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politico tocaba el empeño de su obligacion, y convencida de la necesidad con que todos le ocupaban, se sacrificó al servicio sin reservar momento para su descanso; bien que si se agolpaban los asuntos en términos que el tiempo era corto para evacuarlos, preferia los militares y de la guerra, persuadido que debia ocurrir á la mayor necesidad de objeto tan recomendable por su atencion: en estos términos siguió S. E., hasta que persuadido por mayo de 1782 que si la espulsion de los ingleses realistas de las posesiones que disfrutaban de Movila, Pich y Roatán, sin duda habia desterrado del seno Mejicano la inquietud con que nuestras naves le traficaban como espuestas en la duracion de la guerra á los insultos de sus corsarios, vinculándose dignamente para la posteridad y laurel del pabellon español el mérito de sus conquistas en el prémio de los generales: justa y desapasionadamente consideró S. E. que siendo las referidas conquistas de tanto aprecio al Estado, no seria de menor atencion las de las islas de Providencia y Bahama, que por su situacion, al paso que á sus habitantes y Soberano les seria sensible: la España con sus dominios en estas partes de América septentrional esperimentaria las mayores ventajas, tanto en el comercio recíproco que necesariamente gira por los dos canales, que las circundan, cuanto por deberlas tener como adyacentes de esta de Cuba, cuyos vecinos se harian felices, con la seguridad del tráfico y espendio de los frutos de sus labores y crianza de animales, que regularmente comunicándose de unos en otros lugares por la costa del Norte, frente de dichas Islas, caian apresados de sus corsarios Providenciales.

No obstante, semejantes premeditadas ventajas, parecia que S. E. no deberia emprender el logro de los efectos de dicha conquista, siendo precisa la salida ultramar de la plaza jurada de su gobierno; mayormente en aquella apurada constitucion que el teatro de la guerra se representaba en estas vecindades de América; pero despreciando recelos y escrupulosidades, que solo sirven de obstruir con lentas deliberaciones el servicio del Rey auxiliando los deseos de su empresa, no solo con la presunta aprobacion de S. M. (cuyo parte aatepuso) sino con el prévio acuerdo del Escmo. Sr. D. Bernardo de Galvez, y la seguridad de la superior fuerza de las escuadras combinadas, que con el ejército de Operacion Español suponia unidas en Guarico, para el proyectado ataque de la Jamaica; à que añadiéndosele ballarse en este puerto el Comodore americano Guillen; y ofrecidose acompañar con su fragata de guerra de ventajosa fuerza, con otros buques lijeros; per cuyo medio podria lograrse el fin, sin separar la marina española del objeto principal de sus operaciones, salió S. E. de este puerto el 22 de abril de 1782 con cuarenta y ocho buques, y en ellos 2,000 hombres de tropa veterana y miliciana: el 2 de mayo

reconoció felizmente las islas de Berris: el 5 reunió su convoy y el 7 al amanecer bloqueó el puerto, amenazando tres desembarcos á la vez, uno al Este, otro al Oeste; y el tercero en la isla de Hog, la que formando el puerto se halla á tiro de cañon del fuerte de Nasaú y de las baterías de la plaza.

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El mismo dia 7 á las 5 de la tarde, le intimó al Sr. Maxwel gobernador ingles, se rindiese dentro de 10 horas, apercibiéndole con la negativa de capitulacion, si se ponia en defensa ; y aunque se valió este general de algunos disimulados entretenimientos (como que por instantes esperaba el refuerzo que habia solicitado de Charlestown) el 8 por la mañana remitió firmados los preliminares: por la noche fueron terminadas las capitulaciones, presentando los rehenes; y el dia 9 se posesionó S. E. de la plaza y demas puestos de su guarnicion.

Aun no tenia evacuados los asuntos principales para el mejor órden y estabilidad de aquellas Islas rendidas, cuando comprendió el combate naval, tenido el 12 de abril por la escuadra francesa, del mando del conde de Grasse con la inglesa, reunida al almirante Rodney: la derrota de la primera con pérdida de 7 navíos y 2 fragatas de guerra; quedando prisionero el mismo conde de Grasse, con su navío comandante la Villa de Paris, y dominante el almirante Rodney, quien arribó á Jamaica con su escuadra en que se decia traer 6,000 hombres de tropa: saberse previamente, que en dicha isla de Jamaica, habia mas de 3,000, y que en Charlestown y Nueva-York se embarcaban 4,000 destinados á la referida Jamaica, con cuyas noticias (que en semejantes ocurrencias no debian despreciarse) procuró S. E. acelerar los asuntos de aquellas Islas, por los medios posibles y mas decorosos al Estado y á su honor, y retirarse á la Habana con la tropa de su comando, para poner esta importante plaza en precaucion de cualquiera insulto, olvidando desde aquel instante los demas proyectos con que giraba S. E. en servicio del Rey; como ostruidos enteramente con el desgraciado combate de Grasse.

