios y de verificar otras ceremonias idólatras, eran muy venerados y servian al mismo tiempo de médicos; pues conocian por una larga esperiencia las propiedades de diversas plantas para curar las enfermedades. Aunque no es de creer todo lo que estos Téquimas decian, á lo menos es cierto que conocian excelentes remedios.

Los indios de Cueba son mas corpulentos y mas fuertes que los de las Islas, y tienen el mismo color y cubrian sus partes con una concha ó corteza de árbol. Las mugeres llevan una especie de naguas ó pequeños jubones de algodon desde la cintura á las rodillas. En las de un rango distinguido llegan á los pies. Ni estas, ni los hombres usan cosa alguna en la cabeza. Algunos de los principales caciques, en lugar de las conchas con que los demas se cubren, usan una plancha de oro.

Las mugeres nobles, nombradas espaves, se suspenden los pechos (lo que entre ellos se considera como una belleza) por medio de un cinto de oro á manera de adorno, al rededor del cuerpo. En estos cintos hay representados pájaros y otros animales en relieve, y pueden pesar de 150 á 200 $. Este uso está muy esparcido tambien entre las mugeres nobles del golfo de Uraba, que van á la guerra con sus maridos, y que personalmente mandan á sus guerreros cuando son gefes de una tribu. Los hombres y mugeres adornan tambien su cabeza, con águilas, placas de oro y soberbios penachos cuando se preparan á entrar en campaña.

Como los caciques de este pais no tienen ni carros, ni bestias de carga para trasportarse de un lugar á otro, viajan de la manera siguiente. Cada cacique ó saco, tiene a su servicio una docena de indios, los mas fuertes y mas ágiles. Se acomoda el cacique en una hamaca atada á un palo cuyas estremidades sostienen dos indios sobre las espaldas. Estos corren, y cuando están cansados son relevados por otros sin detenerse. Cuando viajan por un pais llano pueden rendir de este modo 15 ó 20 leguas al dia; porque tienen cuidado de colocar de distancia en distancia los que han de relevar á los conductores.

Los indios que se emplean en este servicio son esclavos ó navorias, que con corta diferencia es lo mismo. Se eligen para esto los carates porque son los mas fuertes y vigorosos. Se designan por este nombre aquellos, cuya piel se levanta, como si estuviesen cubiertos de ampollas. Esta se arruga en diversos parages, y esta enferinedad no cesa, sino cuando ha recorrido todo el cuerpo y se renueva la epidermis.

Los indios de este pais son muy valientes en ciertas provincias, y en otras mucho ménos. No conocen el uso de arcos y fle

chas; pero tienen mazas, lanzas, y una especie de dardos que arrojan con cierto género de ballesta, que aseguran en la mano. Tienen mucho acierto, aun á gran distancia. Adhieren á estos dardos unos globillos huecos de madera muy agujereados, que producen un silvido muy fuerte cuando son lanzados. Pero no tienen este uso sino en sus fiestas, en sus simulacros de combates; porque el ruido que producen advertiria á sus enemigos, á quienes tratan siempre de sorprender, y solo las lanzan cuando quieren mofarlos ó despreciarlos.

Los indios dan el título de equima á aquellos á quienes respetan y á los que consultan ántes de emprender la guerra. El mismo nombre dan á todos los que se distinguen en la caza ó en la guerra, en la construccion de canoas y de redes, lo que propiamente quiere decir, maestro. Por esto tambien llaman á sus sacerdotes maestros constituidos en adivinos. El demonio les anuncia el porvenir; porque como ha sido siempre buen astrónomo y conoce bien el curso de los planetas y las revoluciones del zodíaco, Je es fàcil anunciar los acontecimientos futuros, tanto mas, cuanto que está en posicion de juzgar con conocimiento de causa cuales son los resultados de una empresa. El demonio hace pues creer á estos miserables, que él es el que gobierna al mundo, que excita las borrascas, que fertiliza los campos y que produce todas las criaturas. Y por esto se le ofrecen en algunos parages víctimas humanas, fumigaciones, no siempre agradables al olfato, pues hay veces que no pueden sufrirse. Cuando Dios dispone las cosas de un modo distinto de lo que han pronosticado los sacerdotes, hacen creer á los indios que sus pecados son los que han ocasionado el mal

suceso.

Los habitantes de Cueba llaman al demonio tuyra, y dan tambien este nombre á los cristianos, creyendo por esto honrarlos mucho, porque los contemplan tan hábiles como él. ¿Cómo podremos admirarnos de la supersticion de estos pueblos ignorantes, cuando se vé en Tito Livio, la fé que conservaban los romanos á sus augurios? Pero volvámos á las armas de los indios.

Los habitantes de Cueba y de las provincias vecinas hacen los dardos de que acabo de hablar, con una madera negra de una especie de palma y la aguzan de tal modo, que atraviesan á un hombre de parte á parte. Los construyen tambien con una especie de caña muy recta y sin nudos: tienen el grueso del dedo pequeño y aun ménos, son muy lisas y ligeras. Como no tienen hierro, adaptan á la estremidad una punta de madera de palma muy negra y muy dura. Les aseguran tambien huesos agudos y espinas de pescado.

Las lauzas son construidas de palmas, de jagua ó de otra madera dura. Tienen mazas de una y dos manos. En las provin

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