En efecto, despues de haber remitido á Guarico 2 buques lijeros, con igual número de oficiales, comunicando sus intentos y recelos al Escmo. Sr. D. Bernardo de Galvez, y embarcado la tropa y pertrechos de guerra, salió S. E. la mañana del 24 de dicho mayo en una pequeña embarcacion con otras iguales, deseoso de aprovechar los instantes para llegar á esta plaza, dejando dispuesto que las restantes del convoy se hiciesen á la vela en aquella tarde; y que unidas, procurasen llegar á la Habana con la posible brevedad; y y siguiendo S. E. su derrota, tomó el puerto de la ciudad de Matanzas con la anticipada premeditacion de reconocer el estado de sus fortalezas, que tal vez se le dificultaria por tierra, lo que evacuó con solo la demora del dia 31, y al ama

necer del 19 de junio siguió su destino, viéndose en la necesidad por las calmas y corrientes, pasarse á un reducido bote, en que á fuerza de remo, pudo tomar este puerto despues de las 10 de la noche.

Al siguiente dia (sin mas descanso que las pocas horas de la noche anterior de su llegada) comenzó S. E. con la actividad propia de su génio militar y exactitud en el servicio del Rey, á reconocer el estado de la plaza y sus fortalezas: se repetian noticias de las disposiciones del ingles, sospechosas todas contra esta plaza, al paso, que S. E. empeñado eu su defensa, sentía verse sin tropa, lo que comunicó al Escmo. Sr. D. Bernardo de Galvez, estante en Guarico; pero este Sr. no ménos celoso que atento en los deberes de su alta comision, entendido préviamente de la dominacion del ingles en el mar, á resulta del desgraciado combate de Grasse y reunion de sus fuerzas en la Jamaica, de que podria resultar intentase algun movimiento contra esta ciudad é Isla; remitió á S. E. el regimiento de Soria, que entró en el puerto el 12 de junio.

Continuó S. E. en el reconocimiento de las fortalezas, playas y surgideros de la costa de barlovento y sotavento, dando las mas activas disposiciones para su pronto reparo: el de nuevas construcciones de fosos, caminos encubiertos, parapetos, zanjas y demas que consideró necesario, haciendo suspender todas las obras particulares, dentro y fuera de la ciudad, para que sus maestros y peones ocurriesen á las de fortificacion, y no siendo bastante su número, dispuso se completase con el de los negros de los ingenios, hasta ponerlo todo en estado de defensa; consta de los informes y oficios que se hallan en la secretaria de Gobierno entre S. E. y el Sr. brigadier Ingeniero en gefe D. Luis Huet; y de la certificacion de los bandos núm. 3.

Inspeccionó la tropa veterana y de milicias: tomó noticia de las compañias sueltas de los partidos, recorrió los padrones de los doce cuarteles de la ciudad y barrios estramuros; de los cuales entresacó los hombres mas útiles para el servicio, formando listas de compañías urbanas que pudiesen servir dentro de la plaza, interin los veteranos y milicia arreglada guarnecian los puestos mas avanzados: conferenciaba diariamente, si no de palabra, por oficios con los Sres. Comandante de marina é Intendente del ejército, cuanto consideraba útil en el particular al servicio del Rey, no olvidando el navío San Francisco de Asis que de Vera-Cruz debia en aquella constitucion, conducir caudales y víveres á esta plaza : convocaba para el mismo efecto á los demas gefes de los cuerpos de artillería é ingenieros: previno 1,000 negros trabajadores del campo, con hacha y machete para en caso preciso, destinarlos á apear las dificultades que impidieran el tránsito de la tropa y proteger sus

empresas contra el enemigo: solicitó de la marina los auxilios que esta pudiera darle, de cañones, artilleros de brigada, con oficiales que viniesen á hacer el servicio, y de relevar con las milicias, la tropa veterana que guarnecia los buques de guerra, hizo cubrir las faltas que se encontraron en la artillería, en la plaza y sus castillos.

Previno por oficios el escuadron de Dragones de la ciudad de Matanzas y demas milicias regladas de lo interior de la Isla, para que marchasen á la primera órden á ocupar el puesto que se les destinaría; y para en el caso que S. E. no pudiera ocurrir personalmente á impedir los insultos que intentara el enemigo por algunos parages de la costa, con el objeto de atacar la plaza, ó de hostilizarla en sus campos, comisionó dos oficiales de guerra, que saliesen á tomar conocimiento práctico de los desembarcaderos, playas y surgideros de la costa de barlovento y sotavento, dándole para ello los auxilios é instrucciones necesarias.

Enterado de estar completos los trabajos provisionales de los castillos y fortalezas, pasó á ellos, les reconoció y mandó se hiciese el egercicio del cañon: dispuso se aprontasen las tiendas correspondientes, para acampar tres batallones de 600 hombres cada uno, dos de 800 y cinco escuadrones de 150.

Parece que S. E preocupado en tantos asuntos de la mayor gravedad y que diariamente, si no por la mañana á la tarde, pasaba á los castillos del Morro, Cabaña, Número Cuatro, Príncipe y Atáres, alternando en ellos el reconocimiento de sus trabajos, no le quedaria tiempo, para despachar los demas asuntos de su gobierno (es verdad que en medio de estas tareas, comisionó á su Teniente gobernador, auditor de guerra, para el espediente de lo contencioso ó forense, de quien hizo la última confianza, por su probidad, literatura ydemas buenas circustancias) pero como el constitutivo del general que manda, á cuyo cuidado está la defensa de una plaza, no consiste solo en preparar la artillería, persuadido de su fuerza, para rechazar al enemigo; sino que al mismo tiempo, ha de precaver todas las desdichas, miserias, confusiones y desórdenes que regularmente combaten á un pueblo sitiado; con este objeto, y de la tranquilidad de los campos, en cuya época, las perturbaciones suelen causar mayores estragos: libró su auto de comision, á uno de los abogados de crédito y buena conducta, para que inmediatamente que se tocase al arma, pasase á los partidos y haciendas de la jurisdiccion de sotavento, y tomára conocimiento (donde no hubiera jueces ordinarios) de las causas y negocios que necesitaran pronta determinacion, reservando las árduas, que remitiria con informe á S. E. dando cuenta de todo en la conclusion del sitio.

Dispuso que los animales inmediatos á las costas de barloven

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to y sotavento, se retirasen á lo interior de la Isla, en potreros y chiqueros que para ello se destinaron, encargada su custodia á cuatro sugetos de confianza que les recibirian con el órden y arreglo que se les instruyó, para evitar confusiones y que desembarcando el enemigo en dichas costas, se valiese de los mismos animales para su subsistencia en perjuicio de la plaza y de sus dueños: consta del bando certificado número 16.

Conminó con graves penas á los hacendados, obligados al abasto de pesa diaria en carnicería, á que continuasen sin novedad alguna, segun el repartimiento; instruyendo por orden circular á los capitanes de los partidos sobre la variacion de caminos y veredas estraviadas que deberian usar los conductores de dichos ganados en caso de dificultarse por los ordinarios y comunes, por haberles tomado el enemigo.

Hizo se le comunicase por cada partido, el número de vivanderos, carboneros y malojeros, dando órden para que no se les impidiese su egercicio, ni tomasen sus cabalgaduras y por si á estos, con casualidad se les dificultase en algunos dias el tránsito á la plaza; previno, se estableciesen en ella cuatro proveedurias en otros tantos barrios, al cuidado de cuatro caballeros Regidores, en las cuales se haria repuesto, no solo de aquellos víveres, sino de los demas necesarios para la subsistencia del público; y con encargo particular de preferir á los pobres.

El mismo número de almacenes dispuso para los parages del campo, donde regularmente se agolparian las familias con enfermos, ancianos, niños é impedidos; previniendo para éstos los demas auxilios conducentes á la subsistencia.

Dirigió oficios á los Sres. conde de Casa Bayona y marques de San Felipe y Santiago, para que instruyesen del número de jarrias y cabalgaduras, carretas y bueyes que de las ciudades y jurisdiccion de sus señoríos, podrian ocuparse á flete, estando prontos á la primera órden.

Formó dos gremios de hombres con sus respectivos gefes, para la conduccion de ganados hasta beneficiarlos; y otros de vivandaros, que deberian acopiarse en las cuatro proveedurías de la ciudad.

Libró sus órdenes, á los alcaldes de Santa María del Rosario, Santiago, Bejucal, y capitanes de partido, para que reclutasen el número de hombres que podrian tomar las armas, alistándolos y disponiéndolos para su concurrencia á parage destinado, esceptuando los que por necesidad deberian auxiliar á sus familias, padres, ancianos, enfermos, viudos é hijos menores.

Tomó razón del número de carretas y bueyadas, existentes en los barrios de Guadalupe, Jesus María, San Lázaro y el Horcon: las dividió en cuadrillas con sus respectivos capataces, dan

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